Capítulo 54: Familia
Taehyung confirmó de manera muy cruda e ingrata que la denuncia que había presentado en contra de Fan Bing-bing no le había traído resultados favorables, pues no había pruebas de ningún tipo, tan solo su palabra. Con mucho esfuerzo, escasas horas de sueño, incontables llamados y secando su labia, había logrado conseguir una orden de cateo, pero no obtuvo nada más que su satisfacción, muy bien encapsulada bajo ese disfraz de pobre señora dolida por el acto de ese muchacho que había visto crecer y ahora parecía odiarla sin razón aparente. Su cinismo le daba ganas de vomitar. Las autoridades presentes tuvieron que controlarlo incluso, para que no se le fuera encima a la mujer. Le informaron que podría presentar una contrademanda, pero ella, con el rostro lleno de lágrimas, falsas, por supuesto, se negó.
Los días siguieron pasando, pronto el mes de agosto culminó. El calor del verano se volvía cada vez más lejano y las hojas de los árboles se desteñían y marchitaban, tal como lo hacían las fuerzas de Kim Taehyung. Si bien Jimin presentaba leves mejorías, todavía desconocía su entorno, a las personas, a él. Sin hablar, quedarse mirando un punto fijo y llorar en silencio, era lo que persistía, y verlo en ese estado le rompía el corazón cada vez.
Jung-kook no quiso hacer ningún tipo de festejo por su cumpleaños; no era su deseo celebrar nada sin Jimin; no lo consideraba correcto, aunque sus amigos se encargaron de mimarlo con felicitaciones y algún que otro regalo.
En los conciertos que protagonizó junto a sus hyungs, logró distinguir en la multitud a su primo en compañía de Nayeon, a Ho-seok junto a su novia y también a Min Yoon-gi; había podido conocerlos a todos ellos y desde luego habían recibido una invitación cordial, del mismo modo que la recibió la enfermera Yoo, con quien Jung-kook había establecido un vínculo más estrecho, en sus constantes visitas a la clínica y sus pequeñas charlas en los descansos de la muchacha.
Cantó y bailó como nunca antes, encendido como una llama, repleto de entusiasmo y pasión por lo que más amaba hacer en su vida. Con cada nota, cada paso de baile, dejó todo de sí en el escenario, pensando que su amigo estaba ahí para verlo. ¿Jimin se sentiría orgulloso? Esperaba que así fuera. Esperaba poder invitarlo, poder verlo entre la gente en los próximos conciertos.
Pudo tener un momento a solas con Jeong-yeon después, pero era inútil, era muy tímido. Ni siquiera se animó a pedirle su número telefónico, aunque sí acordaron verse en un café pronto. Tal vez ahí su valor podría ser mayor.
Por otro lado, en cuanto Ho-seok tuvo un teléfono listo para Min Yoon-gi, este desapareció a los pocos días. No deseaba causar problemas ni ser una carga, por lo que solo dejó una nota sobre la mesa y se marchó. Ho-seok, aunque a regañadientes, lo aceptó, ya que ahora podría comunicarse por medio del teléfono. No obstante, salió a buscarlo unos días después, ya que luego de su última conversación por teléfono no se lo oía muy bien. El aparato contaba con un rastreador, por lo que encontrarlo no fue difícil. Estaba durmiendo bajo un puente en la fría intemperie y cuando se le acercó notó que tenía fiebre, así que lo cargó sobre su espalda y se lo llevó de vuelta al departamento. Allí, junto a Hyerin, cuidaron de él.
―N-no... tenías que... ―balbuceó, entreabriendo apenas los párpados.
―Cállate y descansa ―le dijo Ho-seok―. Te traeré una Sprite y te la beberás toda, ¿oíste?
Los ojos de Suga se cerraron por puro cansancio, y una pequeña sonrisa se dejó ver en su rostro.
Ho-seok continuó yendo al sanatorio para asistir a Jimin en sus comidas. Pudo notar que lo esperaba, aunque más que comer, solo quería acurrucarse junto a él, pues eso le brindaba armonía, incluso conseguía dormirse a veces. En el día presente no fue la excepción. Le entristecía que lo viera como su mamá, pero a la vez se sentía bien de contribuir a que se sintiera cómodo y en paz.
Más tarde, Taehyung, como ya era costumbre, acompañó a Jacqueline en su visita a Jimin. En esta ocasión, ya que el día estaba soleado y no tan fresco, le otorgaron unos momentos en el jardín. Ya había estado ahí antes; lo relajaba bastante, aunque solo se quedaba bajo la sombra del mismo árbol, acurrucado, hasta que la hora de volver a su dormitorio llegaba. Ahora el chico palpaba el aire, moviendo sus dedos muy despacio, como si tratara de llegar a algo o alguien que le hacía falta.
―Se ve un poco mejor de aspecto, ¿no? ―dijo Jacqueline.
―Sí. Se ha alimentado bien, se ha dejado cortar el cabello y que lo afeiten. Ahora también hace sus necesidades y se baña por su cuenta, aunque permanece bajo vigilancia constante.
―Ya se le están notando las raíces oscuras en su cabello, y le sienta muy bien... ―comentó, con una sonrisa apenas perceptible―. Quisiera... poder abrazarlo ―añadió, desvaneciendo esa pobre mueca.
Taehyung sonrió de lado sin mucho ánimo, estiró su brazo y alcanzó su hombro con su mano, atrayéndola hacia él. Fue en ese momento que un pequeño maullido lo hizo bajar la cabeza de inmediato. Se trataba de Calicó, que se hallaba dentro de una de las bolsas que cargaba la muchacha.
―Jacqueline, ¿trajiste al gato? ―murmuró alarmado, aunque tratando de ser discreto.
―Lo siento, es que Felix tenía que irse al trabajo y no podemos dejarla sola en el apartamento esta temporada. Hay un gato en uno de los pisos que se cuela por la ventana ahora que ella está en celo.
―Cielos... ¿Pero por qué no la has esterilizado?
―Porque sí quiero que tenga bebés, pero ahora... no es un buen momento ―dijo, volviendo la vista hacia Jimin en la lejanía―, además... no me gustaría hacerlo sin el consentimiento de Jimin.
El muchacho llevó sus ojos en la misma dirección que ella.
―Lo entiendo, pero es muy riesgoso. Debes solicitar un permiso para traer animales a este lugar. Si llega a salirse nos vas a meter en un buen probl...
Y antes de que terminara de hablar, la gata salió de la bolsa de un salto, dejándolos a ambos estupefactos. Maldijeron por lo bajo al unísono y la persiguieron, pero ella sabía muy bien dónde quería ir, lo supo en el momento en que lo vio. Taehyung y Jacqueline detuvieron el paso al ver cómo Jimin notó la presencia de la gata, que se había detenido frente a él, como si lo saludara. Lentamente él levantó la cabeza, atento a la traviesa felina y la tomó por debajo de las axilas.
Tanto sus amigos como los enfermeros se aproximaron, temerosos de lo que podría ocurrir. Sin embargo, todos se detuvieron al ver como una sonrisa se dibujó en su cara, dejando ver sus dientes, mientras estrechaba con suavidad su rostro contra el del animal y batía despacio su cabeza en pos de una caricia. Aquella imagen se quedó inmortalizada en las retinas de Jacqueline, siendo incapaz de parpadear, casi de respirar. Era tan encantador y esperanzador, que sentía que no podría con tanta dulzura que se filtraba en lágrimas por sus ojos.
Jimin apoyó a Calicó sobre su regazo y con mucha dedicación comenzó a acariciar su lomo.
―I-Iré... por el doctor Han ―dijo Taehyung, pasmado, y se marchó casi corriendo.
El mencionado, así como su nieta, acudieron de inmediato, asombrados con la interacción que estaban presenciando.
―Esto es fantástico. No había tenido ninguna conexión afectiva desde que llegó. Sé que con Jung se ha mostrado más desinhibido, sin embargo, jamás lo ha abrazado o algo por el estilo.
―Esto es bueno, ¿verdad? ―indagó el chico.
―Por supuesto. No cabe duda de que los animales son grandes sanadores ―comentó, acomodando sus anteojos―. ¡Pero!, no debemos olvidar las normativas de la institución. Si bien resultó favorable, esto pudo terminar muy mal para otros pacientes, debieron haber solicitado un permiso previo. ¿Quién fue el responsable?
Jacqueline se encogió de hombros, mientras que Taehyung se encargó de señalarla con su dedo, ganándose la indignación de la chica al instante.
―No van a despedirme, ¿verdad?
―Nadie puede despedirte aquí, Jackie ―la codeó Taehyung.
―Cierto. ―Lo miró un instante―. No van a vetarme, ¿verdad? ―preguntó genuinamente preocupada.
―No, señorita, descuide. Pero esto no debe volver a repetirse, ¿le quedó claro?
El tiempo había corrido y había llegado el momento en que Jimin debía volver a su habitación, por ende, también debía entregar a la gatita. Fueron tan gentiles como pudieron; él no se resistió, aunque la manera en que la serenidad y esa sonrisa abandonaban su fisionomía, les rompió el corazón a todos los presentes. Pero era algo que debía hacerse, o de lo contrario sería más difícil.
―Por favor, señorita Brown Lee, hágame el favor de volver a traer con usted al animalito. Pero con un permiso anticipado, por favor.
―Lo haré, doctor. Gracias, doctor. ―Hizo una reverencia y acomodó a su mascota de nuevo en su bolsa de tela, mientras se limpiaba las lágrimas.
* * *
En el comienzo de un nuevo día, Taehyung entreabrió sus ojos al sentir los dedos de Nayeon jugar suavemente con su cabello. Sonrió y ella le devolvió el gesto. Despertar en su cama y tenerla a su lado lo ponía de buenas, incluso con la constante extenuación y desánimo permanente que sentía.
―Te ves muy tierno cuando duermes ―le dijo―, aunque a veces das miedo... abres los ojos.
―¿Lo hago? ―Se sorprendió.
―Sí ―dijo entre risas.
El chico apoyó su cara contra la almohada y sonrió apenado. Ella se giró en su dirección y con la yema de su dedo palpó la punta de su nariz.
―Quisiera... besarte.
Aquello pretendió ser un pensamiento, pero sus labios se movieron y las palabras salieron despedidas, con calma y dulzura. Taehyung se mostró sorprendido por unos segundos, y al momento siguiente se adosó más hacia ella y con suma delicadeza apoyó su boca contra su mejilla, haciendo un pequeño ruido al separarse. Hizo lo mismo en la punta de su nariz y luego sobre los labios, un toque efímero. Se miraron hipnotizados unos segundos y a la vez volvieron a unir sus bocas; Taehyung posó su mano sobre su hombro y la dejó boca arriba en tanto profundizaba ese beso, volviéndolo más necesitado y también suplicante con la lentitud en que degustaba su suave piel, abriendo más su boca y, poco a poco, su lengua traviesa comenzaba a moverse en el territorio ajeno. Entre respiraciones nasales, el corazón de Nayeon se aceleró y un cosquilleo atacó su vientre. Con sus labios humectados en demasía él les dio un respiro, entonces ella alcanzó a verlo relamerse con deseo.
―Parece un sueño ―dijo, colocando sus manos sobre los brazos impropios, que estaba uno a cada lado a la altura de sus hombros y frotó la suave dermis―. Aún me da miedo...
―Tengo los ojos bien abiertos ahora ―bufoneó, sonriéndole; ella copió el gesto.
―Estamos al filo de la línea. ―Su mohín se fue―. El peligro sigue rondando a nuestro alrededor y no me permite tener tranquilidad. Siento que en cualquier momento la burbuja podría romperse.
―No tienes por qué temer, esos locos de la última vez están muertos...
―Lo sé, sin embargo... no puedes pedirme que no tenga miedo.
Él la observó de hito en hito y asintió despacio, luego con más comprensión y convencimiento. Besó una vez más sus labios y se apartó. Y con ese amargo trago, ambos se dispusieron a levantarse.
Nayeon no había vuelto a vivir en su apartamento, pero sí lo visitaba con más frecuencia y pasaba allí varias noches. El muchacho se preguntaba por momentos por qué no se mudaba y ya, pero la realidad era que no querían apresurar nada, no había formalidades de momento, y convivir poco a poco sería lo mejor por ahora.
―Sí, sí, en un momento iré para allá ―dijo Taehyung, agachado, con el teléfono apresado entre su oreja y hombro, mientras estaba anudando los cordones de sus tenis.
Min-jae dejaría a su hermano en su puesto para vigilar el perímetro del sanatorio; Taehyung tenía pensado acudir; no se sentía bien si pasaba un día sin poder ver a su mejor amigo. Nayeon por su parte preparaba el desayuno, aunque sabía que su chico iba a pretender partir consumiendo solo la taza de té, sería rápida y le metería al menos una galleta en la boca; estaba bajo mucho estrés y debía alimentarse apropiadamente.
De súbito, para sorpresa de ambos, llamaron a su puerta, no con el timbre, sino con un golpe bastante fuerte. Taehyung se arrimó a observar a través de la mirilla y frunció el ceño, luego abrió la puerta a su primo del otro lado.
―¿No estabas ocupado en tus prácticas con los chicos?
―Sí, pero algo surgió y... ven conmigo. ―Lo tomó del brazo.
―Espera, espera. ―Quitó su tacto―. ¿Qué pasa?
―No puedo explicarte, tienes que verlo.
Jung-kook tiró de su brazo de nueva cuenta; Taehyung apenas alcanzó a manotear la chaqueta blanca que tenía sobre el perchero de pie junto a la puerta. Nayeon, atónita, dejó sobre la mesa el plato que tenía entre las manos y corrió hasta la puerta, viéndolos bajar casi corriendo las escaleras.
―Jung-kookie, ¿quieres parar un momento? Te sigo, pero deja de jalonearme.
El chico cedió a su llamado de atención entonces lo soltó por fin, cosa que el otro aprovechó para terminar de colocarse la chamarra correctamente. Cruzaron el umbral de la entrada principal del bloque de apartamentos, bajaron los pequeños peldaños del pórtico y allí, en la vereda, había una muchacha esperando por ambos; lucía un poco nerviosa y retraída.
―¿Eun-jun? ―dijo estupefacto, al reconocer a su hermana menor.
―Hola, Taehyung. ―Se inclinó brevemente―. Ha pasado tiempo.
Vaya que sí. La última vez que se habían visto ella era una niña de tan solo cuatro años, quien lloraba al ver a su hermano abandonar la casa, sin entender el por qué en ese momento.
Taehyung enmudeció, y en un giro rápido llevó sus ojos a su primo, esperando una explicación, que no demoró en llegar.
―¡¿Por qué no me informaste de esto antes?! ―le reprochó a Jung-kook.
―Ella no quiso, ella...
―¡Ella es una chiquilla! ―Señaló a su hermana con el pulgar―. Y esto es una situación grave.
Nayeon, quien se había detenido en la cerca que rodeaba el complejo, estaba escuchando todo y viendo el enajenamiento que crecía en Taehyung, por lo que se vio obligada a intervenir.
―Tae, creo que...
―Tú cállate. ―Levantó firme su dedo―. ¡Esto es un asunto familiar, no te incumbe! Vete y ocúpate de tus cosas. ―Hizo un pequeño ademán con su mano, sin siquiera dirigirle la mirada.
Las palabras salieron desde la ira que lo poblaba en ese momento, no midió su tono, mucho menos la manera, cosa que la abatió. Aunque se ganó un ceño fruncido por parte de Jung-kook.
―Oye, no le hables así.
―Tú y tú, al auto. ―Señaló a cada uno y caminó hasta su vehículo estacionado contra el cordón.
Por fortuna, las llaves se encontraban en su chaqueta, así no tendría que volver al apartamento por ellas.
* * *
―¡Mira, Yoon-gi! Encontré más aquí ―habló Hyerin con una hoja de periódico en la mano, corriendo hacia el sofá donde estaba el muchacho para entregárselo.
Suga había mejorado su condición, aunque seguía sin contar con un techo donde vivir, y Ho-seok prácticamente lo obligó a quedarse con él y su novia en el departamento hasta que pudiera conseguir trabajo y establecerse, ya que si ni siquiera tenía dinero para llevarse algo a la boca, mucho menos lo tendría para comprar el diario y ojear ofertas desde ahí para empezar, así que lo ayudarían con eso.
―¿Un trabajo como repartidor?
―En el anuncio especifica que la empresa te dará la motocicleta hasta que puedas conseguir una propia o pagar por la que te brinden.
―Suena bastante bien ―comentó Ho-seok, acercándose a ellos mientras bebía una lata de Sprite.
―La verdad es que sí. Llamaré ahora ―dijo, buscando su nuevo teléfono en el bolsillo de su chamarra.
Hyerin sintió un leve escalofrío sobre los hombros; el aire que entraba por la ventana era bastante fresco, pero en cuanto se giró para cerrarla, su novio caminaba en esa dirección y le hizo un gesto, evitando que se levantara; él lo haría. Fue en ese momento que notó no solo los gritos en la calle, sino las personas corriendo por doquier.
―¿Qué carajos...?
Al estar en el quinto piso no se habían enterado, pero ya habían acribillado a toda persona presente en la planta baja, en la recepción, y subían ahora piso por piso. Pronto, más gritos se escucharon en la cercanía, alertando a los tres jóvenes. Ho-seok ni siquiera se detuvo a pasar saliva, cerró la ventana y empezó a moverse.
―¿Ho-Hobi...? ―balbuceó Hyerin.
Los habían encontrado, tenía que ser eso. La idea se había instalado ya en su cabeza y nada se la quitaría. Más gritos desesperados se escucharon ya en el pasillo de ese mismo piso.
―¡A la ventana izquierda, ya! ―ordenó Ho-seok, apuntando con su dedo, mientras reposaba su mochila sobre la mesa.
―¡¿Qu-qué vas a hacer tú?! ―preguntó su novia con nerviosismo.
―Mi computadora. Solo tomaré la computadora y los teléfonos.
―¡El arma...!
―¡No hay tiempo! Está en la otra punta del departamento.
Los golpes llegaron a su puerta. Yoon-gi corrió hasta la ventana y la abrió, encontrando la escalera para incendios al otro lado. Ho-seok cerró la mochila y tomó de la mano a Hyerin, le cedieron el paso a ella primero, luego Ho-seok obligó a Suga a cruzar, quedándose él al final. La puerta fue abierta y él apenas estaba cruzando. Un disparo llegó a él, rompiendo el cristal en pedazos. Ho-seok cayó sentado sobre el pequeño descanso de las escaleras. Por supuesto no demoró en enderezarse y correr entre gritos y maldiciones para que sus compañeros se apresuraran tanto como pudieran.
* * *
Con un entrecejo arrugado y un silencio sepulcral, Taehyung condujo a una velocidad un tanto cuestionable hasta un hospital público en los límites de Busan. Su tío había enfermado gravemente y su madre no se hallaba en mejor estado. No contaban con mucho capital, por obvias razones. Esto no era ninguna sorpresa para él, pero no por eso estaba menos molesto. Su hermana acudió a él como último recurso, cosa que lo indignó, pero nada lo indignó más que tener que poner su dinero para ayudar a ese malviviente. No lo haría por él en absoluto, sino por su madre.
Pudo sacar el efectivo de un cajero en la cercanía y se lo entregó a Eun-jun en mano, entonces ella corrió hacia donde se hallaba su mamá; él se quedó detrás de la puerta, escuchando y contemplando a la mujer; seguía encontrándola tan hermosa como la última vez que la vio, y eso lo hizo sonreír sin siquiera percatarse de ello.
―Cariño, ¿dónde te habías metido? ―preguntó, con un poco de tos de por medio.
―Lo conseguí, mamá. Conseguí el dinero ―le dijo ella con una sonrisa y enseñándole los fajos―. Ahora podremos pagarle al hospital y comprar las medicinas.
―¿De... dónde sacaste tanto dinero?
―Hablé con mi novio. ―No tardó en decir; parecía tenerlo pensado de antemano―. Me dijo que no hay problema, que esperará hasta que podamos pagarle de vuelta.
―Oh, cariño... Esto... Es un muchacho muy noble.
―Eom-ma... Podemos decirle a Taehyung-oppa que...
―¡No! ―La apuntó con el dedo, un tono severo y expresión furibunda―. Ni se te ocurra hablarle respecto a esto, ¡respecto a nada! Él ya no es parte de esta familia.
En cuanto esas frígidas palabras llegaron a los tímpanos del hijo mayor, una punzada en su pecho lo llenó de dolor. Estuvo a punto de abrir la puerta, pero se arrepintió en ese momento y se retiró, sintiendo cómo se acercaban. Se dio la vuelta y les dio la espalda para pasar desapercibido, en tanto ellas circulaban por el pasillo y se alejaban. Arrugó su ropa a la altura de su pecho; el dolor no disminuía y las lágrimas solo lo potenciaban.
«Taehyungiee...», escuchó la voz de Jimin en su cabeza como un pequeño destello que lo llevó a alzar la cabeza. Y allí, frente a él estaba su imagen proyectada, sonriéndole y guiñándole un ojo. Era su anhelo, el que se acercara y pusiera su mano sobre su cabeza y lo despeinara un poco, que lo abrazara como solía hacerlo cuando eran unos chiquillos en la secundaria, colgándose de su espalda. Lo extrañaba terriblemente en estos momentos y no quería consuelo de nadie más que de él, porque sabía que nadie más que él comprendería su dolor, su angustia y lo insignificante que se sentía ahora, así como sabía que cualquier susurro que le brindara calmaría sus pesares y le permitiría hallar calma en su corazón.
Rondó los pasillos después y le tocó ver por uno de los vidrios de los ventanales cómo su madre iba con su tío, le informaba respecto al dinero adquirido, que la situación crítica mejoraría. El tipo rio con superioridad, como el humano despreciable que era; le habló de mala manera a la mujer e incluso la empujó, haciendo que unos billetes cayeran al piso y le ordenó recogerlos, cosa que la mujer hizo. Las lágrimas de Taehyung se enfriaron, su mandíbula se tensó y sus dedos apretados contra sus puños dolían. Le daría su merecido a ese infeliz, lo haría, pero los brazos de Jung-kook se lo impidieron, empezando un fuerte forcejeo, hasta que el chico logró levantarlo sobre su hombro y sacarlo de allí a paso acelerado.
―¡Jung-kook, bájame! ¡Bájame en este instante! ―gruñó, con una vena aflorada en su sien.
Su primo lidió con sus refunfuños y maldiciones hasta que abandonaron el hospital, y ya en la vereda permitió que pusiera los pies sobre el concreto.
―¡¿Qué carajos te pasa?!
―¡¿Y a ti?! ¡Ibas a golpearlo si no te detengo!
―¡Por supuesto! ¡El maldito se lo merece!
―¡No puedes hacerlo!
―¡Otra vez me estás haciendo lo mismo que hace años! ―Lo apuntó con el dedo―. ¡¿Es que no te pones en mis zapatos?! ¡¿Qué mierda harías tú en mi lugar, eh?!
―¡Mandar al hospital a una persona no estaría en mis planes!
―¡¡¿Y tú que mierda sabes?!! ¡Para ti es fácil hablar porque tienes padres decentes! ¡¡No sabes lo que siento!!
―Me cago en mis... ―Se llevó una mano al rostro―. ¡¿Por eso te enfadaste conmigo en aquella ocasión?! ―Lo enfrentó con la mirada―. ¡¿Por no darte la razón?! ¡Lo que hiciste no estuvo bien, y tampoco iba a estar bien ahora!, ¡entiéndelo!
―¡Lo que yo esperaba es que lo que quedaba de mi familia me apoyara!
―¡Jamás apoyaría un delirio! ¡Porque eso es lo que hiciste!
―¡¡Vete a la mierda!! ―Lo empujó.
―¡¡Tú primero!! ―Le devolvió el brusco toque.
Para el momento siguiente, los dos estaban rodando sobre el césped a unos pocos metros de la entrada del hospital. La gente que pasaba por la acera los veía con miedo y también un poco de indignación, por hacer alboroto en la vía pública a plena luz del día.
Taehyung se quedó sobre Jung-kook y alzó su puño en alto; el chico apretó los párpados esperando el impacto, aunque lo que recibió sobre el rostro fueron unas gotas de agua cálida, entonces abrió los ojos, viendo los de su primo, empapados en lágrimas. Con un suspiro se le quitó de encima y se puso de pie, limpiándose el rostro con el puño de su chaqueta.
―Sube al auto. Nos vamos ―dijo, esnifando una última vez y deteniéndose frente a la puerta del conductor.
―No quiero. ―Se puso de pie.
―Jung-kook...
―No iré a ningún lado contigo, maldito desquiciado.
―Estamos lejos de casa, no voy a...
―Me importa una mierda, no me voy contigo ―dijo, dando media vuelta y empezando a caminar en dirección opuesta a su primo.
―¡Jung-kook!
―¡Púdrete!
―¡¡Sube al maldito auto!! ―Palmeó el techo del coche con el puño.
El berrido áspero fue emitido con tal volumen y rudeza, que no solo el aludido, sino también algún que otro peatón que pasaba por ahí dio un sobresalto en su sitio.
―¡Sube al auto ahora! ―Volvió a gritarle.
―¡¡No subiré una mierda hasta que me lo pidas como alguien civilizado, y no como un cochino matón!! ―Se desquició él ahora, blandeando su brazo en signo de repudio a su conducta.
―Carajo, Jung-kook... ―murmuró, apoyando sus manos contra la parte alta del vehículo y dejó caer su cabeza entre ellos, suspirando.
El chico volvió a darle la espalda y pretendió seguir su camino, entonces sintió unos pasos rápidos a su espalda y un agarre a su brazo. Al darse la vuelta su primo lo sostenía.
―Lo lamento. Por favor, volvamos a casa.
Jung-kook contempló un momento el desastre que estaba hecho; le costaba ser empático ahora mismo, pero si se estaba disculpando no se portaría mal con él.
―Hazte ver tus malditos brotes de ira, Kim Taehyung ―dijo, soltando su brazo y caminando en dirección al auto.
―¿Cómo es posible...?
Al escucharlo susurrar, Jung-kook se volvió hacia él, entonces su primo continuó:
―¿Cómo es posible que lo elija a él... y no a mí... que soy su hijo?
El semblante de Jung-kook entristeció. Entendía por lo que estaba pasando, ya no era un niño; sin embargo, jamás podría entrañar su dolor, pues era algo por lo que nunca le tocó pasar. Su mayor no estaba tan errado en sus palabras después de todo, pero al menos podría intentar comprenderlo mejor.
―V... sé que te duele, pero es lo que tu madre ha elegido, y eso no lo puedes cambiar ―dijo, y posó su mano sobre su hombro.
Ante sus palabras, el referido apretó los labios y las lágrimas cayeron otra vez con amargura.
―¿Estarás bien?, ¿quieres que maneje yo?
El muchacho meneó la cabeza dándole una negativa; su primo asintió y palmeó su espalda, incitándolo a moverse. Subieron al auto y el primer tramo del viaje estuvo muy silencioso, hasta que Taehyung rompió el hielo, en un intento por canalizar su todavía presente ira:
―Cuando vi que ese maldito la empujó y le hizo juntar los billetes del piso, quería pulverizarlo con mis propias manos, te lo juro. ―Negó con la cabeza―. Aún no puedo creer qué mierda hace con esa lacra.
―Es como te dije, primo, ella eligió esa vida.
―¡Vida de mierda! ―exclamó, dando un golpe contra el volante que asustó un poco a su copiloto.
Frenó el vehículo de manera abrupta ante una luz roja, sacudiéndolo bastante.
―Lo es. ―Miró el volante y luego a él de reojo―. Escucha ―dijo, dedicándole más atentamente la mirada―, es mi tía, también me duele que esté con alguien así, y me duele que te hiera, de verdad, pero ella es una persona adulta, deberá entender algún día su realidad.
―Solo espero que no sea tarde ―dijo con voz gutural, preparándose para circular ante el cambio del semáforo.
―Tae... Creo que... tu madre quiso alejarte de ese lugar... porque vio que podrías volverte igual que tu tío ―expuso cabizbajo, temeroso a su reacción.
―¿Pero qué tontería estás diciendo? Yo no soy como mi maldito tío.
―¡Acabas de comportarte como lo haría él!
―No soy como ese hijo de puta, ¿entiendes?
―Ve a terapia, primo. Te lo digo. Tienes que drenar toda esa ira que llevas dentro de alguna manera.
El referido suspiró profundamente.
―No puedo creerlo... De verdad lo lamento, Jung-kookie. Yo jamás querría lastimarte, lo sabes, ¿verdad? ―dijo, mirándolo afligido.
Jung-kook despidió otro fuerte caudal de aire, y en cuanto alzó la cabeza en dirección a su primo para responder, sus ojos se abrieron de par en par al ver las luces engrandecidas de un vehículo a toda velocidad por la ventanilla.
―¡Taehyung! ―fue todo lo que alcanzó a gritar, apuntando con su dedo.
El automóvil embistió abruptamente el lado del conductor; el coche de Taehyung giró en círculos hasta chocar contra la trompa de otro vehículo que adrede se había acercado, por lo que dio dos bruscos trompos, hasta quedar bien parado, aunque no en el mejor estado, ni hablar de los dos chicos que iban dentro.
El humo comenzó a escapar por las abolladuras en el capó. El cinturón de seguridad los había salvado de salir despedidos en cualquier dirección. Sin embargo, ambos ocupantes del vehículo quedaron inconscientes: Taehyung con el rostro sobre el volante y Jung-kook desplomado sobre el asiento, los dos con sangre escurriendo de sus frentes, además de raspones, cortadas y varias rojeces en el cuerpo que más tarde serían dolorosos moretones, eso si no era que tuviesen algún hueso roto.
~ B i t t e r s w e e t ~
https://youtu.be/78IaxWzDkuU
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Conseguí la canción con los subs en español, pero no me pareció apropiada la imagen que mostraba el video (como está medio jodida la cosa como para arriesgarse por una imagen, no sé...), por lo que la adjunté sin subtítulos.
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