Capítulo 46: Declive
Este capítulo contiene escenas de autolesión y tendencias suicidas. No se busca fomentar dichas conductas. Se ruega prudencia y discreción.
El sonido del agua colmando la bañera, desbordando y regándose por todo el piso junto con la sangre que no paraba de correr por el extremo de un brazo asomado por el canto de la cerámica. Era su amigo, su mejor amigo, su alma gemela. Kim Taehyung gritó su nombre con desespero a la vez que corrió hacia la dirección en donde se hallaba.
―¡¿Pero qué hiciste, Jimin?! ¡¡¿Qué rayos hiciste?!!
Kim metió un pie dentro de la bañera mientras se quitaba su abrigo, que usó para cubrir las muñecas de su amigo. Sacó una de abajo del agua fría, tomó la otra y a las dos las puso en alto, a la vez que sacó la cabeza del inconsciente del agua.
―¡¡Jung-kook, comunícate con la recepción para que los paramédicos de la ambulancia abajo vengan para acá!! ¡¡Pronto!!
El aludido estaba cuajado en su sitio, estático y con sus ojos lagrimosos y tiesos, preso del shock ante lo que presenció.
―¡¡¡Rápido, mierda!!!
Con ese berrido áspero, el chico dio un sobresalto en su sitio y se movilizó rápido. Taehyung volvió sus ojos hacia su mejor amigo y repitió una y otra vez «Resiste por favor, no te vayas», deshaciéndose en lágrimas.
Unos minutos más tarde, Park Jimin emergía por la puerta principal del edificio, tendido sobre una camilla de base de plástico asegurada con precintos. Su mejor amigo colaboraba con el personal médico, manteniendo las muñecas del paciente elevadas para evitar un mayor sangrado, mientras un paramédico le suministraba oxígeno a través de una mascarilla facial.
El hacinamiento de personas, que ahora era mayor, se apartó para dar paso a otra camilla, proveniente de la ambulancia. Acomodaron al chico dentro del vehículo. Cedieron la presencia a su mejor amigo, por lo que éste le facilitó las llaves de su auto a su primo; se verían en el hospital. Empero... poco antes de arrancar, Jimin entró en paro y procedieron a reanimarlo. Ya le habían practicado RCP en el departamento, luego de haberlo sacado del agua y seguir las instrucciones de un profesional por teléfono, en tanto aguardaban que los paramédicos arribaran.
Taehyung se quedó helado, con sus ojos tiesos, viendo cómo le aplicaban el masaje cardíaco para recuperarlo. Los enfermeros estaban encimados a él, no podía ver el rostro de su amigo, no podía acercarse, mucho menos tomarlo de la mano. Solo era un espectador del caos.
Por supuesto, la ambulancia no había demorado su trayecto. Ni bien descendieron, otra camilla más grande aguardaba en la entrada para trasladarlo de urgencia y así realizar la transfusión de sangre. Taehyung lo siguió hasta donde se lo permitieron, y ahí, solo en ese pasillo, se llevó las manos a la cabeza en silente histeria, pues no había nada que él pudiera hacer ahora más que esperar y rezar para que su amigo resistiera.
A los pocos minutos llegó Jung-kook. No había noticias, pero tampoco había manera de que se marchara, así que se quedó. Tomaron asiento por pura inercia nada más, Jung-kook apoyó su rostro contra el hombro de su primo; intentaba luchar contra su sueño, pero le estaba ganando. Kim por otra parte, mantenía sus ojos fijos en sus manos manchadas de sangre, la sangre ya seca de Jimin. No sentía la necesidad de limpiarse, no podía mover un solo músculo aunque quisiera, y no lo quería. Toda su motricidad estaba encapsulada para ser utilizada solo cuando recibiera noticias de su mejor amigo.
Entre una cosa y la otra, se hicieron las nueve de la mañana. Cuando el paso del tiempo ya había alcanzado un nivel imposible de aguantar, un hombre de bata blanca se presentó en el pasillo, llamando el nombre de Kim Taehyung quien, como si hubiera recibido una fuerte descarga eléctrica, prácticamente saltó de su asiento y se acercó al doctor.
―Buenos días, señor Kim. Soy el doctor Gong Ji-chul, me asignaron al cuidado intensivo del paciente Park Jimin. Tengo entendido que es su amigo.
―Mi mejor amigo, sí. ¿Cómo está, doctor? ¿Qué fue lo que le pasó? ¿Por qué quiso terminar con su vida? ¡Él estaba bien! ¡Él...!
La labia del pobre muchacho al borde de un ataque de pánico era por demás acelerada. El profesional lo comprendía, pero aun así invocó a su calma para que pudiera tener una mejor recepción.
Park Jimin había perdido poco más de un litro y medio de sangre, aunque el verdadero milagro fue que no se ahogara antes en la tina, y que la baja temperatura que había adquirido el agua empeorara su cuadro cardíaco.
Habían podido realizar los análisis pertinentes, los de mayor relevancia al menos. Las heridas más comprometedoras que podría presentar eran una incisión en la parte baja de la pantorrilla y un traumatismo en la parte frontal del cráneo, por lo que era muy probable que al recobrar el conocimiento padeciera amnesia temporal.
―La transfusión tardará una hora más en concretarse, por fortuna no es un grupo sanguíneo difícil. Eso ayudará...
―Quiero verlo. ¡Por favor!
―Sí, joven Kim. Lo hará... en su momento. Ahora, me temo que debo ser portador de noticias no muy favorables.
―¿Qué pasa? ¿Qué le pasa a Jimin?
―Revisamos atentamente al paciente, sus múltiples heridas, los sangrados y...
La boca del doctor Gong seguía articulando las palabras, y con cada nueva agregada la estructura ósea de Kim Taehyung se desmoronaba, su mundo entero se caía a pedazos. Jung-kook a su lado apretó los párpados y se llevó una mano al rostro, rompiendo en llanto ahí mismo.
―¡Quiero verlo! ¡Por favor, déjeme verlo! ―pidió Kim, hipando y llorando a moco tendido, sujetando al doctor del cuello de su bata.
Sin siquiera esperar a una respuesta, él por su cuenta empezó a llamar el nombre de su mejor amigo, en tanto avanzaba por el pasillo y se asomaba por las diferentes habitaciones, hasta que ahí, en una penumbrosa y solitaria, pudo verlo finalmente, y su corazón tuvo un vuelco. Su pierna vendada al igual que sus muñecas; una sonda que le brindaba oxígeno, otra más pequeña la sangre. Verlo así estreñía su pecho. Postrado en esa cama, con ese pobre rostro inflamado y magullado, el cuerpo vendado, maltratado, herido; lo rompía en pedazos. Cayó de rodillas al pie de la cama, lloró sin consuelo y pidió perdón una y mil veces por no haber podido evitar esta tragedia. Jung-kook a su espalda, tan o más roto que él, lo tomó por los hombros y palmeó despacio para que se levantara. Lamentarse no tenía caso.
―Vamos, V... a Jimin-hyung no le gustaría verte así. Debemos ser fuertes para acompañarlo en su recuperación.
El mencionado se levantó y sin reservas se abrazó a su primo, quien lo contuvo entre sollozos.
―Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para que el joven Park pueda reponerse de la mejor manera ―dijo el doctor, dándoles un pequeño asentimiento.
Jung-kook, con el rostro enrojecido por el llanto, le devolvió el gesto. Luego giró el rostro y observó a Jimin.
―Hyung... ―masculló con tristeza y el agua salada en sus ojos derrapó por sus mejillas.
A media mañana, la policía arribó ante Taehyung, le hicieron unas preguntas respecto al siniestro ocurrido. Revisarían el piso de Jimin y lo mantendrían informado. Con una reverencia por parte de ambos los uniformados se retiraron.
A las pocas horas, la piel de Jimin había adquirido un poco de pigmento y temperatura, podía respirar por su cuenta, mas no había recobrado la consciencia. Realizarían algunos estudios más, en tanto lo mantenían bajo observación.
Fue trasladado al piso diez. La habitación era bastante grande, cómoda y la fragancia hacía plagar la armonía, aquella que tanta falta hacía en estos momentos.
Taehyung ya había realizado unas llamadas, entre ellas a Bo-gum, le narró breve y difícilmente lo ocurrido; le informaría al jefe respecto a su ausencia. Trató luego de comunicarse con Ho-seok, pero su número figuraba como una característica inexistente. Volvió a intentarlo aun así, pero fue inútil.
También se comunicó con la señorita Fan Bing-bing, pues a ojos del muchacho era la mujer que se ocupó de Jimin al quedar huérfano, por lo que le pareció pertinente dejarla bajo aviso al menos, aunque no tardó en presentarse, agitada y frenética. En el momento en que cruzó el umbral, sus ojos no dieron crédito ante la imagen deplorable que se hallaba en aquella cama. Se llevó una mano a la boca. Su impresión no fue fingida; ese monstruo había hecho más que solo cruzar la línea. Otra vez... Una vez más había sido ingenua respecto a las manos en las que dejaba a su Jimin. Acarició su frente, apartando unos cabellos y le dio un beso ahí mismo. No fue extraño para Taehyung, después de todo, era un simple gesto maternal, mas solo en su mente perversa se resguardaba la idea de haber depositado aquel beso en otro lado.
―Mi pobre bebé... Esto es horrible. ―Se irguió―. Pero no lo entiendo, ya debería haber despertado. ―Giró el rostro hacia el muchacho.
Taehyung estaba sentado en un sofá en paralelo frente a la cama. Suspiró profundo, pasándose una mano por el rostro y respondió:
―Tuvo una contusión muy fuerte en la cabeza, además del cansancio por el estrés del acontecimiento y la falta de vitaminas.
―Golpe en la cabeza... ―dijo meditabunda―. Entonces... tendrá amnesia temporal.
―El doctor dijo que había una alta probabilidad, sí.
―Ya veo. ―Volvió la mirada hacia Jimin.
Otro suspiro atiborró el espacio y la mujer se giró de nueva cuenta. Atisbó cómo ese pobre chico agobiado apoyó los codos sobre los muslos y hundió su cara bajo sus manos, aquellas atezadas y de venas palpables sobre la piel.
Hizo sonar lento y calmo sus tacones contra el piso y tomó asiento a su lado, muy despacio, mullendo apenas el almohadón con su ligero peso corporal. Con una serenidad mayor, acercó su mano y la reposó sobre su rodilla, haciendo que él descubriera su cara y la mirase casi al instante. Sus ojos eran intensos, afilados.
―¿Por qué no vas a casa, te das una ducha y duermes un poco? Yo puedo quedarme y cuidar de Jimin...
―No ―contestó ni bien soltó la última letra―. Yo... Se lo agradezco, Fan-noona, pero lo que menos quiero hacer en estos momentos es separarme de Jimin ―dijo, y llevó su cara en dirección a la cama que contenía a su amigo―. Además... ―Regresó su rostro hacia ella―, imagino que tiene mucho que hacer. Detestaría entretenerla.
La mujer pestañó, mostrando un semblante natural y templado; podría jurar que percibió un poco de osadía en su labia, pero debía comportarse, después de todo, insistirle sería inútil, y también podría verse sospechoso de algún modo, por lo que optó por acatar a lo dicho por Taehyung, aunque no sin testearlo un poco antes.
―Muy bien, Tae ―adosó su mano y acarició un poco su cabello.
Él juntó sus manos a la altura de su cara y la apoyó contra ellas, cerrando los ojos. Ese tacto lo había crispado por dentro, pero estaba tan cansado, que ni capacidad de reacción quedaba en él.
―Imagino lo agotado que debes estar ―empezó a susurrarle quedo cerca de su oído, y le dio un suave masaje sobre el hombro con sus dedos.
La frecuencia de su voz murmurada era tan armoniosa y hasta soporífera, que lo mudaba a un estado letárgico, aunque sin dormirse.
―No debes descuidar tu salud, ¿de acuerdo? ―continuó.
―Sí... ―se oyó ronco.
Practicar hipnosis en alguien nuevo era como degustar miel directo de un panal. Caería en tres, dos...
―¿Taehyung?
El aclamado realzó la postura y abrió sus ojos de súbito ante la voz de Song Nayeon, quien permaneció estática en el marco de la puerta, hasta que sus ojos se dirigieron hacia Jimin y entonces inhaló profundo, llevándose una mano a la boca, al borde del llanto.
Taehyung se puso de pie y posó su mano sobre su hombro.
―Pregunté por ti en la oficina y Park sunbae me contó lo que ocurrió. ¡Vine tan pronto como pude!
La muchacha estaba afligida, Taehyung la rodeó con su brazo; en verdad lo aliviaba tenerla presente en este momento tan difícil.
Fan por otra parte, no había tenido chance de parpadear siquiera. Era un espectro del pasado. Si bien era la primera vez que se cruzaba con Nayeon, su rostro le era más que familiar, y es que ¿cómo podría no recordar el rostro de la chiquilla que por poco le arrebata a su Jimin para siempre? El mismo que se encargó de desfigurar post mortem, poco antes de hacerla desaparecer para siempre.
―Pero qué modales los míos, lo lamento muchísimo ―dijo la muchacha a la mujer, al notar su presencia―. Me llamo Song Nayeon. Tenga usted buenos días. ―Hizo una reverencia.
«Nayeon», se repitió en su cabeza con total desaire. No obstante, mostró una sonrisa apenas perceptible y lentamente se puso de pie.
―He oído de ti ―le dio un breve vistazo de cabeza a pies―, niña. ―Se estancó en sus ojos―. Jimin ha hablado de ti, no solo en sus sesiones, por lo que no tendré reparos en decirte que eres alguien que lo hizo sufrir mucho y no veo razón por la que estés aquí para continuar ocasionándoselo.
La chica agachó la cabeza, no lo negaría, ¿cómo podría? Era la verdad. Aunque cierto era también que estaba preocupada por su salud.
―T-tal vez deba retirarme.
Amagó a irse por donde había venido, pero la mano de Taehyung rodeó su muñeca en el acto. Esa mirada circunspecta y frívola que tanto adulaba Bing-bing en sus pensamientos más pecaminosos, ahora se la estaba dedicando.
―Nayeon es una amiga. Y las fallas que pudo haber cometido, las intenta remediar. Es una buena persona. Así que le pediré de la manera más atenta, señorita, que no le vuelva a hablar de ese modo.
―Esa chica hizo que Jimin colapsara. ―La apuntó con el dedo.
―No está en discusión. ―Levantó un poco la voz. La miró fijo, sin un solo parpadeo―. Mi mejor amigo está vivo de milagro; no sé si recordará su maldito nombre en el momento en que despierte, y usted viene dispuesta a armar un alboroto por algo que ya fue aclarado y que en estos momentos no tiene sentido discutir. ¿No cree que debe organizar mejor sus prioridades?
La inspección de uno contra el otro se volvió intensa, tajante. Fan deseaba cometer un crimen ahí mismo, varios, de hecho, y el último de ellos involucraba llevarse a Jimin, cargándolo sobre su espalda, incluso sabiendo a la perfección que no sería capaz de contener su peso. Mas sonrió apacible al momento siguiente; no debía ser estúpida, no debía dejarse llevar y mantendría su bajo perfil.
―Tienes toda la razón, cariño. Mis disculpas hacia ambos. ―Dio un ligero asentimiento―. A los tres. ―Torció un poco la cabeza, y observó la camilla―. Me iré. Es muy temprano y hay mucho por hacer. Te pido que por favor me mantengas al tanto, ¿sí?
―Delo por hecho.
―Gracias por todo lo que estás haciendo, cielo ―dijo, posando su mano sobre su hombro al pasar por su lado―. Ciao (Adiós)
Mientras más lejos sintieron sus tacones, más grande fue el alivio que los colmó a ambos en esa habitación.
―Lamento eso, Nayeon-ah.
―Tiene... Tiene razón ―dijo cabizbaja.
―No ―respondió casi al instante, posando su dedo debajo de su mentón y haciendo que sus ojos se conectaran―, no la tiene.
La chica bajó la mirada y asintió. Luego desvió su atención hacia Jimin.
Al mismo tiempo, Fan bajaba a paso sosegado las escaleras, aunque sosiego era lo que menos albergaba en su enervado interior. Tomó su teléfono celular, oprimió un botón y se lo llevó a la oreja.
En el otro lado, el remitente, quien se encontraba trabajando en su oficina en ese momento, bajó sus pupilas hacia el aparato. Levantó una de las comisuras de sus labios al reconocer el contacto. Observó que el panorama fuera seguro y luego de remojar sus labios, atendió:
―Aló ―dijo con sátira, alargando la última vocal de la palabra―. Línea para perras las veinticuatro horas. ¿Tú eres una perra loca, o solo una perra?
―Lee Dong-min, eres un maldito hijo de perra.
―Dudo ser tu hijo, la verdad. ―Giraba en su silla, sin quitar gran parte de su atención en la puerta.
―Mocoso cínico de mierda.
―Me halagas, cariño. Ahora, ¿tienes algo verdaderamente importante que discutir o debo colgar ya?
―Mandaste a Jimin al hospital, pedazo de animal.
―Bueno... ―Dio un giro a sus pupilas y cambió el teléfono de oreja―. Me entusiasmé un poco, lo reconozco. Pero los moretones se irán en unas seman...
―Jimin intentó suicidarse.
Y el rostro de Dong-min se transformó.
―Estás mintiendo.
―Lo hiciste mierda, bastardo hijo de puta. Se supone que ibas a desquitarte y acostarte con él, no mutilarlo, enfermo.
El muchacho se llevó una mano a la boca y debajo de ella dejó ir un sonoro suspiro.
―Tú... ¿Lo viste? ¿Cómo está?
―¿Tú qué crees? Lo más probable es que cuando despierte padezca amnesia. Eso nos dará tiempo, pero en cuanto Jimin abra la boca estaremos acabados. Yo no creo poder seguir hipnotizándolo y manipulándolo como solía hacerlo. Fuiste muy estúpido al no drogarlo y hacer tus cochinadas como te lo dije. Considera esta llamada el fin de nuestros negocios. A partir de ahora, estás solo.
Fan finiquitó la llamada de manera brusca. Dong-min bajó el brazo y apoyó la punta de su celular sobre su escritorio.
―Jimin... ―dijo, despidiendo cada letra con un susurro gutural―. No imaginé que fueras tan débil. Veo que aún tengo mucho que hacer contigo. Así podré amoldarte mejor... a esta realidad agridulce.
* * *
Nayeon se arrimó a Jimin y se animó a tomar su mano con suma delicadeza, pues había dedos vendados, debido a la ruptura de las uñas; su piel estaba caliente.
―Quería que fuera una mentira, una broma de mal gusto. Esto... es terrible. Cuanta saña... ―Acarició su rostro con cariño―. Mira nada más cómo le dejaron su carita.
Sus ojos se cristalizaron, aunque se contuvo; no quería quebrarse en frente de Taehyung; él no necesitaba eso, sino apoyo en estos momentos. En su lugar, separó las manijas de las variadas bolsas que cargaba, hasta apartar una y se la entregó.
―Te traje algo para que comas, debes estar hambriento.
El muchacho abrió grande los ojos y la recibió.
―Oh, ¿de verdad? ¿Lo preparaste tú?
―Así es. Lo preparé yo.
―Eres la mejor. Te lo agradezco ―dijo, y se arrimó a darle un abrazo.
―Me encantaría quedarme... ―dijo, luego de desprenderse de él―, pero debo volver al trabajo. Si necesitas algo ―lo sostuvo de la mano―, lo que sea, cuenta conmigo.
―Agradezco que hayas venido.
―¿Cómo no hacerlo? ―dijo consternada―. Nos vemos pronto. ―Acarició el dorso de su palma y abandonó su tacto―. Aliméntate bien, ¿de acuerdo? ―dijo, señalando la bolsa que le había dado con la mirada.
El joven asintió y mantuvo una sonrisa cálida en su rostro, en tanto la muchacha dejaba la habitación. Bajó la vista hacia el bowl en sus manos; no dudaba que estaría delicioso. Sin embargo, cuando giró el rostro hacia Jimin, la angustia lo invadió de nuevo, suspiró, y esa pobre sonrisa que había esbozado se marchitó.
A su vez, Nayeon salía a paso apresurado del hospital. Miraba su reloj de muñeca y su nerviosismo subía porque había demorado más de lo debido, pero cómo no... ¿cómo podría no demorar tratándose de Taehyung? Era un momento muy difícil y necesitaba todo el apoyo y contención que pudiera recibir. Podrían regañarla si justo lo consideraban, pero no dejaría de negarle su tiempo, no a él.
Su auto, aquel que había desistido de vender, estaba cruzando la amplia avenida. Con una mano en el pecho por la agitada caminata acelerada, observó hasta que le fue cedido el paso. No obstante, ignoró por completo no solo el hecho de que estaba siendo observada por una persona dentro de su vehículo, sino que éste mismo aceleró en cuanto ella tocó el asfalto. La muchacha no podía correr tan rápido por las bolsas con las que acarreaba. Oyó el ruido del coche y solo atinó a llevar la vista al frente. Las bolsas y su contenido se dispersaron, uno de sus zapatos salió volando. El auto se dio a la fuga, y Nayeon... se había salvado de milagro, porque dos brazos fuertes habían logrado envolver su cintura y jalonear su figura hacia atrás a tiempo.
―Ay Dios mío, ¡Dios mío! ―exclamó ella entre suspiros.
―¿Te-te encuentras bien?
―¡Nam-joon-ah! ―aclamó Seok-jin, corriendo hacia su compañero―. Lo hiciste, salvaste a la chica. Eres un superhéroe ―le dijo, dándole un empujón amistoso con el puño contra su hombro.
Bing-bing, quien por supuesto manejaba dicho auto de aceleración empedernida, golpeaba el volante con rabia. No frenaría, debía desaparecer cuanto antes de la cercanía.
Nam-joon ayudó a la muchacha a ponerse de pie y junto a ella y Seok-jin levantaron las cosas, entre ellas su tacón, y la acompañaron hasta su auto.
―Me han salvado. Muchísimas gracias a los dos. ―Hizo una reverencia.
―No hay problema. Ve con cuidado, por favor.
―Lo haré. Gracias de nuevo. ―Les sonrió y subió a su vehículo.
El dúo Kim ya estaba enterado de lo ocurrido con Jimin, por lo que venían a visitarlo. Aunque habían sido sorprendidos por este percance.
Una vez en la habitación, tocaron a la puerta, sin embargo, acabaron por abrir ellos mismos al no obtener respuesta. Allí, se encontraron con Taehyung sentado en el sofá, vencido por el sueño. No obstante, despertó de un sobresalto con solo oír la puerta, aunque se tranquilizó al instante siguiente, al ver que se trataba de sus amigos.
Comentaron como una anécdota curiosa el sucinto contratiempo que tuvieron al llegar a la entrada del hospital. Taehyung se mostró ligeramente curioso al respecto, aunque estaba tan cansado que su cerebro no lo acompañaba para comprender a la primera, pero en cuanto oyó el nombre una patada de electricidad le realzó sus cinco sentidos, por lo que tomó su teléfono y se comunicó de inmediato con Nayeon, suspirando gratamente aliviado luego, al corroborar que estaba bien. Colgó y apoyó la punta de su teléfono contra sus labios, absorto, hasta que un prominente "uh" por parte de Seok-jin lo trajo de vuelta a la realidad.
―Así que se trataba de tu novia...
―No es mi novia ―lo cortó, con un rostro sereno, aunque sus mejillas sí tenían algo de color.
―Debimos haber sido más lindos con ella.
―Que no es.
Jin sonrió y colocó las flores que había traído en un jarrón que se hallaba sobre la mesita junto a la cama.
―Gracias por las flores, hyung.
―Sí, fue ese el motivo de que demoráramos en llegar ―dijo Nam-joon, cruzándose de brazos.
―Lindo detalle, hyung.
―Claro que sí. ―consintió Seok-jin―. Me sentía mal viniendo con las manos vacías, después de todos estos años... No es como si pudiera traer un gran regalo, pero al menos las flores le brindarán confort ―dijo, terminando de acomodar el ramo y observó a su viejo amigo un momento―. Nuestro Jimin ha crecido ―corrió con delicadeza unos mechones de su cabello―. La última vez que lo vi llevaba su pelo marrón y alborotado. Aunque el anaranjado siempre fue mi favorito.
―Lo hacía ver como un rebelde ―comentó Nam-joon―. En el buen sentido, claro ―suspiró, borrando esa pequeña sonrisa que había marcado en su rostro―. Me resulta increíble que le haya pasado algo como esto.
―Voy a matarlo, hyung ―dijo Taehyung de repente, con la voz más apagada de lo usual.
Los oyentes giraron el rostro hacia él al unísono, con los ojos bien abiertos.
―Quien sea... que le haya puesto sus asquerosas manos encima a Jimin... y lo haya dejado en ese estado, a tal punto de querer atentar contra su propia vida... ―Sus ojos se cristalizaron―, voy a hacerlo pedazos... Seré su acusador por excelencia, su juez y verdugo... ―Limpió con amargura la primera lágrima que cayó.
―Taehyung-ssi, hablas como un auténtico mafioso. Me asustas ―dijo Jin.
―¡¡Es mafia!! Es...
―Tae, eres un partidario de la justicia, no puedes... ―intentó intervenir Nam-joon.
―No tenía derecho... de hacerle esto. ―Apretó sus puños con tal fuerza que su pulso trepidó―. ¿Dónde...? ―su voz se quebró―. Yo debí estar ahí. ―Se derrumbó. Tocó el piso con sus manos―. ¡Debí haber estado ahí! ―lloró.
Sus amigos se miraron un momento, y al segundo siguiente se arrimaron para levantarlo. Quebrado como estaba, no consiguió enderezarse, ni siquiera era su deseo llorar audible, para no perturbar el descanso de Jimin, por lo que solo apretó los dientes con rabia y halló refugio contra el pecho de Nam-joon, quien lo estrechó entre sus brazos en primer lugar para contenerlo.
―Lo lamento, Jimin-ah. Lo siento ―repetía una y otra vez, en tanto su llanto humedecía la ropa de su amigo.
En cuanto Jung-kook volvió a pronunciarse en el hospital, los otros dos muchachos le pidieron que se llevara a Taehyung a su departamento. Ellos se quedarían con Jimin. Desde luego, el susodicho se opuso de manera rotunda.
―Escucha, tienes que descansar. No servirás para nada si sigues sin dormir. ¿O quieres que te hospitalicen a ti también? ¡Mírate! Todavía tienes la ropa ensangrentada. Vete a casa ahora, date una ducha y duerme un poco.
El regaño de Seok-jin se hizo oír, y para nada convencido todavía, Taehyung cedió, no por gusto, sino porque tenía un punto. Se convertiría en un nuevo problema si no cuidaba de su salud. «Te prometo que Jimin no se quedará solo», le había dicho al final para terminar de convencerlo. Y es que eso era un hecho; lo acompañarían todo lo que fuese posible.
Incluso en su departamento, Taehyung intentó establecer contacto con Jung Ho-seok, pero no tuvo éxito. Comenzaba a preocuparlo. Lo necesitaba; sentía que si él estaba cerca tendría mejor sensatez.
* * *
Veinticuatro horas se cumplieron después del terrible suceso. Esa misma mañana Taehyung circulaba por los pasillos del hospital, ya sea para beber café y mantenerse despierto o para comer algo. No había asistido a su trabajo; ya conocían la situación, aunque no lo justificarían al completo, pero a él no le interesó. Ni siquiera Nayeon, quien por lo general lo hacía entrar en razón, fue escuchada. Y ahora que ella tenía su lugar propio para vivir, así como ocupaciones y pendientes, era más difícil conectar con él.
No abandonaría el recinto, a no ser que necesitara ir a su apartamento para higienizarse, y eso si resultaba que los muchachos aparecían para acompañar a Jimin.
En el día presente, el doctor vino a realizar su inspección y verificar que todo estuviera bien, que Jimin estuviera respondiendo de manera favorable. Taehyung aprovechó entonces para ir a la cafetería por algo para almorzar.
* * *
Crispación, carraspeo, arcadas. Jimin sentía que se ahogaba. «¡Déjame por favor! ¡¡Déjame!!». «¡Creí que éramos amigos!». Su propia voz, memorias, resonaban como eco mortuorio, alterando sus pulsaciones. Y fue en ese momento... en que Park Jimin abrió sus ojos. Agitación, tormento y sinsabor fueron los primeros síntomas que agolparon su testa como un duro martillazo. Comenzó a hipar bajo y sus ojos no tardaron en llenarse de lágrimas.
―¿Por qué me odias tanto? ¿Por qué no me llevaste contigo? ―dijo con la voz apenas perceptible, y el agua salada cayó por los extremos de sus cuencas.
Tomó aire y observó su alrededor: La habitación opaca, el sonido insistente del medidor de pulso puesto en su dedo índice, el dolor en su pantorrilla vendada, y por último sus muñecas. Gruñó apretando los párpados y levantó la espalda del colchón. Notó entonces que algo tiraba de su brazo, y al dirigir la vista en esa dirección vio la sonda del suero conectada por vía intravenosa.
Con un pulso deplorable, el chico retiró la cinta adhesiva, tomó el catéter y lo deslizó con una mueca de dolor hasta removerlo por completo. Contempló el filo de aquella aguja tentadora, cuya refulgencia se lograba ante la escasa luminosidad que se colaba por la ventana y luego... sus pupilas bajaron en picada hacia el vendaje en su muñeca.
Para cuando el doctor Gong retornó con su carpeta en mano, grata fue su sorpresa al encontrar al joven sentado de espaldas en la camilla.
―¡Park Jimin!
Su llamado contenía alegría, aunque la misma se esfumó al ver cómo el chico se sobresaltó ante lo repentino de su voz. Fue entonces que se acercó de inmediato, encontrándose con un escenario desagradable. Ji-chul oprimió el botón de emergencia con un movimiento presto para que los asistentes disponibles en el piso acudieran. Asimismo, tuvo que ser rápido para detener al paciente, el cual intentó darse a la fuga.
―¡Suélteme! ¡No me toque! ¡¡No me toque!! ―gritó a todo pulmón.
Dos enfermeros bastante corpulentos asistieron de inmediato al pobre doctor y aplacaron al muchacho sobre el colchón. Una enfermera arribó a continuación y de inmediato colocó parte de las cobijas de la cama alrededor de las muñecas para detener el sangrado. Jimin había abierto los puntos de sutura y el regadero de sangre fue evidente.
―¡Por favor! ¡Déjenme ir! ¡Yo no hice nada! ¡Ya no me torturen más por favor! ―gimoteó, quebrando su voz en el proceso.
―Ya, ya, hijo. Intenta calmarte, nadie aquí busca hacerte daño, pero coopera por favor.
―¡¿Quiénes son ustedes?! ¡¿Dónde me trajeron?! ¡Llamen a mi mamá! ¡Díganle que venga! ¡Necesito verla!
El médico trataba como podía de sedarlo, pero era tanto el ímpetu con el que se retorcía, que un cuarto enfermero tuvo que intervenir. Jimin para entonces tenía el llanto de un niño pequeño que poco a poco se apagaba.
―Taehyungiee... ¿En dónde está Taehyungiee? No viene, él no viene... porque soy malo... Soy mal amigo. Tae...
Mientras sus pupilas se elevaban, sus párpados se juntaban, dejando que cayeran las últimas lágrimas y su cuerpo por fin adquiría más sosiego. El pequeño grupo clínico ahí presente suspiró aliviado de haber podido intervenir lo mejor posible.
―La sedación durará poco más de una hora. No podemos dejar que se vuelva a hacer daño ―expuso Gong.
Cuando Taehyung retornó al piso diez y se detuvo en la puerta de la habitación, su corazón por poco se desprende de sus arterias, aunque en su lugar, la bolsa donde cargaba su comida se desglosó de su mano y encontró el piso. El doctor Ji-chul, en compañía de dos asistentes, terminaban de amarrar los tobillos de Jimin a la cama, y es que eso ni siquiera fue lo que más lo impactó, sino el agua salada escurriendo por el rostro de su mejor amigo, y eso lo puso como una fiera.
―¡¿Pero qué le hicieron?! ―ingresó casi corriendo.
Uno de los enfermeros a un lado de la puerta lo interceptó y lo sujetó rápido.
―Tranquilícese joven Kim, por favor ―pidió el doctor.
―¿Qué pasó? ¡¿Por qué son las lágrimas?! ¡¿Por qué mi amigo está amarrado?! ¡¿Qué hicieron?! ―Estaba él al borde del sollozo ahora.
―Joven Kim. Jimin despertó y volvió a... intentarlo de nuevo.
―¿Qué?
―Utilizó el filo del catéter y sus propios dientes. Cortó los puntos y abrió sus heridas.
―¿Por... qué?
―Joven Kim... su amigo acaba de padecer un brote psicótico. Desconoce su entorno y cree que todos son sus enemigos. Me temo que no es mucho lo que podemos hacer aquí, en este hospital.
―¿Y eso qué significa?
―Que deben evaluarlo especialistas para determinar si debe ser trasladado a una institución mental.
El receptor del mensaje se quedó tieso en su sitio, las lágrimas continuaban cayendo, y el proceso para digerir la información era tan lento, que podía sentir el dolor incluso respirando.
Si Taehyung no se había marchado antes, ahora mucho menos abandonaría su lugar al lado de su amigo. Pero... todo fue de mal en peor en el momento en que Jimin volvió a recobrar el sentido. Hiperventilaba, tiraba de las contenciones en sus extremidades hasta que las venas sobresalían en su cuello y su piel enrojecía. Lloraba y gritaba, ni hablar cuando se le acercaban para intentar tocarlo. Entre lágrimas pedía por su madre, también por Taehyung, quien se encontraba en esa habitación y se acercó para que lo viera, entonces paró de berrear y retorcerse, aunque su mirada se perdió al poco tiempo y sus ojos se apagaron. Permaneció con la cabeza ladeada y pestañeaba esporádicamente. Mostraba algún que otro espasmo en sus extremidades de tanto en tanto, mas no volvió a expeler ni una sola palabra o hacer ningún movimiento más.
La respuesta de los terapeutas era clara. Pero el doctor Gong quiso hacer un último intento: pidió que lo desamarraran, pero ni bien removieron la última correa de su tobillo, Jimin se puso en posición fetal, con la espalda hacia arriba y sus manos entre las piernas. Lo estaba haciendo de nuevo: con sus uñas rasgó la piel de sus muñecas y con los dientes pretendía morder los hilos de la sutura, pero los enfermeros lo sujetaron y lograron impedirlo a tiempo.
El hospital no contaba con recursos y las instalaciones adecuadas para pacientes de su tipo, por lo que ya no había remedio, debían proceder.
―Prepararé los papeles para que mañana mismo el joven Park sea trasladado. Lo lamento, joven Kim.
El doctor le dio al muchacho una palmada al hombro, pero es que ese chico parecía haber cruzado a otro plano después de escuchar su breve comunicado. Su cabeza retumbaba de tantas lágrimas que había derramado ya. Era una pesadilla, y era apenas el comienzo de un infierno mayor.
Ni bien volvió a ver a Jung-kook, a Jin y Nam-joon, volvió a romperse. Y sus amigos, quienes lo contenían, sufrieron también por las pésimas noticias.
* * *
Un nuevo día llegó, y a primera hora de la mañana, lo dicho fue hecho. Después de suministrarle un calmante que no lo dormiría, sino que lo relajaría, la tarea de colocarle la camisa de fuerza fue muy fácil. Por supuesto hubo objeciones y protestas de por medio, sin embargo, no iban a arriesgarse por nada a que Jimin volviera a atentar contra su vida, por lo que no quedó de otra más que solo aceptarlo.
Park Jimin fue trasladado a la mejor institución mental de Busan. Previamente, le habían cortado las uñas de las manos y los pies tanto como fue posible. Ni hablar de los anillos y pendientes.
De ese joven muchacho tan galante, aquel que no se dejaría ver desarreglado por nada del mundo. El mismo cuyo epíteto de su orgullo era su buena apariencia... ya no quedaba ni su sombra.
Fue dejado a su "libre andar" en su nueva habitación para él solo. Con una cama mullida y amplia, y un gran ventanal con vista al jardín del recinto, plagaba de luminosidad el cuarto y hacía relucir el blanco de ésta. Jimin se movilizó a paso lánguido hasta un rincón y allí se sentó, en pose de loto y con su sien apoyada contra la pared. Su mirada estaba perdida, esos cansados globos oculares enrojecidos y las lágrimas brotaban, fluían después por sus mejillas hasta alcanzar el piso.
Al terminar todo el papeleo, y con una migraña de mil demonios, Kim Taehyung se detuvo en el marco de la puerta. Estaba solo ahora, debido a que los muchachos habían tenido que partir a sus obligaciones sin posibilidad de negarse; su manager los necesitaba con gran urgencia, y es que ya se habían escabullido numerosas veces y había mucho por hacer para sus conciertos venideros.
Taehyung podría ver a su amigo por un breve lapso de tiempo. Y al otro lado de la puerta, la cual no permanecería abierta de ningún modo, estarían al pendiente dos enfermeros tanto para su ingreso como para su salida.
―Jimin... ―Se agachó a unos pocos metros de él.
La distancia, así como la manera de tratar de interactuar con él le fueron comandadas antes de permitirle el paso. Podía hablarle cuanto gustase, pero siempre en voz baja, muy lento y con mucha paciencia.
―Hola amigo... Soy yo, Tae-Tae... ―Le sonrió con dulzura.
―Tae...
Su voz estaba tan rota, no parecía él. Pero aun así la mirada de su amigo se iluminó, por lo que volvió a hablarle con más entusiasmo:
―Sí, Jimin. ―Bajó una rodilla al piso y se sostuvo con una de sus manos―. Soy yo, Taehyung.
―Tae... hyung... Tae... hyung...
El aludido apretó los labios, empezando a preocuparse.
―Tae... hyung... ―Se detuvo y parpadeó, sin despegar sus ojos de la nada donde los mantenía―. Taehyung... siempre... me cuidó... Taehyung... no me ha lastimado... ni una vez... Taehyung... es mi mejor amigo... es... mi familia... ―Su voz se deshacía al igual que su oyente, y los ojos de ambos se poblaban de lágrimas con sus labios temblorosos―. Lo quiero... ―dijo, y cerró los ojos, apretando los párpados y dejando que las últimas lágrimas cayeran.
»Pero Taehyung... ya no viene a verme...
―N-no, Jimin... Aquí estoy. ―Se señaló con una mano sobre su pecho.
―¿Por qué? ¿Por qué no viene a verme? He sido un mal amigo... por eso ya no viene.
Las lágrimas se intensificaron y daba pequeños golpes con su cabeza contra la pared.
―No, Jimin. Aquí estoy, soy yo. ―Se acercó un poco―. Veme, estoy aquí.
Taehyung por inercia adosó su mano hacia él y la reposó sobre su rodilla, lo que causó un inmediato sobresalto en todo el cuerpo de su amigo.
―¡No me toques! ―Retrocedió, empujando y arrastrándose con sus piernas―. ¡¿Por qué rayos tienes que tocarme?!
―Jimin...
―¡¡¿Por qué tenían que tocarme?!! ¡¡Cerdos!! ¡¡Asquerosos!! ¡¡Ya no vuelvan a tocarme!!
Llegó hasta el rincón en la unión de las paredes y empezó a dar golpes de su nuca contra el muro.
―¡¡¿Por qué me castigan así?!! ¡¡Soy inocente!! ¡¡Fue un accidente!! Un accidente...
Taehyung estaba paralizado, no sabía qué demonios hacer y los sollozos de su mejor amigo solo empeoraban. Inmediatamente, los enfermeros ingresaron. Alejaron al chico de la pared y lo llevaron a la cama para darle un tranquilizante.
―¡Ya basta papá, por favor! ¡¡Ya no los dejes!! ¡No los dejes! ¡¿Por qué me hacen sufrir así?! ¡No soy malo!, ¡no lo soy! ―gritaba Jimin, hecho un mar de llanto, saliva y mucosidad. Se retorcía y pataleaba.
»¡Taehyung! ¡Ven! ¡¡Ven y sálvame!! ―vociferó a todo pulmón.
Dos asistentes más entraron al cuarto, uno de ellos ayudó a sostener al paciente para que pudieran administrar el fármaco, mientras que otro se encargó de despachar a Kim.
―¡Me está llamando, mi amigo me necesita! ―protestó él.
―Lo que necesita ahora, señor, es retirarse.
La puerta de la habitación fue azotada prácticamente en su cara. Incluso así todavía podían oírse los gritos de Jimin aclamando por su mejor amigo, repitiendo su nombre en tanto pulverizaba sus cuerdas vocales con cada berrido. Y Taehyung, llorando con desconsuelo, se llevó las manos a los oídos; todavía lo escuchaba nítido, se apoyó contra la pared a un lado de la puerta y se deslizó hasta caer sentado.
―Aquí estoy, Jimin. Estoy aquí ―masculló con sufrimiento, hipando y derramando lágrimas.
Jimin ladeó la cabeza con parsimonia sobre la cama, y poco antes de que sus ojos encontraran la oscuridad, una aparición, un viejo conocido, su rostro, su silueta enfundada en un traje oscuro le devolvía la mirada, una llena de desaprobación y reproche. «¿Qué mierda estás haciendo, Park Jimin?», escuchó su propia voz, aunque más grave y hostil.
Cuando volvió a abrir sus ojos, se hallaba dentro de una jaula de gruesos barrotes que pendulaba en el aire. Se levantó del rincón donde estaba y agarró el hierro sobre su cabeza.
―¡Taehyung! ¡¡Taehyung!! ¡Ayúdame, por favor!
Sus gritos no solo no obtuvieron réplica alguna, sino que la jaula fue soltada y se dio un gran chapuzón contra el mar. Jimin no dejó de gritar el nombre de su mejor amigo, ni tampoco pedir, suplicar por ayuda.
La prisión cuadrangular terminó de sumergirse y él, apretando los dientes, trataba de contener la respiración. La ropa se ceñía contra su piel, haciendo que se sintiera más pesado. Desesperado, despidió miles de burbujas por cada berrido hasta quedarse sin un ápice de aire. Poco a poco sus ojos se cerraban, hasta que la oscuridad reinó.
Por favor, detenme, por favor, guíame, por favor, déjame respirar.
~ B i t t e r s w e e t ~
https://youtu.be/UC_73CsQruY
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Decidí traer un capítulo más para no dejarlos con tan mal cuerpo, aunque no sea muy favorable lo que ocurre, al menos no quedará una intriga tan grande. Aún queda mucho por contar y mucho más sucederá.
¡Gracias por tu lectura e interacciones! Lo aprecio muchísimo. ♥
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