Capítulo 11: Detonante
―Estoy en el hospital, aguardando en la recepción por Kim Jong-in ―habló Taehyung, acaparando un asiento y con su teléfono pegado a la oreja―. No tiene nada roto, solo inflamación por el golpe, pero aun así le dejarán el vendaje, y algún analgésico también.
Saber aquello dejó mucho más tranquilo a Jimin. Pero su breve momento de paz se esfumó en cuanto su mejor amigo le platicó lo que había ocurrido minutos antes.
―¿Que te tocó? ¿Cómo que te tocó? ¡¿Pero qué le pasa a ese imbécil?! ―Golpeó con fuerza el apoyabrazos de su silla―. ¡Voy a partirle la...!
―Jimin, tranquilízate. Ni siquiera me dejaste terminar de hablar, y no usé esa palabra tampoco. Te estoy contando esto para que seas precavido con él, no para que lo muelas a golpes ni nada por el estilo. Y yo puedo defenderme solo, ¿o piensas acaso que no puedo?
―No, no pienso eso, Taehyungiee...
―¿Todo en orden por allá?
―S... Sí. Dentro de lo que cabe, todo está en orden. ―Se llevó una mano al rostro con agobio―. ¿Vas a esperar por Kai en el hospital?
―No podría dejarlo así nada más.
―Si te vuelve a poner un dedo encima...
―Yo sabré qué hacer. No te preocupes.
Finiquitada la llamada, el joven Park hizo un repaso mental de todo lo ocurrido hasta el momento. Ya podía ver los asquerosos encabezados y artículos en las revistas, las noticias, y cómo todo en conjunto solo perjudicaría a la editorial, lo que posiblemente llevaría a pérdidas de todo tipo. Por supuesto, haría la denuncia pertinente mañana mismo. El acoso y las amenazas anónimas se estaban volviendo algo peligroso. Esta vez se pudo evitar que alguien saliera herido de gravedad, y de ninguna manera se arriesgaría.
―Taehyungiee... ―suspiró con angustia, con los codos sobre el escritorio y su rostro bajo sus manos.
Si Kai no lo hubiera ayudado a tiempo... Si él no lo hubiera apartado en ese momento. Kai... Quería golpearlo con todas sus fuerzas, pero a la vez estaba agradecido.
«Maldito».
Tan ensimismado estaba en sus pensamientos, que no escuchó que habían llamado a la puerta. Solo reaccionó cuando ésta fue abierta, apartando sus manos de su cara y viendo asomada a su secretaria.
―Jacqueline... No te llamé.
―Lo sé, señor. Pero lo vi tan alterado allá afuera por todo lo que ocurrió y... ¿Necesita algo?
La expresión del jefe reflejaba el desastre en su cabeza en ese momento. Se quedó estático unos segundos, analizando ese rostro preocupado y esos ojos claros que lo miraban con timidez.
―Un café bien cargado, por favor ―dijo, con la voz un poco quebrada, juntando sus manos y reposando su mentón sobre ellas con pereza.
―Okey. ―Hizo una pausa―. ¡Oh! ¿Y querrá una manzana también?
Jimin sonrió, dejando escapar aire por la nariz.
―Sí. Suena bien.
―¡A la orden, señor! ―exclamó con entusiasmo, haciendo un gesto con su mano y se retiró.
El jefe amplió su sonrisa, inexplicablemente tentado por la risa, y meneó la cabeza.
«Jacqueline Brown... Si tan solo fuera igual de atenta para sus labores...».
Y justo antes de que Park comenzara a maquinar su mal día, su teléfono lo sorprendió, vibrando insistente sobre el escritorio. Con la misma flaqueza que llevaba encima desde hace un buen rato, agarró el aparato y vio unos cuantos mensajes cortos acumulados. Se trataba de Mi-suk. Preguntaba si estaría libre más tarde, porque moría de ganas de verlo, tal vez tanto o más que las ganas que tenía Jimin de adquirir un poco de paz mental, dejarse llevar y no pensar demasiado.
Esa misma noche, lo citó en un hotel bastante más alejado que de costumbre. Muy lujoso, aunque más era lujurioso. Una edificación de grandes proporciones, oscura y con luces de neón. Estaba seguro que ninguno de ellos había pisado el sitio antes, y parecía prometedor ya que había bastante gente, en comparación a otros lugares.
Jimin se dirigió a la recepción, como la chica con anticipación le indicó, y adquirió su llave. El interior no difería mucho del exterior, las paredes eran también muy oscuras y abundaban las luces fluorescentes. Mostraba un estilo estético, elegante y moderno.
Se detuvo finalmente delante de la puerta correcta y usó la llave. Al cruzarla, una suave ola de calor lo envolvió; estaba mucho más cálido que el pasillo, cosa que agradeció, porque con la nevada el frío era más intenso.
―¿Mi-suk? ―la llamó, quitándose su chaqueta de mezclilla y cordero, la gorra y la bufanda.
Su asombro no se cortó al examinar la habitación, espaciosa y entintada por una tenue luz rojiza. Contaba con una televisión bastante grande fijada en la pared, una chimenea, que estaba ya encendida, un mini bar, y al fondo, la puerta que conducía al baño. ¿Tendrá jacuzzi?, se preguntaba.
―Vaya, vaya... Pero miren lo que tenemos aquí.
La voz de la chica provino de la gran cama, que estaba cubierta por cortinas, situada en el centro de la habitación y contra la pared.
―¿Te has perdido, niño bonito? ―dijo desde el interior, y desplegó las telas, se deslizó sobre el colchón y se puso de pie.
―Mi-suk, este lugar es increíble. ¿Cómo demonios lo pagaste? ―murmuró, acercándose a paso lento.
―Bebé, lo arruinas. Apégate al juego, ¿quieres?
―Está bien, lo siento. ―Contuvo la risa, carraspeó, cambió su semblante y se acercó unos pasos más―. ¿Y tú eres...? ―dijo, ladeando un poco la cabeza y contemplando su cuerpo, que lucía con esa preciosa lencería de encaje oscura.
Y ahí estaba de nuevo. No se esforzaba demasiado pero sí se lo tomaba en serio, haciendo esas expresiones que a ella tanto le encantaban, pues no parecía actuado en absoluto. Sonrió y se mordió el labio inferior, traviesa.
―Soy una cazadora furtiva ―expuso, acercándose―. Me dejo ver así de reveladora para atraer a mis presas. Y vaya que la cacería ha sido buena esta vez. Me he hecho con un jugoso bocadillo ―dijo, y comenzó a dar vueltas a su alrededor, rozándolo con la yema de su dedo a la altura de su pecho, mientras circulaba.
―M-me parece que hubo un malentendido. No tenía intención de invadir tu territorio...
―Shh... ―Colocó su índice sobre sus labios―. Ya no hables. ―Continuó transitando su entorno, pasando ahora su palma abierta contra su cuerpo.
Jimin se remojó los labios y contuvo la sonrisa como pudo. ¿Se había ensayado este "numerito"? Tenía una imaginación vigorosa; siempre conseguía sorprenderlo de una forma u otra.
―¿Y ahora? ―susurró, en un tono opaco y seductor.
―Ahora voy a comerte. ―Le devolvió aquel murmullo lascivo. Surcó su rostro con ambas manos, atrayéndolo a ella y conectó sus labios.
Era un ruidoso impacto dulce tras otro. Se separaban con lentitud y volvían a unirse con necesidad, lamiendo y relamiendo, intercambiando piel, humedad y aliento, que poco a poco se volvió el epíteto de sus fuertes inhalaciones.
Mi-suk deslizó las manos por sus hombros hasta su pecho, y sujetó entre los dedos el cuello de su camisa, la desabotonó un tanto impaciente, con sus lenguas juguetonas sin querer separarse. Luego levantó su camiseta y la arrojó tal y como lo había hecho con la primera prenda. Recorrió su piel con las yemas de sus dedos, dejando que sus uñas le proporcionaran un cosquilleo inquietante, hasta que llegó a sus pantalones. Aflojó el cinturón y se apoderó después de los extremos de los jeans. Él respondió dando una sentida palmada a sus nalgas, apretándolas un poco después, mientras se fundían en otro beso.
―Oye, se supone que yo debo comerte...
―¿No crees que puedo ser un cazador disfrazado de presa?
―No esta noche, cariño ―dijo, jaloneándolo y retrocediendo, hasta que dio con el pie de la cama.
Con un giro un poco brusco, lo sentó sobre el colchón, y le demandó mirarla despojarse de sus finas y pequeñas prendas, con una elegancia y erotismo descomedidos, que lo llevó a repasar sus labios con su lengua con deseo.
―Tócate un poco para mí ―susurró sensual, mientras continuaba con su tarea.
Jimin sintió un cosquilleo extraño al oír su demanda. Sus piernas se separaron casi por inercia, así como una de sus manos rodeó su muslo y se detuvo sobre el ahora rígido bulto entre sus piernas, mas ahí mismo frenó, como si lo dudara.
―Así que no te manosearás y jadearás para mí, ¿eh? ―dijo, ya desnuda al completo y caminando unos pasos hacia un extremo de la cama.
El chico parpadeó, escapando de un muy breve trance, y masajeó su sien, tras haber sentido una punzada.
«Tal vez la luz roja es demasiado intensa», pensó.
De repente sintió tensión en uno de sus brazos, más específicamente en su muñeca. Al dirigir la vista, Mi-suk había enroscado la tela de las cortinas en la cama alrededor de su articulación; hizo lo mismo con la otra, dejándolo un tanto estupefacto. Al terminar, lo tomó por el rostro y abultó con un tacto gentil sus mejillas y labios.
―Como no quieres acceder a mis pequeños caprichos, seré solo yo quien actúe ahora, ¿está claro? ―dijo, con sus ojos bien abiertos y lo soltó.
La siguió con la mirada y la vio arrimarse con una pequeña mesa, en cuya superficie había un gran recipiente que contenía crema batida, y otro con abundantes moras y frambuesas, aunque poco le importó eso; su pulso estaba acelerado y apenas podía darse cuenta de ello. No entendía por qué de repente su tensión creció de un segundo a otro.
«Vamos, relájate. Solo están jugando, se supone que debes seguirle la corriente o lo arruinarás. Ella terminará frustrada y tú con malestar testicular, así que hazlo, diviértete también», se regañó a sí mismo en unos breves segundos, justo cuando ella le dedicó la mirada, pretendiendo verse severa, y él puso su mejor cara de cachorro inocente.
Mi-suk no pudo contener la sonrisa, tampoco remojarse los labios. Jimin no necesitaba ser un dulce para querer hincar sus dientes en él. No obstante, tenía otras cosas en mente, al menos para comenzar. Metió con descaro su mano entera en el recipiente con la crema y la llevó como una bofetada hacia el pecho de su chico, quien le respondió con un pequeño suspiro. Tras compartir una breve mirada lasciva, la chica repitió la acción, pero esta vez contra su rostro y con un tacto más suave, embadurnando su mejilla, labios y cuello. A continuación, tomó algunas frutas en su puño y las dejó caer entre ellos, quedándose con una entre sus dedos, que no demoró en guiar a la boca y la apretó entre sus belfos. El excedente, lo recogió y lo dirigió a su pareja.
―Abre la boca ―demandó, y él le hizo caso sin vacilar, sin un solo pestañeo―. Ya estás condimentado... para que pueda comerte ―musitó contra su rostro.
―Sí... Devórame entero... ―masculló con lujuria.
Complacida, la muchacha se apropió de sus labios con descaro, él no fue menos vertiginoso al recibir su tacto, después de todo, a estas alturas no era su corazón lo único que palpitaba con locura.
Tal y como lo dijo, lo saboreó. Limpió la crema y las frutas poco a poco, del rostro, el cuello, el torso, ganándose con ello unos sonidos muy gratificantes. Los suspiros se volvieron gemidos que poblaron el cuarto entero, sobre todo cuando ella estaba de rodillas entre sus piernas, engullendo el platillo principal. Por momentos los ojos de Jimin se cerraban, su respiración se invertía y mordía con desquicio sus labios. Su ansia lo llevaba a querer soltar sus manos y manejar el ritmo. Podría hacerlo, bastaría solo con un meneo de sus muñecas, pero no, se apegaría al juego y la dejaría continuar; y debía admitir además, que el tener las extremidades en el aire, en combinación con el sexo oral de primer nivel que estaba recibiendo, resultaba placentero en demasía.
Más crema y frutas fueron vertidas sobre ese cuerpo, ahora desnudo al completo para ella, y fueron consumidas por sus labios, besando, salpicando, lubricando y haciéndolo gemir y maldecir con ganas, provocando además que arrugara de tanto en tanto la tela tirante entre sus dedos.
Seguidamente, liberó sus manos y echó su torso contra el colchón. Ambos se miraron con una lascivia a otro nivel y saborearon sus labios en sincronía. Él la recibió sobre su regazo. Sus pezones erectos chocaron contra los propios, incitando un sucinto y deleitable escalofrío.
―O-oye...
―Sí, mochi, lo sé. No me olvidé de la protección ―dijo, soltando la liga de su cabello y dejando caer el paquete con el condón. Lo abrió con los dientes y se lo colocó―. Sé lo estricto que eres con estas cosas ―susurró arrimada a su oreja, y le regaló un suave mordisco.
Permaneció a ahorcajas de su compañero. Con sus manos empezaron a explorarse el uno al otro, a tocarse hasta hervir como dos brasas incandescentes. Al momento siguiente, plagaban la habitación entera con sus plañidos en sincronía. Se sentían, se miraban y compartían el aire caliente del otro, lento y dulce, gratificante y voluptuoso. Ella subía y bajaba con una lentitud rítmica, mientras que él la sostenía entre sus brazos.
―Ji-Jimin... ―Su voz fue apenas perceptible.
Lo tomó por la nuca, tirando un poco de su pelo y estampando no sus labios, sino su lengua con la impropia, mientras las estocadas persistían, una tras otra, desquiciándolos progresivamente. No obstante, entre todas esas caricias y libido exuberante, unos pantallazos oscilaron frente a los ojos del joven por unos instantes, sintiendo un pequeño declive en su excitación. Apretó los párpados y trató de enfocarse, pero los destellos se tornaron en sombras elevándose sobre su persona.
Mi-suk por su parte, nublada por su vehemencia y después de su segunda efusión, frenó los saltos y comenzó a menear la cadera; estaba encendida como nunca antes. Jimin jadeó alto, abriendo su mandíbula, aunque su malestar no cesó.
―Mm... M-Mi-suk... ―balbuceó entre besos.
La chica llevó sus manos a sus hombros, apretando un poco su piel, y lo derribó contra las arrugadas sábanas, besando con hambre sus belfos.
―Mi-suk... Un momento... ―Ladeó la cabeza, sintiendo el toque ahora en su cuello, y la tomó por los brazos.
La referida, perdida en su éxtasis y apegándose a su juego, retiró sus manos, entrelazó sus dedos, y las aplacó contra la superficie de la cama, a la altura de su cabeza, mientras seguía en su tarea de devorarlo.
―Sí... ¿Te... Te estoy dando tanto placer... como tú a mí...?
La fricción de los cuerpos, el impacto constante entre sus pieles férvidas. El batuqueo, los espasmos, los gruñidos. Jimin se esforzaba, pero perdía estímulo, aliento, y un miedo avasallador escalaba y lo corroía. La voz de su chica se distorsionaba, las sombras se multiplicaban y se tornaban más palpables, aplastándolo, y el detonante final:
―¿Jiminnie...?
―¡Jun Mi-suk! ―Se enderezó un poco―. ¡Por favor, apártate! ―La tomó por los hombros.
La aludida abrió grande sus ojos, un poco asustada, y atendiendo a su petición se hizo a un lado, entonces Jimin se levantó solo para caer sentado sobre el suelo alfombrado, con sus manos sobre sus ojos.
Mi-suk corrió a encender las luces y del mismo modo volvió hacia él, cayendo sobre sus rodillas y con el corazón acelerado. Su chico no solo hiperventilaba, sino que suspiraba al borde del sollozo.
―¿Jimin? Por Dios, estás temblando. ¿Qué tienes? ¿Estás lastimado? ―preguntó acelerada.
Posó apenas su mano sobre su brazo, pero inmediatamente él dio un sobresalto, gritando que no lo tocara.
―¿Acaso te hice daño? ¡Dime algo, por favor!
El referido apretó los dientes y negó repetidas veces con la cabeza, sin retirar sus palmas de sus ojos.
―Mi cabeza... Siento que se va a partir en dos... ―dijo entre suspiros.
―Tengo unos analgésicos en mi bolso. Te traeré uno, ¿está bien?
Jimin asintió y en la brevedad ella regresó con la pastilla y un vaso de agua.
―Dios... ―suspiró áspero, dejando escapar todo el aire que residía en sus pulmones.
Se llevó las manos hasta su cabello, arrastrándolo hacia atrás. No estaba llorando, aunque sus ojos se hallaban muy enrojecidos y cristalizados. Bajo la mirada atónita de la muchacha, la cual ignoró, agarró la pastilla junto con el vaso, consumiéndolo ahí mismo y acompasó su respiración luego.
―Jimin, dime qué tienes por favor.
―Yo... No sé... Solo... Solo vi sombras viniéndose sobre mí y... No sé... ―expresó muy frustrado, llevándose una mano al rostro de nuevo.
―Tranquilo, no hay nada aquí que te pueda lastimar. ¿Puedo...? ¿Puedo tocarte?
Le acercó despacio su mano; él la miró, la rodeó con la propia y dejó escapar un lastimero "Lo lamento", sintiéndose muy apenado. Su compañera suspiró y sonrió de lado.
―Estamos sucios y pegajosos. ¿Quieres que nos demos un baño? ―preguntó, poniéndose de pie sin soltar su mano.
Jimin asintió y se dejó guiar hasta el cuarto. Cada azulejo pálido se veía impecable, y sí había un jacuzzi después de todo, pero tardaría en llenarse, por lo que acudieron a la ducha. El agua se vertió sobre ellos y Mi-suk comenzó a hacer espuma con el jabón, aunque no pudo ignorar a su compañero quien suspiraba agua con los ojos cerrados y la cabeza un poco a gachas, muy abatido, así que hizo bastante espuma en sus manos y las llevó a su pecho, consiguiendo una mirada. Derrapó otro poco contra toda la extensión de su mejilla, obteniendo una diminuta media sonrisa. Él se pasó los dedos por la zona, atrapando la espuma, y la dirigió hasta el pecho contrario, donde la lluvia se encargó de deshacerla de inmediato. Jimin ya no miró sus dedos, sino esos firmes senos frente a su campo de visión. Hizo un trazo con la yema de su índice, rodeándolos. Ella exhaló con sonoridad. Continuó como un leve cosquilleo por sus costillas y lo dirigió al centro, deslizándolo por su vientre. Los dos suspiraron con estímulo y elevaron sus pupilas hacia el otro.
De pronto, la espalda de la chica se estampó contra uno de los cristales esmerilados y un lamento se escapó de su boca al sentir los dedos ajenos recorrer su entrepierna.
―Mierda. ¿Te lastimé?
Ella se abrazó a su cuello, y aun suspirando movió la cabeza dándole un "no". Jimin lo tomó como una señal e intensificó su tacto contra la zona sensible, introduciendo lentamente sus dedos y empezando un movimiento atrayente, que la hizo gemir más audible y agudo.
―¿Dónde quedó tu instinto cazador? ―suspiró, embelesado por la excitación de su compañera.
―Ese rol ya se terminó. Pero... podemos empezar uno nuevo... donde me empotras tan duro... ―Recorrió los cabellos de su nuca―, tan rudo... ―Se mordió el labio inferior para después abrir la mandíbula ante el estímulo que le provocaba―. Y y-yo... grito... mientras me haces tuya... ―Recorrió su rostro con sus manos, y ambos se miraron con deseo.
»¿Lo ves, mochi? El papel de chico malo te sienta de maravilla ―dijo, y liberó otro gemido lastimero.
―No es que me siente de maravilla. Es que tú sabes ser la víctima perfecta ―suspiró, tan o más excitado que ella.
* * *
La luz del baño quedó encendida, así como la ducha. Probablemente el pago aumentaría con el exceso de consumo, ¡¿pero qué mierda importaba?!, pensaron en ese momento.
Charcos extensos en el suelo, haciendo un camino hacia la cama, cuyas sábanas se hallaban empapadas por el peso de los dos cuerpos que las poblaban con arrebato, gimiendo duro en la exaltación de su acto impúdico, aunque para Jimin fue un disfrute culposo, pues sentía tanta rabia, tanta frustración, tan bajo de hombría que no hubiera podido controlar su rudeza, de no ser porque su compañera le exigió hacerla suya tan duro como quisiera. Le permitió ser poco decoroso, tomarla como todo un patán si eso deseaba, porque a ella le gustaba de ese modo, porque sabía a la perfección que él era bueno siendo "un chico malo", por eso era su amante favorito, y ahora que lo había recuperado para saciar su libido quería que él diera todo de sí. Por eso, entre mordiscos y jalones de cabello incluidos, desató toda su nocividad mientras que ella gritaba, pidiendo más.
Jimin fue por su segundo condón. Ya no era agua, sino sudor puro lo que hacía brillar sus cuerpos constantemente en movimiento. No obstante, él no era ese chico malo que Mi-suk sacaba a flote cada vez que le venía en gana. Le nació preguntar si estaba bien, si lo estaba ella, él, el acto que los tenía con la lengua asomándose ante el ahogo, más en ella con esos plañidos que rozaban el llanto. Pero lo calló de inmediato con un beso impertinente y afanoso. No quería escuchar nada, solo quería sexo, su sexo.
―Mi-mierda... Park Jimin... Cómo te voy a extrañar, desgraciado ―balbuceó entre gemidos.
Su cuerpo entero rebotaba, su espalda tocaba el pecho contrario y sus brazos se alzaban, enmarañando sus dedos en el cabello de su pareja con avaricia.
Luego de consumar su "desquite frenético", los dos cayeron rendidos, con el tronco de sus cuerpos elevándose y descendiendo hasta que consiguieron acompasar la respiración, y fueron azotados por el cansancio, que pronto los hizo perderse en el sueño. Sin embargo, y gracias a la alarma recurrente de Mi-suk, no olvidaron que al día siguiente era jornada laboral, por lo que a mitad de la madrugada, abandonaron el lugar.
Desde luego, Jimin llevó a Mi-suk hasta su departamento, deteniendo su coche justo frente a la puerta del edificio.
―¿Estás bien, mochi precioso? ¿De verdad no te lastimé? ―preguntó afligida, corriendo unos mechones de su frente.
―Descuida, estoy bien. Gracias. ―Le sonrió con calidez.
Ella le dedicó la mirada y dejó ver los dientes. Se acercó a humedecer sus labios en un beso ni muy profundo, ni muy casto tampoco.
―Si tu noviecita no te complace lo suficiente, avísame por favor ―dijo, deslizando su mano por su mejilla.
―No es mi novia, aún ―esclareció, con una risa nasal, viéndose pudoroso ante su comentario―. Aunque pretendo llegar lejos con ella en un futuro.
La chica se mordió el labio y meneó la cabeza. ¿Ese chico tierno, sonriendo como todo un bobo enamorado era el mismo que le había dejado todas esas pequeñas marcas moradas sobre la piel, entre muchas cosas más? ¿Cómo era posible tal dualidad?, se preguntaba para sus adentros.
Y con un bonito deseo de por medio de parte de cada uno, se despidieron. Habían sido noches muy divertidas en su compañía, pero ahora que por fin Jimin se había reencontrado con su viejo amor, tenía la fuerte necesidad de velar solo por ella, su chica tan soñada. Era lo que sentía en su interior después de todo. No obstante, Mi-suk... tenía el presentimiento de que esa noche, no sería la última vez que se verían, de un modo u otro.
Jimin avanzó con su lujoso auto, inmerso en sus asuntos, cosas pendientes, sumido en su propio mundo. No lograba percibir en lo más mínimo el auto oscuro que se hallaba al otro lado de la acera. Mucho menos podía notar, a través de esos vidrios polarizados, a la figura que lo observaba alejarse por su espejo retrovisor, mientras repiqueteaba lento contra el volante, sus dedos envueltos en unos gruesos guantes negros.
~ B i t t e r s w e e t ~
https://youtu.be/BVZcAgiD8xQ
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Hola a todos, ¡espero que hayan tenido un excelente fin de año y que lo estén empezando muy bien!
Tuve un ratito libre y de paz, por lo que me dediqué a escribir, editar y publicar. Quizá en la semana traiga otro más. Ojalá que les esté gustando la historia hasta el momento, y si se están preguntando dónde demonios está lo turbio, la muerte, destrucción y las warnings, les pido paciencia, que todo va a llegar. Eso sí, cuando lo haga ya no va a parar.
Si llegaste a este punto te agradezco infinitamente n-n. Si la historia es de tu agrado no olvides votar, comentar, guardar y compartir, para que el algoritmo me noticée(?), por favor.
¡Gracias! ♥
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