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Capítulo 7. {Sospecha}


22 de febrero, 21:48.

Le dio vueltas muchas veces al revisar al archivo, pero más que la angustia inicial, no parecía tener ninguna relación. Rei Furuya era un amigo suyo que conoció como Edogawa Conan. Le ayudó muchísimo en desmantelar a la organización porque trabajaba en la organización encubierto, con el apodo de Bourbon. Era parte de la policía secreta japonesa, y si bien su identidad se vio descubierta, aseguraron todos los medios para alejarlo del peligro una vez que se llevó a cabo la redada masiva contra los miembros de la organización de los hombres de negro.

¿Por qué alguien le haría daño? ¿Bajo qué circunstancias desapareció? En su casa había sangre regada por la entrada, una mancha extraña corrida que daba la impresión de generarse al haberlo arrastrado por el suelo con la herida abierta. En el salón que sucedía a la entrada habían salpicaduras en los asientos del comedor y el sofá, quizá le golpearon por la espalda. Lo que fuera, aparte de las manchas, todo lo demás estaba limpio. No había rastros de cristal como para asumir que fuera una botella, y no faltaba nada de sus objetos personales. No parecían haber registrado la casa, directamente habían ido a por él.

Si aquel fuera el caso, necesariamente era alguien que lo conocía y que tenía rencores contra él. Considerando que Furuya era un agente excepcional que había puesto a incontables organizaciones tras las rejas, quizá fuera algún miembro antiguo o que hubiera escapado a sus manos. Y ese era el gran problema, con esa sospecha era capaz de hacer una lista de sospechosos aceptable, pero la mayoría de crimen organizado que quitó Rei lo había hecho con identidades falsas o muy alejado del escenario realmente problemático. Hasta los hombres de negro, nunca se había puesto tan en peligro, asumiendo una doble identidad e infiltrándose. Era poco probable que fueran otros, y los hombres de negro no podían ser porque cuidaron asegurarse de que tanto ellos como todos sus asociados importantes cayeran en la misma fosa. Todos estaban en prisión, repartidos en distantes partes del mundo que mantenían comunicación constante y Shinichi personalmente se aseguraba cada mes que todos estuvieran en sus lugares.

—Maldita sea, esto es un desastre —el moreno rezongó a sus espaldas. Cuidó no pisar la zona afectada con sangre, porque los forenses aún limpiaban la zona y reunían pruebas.

Shinichi rodó los ojos. Seguía un poco molesto con él.

—¿Era ese moreno que nos ayudó? —esta vez Hattori estaba un poco descolocado. La sangre por todas partes era un escenario grotesco, más si pensaba en que fue una persona que conoció y con la que trató muchas veces. De esa época turbulenta en la que también ayudó a Kudou a desmantelar la organización no recordaba bien la secuencia de sucesos, pero si estaba en su cerebro la imagen de ese moreno de pelo rubio.

—Sí. Lo conociste como Toru Amuro, ¿recuerdas ahora? —Shinichi se inclinó sobre una de las manchas particulares, que había quedado seca contra el respaldar del sofá.

Heiji asintió sin que le vieran, inclinándose a su lado para inspeccionar también. La forma era extraña, no parecía hecha por el primer impacto del arma contra la víctima. Tomó una fotografía de ella antes de alejarse.

—Vámonos de aquí —Kudou dejó la inspección, alejándose rápidamente del escenario junto a Hattori. Ya no encontrarían nada más útil ahí, había sido bastante limpio. Faltaría esperar las pruebas de los forenses para saber de casualidad si alguna huella quedó, pero lo dudaba.

—¿A casa? —Heiji preguntó. Siguió sin rechistar, realmente agotado.

—Sí, se hará tarde —respondió. Retiró su brazo del contacto con su detective amigo y se subió en el asiento del piloto del auto, casi en modo automático. Realmente quería regresar a su casa, solo hoy le habían dado el alta y por querer buscar más pistas, no regresó.

Entendía por qué Megure le encomendó este caso también. Rei había sido fundamental en toda su investigación e incluso ahora estaba catalogado como una amistad muy importante para él, no le sabía bien desligarse de ello solo por tener el caso de Kuroba Kaito, mucho más con su reciente descubrimiento de que quizá no estaba muerto. Si Furuya no había muerto, iba a encontrarlo como dé lugar.

—¿No crees que esto se relacione, o sí? —Hattori por fin soltó la pregunta que le carcomía. Le dio varias vueltas, pero él no tenía conclusiones concretas, conoció a los dos, pero lo único que unía el caso de Rei Furuya y Kaito Kuroba era que ambos habían ayudado en acabar con la organización. Aun así, las circunstancias eran totalmente diferentes. A Kaito lo asesinaron, Rei se reportaba solo desaparecido.

No pudo evitar comentarlo porque cualquier cosa era útil ahora, y cualquier idea descabellada no podía ser descartada.

—Quizá. —Shinichi entrecerró los ojos, agotado mentalmente y queriendo golpearse por lo que estaba a punto de decir. —Hattori, creo que Kaito no está muerto.



23 de febrero, 09:32.

Se habían levantado muchísimo más temprano y estaban en ese tétrico lugar solo para comprobar esa ridícula teoría. Aunque si venía de parte de Shinichi, estaba seguro de que algo estaba pensando y quizá no erraba para nada, pero aún no compartía sus suposiciones ni el porqué de sus teorías. En fin. Estaba muerto de sueño mientras escuchaba de fondo a Shinichi hablar con la médica en turno, quién se veía muy conmocionada por las peticiones del detective y que si no conociera su reputación, probablemente lo denunciaría sin pensarlo más.

—Se lo ruego, necesito saberlo... —Shinichi se inclinó levemente. Hattori le miró con extrañeza, si no le conociera de nada, le parecería que Kudou está obsesionado y en negación con la idea de la muerte de Kaito y que por ello rogaba con tanto ímpetu esa comprobación.

—¡Es muy complicado! —se quejó la muchacha. Tenía ojeras y estaba demasiado pálida. No creía que fuera un trabajo fácil de hacer. —Además necesito una muestra directamente de la madre.

—La puedo conseguir, no te preocupes por ello —aseguró rápidamente. La muchacha le miró con duda unos pocos instantes más antes de suspirar.

—Tráela hoy, extraeré una muestra del cadáver.

Shinichi sonrió rápidamente y le tomó las manos, agitándolas agradecido. La médica se sonrojó antes de apartarse violentamente y dirigirse a los depósitos tras de ella en busca de lo necesario para extraer ADN.

Ambos detectives dejaron la zona forense tras eso, Hattori más bien siguiéndole de cerca.

—¿Una prueba de ADN mt? —cuestionó, alzando la ceja. —¿Lo compararás con Chikage-san para saber si realmente es Kuroba? —continuó, cruzado de brazos. Y es que la loca teoría de Shinichi era muy increíble. Para empezar, la posibilidad de que Kaito no estuviese muerto sí, por supuesto, ¿pero de dónde sacó esa idea? Dudaba que fuera por negación, algo se le había ocurrido.

—Sí. —Kudou lucía una sonrisa, como si realmente ese fuera a ser el comienzo, por fin encontrarían un hilo del que tirar para avanzar en la historia. —No se comprobó porque Chikage-san no estaba, y los detectives pensaron que con los objetos bastaba para reconocerle como Kaito. —explicó rápidamente. Bien, eso era un punto a su favor. —El ADN nuclear debe estar extinto por las condiciones del cuerpo, pero estoy seguro de que si puede extraer una muestra, funcionará.

—Está bien, Kudou —la vista del moreno se afiló sobre su amigo, acorralándole. —Pero si resulta que no es Kuroba, ¿me dirás ya que es lo qué crees? ¿qué es a lo que tanto le das vueltas? —cortó.

Shinichi tragó duro. Se lo imaginó desde el momento en que le dijo que quizá Kaito no estaba muerto, sumado al hecho de que no quería hablar de la situación con Kid en la azotea de hace unos días. Pero necesitaba de su amigo, y si bien era un jodido idiota en relaciones interpersonales, era increíble en lo que hacía como detective.

—Por supuesto. —sonrió con calma, empujándole campante hacia el auto. Su corazón volvía a latir con más calidez al tener esa vaga esperanza de que estaba vivo, y si era así, no había nada que no haría por recuperarlo.

Acordaron rápidamente que mientras Hattori iría al lugar de trabajo de Rei Furuya en busca de más pistas, Shinichi iría a ver a Chikage para pedirle la muestra que necesitaría.


10:49.

Volver a estar en ese lugar le traía un nudo en la garganta complejo de deshacerse. La casa de los Kuroba. La sala lucía igual de limpia que siempre, totalmente impecable, pero la última vez en ese lugar había tenido a Kaito entre sus brazos y no podía ignorar la angustia que le causaba su desaparición. Cada vez se convencía más de que no le había dejado, al menos no por siempre.

—¿Qué se te ofrece, Shinichi-kun? —la preciosa mujer lucía igual de ojerosa que la médica que visitó más temprano. Imaginaba que había pasado este tiempo investigando todo lo relacionado al robo de aquel día.

Chikage no perdía el tiempo, tenía que comprobar si esa persona que ese día se presentó en el robo era su adorado hijo, o si solo era una figura que estaba utilizando su silueta aprovechándose de su fama.

—Chikage-san... —murmuró, soplando suavemente de la humeante taza de café. Necesito un sorbo para recuperarse y atreverse a hablar, ignorando a fuerzas el ambiente que le rodeaba. Todo le recordaba a su amado. —¿recuerda lo que hablamos de ese día?

La mujer pareció pensarlo un instante. Estaba realmente agotada, ni siquiera pensaba con claridad y si bien no habían pasado muchos días, lo que le costaba era deshacer esa bruma sobre todo lo relacionado a la esperanza que insistía en surgir.

—¿El hecho de que piensas que fue mi hijo el del robo? —cuestionó. Su mirada penetrante y cansada fijándose con dureza sobre Shinichi. Sí, ese día ella también había estado segura de verle, esa característica tan especial, sus fogosos ojos índigo...

—Sí. —respondió. Apartó la taza para reclinarse sobre la mesa, buscando conectar con la mirada de la mayor porque a pesar de que conocía su respuesta, en ello estaba jugándose un todo o nada. Si resultaba que no coincidía, se sumergiría en una enardecida batalla desesperada por hallarlo, pero si coincidía... Si realmente era él...

No.

—¿Eso qué tiene? —le animó a continuar la mujer, suavizando su expresión. De verdad su hijo había escogido a un chico increíble, pero esa expresión decidida era idéntica a la de su bebé.

—Quiero que me acompañe, Chikage-san. —pidió finalmente, suspirando. —Quiero hacerle una prueba de ADN mt para compararlo a lo que se rescate del cadáver que aquel día identificaron como Kaito. Eso nos ayudará a comprobar si es él realmente...

—O si el chico de aquel día es realmente mi hijo, ¿cierto? —continuó la mujer, bebiendo con calma de su té. Estaba reteniéndose de llorar, necesitaba ser fuerte y estar centrada, no iba a permitirse perder a su niño, ¡definitivamente no! No podía excusarse jamás con Toichi.

—Así es. Casi no me cabe la menor duda que aquel al que vi era él... Pero necesito corroborar mi teoría... Si no es él es todo un montaje, y ahora tocará averiguar de quién y porqué. —finalizó, sus azulados ojos centellando en pura excitación, esa adrenalina que le recorría el cuerpo cuando iba a resolver algo.

Voy a encontrarte.

—Te sigo. —la mujer tomó su bolso y se encaminó a la puerta, sin animarse a tomarse todo su té. Era más importante esto, ella iba a acompañarlo y apoyarlo en todo si eso le llevaba devuelta a Kaito. Y no tenía la menor duda de Shinichi.


12:52.

El joven se revolvió los cabellos yendo de un lado a otro como león enjaulado en el pequeño y angosto pasillo mientras esperaba junto a Hattori, quién se había dejado caer en el suelo, a que la médica forense le tomase la muestra a Chikage.

Hacía poco estaban hablando de lo poco que Hattori fue capaz de reunir, datos de los juicios cerrados más recientemente de algunos miembros de la organización, ciertas incongruencias que habían quedado sin saldar o posibles miembros que jamás fueron confirmados porque no reportaron ninguna actividad ilegal en el tiempo en que se mantuvieron en vigilancia. No había mucho rescatable, pero si una lista de nombres ideal para comenzar a hacer preguntas.

Y era todo lo que necesitaba.

Ahora necesita el resultado de esa prueba y quizá podría unir los puntos de Shinichi con los suyos.

Chikage salió justo en ese instante, son una sonrisa cálida mirándole a ambos. Tras de ella, la médica tenía entre las manos dos pequeños cilindros donde habían isopos con los que hizo la recolección.

—Normalmente tendrías que esperar dos semanas para un resultado —dijo inmediatamente, sabiendo que Shinichi volaría hasta ella con demasiada ansiedad. —Pero lo haré en tres días por ti. Es lo menos que puedo tardar.

—Me sirve, muchísimas gracias, Yuka. —agradeció, dejando pasar a la chica por el pasillo, camino al laboratorio que estaba un par de puertas más adelante.

Con esto, había avanzado el primer paso hacia una posible teoría. Un paso más cerca de él.

Y estaba seguro del resultado de la prueba incluso sin conocerla. Hattori se extrañó de esa parsimonia en el rostro de su amigo y de aquella mujer. Estaba seguro de estarse perdiendo algo realmente importante.


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¡HOLAAAA! ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez? 

¡Estoy consciente que muchísimo, perdón! Encontré que la única forma para avanzar cada fanfic que tenía era ir uno en uno, y es el turno de Bittersweet! Realmente amaba este escrito y ahora está tan abandonado... Lo siento:c

Por fin retomé la idea y las riendas de éste y trataré de dedicarme a él, ¡como verán! También editaré un poco los primeros capítulos, nada importante (creo que ya lo había dicho D:) es más que nada que reconozco poco mi forma de narración y me gustaría corregir algunos detalles menores. Muchísimas gracias por leer esto, y espero que realmente disfrutases este nuevo capítulo. 

Hasta la próxima<3

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