Capítulo 6. {Mentiras}
22 de Febrero, 10:27am.
Está vivo.
Sus preciosos ojos índigos, aquel cabello revuelto y su suave piel nívea, recordaba todo aquello que componía a ese hombre al que tanto amaba. Una luz de esperanza se encendía dentro de sí mismo, pero por más que hubiese visto en él a Kaito, se sentía totalmente perdido. Todavía no estaba dentro de él que de verdad fuese Kuroba... Parecía que su cabeza estuviese jugándole sucio, como si quisiera cambiar todo lo que había visto para hacerle creer algo que podía destrozarlo más; Que él estuviese verdaderamente vivo, y no fuese capaz de encontrarle.
Se dejó caer sobre las almohadas, pronto estaría fuera del hospital, pero no había dejado pensar en todo aquello que lo atormentaba, especialmente ese mago.
—¿Por qué me haces esto? —mordió su labio inferior, reteniendo las lágrimas que se esforzaban en salir, le encantaría arrancarse el corazón, parecía que de ahí fuese que proviniese el dolor, aunque solo fuera una ilusión.
—Kudou... —era Hattori adentrándose a la habitación, con unos papeles en mano que de alguna manera aterraron a Shinichi. —Fírmalos, te darán el alta de aquí.
El detective asintió, apoyándose contra él para firmarlo. El moreno rió audiblemente, dejando los papeles aún lado y mirándole fijamente. Está persona guarda secretos. Desde el inicio, cuándo lo conoció, lo sabía, pero ahora estaba aterrándolo la idea de los oscuros secretos que podía guardar Shinichi Kudou para sí mismo.
—¿Qué pasa? Si me miras así... Me asusta un poco, Hattori. —se escurrió el detective, intentando levantarse de la cama para poder finalmente retirarse.
—¿Qué es lo que recuerdas del día del robo? Estabas desmayado cuándo te encontramos, pero estuviste consciente, ¿qué sucedió? —el moreno tenía un punto, él sabía hasta dónde querían llegar presionándolo para que hablase.
—N-no lo sé... —su piel se erizó. No estaba siendo cuidadoso con las mentiras que soltaba, ni siquiera sabía con qué podía excusarse.
—Kudou, no mientas. Te vi. Tú estabas ahí y él también. ¿Qué sucedió? —Hattori le tomó de la muñeca, obligándole a mirarle. No podía escapar, lo sabía, pero tampoco podía explicárselo. —¿Por qué actuaste como si él fuera...? —Hattori sentía que su pecho desbordaría de rabia.
—¡No te incumbe! —interrumpió Kudou, soltándose del agarre y vistiéndose rápidamente. —No sucedió nada Hattori, por favor déjame en paz.
El moreno lo miró curvando sus labios. Este no es el Shinichi que yo conozco. No sabía que habían sido esas palabras que lograron decirse, pero fuese lo que fuese, habían desorbitado totalmente al más sagaz detective. Apretó los puños, apartándose de la camilla para ir tras él. Sabía perfectamente que simplemente estaba huyendo, pero no se lo aceptaría. No esta vez. Lo acorraló contra la pared, tomándole la barbilla. Eran casi de la misma altura y las miradas feroces de ambas mostraban que ninguno estaba dispuesto a ceder.
—Te lo preguntaré una vez más. ¿Qué pasó allá arriba? —Heiji no tenía delicadeza alguna, pero aún si Shinichi estuvo hospitalizado, no se quedaba atrás.
11:02am.
Sus ojos permanecían vendados, pero aunque él no podía ver, sabía que habían dos personas en aquella habitación aparte de él. Sus manos estaban magulladas, especialmente la zona de las muñecas que estaban atadas por un montón de tela gruesa que le impediría liberarse. En su vida debió escapar de situaciones peores que ésta, pero el hecho de que sus manos estuviesen tan dañadas le quitaban cualquier escape a un mago como él. Bien jugado. Pese a estar vestido, sentía como la sangre escurría desde su rostro deslizándose a través de su cuello. Ni siquiera quería pensar en que estarían diciendo en las noticias de él. Finalmente devolvió la joya, sí... Pero a causa de ello, su captor había decidido castigarlo más aún, inclusive por quedarse algunos segundos con Shinichi.
Sí, que estuviese con él era algo que convenía al captor. Había logrado retorcer un poco más a esa dañada persona.
—Me alegra tener dos víctimas... —el sádico que los mantenía había cambiado nuevamente su voz. Nunca sabía si era mujer u hombre, pero llegó a temblar cuando se dio cuenta que la persona a sus espaldas era otro prisionero más de la idiota que los tenía atrapados.
—¡¿Qué quieres de nosotros?! —Oh, maldita sea. Kaito no podía dejar de maldecir mientras las manos del otro inquieto se movían a sus espaldas. Reconoció la voz, fue uno de los tantos que trabajó con Shinichi en el caso de la Organización, y de hecho, uno de los más destacables.
—Quiero verlos pudrirse. —la voz del captor había sido tan fría que de solo imaginarse la inmensidad de torturas que podían salir mientras ellos no podían liberarse le aterraba. —Por cierto, perfecto trabajo, ladrón, has robado un poco más de la cordura de Shinichi Kudou.
Esas palabras se clavaron en él tan profundas, que sabía que no las olvidaría.
15:32pm.
No había tenido de analizar lo que sucedió en el hospital, y le encantaría no darle demasiadas vueltas. Maldecía de paso a Hattori, por ser tan imprudente, probablemente ahora estaría bebiendo, pero él quería avanzar en las pistas del caso. Sí era verdad que ese ladrón no estaba muerto, prefería encontrar una persona sospechosa antes de dar paso a que el resto lo supiera. Sabía que de estar vivo estaba en terrible peligro, por lo que debía ser cuidadoso.
—Te odio por hacerme esto. —musitó entre dientes, con el mapa de personas incógnitas con el que trabaja en esa Agenda, pero no se le ocurría ningún nombre que pudiese ser una posible amenaza para Kuroba, a menos de que fuesen fanáticos en cuyo caso las posibilidades eran infinitas.
Su celular comenzó a sonar, y pegó un pequeño salto dándose cuenta de quién le llamaba. Era Hattori. La escena de la tarde llegó hasta su memoria y perdió su mirada en el cuadernillo. No quería recordarlo.
—No estoy llamándote por gusto, Megure dijo que debíamos ir rápido. —mencionó el moreno, con un ligero suspiro y una voz de alcohólico que no le pegaba nada.
—¿Dónde estás? Iré a buscarte para ir al Departamento. —un suspiro cansado de Shinichi, acompañado de una risa de burla por parte de Hattori.
Levantándose, habiendo anotado la dirección del bar dónde Hattori Heiji estaba dando la hora, avisó a Kazuha de su ida, tomando el auto que hace mucho no usaba. Su conducción era rápida, demasiado descuidada para un joven adulto que encima trabajaba en el Departamento de Policía, pero no quería demorar si era una noticia de Megure.
El Inspector permanecía mirando la imagen de aquel que era noticia, notablemente confundido. No sabía si podía relacionarlo o no, pero la persona ahí plasmada y lo que significaba le daban escalofríos. Pese a que no encontraba buena decisión decírselo a Shinichi, al ser un conocido de éste no le quedaba más opción que informárselo, ya vería si de verdad fue bueno o no.
A la entrada de estos al edificio, tanto Hattori como Shinichi parecían haber corrido una maratón. Se acercaron al escritorio para hallarse con aquella imagen que no los dejaría en paz. Junto al informe policial que lo indicaba como Desaparecido.
—La noche del 21 se registró la casa del individuo encontrándose rastros de sangre y su ausencia. El sujeto se declaró desaparecido. Su nombre es Rei Furuya.
—¡Maldita sea!
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