Capítulo 1. {Soledad}
Hoy era San Valentín. Ese día especial donde las parejas sólo desean amarse, quererse y estar acompañándose. Las que se quieren, lógicamente. Este era el caso de Shinichi y su extravagante pareja, Kuroba Kaito. Ese ladrón que hacía años que descubrió, que comenzó a amar y quién correspondió sus sentimientos.
No.
Siempre el trabajo de detective estaba por delante. Lamentaba que hoy también fue así, porque quería estar con Kaito, acompañarle, hacerle el amor hasta dejarlo exhausto, hasta que no quisiera caminar en semanas, teniendo la oportunidad de disfrutarle todas las mañanas, pero Megure estaba ahí, pidiéndole a él, como detective reconocido, que resolviera este estúpido caso. Otro hombre más que pensó que su mujer lo engañaba y la asesinó, pero todavía no tenía pruebas de ello. Quería irse rápido. Una gran angustia crecía en él a medida que el tiempo pasaba y la noche corría, casi abandonando ese día catorce, aquel que él tanto esperó para poder estar con su jovial ladrón.
Tenía el corazón en la boca, pero no sabía decirse por qué. Quizá estaba paranoico; solo quería disfrutar con Kaito y no podía, o también su instinto le estaba diciendo que corriera. Lo ignoró. Mientras más pronto resolviese el caso, más pronto iría a su casa, donde su hombre le estaría esperando en la cama, quizá con chocolates y mantos blancos que hiciesen parecer la pureza máxima, o también pudiese experimentar con la pasión del rojo. De solo imaginarlo, se relamía sus labios, deseoso.
Mordió su lengua, debía concentrarse.
De verdad estaba tratándolo, pero solo podía pensar en una y mil maneras de someter a Kuroba contra las sábanas, que pidiese y rogase por más. ¡No, nada de aquello era posible porque un imbécil decidió no confiar en su mujer! Para lamentos del hombre, cuando le contase la verdad, quizá lo correcto será mandarlo al psiquiatra, querrá suicidarse cuando sepa que su esposa en realidad planeaba el mejor San Valentín para él.
Sacudió su cabeza, miró su reloj con atención. 21;47pm, del 14 de Febrero.
¡No quería dejar a Kaito esperándolo con esas rosas en la boca! Quería llegar a devorárselo, pero como iban, parecía que esto daría para horas, pues lo único inteligente del hombre es que sabía esconder bien el arma.
Lo consideró, enojado, echó una mirada a Megure para avisarle que ya venía, retirándose de la habitación. Los hijos mayores daban testimonio, cosa que a él no servía de mucho.
Marcó con rapidez el número de Kaito, saboreando lo que su pervertida mente imaginaba que estaría haciendo. Kuroba no era pan de Dios, algo de lujuria y placer estaría haciendo. Era San Valentín y su novio le llamaba, difícil sería pensar que su hombre estaría con tranquilidad esperándole.
— ¡Kaito!—casi jadeó Shinichi, habiéndose alejado lo más que podía del resto de policías de la copucha que querían saber cada cosa que hacía.
— ¡Shin-chan! ¿Cuándo es que llegarás a casa?—ronroneó al otro lado, escuchándose cierto movimiento peculiar que hizo a Kudou arder en la perversión.
— ¡Pronto, pronto, amore!—dijo, aunque dolió haber mentido—Megure me tiene metido aquí, y no deja escaparme de esta tontería ¿Podrás esperarme, mi amore?—cuestionó, con un deje de tristeza.
Kaito soltó un gemido—S-sí—respondió, mientras otros sonidos se escapan de la garganta del mago. Shinichi de seguir escuchándole tendría que ir rápido a una sesión en el baño, con agua fría.
Se despidieron y cortó la comunicación. Haciendo sangrar su labio inferior de la impaciencia, trató de que su mente se despejara, para sacar las pistas de la posible ubicación de la última prueba concluyente que le faltaba, pero nada. En su cabeza rondaba la sensualidad de su pareja y que el Inspector no deje que huya de una vez por todas. No es que no quiera su trabajo, pero necesita intimidad con Kaito de vez en cuando.
15 de Febrero, 02;45am.
Se odiaba así mismo. Después de terminar el caso, se vio obligado a dejar a Satou en casa de la misma, pues ha Takagi le tocaba un especial en la ciudad de Osaka y la mujer estaría sola. Quedó estancado en el tráfico. Ya el cansancio le había ganado, por lo que cuando llegó a su gran mansión en Beika, aparcando el auto, no pensó en nada más que dormir. No pudiendo ser capaz siquiera de verse capaz en llegar a su habitación, se instaló en el sofá. Ya mañana debería disculparse con Kaito, vería una cena y comprar algunas flores, no podía pensar en nada más. Se aflojó la corbata y sin pensarlo dos veces, se dejó caer de cara hacía el sofá. Dolió, sí, pero no le importó en cuanto sintió el sueño bajar y todo se volvió oscuro.
10;16am.
A la mañana siguiente, pensó que el lugar estaba demasiado silencioso. El Sol mañanero le ayudó a vislumbrar a través de su salón. Nadie. Kaito suele levantarse temprano pues continuamente está trabajando en ilusiones ópticas junto con Jii, por que pronto tendrían una gira en Europa, el mago era reconocido a nivel mundial. Caminó hasta la cocina, su corazón estrujándose al encontrar velas desechas en una mesa que tenía todo un ambiente preparado. Ollas sucias, y botellas de licor sin abrir a un costado.
Decidió subir. No podía dejar de culparse del hecho que abandonó a Kaito en San Valentín, así que deseaba ir a buscarle a la habitación. Al menos, hoy era su día libre. Advirtió que él mismo asesinaría a cualquiera que quisiera interrumpir su sueño y descanso el día de hoy, así que los demás acordaron que ni por el caso más importante del mundo, se podría hoy molestar al gran detective del Este, Kudou Shinichi.
No. En la habitación, Kaito tampoco se halló. Vio en la cama, unas frezadas de rojo, un pedazo de tarta desparramado en el suelo de fresas y chocolate. Una punzada llegó a la altura de su corazón y se preocupó. Kaito le llamó repetidas veces a las 00;29am y minutos después, pero él no contestó. Mordió su lengua, revisando su móvil. Eran doce llamadas perdidas. Marcó el número del mago, pero nadie contestó. Siguió sonando, pero al final se rindió. Después, decidió llamar a Aoko. Esa chica sabía dónde Kaito podía estar, pues lo más seguro es que de estar enojado habría vuelto a su propia casa.
— ¿Nakamori-san?—preguntó, un poco desentendido. No quería molestar a estas horas de la mañana, pero comenzaba a preocuparse.
— ¿Qué sucede, Kudou-kun?—respondió la muchacha, que venía de una cansina jornada nocturna.
— ¿Sabes dónde podrá estar Kaito? No lo encuentro y no está en casa—suspiró el detective, haciendo preocupar a la muchacha.
— N-no lo sé. Veré en su casa y te llamaré ¿de acuerdo?—la muchacha respondió, dejando la línea en blanco con el último sonido del crujir de la cama.
¿Dónde te has metido?
Quería despedazar sus puños sin encontrar respuesta. Por fin, apenas respirando con el corazón desbocado, recibió una llamada. Sin pensar contestó, confiándose de que era Nakamori Aoko, pero no. La voz del otro lado parecía en pánico, pero él no supo si era por su amenaza o por otro motivo. Escuchó, aunque su primer instinto haya sido quebrar el celular contra el suelo.
— Kudou-kun, deberé pedirte un favor—sonó de Satou, a quién se le empezaba a cortar la voz—Necesito que vengas con urgencia al Río Teimazu, a las afueras, necesitamos de tu ayuda—declaró la detective, un poco alterada.
Shinichi gruñó—¡¿No dije ya...
La mujer del otro lado le cortó—Shinichi, es enserio. Se te necesita con más urgencia, creo que esto si es importante, tanto como para llamarte aún si me arriesgo a un asesinato—dijo, con seriedad que Kudou había escuchado contadas veces.
Cortó, pero él decidió que con eso era suficiente. Se arregló con rapidez, mirando atrás antes de cerrar la puerta donde Kaito tantas veces había dormido con él. Estaba preocupado de encontrarle, pero de seguro estaría terriblemente enojado, lo suficiente para escaparse. No sabía cómo se iba a disculpar, pero se lo venía pensando desde ya.
Llegó al lugar indicado, pegando un salto a la valla de protección, a lo que los policías suspiraron. Shinichi seguía tan activo como siempre. Megure y Satou discutían, mientras él se acercó, lo más animoso posible. No podía demostrar su mal humor en el trabajo.
— Satou—llamó Megure a la chica a su lado, al ver a Shinichi llegar a la escena del crimen. Tras ambos Inspectores, Shinichi vio un cuerpo calcinado, tanto que nada más que restos negros podían verse.
La Inspectora negó con la cabeza—No puedo, señor—la muchacha susurró con dificultad, mordiéndose con fuerza el labio mientras cerraba los ojos, echándose atrás.
Megure tragó, como si aquello fuese lo más difícil en este momento—Kudou, ¿puedes reconocer a ese cuerpo?
Shinichi se acercó, para ver más de cerca a la persona. No, ni con autopsia sería posible identificar, el nivel de quemaduras era tan elevado que hasta los huesos habían sufrido daños. No estaba seguro de si pudiesen identificar aún con las células de este. Dándose vuelta al Inspector, Shinichi negó.
— Bueno, lo hemos podido reconocer por los objetos que traía encima, mira bien, Kudou—pidió el Inspector. No era él capaz de decírselo, de su boca no podía salir esa noticia, incluso encontraba más fácil pegarle un disparo al menor en vez de anunciarle lo que descubriría.
Satou extendió los sobres donde algunos objetos ya habían sido guardados, el resto estaban aún siendo despojados de las entrañas de la piel quemada que los había chupado. El detective miró. Su corazón dio un salto, ese móvil era idéntico al de Kuroba. Alarmado, miró el resto de cosas. La pulsera de oro que siempre traía encima Kaito estaba en una de esas bolsas, la reconoció por el grabado "Kuroba". Se la había regalado Chikage, la madre, para siempre hacerle recuerdo de quiénes eran. Desesperado, pidiendo que por favor no fuese así, miró de nueva cuenta al cadáver. Si, allí estaba esa cadena dorada que él le había regalado, aquella que tenía una K&S, simbolizándolos juntos.
Su vista, él en pánico, sin respirar siquiera, si dirigió hacía los otros dos que le miraban, ambos sabiendo quién era, tanto como Shinichi acababa de descubrirlo.
— Kudou, lo sentimos...—comenzó Satou, regresando los objetos a los forenses.
— Esa persona fue identificada como Kuroba Kaito—completó, sin ser capaz de mirar al chico, Megure.
— ¿Estáis de broma, verdad?—preguntó, atónito—¡DECIDME QUE ESTÁIS BROMEANDO DE UNA PUTA VEZ!
Ninguno de los dos le miró.
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Well, well, well...
¡Hola! Primer capítulo de Bittersweet, que... Bueno, ya ven, tiene pinta de ser dramática. No se preocupen por nuestro amado ladrón<3, o bueno sí, preocúpense, pero solo para no matarles la emoción KaiShin de inmediato con este primer capítulo les desvelaré algo. Nuestro ladrón hará más apariciones, ¿cómo? Pues ya verán.
Ahora mismo no me gustaría desvelar demasiados secretos al respecto, pero ya irán viendo a medida que avance la serie *Cofcoffordcofcof*. En fin~ Tenía planeado este fanfic hace ya un rato, por fin terminé uno de mis pendientes y me podré dedicar a esta novela igual^^. Siempre quise hacer un KaiShin un poco dramático, aunque creo que mate a Tantei-kun en el primer capítulo... Ya se lo recompensaré. ¡Espero les agrade! Aunque comenzara un poco... fuerte, ya podrán seguir viendo el resto de capítulos~.
¡Muchas gracias por leer!
Es hora de que me despida, ¡Hasta luego!
Sum~
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