03| Primer encuentro
6° grado, la primera vez.
Lo lamento.
—Quiero decir, está bien... —dijo la pequeña niña con evidente preocupación.
El inicio no fue bueno desde el principio.
—¿Qué significa "bien"? —respondió con desdén—. ¿Acaso soy tan increíble que te hace sentir "bien"? —le espetó finalmente.
Todo se complicó desde el principio.
...
Una multitud de niños se apresuraba hacia sus aulas, el receso estaba a punto de terminar y necesitaban llegar antes que los profesores. Sin embargo, dentro de un aula en particular, había un niño que llamaba la atención de las niñas, quienes susurraban entre ellas:
"Nunca lo había visto antes."
"¡Es tan diferente! Es muy guapo."
"¿No es el nuevo estudiante que llegó hace poco?"
Él presionó incómodamente su libro de biología y devolvió la mirada, sintiendo cómo todas las niñas lo observaban.
Maldición.
Pensó, deseando poder salir corriendo, pero eso solo lo haría parecer tonto.
—Oye... —el sonido estruendoso del cartón chocando con su mesa lo hizo sobresaltarse y mirar a la causante de su incomodidad. —¿Quieres tomarlo?
Una niña.
Una pequeña de cabellos rojos lo miraba mientras le ofrecía un pequeño cartón de leche de chocolate.
Shin Soo-bin.
—No has comido. —insistió. —¿No tienes hambre?
Su semblante se volvió serio mientras la observaba fijamente, esperando una respuesta.
—No tomaré nada de alguien que no conozco. —sentenció, su voz sonando fría.
—¿Qué? —respondió ella exaltada, encontrando su respuesta grosera.
—Tómalo tú.
Hizo una mueca de disgusto.
—Está bien, como quieras. Si no quieres comer, no lo hagas.
Se dio media vuelta, lista para regresar a su lugar, mirándolo de reojo mientras sus ojos se encontraban con los de él, llenos de determinación.
Min Yoongi.
Se había trasladado a la escuela de Soo-bin en sexto grado.
Su atractivo físico era el tema de conversación en toda la escuela.
—Muy bien, chicos, ¿quién está emocionado por el picnic? —las voces afirmativas resonaron rápidamente y la profesora sonrió.
Todos los niños levantaron la mano; el picnic había estado planeado desde hace dos semanas. La profesora les recordó a todos que ese era el último día para pagar y varios niños levantaron la mano.
—Está bien, chicos, el jueves será el último día para aquellos que aún no hayan pagado su parte del picnic. No se desanimen, hasta mañana.
Dicho esto, todos los niños salieron del aula, y como siempre, Soo-bin fue la última en salir.
Sostuvo su mochila con ambas manos mientras caminaba de regreso a casa. Algo la había estado molestando desde que salió de clase.
Min Yoongi aún no ha pagado el picnic, pensó. El recuerdo de verlo levantando la mano cuando la profesora preguntó por los pagos lo confirmó.
Sin embargo, se dijo a sí misma que estaba prestando demasiada atención.
¿Es por su atractivo? se preguntó.
Negó rápidamente, alejando ese pensamiento de su mente.
Evidentemente, no era así.
Cuanto más lo pensaba, más frustrada se sentía. De repente, Soo-bin dejó de prestar atención a sus pensamientos y se centró en los gritos que venían del callejón donde estaba pasando.
"¿Cuál es el costo del picnic?"
"¡Solo haz lo que te digo!"
Soo-bin se acercaba cada vez más al lugar de donde provenían los gritos, hasta que finalmente encontró un pequeño sótano que se podía ver desde donde caminaba, y se detuvo al darse cuenta de quién estaba allí.
Min Yoongi.
Cerró los ojos, asustada al escuchar los fuertes gritos del hombre mayor.
"¡Maldita sea, desde cuándo eres tan descarado!"
Un golpe seco impactó en el estómago del niño, haciéndolo caer, mientras Soo-bin lo observaba.
Finalmente, sus ojos se encontraron con los de él, fríos e inexpresivos.
Fue entonces cuando Soo-bin salió corriendo.
...
Tal vez... ¿es que no puede pagarlo? pensó.
Se asomó sigilosamente por la puerta, asegurándose de que nadie la viera mientras hacía lo que estaba a punto de hacer.
El día anterior no había podido dejar de pensar en lo que había visto y, por lo tanto, se sentía mal por Yoongi. Así que cuando le pidió dinero a su madre para el picnic, con la excusa de que habría otro evento después, le pidió un poco más y juntó unos pocos ahorros que tenía guardados.
Así completó el dinero suficiente para que Yoongi pudiera asistir al picnic también.
Se acercó al pupitre donde solía sentarse el chico de pelo negro y, con cuidado, introdujo el sobre con el dinero entre los libros de Yoongi. Una vez que lo hizo, se alejó deprisa al escuchar voces que parecían acercarse al salón, sentándose en su lugar habitual.
Poco después la clase comenzó y todos los niños ya estaban dentro, para Soo-bin todo su plan transcurriría bien ya que Yoongi seria parte del convivio y nadie sospecharía que ella fue quien lo ayudo.
O eso, hasta que aquel despistado niño abriera su boca para decir:
—¡Profesor! mi dinero para el picnic no esta!
Todos en aquella aula comenzaron la búsqueda del dinero de su compañero, sin embargo, no estaba por ninguna parte, por lo que los niños comenzaron a pensar en otros lugares, sin embargo, pronto una duda comenzó a circular como chisme.
—¿No habrá sido Min Yoongi? Él no tenia dinero para el picnic.
—¿Tal vez? Él es muy pobre, su madre lo abandono y ahora vive con su abuelo.
—Sí, yo lo vi en el sótano. Su abuelo siempre que bebe alcohol lo maldice.
Así los murmullos continuaron y rápidamente todos voltearon para ver al niño de quien estaban hablando.
Yoongi, sentado en su pupitre, con un par de golpes en su cara, miraba fijamente aquel sobre que sobresalía de entre sus libros.
La profesora Park se percato de esto y se dirigió hacia Yoongi.
—Yoongi, sígueme a la oficina del director.
Soo-bin en ese momento reacciono y fue de inmediato con la maestra para decirle que era un malentendido, que ella puso el dinero del picnic en su cajón.
Pero la maestra pareció entender mal y creyó que solo estaba cubriéndolo por lastima.
Unas horas después se descubrió que el dinero del niño estuvo dentro de su propio cuaderno todo el tiempo.
Al final, todos los malentendidos se resolvieron y Min Yoongi quedó libre de culpa.
Sin embargo, nada se sentía bien.
Al salir de la oficina del director, Soo-bin había seguido a Yoongi para disculparse con él.
—Min Yoongi, lo siento —dijo ella, agarrando la parte trasera de su camiseta para detenerlo—. ¡Solo quería ayudarte!
Él se detuvo y la miró con molestia.
—¿Esa era tu manera de ayudarme? —le reprochó bruscamente, apartando su mano de su camiseta—. ¿Realmente creíste que fue algo tan bueno? ¿O solo fue una forma de satisfacerte a ti misma?
—¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor? —le preguntó ella angustiada y asustada, completamente sorprendida por la situación.
Él la miró con odio.
—No necesito nada —dijo mientras se acercaba a ella—. No necesito que hagas nada, así que déjame en paz.
—¿N-no? —Soo-bin retrocedió mientras él se acercaba, sintiéndose como un pequeño cordero acorralado por un lobo.
—Me vengaré por mi cuenta —declaró con firmeza, acorralándola contra la pared con su mano para evitar que escapara—. Y lo que siento ahora tendrá un significado para ti, te haré sentir lo mismo.
Soo-bin se quedó en la esquina, en shock por lo sucedido, preguntándose por qué no podía ver que solo quería ayudarlo.
Desde entonces, la distancia entre él y Soo-bin se hizo más grande. Finalmente, se graduaron sin que él le permitiera dar una explicación.
Soo-bin no lo sabía, pero en aquel momento, esa persona había cambiado su vida por completo.
...
Con el paso de los años y las estaciones, la vida de Soo-bin se estabilizó. Aplicó para una beca de residencia debido a las mudanzas constantes de sus padres y al fracaso de su padre al intentar expandir el negocio. No quería posponer más su educación secundaria.
Las buenas noticias llegaron pronto y Soo-bin fue aceptada en la escuela secundaria de Daegu, la misma escuela a la que asistía Min Yoongi.
A veces se cruzaban por la escuela, como ese día cuando Soo-bin llevaba la última caja de sus cosas a la residencia de niñas.
Pero algo había cambiado drásticamente entre ellos. Ahora él le inspiraba miedo.
—Buen día, Soo-bin —la saludó un chico llamado Dan.
Ella le devolvió el saludo con una sonrisa, misma que desapareció cuando vio pasar a Min Yoongi, quien se acercó a Dan. Soo-bin prefirió no saber más después de eso.
Ese día parecía normal, a pesar de encontrarse con Min unos momentos antes. Parecía que no le importaba seguir adelante.
O eso creía.
¡Maldito Min Yoongi!
El grito de un niño la hizo saltar y girar la cabeza rápidamente para ver qué pasaba. Soo-bin soltó la caja que tenía en las manos y corrió en dirección contraria a donde iba.
—¡Tú, Min Yoongi!
Soo-bin abrió los ojos cuando Dan golpeó a Yoongi tan fuerte que lo dejó en el suelo. Yoongi se limpió la mejilla y se lanzó sobre él.
Pero la pelea no duró mucho; cuando más estudiantes se dieron cuenta de lo que estaba pasando, llamaron a un profesor que los separó.
Dan fue llevado a la dirección y Yoongi, afectado físicamente, a la enfermería.
Y, por supuesto, Soo-bin siguió al chico que había provocado todo, esperando pacientemente a que saliera de la enfermería.
—Tú —señaló a Yoongi tan pronto como salió, y él la miró con desagrado—. ¿Hiciste eso a propósito?
Yoongi la miró de arriba abajo.
—¿No estamos fingiendo que no nos conocemos? —habló con ironía—. ¿De repente te importa? Solo vete.
—¡Espera! Molestaste tanto al chico que vino por ti, lo vi. Tú... ¿qué dijiste para que se pusiera así? —lo cuestionó con una mirada interrogante—. Deliberadamente hiciste que te golpeara.
Yoongi la miró desinteresadamente.
—¿Y qué? —respondió.
—¿Y-y qué? —repitió, incrédula.
—¿Qué tiene de malo? —continuó mientras cerraba la puerta de la enfermería—. A veces, para ganar, hay que perder. ¿Lo entiendes? Enséñaselo a tu hijo cuando lo tengas. Yo viviré así hasta que muera.
Soo-bin apretó los dientes, ya demasiado enojada para seguirlo, y él ya estaba lejos de ella.
—¡Espera un segundo! —lo alcanzó y agarró su brazo para detenerlo—. Tú... ¿te estás vengando de él, verdad? ¿Es eso?
—¿Qué? —respondió él.
—Es que tú... tú no deberías...
Soo-bin fue interrumpida cuando Yoongi giró hacia ella repentinamente y la tomó del hombro, acercándose a su oído para susurrarle.
—No soy como crees. —una sonrisa socarrona se coló entre sus labios—. ¿Tienes miedo de ser la próxima?
Soo-bin se quedó en shock, sin saber qué decir. No esperaba eso en absoluto.
En aquel entonces, originalmente habría sido suspendido o expulsado si no fuera por su día de suerte.
El candidato a presidente estudiantil era famoso por su amabilidad y buena conducta, pero después de ese incidente, estaba claro que su postulación sería cancelada. Y con la competencia eliminada, Min Yoongi no perdería la oportunidad.
Soo-bin siempre había ignorado tanto a él como a Min, que, oh sorpresa, era candidato a presidente estudiantil.
Era un hecho que, en ese momento, Min Yoongi ya había cambiado por completo.
Y Soo-bin no tenía más remedio que esperar su turno.
...
Tercer año de secundaria. La pesadilla de Soo-bin comenzó.
—Creo que lo voy a hacer, papá... —su voz era entrecortada.
Apoyó su cabeza entre sus brazos, posados sobre la cama del hospital.
Su padre la miró con cierto remordimiento, pero no estaba en condiciones de ayudar a su hija ni a su madre.
—Está bien —dijo, acariciando la cabeza de su hija con la mano.
¿Cómo había pasado todo?
Los padres de Soo-bin solían vender en un puesto de comida. Les iba bastante bien, pero de repente todo se derrumbó cuando el puesto se vio involucrado en una pelea entre pandillas y sufrió graves consecuencias. Y eso no fue todo; luego de eso, su padre sufrió un accidente automovilístico.
—Solo necesito tratamiento por seis meses —dijo su padre, acariciando su hombro.
Soo-bin estaba devastada, sin saber qué hacer. Se lamentaba por no poder ayudar a sus padres con el dinero.
Estaba realmente asustada.
Ese día había decidido dejar la escuela, conseguir un trabajo y ayudar con los gastos. Primero se lo había dicho a su padre, quien no dijo nada al respecto.
Ese tiempo fue tan miserable para ella.
Pero irónicamente, justo cuando estaba a punto de decirle a su madre, pasó lo inevitable.
Soo-bin y su madre, que minutos antes estaban conversando dentro del pequeño apartamento, salieron al escuchar que tocaban la puerta de entrada.
Sin embargo, la última persona que Soo-bin quería ver era la que estaba afuera.
—Hola —comenzó él, su voz más suave al presentarse con su madre—. Soo-bin vive aquí, ¿verdad? Soy un amigo suyo. Me llamo Min Yoongi.
Esas palabras dejaron helada a Soo-bin...
—Gracias por ayudarnos, estoy muy feliz —escuchó a su madre agradecer lo que su "amigo" había hecho.
—No, señora. Es un placer para mí ayudar —respondió él, sosteniendo las manos de la mujer y regalándole una sonrisa comprensiva—. En el pasado, cuando estaba pasando por un momento difícil, Soo-bin me ayudó. ¿Le contó que pagó por mi picnic escolar?
Soo-bin escuchaba todo esto sin poder verlos, sintiéndose aún confundida y temerosa por lo que estaba sucediendo.
La cantidad de dinero que Yoongi les había prestado eran 100 millones, a pagarse en un plazo de 10 años.
Soo-bin lo pensó, y en realidad fue un buen acuerdo. Pero después de lo que Yoongi mencionó a su madre, ya no se sentía tan bien.
Finalmente, después de unos minutos, logró mirarlo a los ojos, notando esa mirada que aparentemente solo ella podía entender.
Asquerosa satisfacción.
—Pensé en esto como una recompensa por lo que hiciste —dijo Yoongi.
Soo-bin se quedó en silencio. Necesitaba pensar con claridad.
—Aun así, es mucho dinero... —insistió su madre.
Yoongi continuó hablando, mirándola fijamente.
—Es una cantidad importante. ¿Por qué lo hice? Pienso... —se detuvo un momento, inclinando la cabeza—. Pienso en lo que es importante.
La madre de Soo-bin asintió, creyendo en las palabras que, según Soo-bin, aquel "idiota" le decía descaradamente.
—Oh, ella es la asistente de mi abuela —presentó a la mujer uniformada a su lado—. Ella les ayudará con el contrato —tomó una carpeta y se la entregó a su madre—. He preparado la documentación con antelación; puede revisar las pautas aquí.
Con esto, se dispuso a irse. Hizo una reverencia a la madre de Soo-bin y antes de partir, dirigió su vista hacia ella.
—¿Mmm? ¿Por qué me miras así? Somos amigos, ¿no?
Soo-bin no dijo nada. De todos modos, él debía saber lo que ella sentía.
—No seas tan fría. No es como si te estuviera regalando algo —puso su mano en su hombro por un instante—. Si deseas algo, persíguelo hasta el fin del mundo y lo obtendrás —retiró su mano y antes de marcharse por completo, le susurró—. Asegúrate de devolverme mi dinero, ¿entendido?
Y así se fue, dejando a Soo-bin ardiendo de impotencia dentro del departamento.
Sus ojos se abrieron de par en par y su boca se entreabrió para soltar un jadeo, asimilando todo.
No fue hasta ese momento, entre todos los sentimientos acumulados en ella, que comprendió.
Cuando todos pensaron que él era un ladrón por el incidente en el salón, ¿Min Yoongi se había sentido tan miserable? Ese tipo...
Su venganza realmente estaba en otro nivel.
¡Nuevo capítulo después de tantoooo! Estos meses han sido bastante ocupado para mí, y aprovechando que tengo un par de semanas con algo de tiempo libre, me dediqué a terminar esto. Espero que puedan comprender.
Gracias por seguir leyendo, nos vemos la próxima <3
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