Finalmente en casa
Lee Chan había muerto.
Eso le habían dicho en cada Comisaría de Policía a la que había ido.
Pero Jun sabía que eso era totalmente
imposible.
Así que armandose de valor fue directo
al único lugar donde no quería regresar
nunca.
La Agencia Espacial de Corea del Sur, sé sintió como un tonto la media hora que estuvo esperando en las puertas de aquel lugar, sus ojitos miraban el terreno, rodeado por una valla eléctrificada muy alta, y cámaras de seguridad que lo miraban fijamente pero que a la vez lo ignoraban, porque nadie se había asomado desde el interior.
Su corazón estaba muy acelerado, la gravedad de la Tierra lo hacía sentir muy pesado y le molestaba que sus pies estuvieran tan pegados al suelo, sus manos estaban sudando mucho, porque al parecer la tierra estaba ligeramente más cerca del sol en su órbitay eso hacia que ocurriera lo que llamaban "verano", estaba muy irritado y molesto por todo.
Cuando se cansó, pensó que quizás debía estar mucho más cerca como para ser notado, así que suspirando de forma pesada, cerró sus ojos para concentrarse correctamente.
Concentró todo el polvo estelar de su cuerpo, sintió aún más calor y su cuerpo comenzó a brillar mientras cambiaba a su forma más escencial y propia de los cuerpos celestes de los cuales descendía.
Una estrella, fugaz.
Viajó con rapidez sobre la valla, en forma de una esfera muy brillante, dejando una línea de luz detrás de él y cayó frente al gigante y amplio edificio, y al parecer eso fue lo único que hizo lamar la atención, porque las cámaras comenzaron a moverse mientras avanzaba al interior, no tardó más de cinco segundos allí que el primero de la gente que lo miraba se le acercara.
—Disculpe, disculpe...
Jun rodó los ojos y miró sobre su
hombro al castaño que estaba con la boca entreabierta.
Sus cejas estaban alzadas con sorpresa y en sus ojos de color miel brillaban estrellas que bailaban con sorpresa.
Sé volteó completamente hacia él y sus
labios en una ligera O, sus ojos brillaron
iguales que aquel extraño.
—Eres uno de los míos —dijo el castaño,
mirando a sus ojos y su extraño cabello.
—¿Cómo? —Jun frunció el ceño, realmente sorprendido, acercándose a él para mirar las estrellas en sus ojos.
No se esperaba que el mismos lugar en dónde una vez lo habían apuntado con armas y del que había tenía que huir y abandonar a lo que más quería... Tuviera uno como él, vestido de traje, con una credencial en su pecho y su identificación, siendo totalmente evidente que ese tipo en verdad trabajaba en ese lugar.
—Soy Kim Mingyu —se presentó el castaño frente a él.
—Jun —dijo el peliplateado, los ojos del castaño fueron hacia su plateado cabello, llevó una mano a ellos y los peinó de forma delicada, viendo las estrellas de sus hebras moverse.
—¿Cómo es que tienes el cabello así?
—¿Cómo es que tienes un apellido
humano?
Mingyu lo miró con sorpresa, apartando su mano.
—Soy mitad humano, mitad Hijo de las
Estrellas —dijo Mingyu— Y también trabajo aquí, ¿Podría ayudarte?
—Estoy buscando a mí Estrella Binaria, Lee Chan, este fue el último lugar en dónde lo ví, era un astronauta, en todos los lugares en los que he preguntado por él me dicen que ha muerto —Jun negó— y no es así, yo lo sé.
Mingyu frunció un poco el ceño.
—¿Lee Chan dices? —pensó un
momento— Momento... ¿Eres el Jun de hace como veinte años? ¿El del primer contacto? —Jun frunció el ceño— El
cabello plateado..El mismo nombre, jSí! ¡Eres tú! Oh, eres muy importante para la historia de los extraterrestres en la Tierra, en serio, eres muy famoso, fuiste quién dió el primer paso para intentar la paz.. Bueno no tu, porque no te fue bien pero si fuiste un ejemplo muy importante, sin ti no estaría viviendo aquí y menos-
—Me he perdido, disculpa —Jun acomodó sus cabellos con incomodidad, se alejó un paso de él.
—Gracias a tu llegada, y al testimonio
de Lee Chan, los humanos entendieron que los Hijos de las Estrellas no somos
una amenaza, que somos totalmente inofensivos... Fuiste quién dió el primer paso para que la Tierra aceptara la población de los de tu raza aquí, sin tí, ninguno de nosotros estaría aquí.
Jun alzó las cejas con sorpresa, clmenzó a pensar en todos los que eran igual que él y que iban a la Tierra a vivir, como Seungkwan, como todos los demás jóvenes.
—Gracias a ti, podemos tener un planeta
de nuevo —dijo Mingyu, sonriendo en
forma de corazón— La Tierra es y será un hogar para muchos, gracias a tí.
»» Y sé que los humanos te han tratado
de manera horrible, espero que puedas
disculparnos —Mingyu hizo una reverencia— Si tú plan es quedarte aquí,
la Tierra es tu casa.
___________
Lee Chan había muerto para el mundo, pero había cobrado vida Picheolin, un
tipo raro y solitario que vivía en la mitad de la nada de un pueblo pequeño y que parecía no hacer nada tampoco.
Lejos de vivir una nueva vida con su nueva identidad, de darse lujos por el subsidio del que vivía, era un hermitaño, y en su casa, estaban todas las paredes llenas de su dibujos a memoria de la
maravillosa estrella que había conocido y amado en un parpadeo fugaz.
Escribía su nombre, el verdadero, en rarios papeles que también pegaba junto a sus dibujos, y tenía un cuaderno al costado de su cama donde escribía sus memorias con el único ser que nunca había podido sacarse de la mente y del corazón.
Cada tanto, soñaba con él, y también lo anotaba, como si fueran vivencias, se
sentía más cerca de él, de Jun, aunque estaban igual de lejos.
Pero era cuestión de despertar, recordar
un poco y todo se desmoronaba de nuevo.
Y no entendía por qué su corazón faltaba, porqué nunca lo había podido olvidar, porque se sentía completamente vacío y miles de dudas llenaban su cabeza en las noches de insomnio.
Al final había llegado a la conclusión de que era el amor, la tortura del amor, de un amor tan grande que nunca había podido cumplir, y el amargo sabor de que no haya sido por su culpa, esta vez, él no lo había arruinado, él no había hecho nada mal, pero aún así... Habían terminado separados.
En su solitaria vida donde terminaba tomando antidepresivos que lo hacían sentir nada, absolutamente nada, y
supuestamente eso era mejor que sentirse mal, nunca tenía visitas y sólo salía para comprar comida y volver.
Descubrió que odiaba el mundo exterior.
Y le parecía irónico que antes quería ir a todos lados, hasta el espacio, y lo había logrado, y había encontrado muchas cosas allí afuera, pero ahora solo quería quedarse en su casa, sin nada.
Cuando tocaron a su puerta, dudó
realmente en abrir, pero echó un suspiro y creyó que era quizás algún correo o cosa de esas.
Al ver el cabello plateado, las estrellas
brillar y los ojitos negros que lo miraban
cargados de brillos, la sutil sonrisa y las rosadas mejillas... Todo tal cual como era.
Su corazón salteó un latido y tuvo que retroceder y mirar todo de nuevo para creerlo, las lágrimas subieron a sus ojos en menos de un segundo.
Debía ser una ilusión, no podía ser en verdad él, no después de tanto, quizás sí había terminado de caer en la locura.
—Lee Chan.
Jun abrió sus brazos hacia él y se vió como todo su cuerpo temblaba antes de
murmurar un "He vuelto" y abrazarlo, apretando la cintura de su humano, antes de comenzar a llorar en su pecho.
—¿Jun? —murmuró Chan, sin saber si todo aquello era un sueño, una cruel imaginación de su cansada y destrozada mente.
—Chan, Chan... —Jun frotó su rostro
en la remera oscura del humano— Chan, volví, lo siento.. Lo siento por no venir antes... Volví, volví por ti.
Chan respondió al abrazo lentamente, primero tocando con sus manos los hombros, los brazos, el cabello plateado y con miles de puntitos brillantes, la espalda, delineando la figura del delgado cuerpo de su estrella, finalmente allí.
En verdad era él.
Lo abrazó con firmeza contra sí, y tembló completamente mientras se rompía en llanto.
Y entre las lágrimas y el abrazo, Jun
aún vió detrás de sus párpados el brillo del su alma gemnela, de su Estrella Binaria, de su Chan, aumentar y rodearlo completamente en calidez, aún amándolo, como siempre había hecho, más que nunca.
—Te amo, Chan —Jun habló con una sonrisa amplia— Siempre, te amé, siempre.
—Te amo más, Junnie —Chan escondió su rostro en su cuello—Es real... Te amo tanto, no.. No creí que volvería a verte... Nunca, nunca más en mi vida, en serio.. En serio te amo tanto, estrellita...
Jun rió por el apodo, enrredó sus dedos en al cabello, bastante largo, de Chan.
—Chan... Nunca volveré a irme, nunca,
ya... Ya el mundo es otro, Channie, ya podemos amarnos... Y nadie nos hará
nada —comenzó a dejar besos en la mejilla del humano— Chan, quiero
darte algo... Que damos cuando estamos
muy agradecidos —acarició con su nariz
la mejilla del otro, buscando que girara su rostro hacia él, sus mejillas estaban empapadas en lágrimas, y se mezclaron juntas y muy felices.
Chan tardó unos segundos en calmar su llanto, para al menos asomarse se su escondite y que Jun juntara sus labios en un beso bien merecido.
Y fue finalmente juntos se sintieron en casa.
"Suena muy estúpido quizas, pero en verdad, recuerdo muy poco de ese momento.
Disculpen, estaba muy ocupado viviendo.
Puedo decir que finalmente caí que en verdad estaba pasando, que finalmente estábamos juntos, que estaba junto aél de nuevo y que podiamos tenernos para todo lo que quedaba, cuando en la noche estaba en sus brazos y resguardado en su pecho.
Y podia decir que al final, lo que yo siempre creí conmo un final triste, era en realidad una historia sin terminar, un conformismo de una realidad que podia ser cambiada, sólo era cuestión de seguir.
Hay gente que no está dispuesta a seguir,
y yo fui una de esas, pero al final era solo cuestión de intentar."
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