Pequeña estrella encantadora
—Veo que estás sangrando... —Rosé miró sobre los ojos de Jisoo, alzó su pálida mano hacia su frente, pero tuvo miedo de tocar, así que se apartó, sus cejas estaban algo fruncidas, mordió su rosado labio inferior ligeramente—. Veo que te golpeó duro, lo siento.
Jisoo no tenía palabras para decir, seguía demasiado en shock por lo que estaba pasando, estaba confundida y algo embobada por la chica de pelo plateado frente a ella.
—¿En verdad los humanos son tan callados? —preguntó Rosé—.Te curaré, aunque no quieras hablar —dijo, su su mano atrapó la mano de la humana, entrelazó sus dedos sin dudar y como si fuera nada, dejando a Jisoo con la sensación de haber completado un rompecabezas cuando esas dos piezas encajaron perfectamente.
Jisoo en verdad no sabía que se imaginaba de una nave espacial extraterrestre, pero aquella no era muy similar a su imaginación, las puertas eran manuales y corredizas, de un material metálico, pero que estaba pintado con trazos de colores, que combinan en tonos azules, verdes, y blancos, formaban espirales y manchas en una composición abstracta y hermosa.
Rosé la llevó a una pequeña habitación, que parecía más que nada un armario, donde había una corta especie de camilla, y un par de cajones en la parte inferior, le hizo señas para que se sentara en esta mientras ella buscaba algo entre los cajones, hasta dar con un frasco que contenía un polvo grisáceo.
—Esto es polvo estelar —le dijo—.Es ilegal en la mayor parte del universo porque puede hacer demasiadas cosas... Puede curar heridas y enfermedades, es en verdad mágico.
—¿Vas a colocarmelo?
Rosé sonrió por escucharla hablar, le gustaba su voz.
—¿No deberías limpiar la herida primero?
Rosé ladeó su cabeza, sin entender.
—¿Tienes agua por aquí?
—No mucha —negó, frunció sus labios y salió de esa pequeña habitación, volviendo con una botella de agua, un poco diferente a las de la Tierra—. Es difícil de conseguir, no la gastes.
—Es sólo un poco —Jisoo sacó de su bolsillo un pañuelo de tela, mojándolo un poco y pasándolo por la herida, haciendo una mueca de dolor al tocarla, con lo que la otra ahogó un grito y acercó sus manos a ella para que dejara de hacerlo, pero Jisoo negó y se apartó, frotando un poco para finalmente apartar el pañuelo, manchado un poco de sangre—. Ya, no quiero usar demasiado.
Rosé asintió, tomó algo del polvo con sus dedos y lo aplicó con suavidad sobre el corte en su frente.
—¿Los humanos hacen eso cuando se lastiman? ¿Limpiar?
—Para enviar las bacterias, sí —respondió.
—Nunca lo había escuchado —dijo—. Pero sé que son muy buenos curando.
—Depende qué hay que curar, pero creo que sí... No conozco el sistema de salud de otros planetas.
—El nuestro... Deja mucho que desear, para dentro de unos años estaremos en extinción —murmuró—. Las madres mueren en los partos, las fracturas son complicadas, y los niños son débiles y se enferman fácil y muy pocos logran curarse... Muchas veces la única solución es usar polvo estelar, pero ya sabes, es ilegal y hay que saber cómo conseguirlo... Pero es triste.
Jisoo asintió, ella no podría comprender lo que sería ver morir a su raza, no podía imaginar cómo era el mundo de aquel precioso ser.
Rosé se apartó, limpiando sus dedos en su ropa blanca, le sonrío un poco y guardó el pote de dónde la había sacado.
—Rosé...
—Mmm.
—¿Tendrías algún lugar para dormir? En verdad estoy cansada, todo esto me hace doler la cabeza y quisiera dormir un poco.
—Oh, si, claro, ven —volvió a tomar su mano, encajando sus dedos entre los de la humana, y caminó de nuevo por la nave, pasaron más puertas, cada una estaba pintada con un patrón distinto y se veía tan personal que a Jisoo le daba una extraña sensación mirarla.
Llegaron a lo que parecía la última habitación, un gran ventanal daba al exterior, dejando una vista espectacular de las estrellas y los planetas lejanos, y estos se reflejaron en los ojos de la humana y por un segundo parecieron iguales a los de Rosé, en el suelo, un fino colchón, cubierto en un grueso acolchado y un par de almohadas desordenadas, todo de color blanco, camuflándose con el suelo del mismo color, parecía una habitación digna de un cuarto secreto, algo así como un portal a un mundo de paz distinto y lejano a la realidad.
La de pelo de plata sonrió.
—Te parece bonito, ¿No? —Jisoo asintió—. Se nota, brillas más.
—¿Cómo que brillo? ¿En una de tus tantas cosas raras de alienígena, verdad?
Rosé se encogió de hombros.
—Algo así... No somos distintas, Jisoo, mis "cosas raras de alienígena" son las mismas cosas de tu Tierra pero con otro nombre.
Jisoo asintió.
— Tenemos un dicho para eso. "La rosa va a seguir oliendo a rosa por más que se la llame con otro nombre".
—Tenemos uno también, parecido: "El sol es una estrella con un apodo" —Rosé hizo una mueca—. En verdad no sé si traducido suena tan lindo.
Jisoo rió por lo bajo, y la miró encantada, la pálida era en serio hermosa, con una pequeña sonrisa, las estrellas titulado en sus ojos, sus mejillas algo rojas y mirándola con esa expresión extraña, como si todo el universo estuviera frente a sus ojos.
—Sabes, eres como una pequeña estrella encantadora —comentó Jisoo—. En serio eres muy amable y todo... Gracias.
El rubor subió mucho más a las mejillas de Rosé de forma inevitable, y no supo que decir o que hacer a demás de sonreír como una tonta, avanzó a la cama, tirando de la mano de la humana, y ambas se echaron sobre el colchón, tapadas y cómodas en las almohadas, mirando al universo del otro lado del vidrio.
Jisoo sintió su corazón acelerar demasiado cuando la linda alien de pelo plateado y hermosas estrellas se acurrucó junto a ella, aplastando su mejilla en el hombro de la humana, y abrazando un poco su brazo, con una sonrisa.
—Siempre quise saber cómo se siente dormir abrazando a alguien —murmuró Rosé.
Jisoo sonrió con ternura.
—Puedes abrazarme, no molesta.
—Se siente lindo —murmuró Rosé, su tono sonó casi como una risa.
—Sí, es verdad —coincidió la castaña.
❝Abrazadas debajo de las estrellas me sentí cálida como nunca en mi vida, abrazaba a lo que se convirtió en el sol de mi vida en tan poco tiempo, y estaba feliz de haber encontrado a mi estrella binaria, incluso a pesar que Jisoo no lo sabía, que no sabía que me correspondería aún.
En ese momento disfruté de aquel cálido presente, sin siquiera pensar en la gran explosión que nos terminaría separando.❞
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• Algo importante que marcar sobre esto es que la historia que cuenta Rosé pasa décadas antes de Sweet Star, alrededor de 20 años antes, por lo que su raza aún no estaba muriendo pero si en aprietos, no había Hijos de las Estrellas viviendo en la tierra por lo que eran muy desconocidos y extraños para los humanos (aunque esto lo van a ver mejor dentro de unos capítulos).
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