O4
—Jisung, dime lo qué deseas. —Lo abordó, sosteniendo su cintura con fuerza y observándolo fijo. —Vamos, dime.
El más joven tembló, empezando a sentir un calor extenderse por su vientre. Pero se negó, indispuesto a ceder tan rápidamente.
Minho rió, deslizando sus manos por las caderas del chico encima de él hasta sostener sus glúteos, apretándolos con fuerza y sacándole un suspiro a Han.
El pelinegro al notar esto, tomó la barbilla de Jisung, apretándola un poco obligándolo a abrir la boca, obteniendo la oportunidad de estampar sus labios en un demandante beso. Han gimió leve, dejándose hacer y notando cómo Minho recorría toda su boca, saboreándola.
Se separaron buscando oxígeno, ignorando el hilo de saliva que los conectaba.
—Sabes muy bien, pequeño. —Escuchó decir al chico de hebras oscuras, relamiéndose los labios. —Como el olor de tus feromonas.
Sintió sus orejas teñirse de rojo, estando avergonzado y un poco molesto consigo mismo.
Sin embargo, a los pocos segundos alzó la mirada de nuevo, percatándose de lo oscurecido que estaban los ojos de Minho.
Se estremeció ante aquella intensa mirada que brillaba con lujuria. Se sintió devorado por la mirada del contrario.
Y sin siquiera razonar lo que él mismo decía, soltó:—Minho, quiero que me alivies. Lo necesito. —Imploró, apretando sus muslos en los costados del pelinegro, restregándose contra él.
El calor en el ambiente continuaba aumentando, dejando mareado a Jisung, sin saber si era algo normal entre dos alfas.
El repentino desparrame de sus propias feromonas le hicieron notar su libido, que empezaba a acrecentar y ocasionando que Minho bajara la tela de su propia sudadera ante el sofocado entorno que yacía en la sala.
Sin más vacilación, Minho sostuvo con rudeza los muslos alzando a Jisung, quien enredó sus piernas en el cuerpo del pelinegro aferrándose.
Minho caminó hasta la cama del cuarto de Han, tumbando al contrario para quedar arriba de él y poder explorar su cuerpo con total libertad.
Con las manos ansiosas, tomó la orilla de la playera de Jisung, quien le ayudó a retirarla levantando los brazos.
Y una vez con el pecho descubierto, el azabache admiró la anatomía del alfa, contemplando la silueta de su figura bien marcada. Sin poder soportar más, recorrió con sus labios cada centímetro de piel del más pequeño. Besó y chupó con vehemencia, haciendo retorcer el cuerpo debajo de él, que, preso del placer, se curvaba con jadeos.
Sus dedos bajaron los joggers de su compañero, acariciando las trabajadas piernas y notando el bulto que se asomaba en el bóxer del chico bajo él.
Se incorporó, tomando su propia sudadera para quitársela quedando con el torso desnudo.
—Date la vuelta. —Jisung obedeció la orden, girando su cuerpo para quedar boca abajo en el colchón.
Las manos de Minho pasaron por los costados de su cuerpo, deslizando su mano por la cintura indicando la posición.
Han se avergonzó, pero de inmediato acató la orden, teniendo sus rodillas y manos apoyadas en la cama. Podía sentir como los ojos del azabache pasaban por su cuerpo, admirándolo.
Minho sonrió complacido ante la increíble y sexy vista que Jisung le regalaba. Embelesado, tomó el tiempo para observar la espalda marcada y pálida del chico.
Sus manos se colocaron en sus caderas, notando las sensuales curvas que se formaban estando en aquella posición y luego, el cómo se remarcaba tan bien los glúteos y el trasero de Han por el bóxer.
Suspiró, repentinamente con el deseo de acariciarlo, apretujarlo y azotarlo.
Sus ojos brillaron con deseo, ansioso por probar a Jisung.
Se inclinó para mordisquear el hombro del chico, seguido de pasar su mano por su espalda provocando que la arqueara y soltara un leve gimoteo.
Sonrió y con cierta malicia apretó una mejilla de su trasero, estremeciendo al alfa por completo.
Sin aguantar, Han derramó más de sus feromonas, aumentando el frenesí del azabache, quien, al percibir el aroma de las feromonas, retiró la única prenda interior que le quedaba. Jisung sintió el frío pasar por su mitad inferior, temblando levemente.
Minho dirigió sus dedos a la entrada de Han, acariciando con movimientos circulares buscando dilatarlo.
A pesar de tener la cabeza enterrada en las sábanas, perdiéndose en las sensaciones que el azabache le brindaba, fue capaz de notar que la mano de este se estiraba hasta la mesita de al lado para agarrar el lubricante que utilizaba cuando —muy de vez en cuando— se acostaba con betas. Soltó una baja y leve risa ante lo irónico que sonaba. De ninguna forma hubiese podido imaginar, que, siendo alfa, algún día estaría debajo de alguien más, rogando por eso.
Pero no se sentía mal ser dominado.
Por lo que aceptó que ahora su rol no sería estar arriba.
Sus ojos se cristalizaron cuando experimentó dos dedos ser insertados en él, deslizándose entre sus paredes. Como no era omega, no podía generar lubricante, por lo que aquello fue más doloroso.
Minho notó esto, a lo que bajó su ritmo, adecuándose y tanteando más despacio.
A los pocos minutos decidió aventurarse más, acelerando y buscando el punto que enloquecería al alfa bajo él.
Movió sus dedos como si fueran unas tijeras, dando con la próstata de Jisung y ocasionado que soltara un gemido.
Curvó los labios complacido, había dado en el punto.
Jisung apretó con fuerza las cobijas desparramadas, perdiéndose en esa sensación y moviendo sus caderas en busca de más placer. Su cuerpo estaba caliente, demasiado. Quería más, mucho más.
Pegando sus cuerpos, pudo sentir la dureza y calidez que desprendía la erección de Minho.
Un jadeo escapó de su boca.
Minho movió sus caderas simulando embestidas, en un roce lento y sensual.
—Minho, por favor, por favor. —Rogó, moviendo su cuerpo contra el falo del azabache.
—¿Qué es lo que quieres? —Demandó, sujetando con fuerza su cintura.
—Hazme tuyo. —Murmuró, ido ante las feromonas que dispersaba y al placer al que apenas había sido sometido.
El pelinegro sonrió, desabrochando y bajando sus pantalones, tomándolo de las caderas y acercando su miembro a la entrada lubricada, hundiéndose en esta y llenando el interior poco a poco.
Sus ojos miraron aquella imagen obscena, soltando un gruñido bajo.
Los dedos de Han empuñaron con fuerza el colchón al sentir el pene de Minho abrirse paso en su interior. Era una sensación ardiente y placentera.
El azabache al principio no se movió mucho, dejando al alfa acostumbrarse. Pero pronto empezó a mover su cuerpo en un ritmo constante hacia adelante y atrás, sintiendo cómo las paredes de Jisung lo envolvían apretándolo con fuerza.
Su respiración errática le impedía estar pensando en algo más, por lo que solo se dedicaba a salir por completo del cuerpo de su chico, para volver a embestir con aún más rudeza. Una y otra vez.
Han arqueaba su espalda soltando gemidos y lloriqueos entrecortados. Aquello se sentía bien. Realmente bien.
Minho rechinó los dientes y sin poder contener más su instinto, soltó sus feromonas. Había llegado a su límite y no podía ocultarlo más.
Las repentinas feromonas imponentes de Minho dominaron por completo a Jisung.
Han inhaló buscando oxígeno, sintiendo las estocadas y unas feromonas demasiado poderosas envolviéndolo por completo. Aspiró estas, notando un exquisito aroma que lo embelesó.
—¿C-cómo tienes mejores feromonas que un alfa? —Balbuceó, perdido en las sensaciones en su cuerpo.
Podía sentir cada embestida más profunda, más rápida y fuerte, escuchando el sonido obsceno de las pieles chocar.
Pronto se vino, manchando las sábanas de la sustancia y sintiendo tenso su cuerpo, ansiando más.
Minho continuó con un par de estocadas más, antes de llegar a su orgasmo y llenar de su semen el interior del alfa bajo él.
Se quedó unos segundos en él, antes de retirarse y observar la sustancia resbalar por los muslos del contrario, quien dejó caer su cuerpo rendido.
—Tienes mi marca temporal y mis feromonas no son como las tuyas. ¿No tienes una idea de lo que soy? —Preguntó, luego de recuperar algo de condición.
Jisung estaba completamente agotado, pero quedó sorprendido. Lo había pensado junto con Chan, pero no había creído que hubiera posibilidad.
—¿Eres… un alfa dominante? —Minho admitió, pasando su mano por su vientre, juguetonamente.
—Lo sabes. Los alfas dominantes tenemos la capacidad de morder a quien sea. Aunque con los alfas no son tan fuertes los lazos. —Comentó, con cierta molestia.
Han contempló al azabache junto a él, que le devolvió la mirada.
No obstante, empezó a sentir sus ojos pesados.
Necesitaba dormir.
Antes de caer inconsciente, logró escuchar a Minho decir una última cosa:—Pero tú reaccionaste a mis feromonas desde que nos vimos.
A saber cómo salió.
Ya luego editaré, JAJSJA.
No sabía cómo terminar el cap, so-
el final medio kk, la vdd.
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