viii.
—¿Estás muerto?
Abrió sus ojos heterocromáticos encontrándose con la figura que no había hecho más que rondar en sus pensamientos en los últimos días, y sí, seguía siendo el mismo de siempre.
—Todavía no he tenido el placer. —respondió, demostrando que estaba despierto y con el mismo humor negro que siempre.
—Veo que aún no mueres pero no ha de faltarte mucho. —comentó Shinso.
—¿Ya me ves con un pie en el ataúd?
—Eres un vampiro ¿Acaso no duermes en uno?
—Para tu información yo duermo en una cama. —comentó Shoto con el ceño fruncido. —Y realmente es un sarcófago, no un ataúd. Y solo duermo ahí cuando estoy demasiado cansado.
—¿Por qué?
—Porque son oscuros, silenciosos y fríos. Un lugar perfecto para dormir.
—Dejémonos de bromas, Todoroki. ¿Estás bien?
—¿Por qué no lo estaría?
—Estas pálido. —Y antes de que el bicolor dijera algo para refutar, el pelimorado levanto la mano para callarlo. —Demasiado pálido incluso para ser un vampiro.
—Es que tengo hambre.
Shoto tenía las manos cruzadas sobre el pecho, los ojos entrecerrados y los labios aplanados, lucía en paz y tranquilo por fuera aún cuando en su interior era totalmente lo contrario. La parte más salvaje y primitiva de su ser gritaba, se retorcía y luchaba por salir, lanzarse sobre Hitoshi y clavarle los dientes en el cuello, dónde la sangre era más cálida, más espesa y más fluida.
Quería pero no lo haría, no era la primera vez que Shoto pasaba tanto tiempo con hambre pero su terquedad era tanto una bendición como una condena. Podía controlarse lo suficiente para aguantar y reprimir sus instintos, porque aunque lo necesite, no haría nada que pudiese dañar a Hitoshi.
—¿Y por qué no te has alimentado? ¿No hay ninguna chica dispuesta?
Su voz no suena como un reproche, se escucha preocupado mientras se acerca para apartar con sus dedos los mechones bicolores que cubren su frente.
—Estás helado. —comenta. Y aunque la situación se parece mucho a la que tuvo con Yaoyorozu hace rato, es diferente de cierta forma.
La mano de Hitoshi se siente cálida contra su piel, su voz gruesa lo arropa y lo tranquiliza mientras sus ojos rebosantes de preocupación son un consuelo para su corazón.
—Te ayudaré a conseguir a alguien. —Shinso intenta irse, pero la mano pálida del bicolor lo retiene y evita su huída.
—Quédate.
—Pero tienes que alimentarte. Te vas a morir realmente si sigues así y no planeo ser tu cómplice en este retorcido plan de suicidio. —contestó. Ahora su voz sonaba más molesta, mientras tironeaba de su brazo para soltarse, pero aún débil y semi-consciente, la fuerza de un vampiro seguía siendo mayor a la de los humanos. —Déjame ir, Todoroki. Debo conseguir...
—Eres todo lo que necesito.
Shoto quiso golpearse por lo necesitado y lamentable que se escuchó, pero no era momento de arrepentirse. No cuando Shinso se quedó quieto y dejó de intentar alejarse, observándolo con tanta fijeza que sus ojos púrpuras parecían exigir una confirmación.
—Por favor, déjame beber de tu sangre.
Shoto atrajo la mano de Hitoshi hasta su pecho, y ahí la sostuvo con un poco de fuerza, hasta que ya no, el bicolor ya no forzaba la mano a mantenerse ahí, si el de ojos púrpuras quería alejarse, podría hacerlo, pero los ojos heterocromáticos, melancólicos y nubosos por culpa del mareo no le permitían tener el valor para irse.
—Mi estómago está tan vacío que duele, y tengo tanta hambre que empiezo a creer que verdaderamente podría morir.
—Todoroki, yo...
—Sé que no quieres convertirte en mi alimentador frecuente, pero después de beber tu sangre... Siento que no puedo vivir sin tí.
—Te refieres a que... ¿No puedes vivir sin mi sangre? —preguntó sin entender del todo a lo que se refería.
—No, no hablo solo de tu sangre, yo me refiero a tí. —respondió sin dejar de mirarlo. —Pero por favor, déjame beber de tu sangre porque estoy muy seguro de que sino me voy a morir o voy a salir y a morder al primer humano que me encuentre por más asqueroso que sea el sabor de su sangre.
—Tan honesto como siempre. —Se burló Hitoshi, antes de apartar el cuerpo del bicolor, y sentarse el también en la camilla.
Shoto se incorporó tomando asiento, sus manos temblaban mientras sus ojos se dilataban por verlo ahí, frente a él, tan dispuesto y frágil que lo hacías relamerse los colmillos de la emoción.
—¿Dónde puedo morderte?
A Shinso le sorprendió que aún cuando se notaba a kilómetros la desesperación que sentía por su hambre.
—Donde sea, solo promete que después me darás las respuestas que quiero.
—Lo prometo.
Las manos del heterocromático desataron el nudo de la corbata del pelimorado, apartandola del camino y empezando a desabotonar con suavidad la camisa blanca del uniforme.
La apartó hasta que la camisa se deslizó por sus hombros hasta que quedó a la altura de sus codos, su pecho quedó al descubierto, y las mejillas Hitoshi se colorearon de rojo debido a la sorpresa y la vergüenza de tan íntimo momento. Los labios de Shoto se abrieron paso, dejando besos desde la barbilla hasta el lateral del cuello, dónde sin aviso previo, clavó sus colmillos, ganándose un gruñido dolorido del pelimorado.
Desde su lugar, el vampiro no podía ver el rostro del humano, y aunque quería verlo, el hambre no le permitía alejarse de tan exquisito alimento que no había hecho más qué negarse en los últimos días. Sentía la vida volver a su cuerpo, disipando el mareo de su cabeza y el dolor de su estómago. La sensación de felicidad era exquisita, casi tanto como el sabor y debía reprimir las ganas de sonreír mientras terminaba de alimentarse.
Cuando Shoto se separó de Hitoshi, no permitió ni siquiera que una gota de sangre escape de su boca, pasando la lengua por sus labios y sus colmillos.
Levantó la vista, encontrándose una imagen no muy diferente que la última vez, puños apretados, labios aplanados y lágrimas mínimas que no querían escapar de las comisuras de sus ojos. Shinso lo miraba con pesadez en sus ojos púrpuras dilatados, su respiración algo errática mientras que una mano apartó los mechones que se juntaban en su frente, pegajosos por las gotitas de sudor que se habían acumulado en el lugar, sin hacer el esfuerzo de volverse a vestir con la camisa por miedo a manchar las de rojo con los pequeños canales de sangre que corrían de los dos nuevos orificios que adornaban su cuello.
Shoto se acercó de nuevo, paseando la lengua por la sangre que aún brotaba de la herida, sintiendo el temblor y escuchando el siseo del cuerpo ajeno, al sentir su lengua, fría y áspera por su piel cálida y sensible.
—Arde. —chistó Shinso. Ganándose una risa del bicolor.
—La última vez te fuiste antes de que pudiera lamerte. Es para limpiar la zona de la herida y evitar una infección, me dijeron que es parecido al alcohol en una herida ¿No? —respondió el bicolor, intentando aclarar sus dudas, aunque el mismo no supiera la importancia del alcohol en las heridas de los humanos. —¿Quieres una venda?
—¿Seguirá sangrando?
—Ya no, aunque el cuello sea un lugar propicio para sangrar, después de lamerte ya no debería hacerlo. Aunque admito que dolerá por uno o dos días, al ser tu primera vez pero no será más que un moratón. Nada de lo que preocuparte.
—Entonces, déjalo así. No necesito la venda. —respondió, haciendo una mueca cuando movió el cuello. Acomodó la camisa en su lugar, consiguiendo una mirada triste del vampiro aunque no dijo nada. —Ahora, explícame... ¿Qué tiene mi sangre de especial?
—Ya te lo dije, no es tu sangre... Eres tú. —contestó Shoto, sin apartar la vista, su estómago estaba lleno pero su corazón latía como loco y como nunca había latido en una mezcla desastrosa de nervios, miedo y emoción, sin saber cómo podría ser la reacción de Shinso ante el descubrimiento que había tenido en los últimos días.
—¿Y qué tengo yo de especial?
—¿Bromeas? —La cabeza del Todoroki se inclinó hacia un costado mientras sus colmillos se asomaban de sus labios a causa de las risas. —Eres inteligente, eres valiente, eres amable y genial. Además de que eres muy guapo.
—¿Guapo? Dime, Todoroki, ¿Algunas vez usaste esa palabra para referirte a un chico en alguna ocasión antes? —Shinso sonaba sarcástico e incrédulo ante las palabras del bicolor quien no había hecho más que recurrir a los comunes halagos y actitudes coquetas que tenía con las chicas, ya que no sabía cómo actuar o qué hacer, después de todo, era novato en esto del amor y los sentimientos.
—No, nunca pero...
—Tus palabras no son muy diferentes a las que usas con las chicas de siempre. ¿Qué es lo que intentas conseguir de mí?
—Yo... No quiero conseguir nada de tí, solo quiero, yo solo... —El vampiro gruñó de confusión por no saber cómo actuar o qué hacer, era difícil, porque por primera vez, le importaba los sentimientos de la persona frente a él y de verdad, no quería por nada del mundo, lastimar su corazón. —Es que... Me gustas.
La sonrisa irónica se congeló en los labios de Hitoshi, convirtiéndose en una mueca de incredulidad.
—Que gracioso...
—¡No, no es gracioso! —Se quejó el vampiro, entendiendo con rapidez que el humano no creía en sus palabras. —¡Tú me gustas, Shinso!
—¿Yo te gusto? ¿Y dime por qué? ¿Por el sabor de mi sangre?
—¡Deja de decir eso! ¡Tu sangre no tiene nada que ver! —refutó, apretando los puños. Shoto intentó calmarse, respirando un poco. —¿Sabes qué? Sí, tu sangre ayudó, porque me hizo darme cuenta de que me gustabas.
—¿Y cómo es eso?
—No estoy muy seguro, yo también debí aprender más sobre el tema porque es algo que hasta yo desconocía, pero al parecer el sabor no depende de la persona, sino del vampiro quien toma la sangre. —respondió, de una forma ligeramente parecida a lo que Yaoyorozu dijo. —Tu sangre es especial, porque yo me siento atraído por tí, porque me gustas. Y por eso es que tú sabor es tan increíblemente delicioso.
—Yo...
—Me gustas porque no te importa que sea un vampiro, me tratas como a cualquier otro. Me gustas porque no me juzgas. Me gustas porque me haces sentir tranquilo, me gustas porque me haces sentir feliz. No me gustas por el sabor de tu sangre... Me gustas porque eres tú, Shinso. Y entiendo si ya no quieres darme de tu sangre, pero yo...
Y no se necesita hablar mucho más, porque Hitoshi no es alguien de muchas palabras, en algún momento debía tomar el valor y que mejor momento que este para unir sus labios con los del vampiro. Siendo tal vez demasiado brusco debido al colapso de sentimientos en su interior, hasta el punto de lastimar sus labios con los afilados colmillos del bicolor y causar un corte que lo hizo sangre. La sonrisa en los labios de Shoto no hizo más que crecer, porque para él fue perfecto.
—También me gustas, Todoroki.
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