Bite Me II
🩸Bite Me 🩸
Naruto paso sus dedos por su cuello, aún mirando fijamente a la mujer que estaba frente a él.
Recordó como si hubiera sido ese día, la pelea que casi lo mata cuando los soldados se volvieron locos con la muerte de su ama. Todos gritaron el nombre de Hime, mientras se precipitaban hacia él. Pero Naruto sólo había podido atrapar el pequeño cuerpo desnudo, mientras miraba fijamente su expresión desconcertada mientras moría. No fue testigo de su último aliento, porque tuvo que moverse rápido para matar a los soldados.
Pero luego de muchas heridas y estar muy cansado, volvió a ese pasillo. Hime tenía la mirada vacía hacia la nada, su puñal aún estaba hundido en su pecho izquierdo, sobresaliendo como algo profano en un cuerpo tan perfecto. Levantó la mirada y caminó a la antorcha que aún se mantenía encendida y prendió fuego ese castillo.
Salió caminando cuando el Sol comenzaba a nacer en el horizonte, recordando como había levantado la mano para tapar la luz cegadora. Estaba muy cansado, y su vista se había nublado mientras se tambaleaba para luego caer inconsciente en el suelo.
Ella lo había mordido. Hime lo había convertido en uno de ellos...
—¿Señor?
La suave voz lo trajo al presente y parpadeó, mirando primero a Hinata y luego a su cita, que le fruncía el ceño. Él sintió como un balde de agua fría lo despertaba de los recuerdos y carraspeo, intentando ocultar su (esperaba) breve salto al pasado. Mostró una sonrisa, que esperaba se notará su disculpa y dió las órdenes de sus comidas.
Hinata asintió alegremente, anotando todo en una pequeña libreta. Mientras le decía los platos y bebidas que querían para esa noche, no pudo evitar mirar su cuello. Delgado, blanco, su vena palpitaba tentadoramente en su base, siguió bajando, notando un escote recatado, pero podía ver el nacimiento de pechos llenos. Su lengua salió para pasarse por su labio seco cuando vió venas allí.
Delicioso..
—¿Disculpe?
Él subió la mirada y encontró la mirada entrecerrada de Hinata hacia él. Parpadeó, sin sentir culpa, al parecer había dicho eso en voz alta.
— Me han dicho que los platillos aquí son deliciosos— dijo sin un deje de nerviosismo.
Hinata aún tenía una mirada de sospecha en sus ojos grises, pero volvió a sonreír.
— Es verdad, Byakugaran es conocidos por ello—. Ella le dió una sonrisa nerviosa a la rubia olvidada frente a él —. En seguida traeré sus pedidos.
Naruto ni siquiera miró a la rubia, sus ojos se quedaron clavados en la falta ajustada y negra que marcaba un respingon trasero. Pasó su lengua por sus colmillos más largos. Había esperado muchos años, demasiados años para al fin poder volver a encontrarla. Giró su cabeza cuando la rubia le habló, él asintió sin saber lo que dijo y ella comenzó a hablar. Naruto mantuvo su mirada en ella, pero no escuchó ni una palabra.
El pasado le asaltó, recordando como había despertado para encontrar un hombre de cabellos negros y ojos aún más negros sobre su cabeza. Se agitó, y se había dado cuenta que estaba atado en una cama plana e incómoda. Había pedido explicación, pero el hombre se había mantenido en silencio. Casi volvió loco a Naruto cuando una mujer entro por una puerta pesada.
Él había parpadeado hacia la hermosa mujer de cabello rosa y ojos verdes, jamás había visto una belleza tan exótica. Pero bajo toda esa belleza, había una profunda ira. La mujer, llamada Sakura, le había acusado de matar a su hermana pequeña y lo torturó por dos décadas. Manteniéndolo vivo con sangre de sus soldados, pero haciéndolo casi morir de hambre. También había tenido violencia sobre su cuerpo y Naruto la odió cada día más y más.
Después de esas dos décadas, otra mujer entro por la pesada puerta, seguida de Sakura. Está parecía más mayor, sólo por unos pocos años, y ella lo miró fijamente, recorriendo con sus ojos miel, la piel desnuda y mal trecha de Naruto.
Naruto sólo la había mirando fijamente, sin mostrar miedo ni nada por el estilo. Ya no sentía las palizas, y aunque sus tripas se encogían dolorosamente por la sed y el hambre, ya había dejado de rogar por algo de comer. La puerta se había vuelto a abrir para que está vez pasará un gran hombre, enorme, con cabellos blancos y ojos pequeños. Naruto se sintió algo curioso cuando ambas altaneras mujeres bajaron la cabeza con sumisión cuando el gruñó con obvio enojo.
— Suéltalo. Ahora.
Su voz había sido baja, pero podría haber rugido por la reacción de ambas mujeres. Ellas se estremecieron y Sakura corrió a la mesa, las llaves hicieron un ruido al chocarse por las temblorosas manos de la mujer. Y aunque estaba débil, a penas Naruto tuvo una mano libre, cerró los dedos en el cuello de Sakura, levantando su pequeño cuerpo sin esfuerzo y lanzandola por la habitación. La mujer rubia había gritado y corrido hacia la pelirrosa que había golpeado duramente contra la pared de piedra.
Naruto estaba jadeando, entre el cansancio y el odio, ya no tenía fuerzas. Volvió su mirada al hombre mayor, buscando tal vez el enojo. Pero se sorprendió al encontrar una sonrisa fría y un colmillo asomando por una comisura...
— Disculpen la demora..
Volvió a su presente cuando la suave voz flotó en sus oídos. Giró su rostro, sólo un poco para ver cómo Hinata se inclinaba para dejar copas en la mesa. El carrito estaba a su lado y ella sacó la botella de vino del hielo para mostrar la marca y el año. Naruto ni siquiera miró eso, asintió mientras miraba sus ojos. Ella sonrió, pero él notaba su nerviosismo. Sus delgados manos temblaron mientras abría la botella con un destapacorchos.
Naruto miró fijamente el líquido rojo mientras caía en su copa, estiró el brazo y tomó la copa, probando el vino. Clavó sus ojos celestes en ella mientras lo saboreaba, ella cada vez más nerviosa.
— Es perfecto— dijo con voz ronca y baja, casi con un ronroneo.
Ella era perfecta, su perfecta presa.
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