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Secretos. Part.II


Sonríe suavemente, la textura del papel de los boletos que sostiene entre sus dedos le es cosquillosa. Aunque no es siquiera un poco comparable con la sensación agradable y revoltosa que siente concentrada en el centro de su estómago.

No se trataba de algo tan importante.

Solo que, Urie Kuki le había dicho que "si". Si a salir con ella.

Bueno, no era exactamente una cita...para su desanimo, no se trataba de ello. Sin embargo, podía permitirse soñar un poco ¿no?

Él se lo había prometido, que algún día iría con ella al lugar que escogiera, sin rechistar.

Y, todos sabemos que a él le encanta hacer promesas.

Aunque, muchas veces sea incapaz de cumplirlas.

Saiko se obliga a creer, entre las mil barajas de confusión. Decide hacerlas a un lado, apartar esos pensamientos negros que la entristecen un poco.

Toma algo de aire, antes de detenerse frente a la imponente puerta de madera oscura. Su corazón quiere dar un salto, antes de desvanecer de emoción contenida. Alza la mano, un puño decidido en arremeter con poca delicadeza sobre la superficie dura, se detiene en la oscuridad. Quiere derribar el obstáculo, quisiera simplemente hacerlo.

Es algo doloroso.

Aun no lo sabe, pero un presentimiento infortunado golpea fuertemente a su conciencia soñadora. Pero, ella es Saiko Yonebayashi, no hay porque temer.

No se puede temer a lo que se desconoce con certeza.

"Ojos que no ven, corazón que no siente" y cosas por el estilo. No son más que frases recreadas en su mente para auto complacerse.

En un impulsivo movimiento, la puerta es arrastrada con la fuerza que ejerció. El paso le era cedido por el destino. La sorpresa, que sorprende. El vacío que crea incertidumbre y desconcierto. ¿Acaso no se encontraba en su habitación a esa hora de la mañana? ¿Aunque nadie aún, se haya despertado?

Había estado aguardado a que él llegara, desde muy temprano. Había estado esperando a sorprenderlo.

El sonido de la ducha es serpenteante. Puede percibir la neblina del vapor de agua inundar la habitación por completo. Sonríe ladina. Lo que daría por una pequeña oportunidad.

Observa la cama de Urie Kuki, el edredón sigue intacto. No era de extrañar, puesto a que había pasado toda la noche fuera. Y, a juzgar por el aroma que sintió desde que se atrevió a conquistar los terrenos de la caverna marca Kuki, comprendió que el alcohol había sido participe y co-autor de esa aventura nocturna.

Se muerde el labio inferior, sus piernas pueden más que su mente. ¿Su cuerpo siempre había reaccionado antes que su mente? Seguramente era un error.

Sin pensarlo demasiado y en lo que a Urie le tomaba darse una ducha, tratando de hacerle frente a los vestigios del alcohol en su sangre, determinó tumbarse sin cuidado alguno sobre la cama.

Era amplia, era cómoda y el aroma que se desprendía ante sus movimientos, era idéntico al de Urie, por las mañanas. Deslizó la yema de sus dedos por tan suave superficie, le invitaban a soñar despierta.

Ahora que se pone a pensarlo, aun no comprende del todo la decisión de Urie Kuki, por decirle que "Si". Tal vez solo se trataba de una deuda con ella. Algo que debía saldar. O Quizá, podía permitirse esperanzarse...después de todo Tooru Mutsuki se había alejado del Chateau, hace mucho tiempo atrás.

Y la sorpresa le había asaltado, una mañana cualquiera, cuando ambos habían terminado el papeleo de la última misión. "Podríamos intentarlo" .... Había soltado esporádicamente, sin prestarle demasiada importancia a sus palabras. Y aunque ella quería preguntarle el por qué, prefirió callar e ignorar a su sexto sentido, su intuición femenina.

Se abraza a sí misma, inspira suavemente el aroma masculino, sintiendo la candidez del tejido del edredón, sin quererlo sonríe de nuevo, pero esta vez, con una carga de felicidad espontanea.

Escucha un sonido leve, como el del aleteo de una mosca. Un insecto que se encargaría de perturbar su ensueño.

Se remueve en su posición, el sonido es persistente, aún más que su ataque perezoso.

Poco tarda en darse cuenta que las vibraciones eléctricas salían de dos cables. Los auriculares del bendito móvil de Urie Kuki se habían enredado entre las sabanas grises.

La curiosidad la invade, que podría estar escuchando en un momento como ese. Por qué no lo había visto con anterioridad.

Era extraño que estuviera en un lugar tan descuidado, el celular de Urie era un objeto casi sagrado para él. Nadie podría siquiera mirarlo de reojo, puesto a que su dueño lo cuidaba con recelo, ocultando o manteniendo a raya su intimidad. Aun así, fuera algo de música.

Se colocó los auriculares en ambas orejas. La canción le parecía aburrida. Aunque debía reconocer que el sonido de la misma, era envolvente y tenía ritmo.

Se perturbó un poco al descubrir que eso no sería suficiente. Se removió en su posición, no quería siquiera contemplar la idea de invadir la privacidad de Urie Kuki....un poco más.

Pero, es traviesa y rebelde.

Y después de todo, él tenía la culpa por dejar sus cosas personales al alcance de cualquiera...

Eso le aliviaba un poco la culpa, aunque ella tuviera la indecencia de ingresar en su habitación sin permiso alguno. Una risita se le escapa de sus labios, ¿Qué otra cosa podría hacer?

Esperar no era su fuerte. Era impaciente y curiosa.

La motivación tintineaba para sus adentros. En un rápido movimiento dio vuelta todo su cuerpo, quedando en la misma posición, pero variando el lado.

La luz comenzaba a aflorar por la ventana de la habitación. El amanecer imponente comenzaba a pavonearse por los cielos. El sol anaranjado y frío aun, se encargaría de bañar a toda la ciudad de candidez de verano.

Mas el efecto de la luminiscencia artificial, le parecía aún más atractivo. Sus pupilas se contraen ante la perturbación brillante, iluminando su rostro oscurecido.

La pantalla se había encendido de momento a otro y con un simple movimiento dactilar había destrabado la barrera de seguridad simplista.

Ese muchacho sí que era vulnerable, pensó de momento a otro.

Quién en su sano juicio dejaría su celular sin bloquear su celular. Claro, estábamos hablando de Urie Kuki, alguien que tiene todo bajo control. Después de todo...¿Por qué alguien se escabulliría a las 6 am en su habitación, mientras tomaba una ducha?

Alguien descarado y sin un poco de respeto por su intimidad.

Alguien que atropella esos principios tan estructurados suyos.

Evita nuevamente esos pensamientos auto-destructivos. Ella quiere recabar información...un poco más.

De pronto aprieta el agarre del dispositivo, evita un pequeño jadeo escaparse de sus labios. No quiere llorar, al menos no en ese lugar. En esa cama, aspirando su cálido aroma.

Esa fotografía era reciente. La pantalla del celular no proyectaba otra cosa más que una foto de Tooru Mutsuki dormida y hasta podría jurar que se trataba de la chaqueta de Urie Kuki la que la envolvía con suavidad, resguardándola del frío de la madrugada.

Él no la había olvidado. ¡Claro que no!

Ella estaba enfadada, sentía la ira, los celos recorrer cada ápice de su cuerpo. Quería gritar y llorar fuertemente. Deseaba lanzar el móvil tan lejos como pudiera, pero, ¿eso cambiaría algo?

Tooru era su amiga. Mucchan era tan preciada para ella y al mismo tiempo era responsable de los desvelos de Urie y el de ella, por la controversia de un triángulo no resuelto.

¿Lograría algo bueno haciendo una escena? Sólo sabe que se sentiría aliviada, si Urie Kuki tratara de explicar aquello. Pero lo conoce más de lo que cree y él simplemente esquivaría el interrogatorio. Le fulminaría con la mirada por atreverse a tanto, por invadir los secretos de su corazón.

¿Quién era ella para hacerse dueña de esos conflictos personales?

Se sintió muy estúpida. Esa oportunidad era un engaño para ambos ¿verdad?

Suspira aguantando el dolor instalado en su pecho. Guarda los boletos de la premier de esa película que tanto le había costado conseguir y prefiere guardar esos sentimientos no correspondidos una vez más.

Urie pronto lo olvidaría, porque él es una persona muy ocupada, siempre tiene preocupaciones mucho más imperiosas que detenerse en cuestiones románticas. Prefiere los objetivos inalcanzables y aprender a vivir con ellos.

Y ella...también lo olvidaría, porque es una persona que aprende a vivir con la derrota.

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Bienvenido mi amado lector

Tiempo hace de mi ultima apareció, pido disculpas y agradezco sus buenos augurios.

Espero esta entrega no le sea tan dolorosa, como lo fue para mi no escribir directamente sobre Mutsurie. Le confieso que me era imperioso escribir acerca de esta idea que me invadió de pronto. 

En la próxima entrega, prometo mucho más Mutsurie, y esta vez explicito.

Espero se encuentre muy bien.

En un intento de brindar esperanza, le mando mi apoyo para sobrellevar la difícil situación que excede a lo personal, siendo una cuestión mundial.

Recomendación musical: Circles - Post Malone

¡Hasta la próxima y gracias por leer!


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