Tu nombre en mi cabeza

Eros.

Eros.

Eros...

<<Si, así se llama. >>

Eros...risos rubios dorados, ojos azules, tiene dedos...

<<Wow, tiene dedos. >>

<< ¡Te puedes callar! >>

<< ¿Tú te puedes calmar? Estas pensando tanto a ese chico que te va a dar una erección. >> sentí sudar mi cuerpo.

<<Joder cállate. >>

--¿Te pasa algo, Matt?—pregunto papá West con el ceño fruncido, cierto que estábamos cenando.

--No--rasque mi nuca nervioso—. Estaba pensando que tengo mucha tarea.

<<Si, tarea llamada la "anatomía de Eros". >>

--Vale pues termina la comida y ve hacerla, o si quieres esperar para después del postre también es válido. —señalo papá Magne.

Asentí y metí un poco de carne a mi boca, vi como los dos se daban miradas cómplices ya sabían que me pasaba algo. Divise un fantasma, una chica con marcas rojas en el cuello, ya la había visto antes era de categoría dos, tocándole el hombro a Holly.

Di un respingo y mis padres me vieron con preocupación.

--Te dije que no la tocaras. —la mire con rudeza, ella bajo la cabeza.

--Pero es muy linda...

--No me importa, vete ya. —moví el cuello hacia atrás con tensión, cuando hablaba con ellos sentía mucha tensión en el cuerpo. Papá Magne me pregunto si estaba bien y yo respondí asintiendo

--Gracias—susurro Holly—pero volviendo a ti ¿Seguro que estabas pensando en tarea?—cuestiono Holly juzgándome con la mirada, trague con dificultad.

--¿En que se supone que estoy pensando?—pregunte a la defensiva.

--No sé en una chica o...chico. —dijo y espero con cierta emoción en la cara.

--Cállate Holly, ya hemos hablado de esto mil veces, me gustan la chicas. —resople y con rabia agarre puré.

--Te he dicho que no le digas cállate. —menciono papá Magne

--Cállate tú, pendejo. —defendió molesta.

--¡Oigan! Aquí nadie se dice cállate a nadie y tampoco se dicen groserías, discúlpense ahora mismo y hablen como personas civilizadas. —se quejó papá Magne.

--Perdón. —murmuramos los dos al mismo tiempo, después de un minuto largo Holly volvió a hablar.

--El punto es que las personas pueden cambiar de gustos.

--¡Papá!—chille harto viendo a papá West buscando apoyo.

Papá Magne suspiro resignado y se levantó para traer el postre.

--Holly ¿que hemos dicho sobre especular sobre la sexualidad del otro?

--Que no tenemos que especular sobre ella, cuando la otra persona esté preparada lo dirá a su tiempo—papá West asintió—. Lo siento pero ¡Es que cara de hetero no tienes!

Negué con la cabeza irritado, pero la risa de papá Magne se escuchó cuando volvió con cuatro trozos de pastel de vainilla en cuatro platos.

Después papá West se contagió de la risa, y al final los cuatro estábamos riendo, tal vez de mi pero no me importo.

Estaba riendo después de años.

Definitivamente mi familia era la que me mantenía viva.

Ellos eran mi ancla.