Capítulo 11
Castigos e interrogantes
Nos habían castigado por una semana al encontrarnos en una aérea prohibida para los estudiantes y además en horario de clase. Para mí, sumaron una semana más porque estaba fumando.
Eros parecía un conejito asustado cuando el vicepresidente le dijo que estaba castigado y se alteró mucho cuando le dijeron que iban a llamar a nuestros padres, a mí, por mi conducta y que mis calificaciones habían bajado mucho y a él por incumplir las reglas aun el siendo supervisor de pasillos, que irónico.
Todas las tardes a las tres durante dos semanas, cuando todos salen de clases nosotros nos tenemos que quedar en la sala de detención una hora antes de poder irnos. Sin hablar ni molestar, solo haciendo tarea o mirando al piso. El profesor de informática, un señor energético que resuelve crucigramas en cinco minutos es el encargado de supervisar a los alumnos en la sala de detención. Y después de detención nuestros padres vendrán y tendrán una reunión con el vicepresidente, que genial.
Sentado en el pupitre de la sala de detención miro la hora de nuevo, solo han pasado veinte minutos desde que empezó la detención y ya estoy desesperado por irme. Eros a mi lado había sacado un cuaderno con empaste negro y está dibujando muy concentrado.
Yo tenía un cuaderno abierto, lápiz y una borra disimulando que estaba haciendo algo para que no me regañaran, pero no podía concentrarme teniendo fantasmas a mi alrededor. Mire a Eros que estaba concentrado en su mundo, un momento después buscó algo en su estuche pero al parecer no lo encuentra porque frunció el ceño.
--¿Me podrías prestar tu borra? Se me quedo la mía en casa. —me mira y yo miro sus increíbles ojos azules... ¿Qué me está pasando?
Asiento y lo miro sin intensión de dársela porque la flojera es más grande, él lo capta así que se estira un poco, porque está a mi lado, su brazo se posa por unos segundos en mi mesa y la manga de su suéter se va hacia atrás dejándome ver un poco de su brazo, alcanzo a ver unos rayones rojos... ¿acaso el...?
Utilizo la borra con rapidez y la vuelve a poner en mi mesa agradeciéndome, asiento con la cabeza dándome vueltas, ¿él se corta? ¿Por qué? ¿Y porque tiene el ojo morado? ¿Alguien en su casa le pega? ¿Tiene problemas en casa?
Lo miro por el rabillo de mi ojo y lo atrapo viendo, niego con la cabeza con una media sonrisa cuando sus mejillas se tornan rojas y vuelve a lo suyo.
<<Dios, ¿qué me pasa? ¿Por qué sonrió así? >>
<<Yo seee.... >>
<<Tú te callas. >>
A la media hora me dan ganas de fumar para poder dispersar a los fantasmas que vuelan por mi cabeza como buitres pero me aguanto cuando el profesor me regaña y me hace una charla de diez minutos de porque no debería fumar a tan temprana edad.
A los quince minutos después veo con más intensidad a los tres fantasmas rondando, dos de categoría uno y el otro de categoría 3, ese me estaba sacando de quicio, porque era una anciana que no paraba de hablar. Cuando se termina la hora estoy como un loco trotando por el pasillo hasta llegar hacia la puerta de la oficina del vicepresidente. Solo me quiero ir, alejarme de esos fantasmas y fumar algo para olvidarlos.
Me encuentro a papá West y a papá Magne en el pasillo con las manos agarradas conversando, me acerco con paso apresurados con desesperación, eso hace que ellos se pongan en alerta.
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