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Capítulo 8

Divago entre las páginas de este grimorio y no encuentro nada que hable de como encender volcanes ni del tal amuleto de Sayón.

—Ya estoy aquí y quiero reunirme a solas contigo en el salón Marmita.

Apenas escucho la voz de Bishop en mi mente. se me eriza todo el cuerpo. Me pongo de pie voy y tomo un baño, seguidamente me enfrento al uniforme que debo usar.

De forma brusca y sin previo aviso la puerta se abre y veo a Amaru muy agitada —Bishop está aquí.

Le sonrió y vuelvo a lo mío —Ya lo sabía, pero gracias por informar.

Ella se acerca, analiza el closet y el uniforme similar al que Bishop usó para la reunión con los eternos que tengo en mis manos; lo que los diferencia es que este tiene en todos los bordes líneas formadas con el sello de Dite. La demonia estira la mano y agarra un vestido largo clásico de color rojo con un cuello alto y mangas largas, sin ningún escote, nada sexy, sin embargo, los adornos en la falda y mangas lo hace ver bonito.

—Yo sé que todos debemos ir con nuestros uniformes...

Al ser yo ahora la comandante, tengo que cumplir con las reglas de Dite, en especial con la que dice:

«Portar el uniforme correspondiente durante todas las reuniones que se efectúen dentro y fuera del círculo con la finalidad de identificar a los miembros de Dite»

Pero también sé que en el noveno círculo no es necesario usar uniforme y como también pertenezco a este, podría tomarlo como escusa porque no quiero usar ese traje.

—Pero este te quedará lindo, Bishop no dirá nada. —finaliza la demonia mientras me extiende el vestido con una sonrisa en el rostro.

—Ese está bonito pero el color es muy llamativo.

La demonia no se desanima y busca otro, me entrega uno negro que posee una abertura en la pierna y una sola manga larga. Este no lo rechazo. Sin perder más tiempo me lo pongo, busco unos tacones del mismo color, no me pongo joyas porque no las hay, peino mi cabellera y marcho hasta el salón Marmita que es el de la mesa de piedra.

Cuando ya estoy frente a la enorme puerta de roble, respiro profundo con la intención de apaciguar las emociones que causa Bishop en mí.

Ingreso al salón y ahí esta él, leyendo lo que está escrito en la piedra.

—Me extraña que no hayas puesto matar a Destiny. —habla sin mirarme.

—Hay ciertas cosas que no se escriben, se guardan en la mente.

Avanzo hacia donde él se encuentra —Tienes razón, pero de todas formas... —levanta la vista y se queda callado apenas me observa. —Te ves hermosa, pero en tu closet estaban los uniformes... —no le respondo —Por si no los viste.

Lo miro a los ojos y simplemente la forma que tienen hoy es hermosa: están totalmente negros excepto las pupilas que tiene una forma de ovalo horizontal y están de un color naranja muy claro. Disimuladamente y en muy corto tiempo recorro su cuerpo con la mirada y no lo puedo negar, se ve provocativo con esa apariencia mitad humano mitad demonio, es decir, lo único que tiene de demonio son su cachos y vetas por todo el cuerpo, me imagino que su cola también está presente.

—Si los vi solo que no lo quiero usar.

Me siendo en uno de los troncos y él se recuesta sobre la mesa quedando casi frente a mí. Se cruza de brazos y de pies. —Que sea la última vez, Milufer.

No la será —Y bien que era lo que me querías decir— cambio de tema antes de que terminemos peleando.

—Va a venir Vlender y Leyva, los dos eternos y también Ammón. —a esos eternos lo vi el día del juicio, pero al príncipe Ammón no he tenido la oportunidad de conocerle el rostro —En cuanto a tu vela, la pondré en mi dimensión allí estará segura. —hace una pausa y mira algún punto debajo de mi mentón a lo que se introduce una en el bolsillo de saco —Ese cuello merece un adorno.

Se inclina y siento que algo frío —lo que sacó del bolsillo —se enreda en mi cuello. Llevo mis dedos a este y es una gargantilla de lo que parecen ser diamantes circulares.

—Gracias—susurro mientras hago un gran esfuerzo por verme el cuello, lo cual me resulta imposible.

—Vamos.

Me pongo de pie y Bishop hace una pequeña venia indicándome que camine adelante. A pasos rápidos nos movemos por los pasillos que gracias al trabajo que hemos hecho con los incubos y súcubos, ya están iluminados con antorchas y hogueras cada dos metros, porque en ciertas partes la oscuridad era muy densa.

Bishop me va dando las indicaciones de que túnel debo tomar para llegar al Salón Místico y así como su sobre lo indica es místico porque en cualquier circunstancia es un salón húmedo y vacío, pero con las runas de Bishop, dicen que se convierte en lo que él quiera, espero que me sorprenda.

Me detengo de forma tosca al instante que llegó al final del túnel y veo una escalera en descenso demasiado empinada y para más colmo es de barro. Miro mis tacones y luego a Bishop.

—No me mires así, solo quítatelos y avanza.

—Quítatelos y avanza—río mientras me le acerco; me quito los tacones y antes de que lo evite, monto su espalda —El mundo es para los más vivos, avanza.

El demonio me mira de reojo y niega, pero aun así avanza. A pasos lentos pero seguro va bajando cada escalón de la escalera que me imagino que él hizo a propósito para probar que era mala idea no usar el uniforme, pero de nada le sirvió.

Apenas pisa el último escalón, técnicamente me empuja de su espalda, de no ser por la pared me hubiese caído. Él avanza y yo intento seguirle el paso a la vez que me pongo los zapatos. Desde aquí ya puedo ver un pasillo muy bien iluminado con antorchas y unas puertas negras con el sello encendido de Dite grabado en su centro, también veo a Biltrix, mis dos demonios y a Dorcas muy bien uniformados.

Llego a donde están ellos y Biltrix no tarda en lanzar sus halagos mientras Bishop ingresa sin ni siquiera mirar a mis demonios y casi arrastrando a Biltrix a su paso.

Que genio que se manda ese demonio.

—¿Qué es esto Milufer? —Dorcas me mira y se toca el uniforme en busca de una explicación.

—Serás la bruja mayor de Ónix —ella me toma del brazo de forma brusca.

—Buscas venganza, no es así, por lo de tu hijo.

La miro a los ojos, eso todavía no se me olvida ni se me olvidara, pero en estos momentos mi mejor venganza es aprovechar todos sus conocimientos para mi propio beneficio; después, quizás algo le haré.

—No. Lo único que quiero es ofrecerte una oportunidad para que limpies tu reputación y también un lugar donde vivir —me acerco más a ella sin quitarle la vista de los ojos —¿O se te olvida que tu y tú aquelarre no son bien vistos ni bienvenidos en cualquier círculo del infierno?

La bruja me sostiene la mirada unos segundos más hasta que me suelta. —¿Que te hace pensar que Bishop nos va a aceptar? No viste como me miro, casi me mata.

Me encojo de hombros —Si hubiera querido matarte lo hubiera hecho, así que confía en mi—dirijo la mirada a los demonios —¿Entramos?

Los cuatro cruzamos la enorme puerta ¡y vaya que Bishop si me sorprendió! El lugar es simplemente hermoso: hay una gran hoguera —la cual es la única iluminación que hay— y alrededor de esta hay una mesa circular decorada con una vajilla que lo único que emana es lujo y brillo. Miro al techo y está totalmente oscuro y cientos de puntitos giran en él dando la sensación de estar bajo una lluvia de meteoros. Se siente muy acogedor.

Miro a los asistentes los cuales tiene la apariencia de semidemonio: los únicos machos son los tres demonios que mencionó Bishop, él, Biltrix y pues Amadeus. Los otros son mujeres, entre ellas esta Masxacre y dos que no conozco. Todos al ver que entramos se quedan callados.

—Te sientas a mi lado. — Bishop susurra en mi mente.

Miro el sitio y es entre él y otro demonio que me imagino es el príncipe; mis otros tres acompañantes van y se sientan al lado de Masxacre. Voy hasta donde esta Bishop, que se pone de pie y él otro demonio al verme hace lo mismo y una pequeña reverencia.

—Un honor conocer a la causante de tantas discusiones —toma mi muñeca y la besa —mucho gusto, Mammón.

—El gusto es mío.

Me siento y me enfrento a la mirada de los dos eternos que están justo frente a mi. El tal Leyva en algún momento durante el juicio se atrevió a decir que yo era un peligro para el infierno y que no merecía vivir aquí... Claramente yo no le caí bien y al parecer Bishop tampoco.

—Me parece que cuando uno es anfitrión llega puntual y, además, cumple las leyes —Leyva me habla pero su mirada está en Bishop.

—Yo en mi casa hago lo que se me dé la gana —apenas me escucha me voltea a mirar rápidamente con los ojos muy abiertos y rojos.

—Primor así se habla —dice Biltrix en mi mente.

Los demás integrantes de la reunión se han quedado boquiabiertos mirandome.

Cuando ya Leyva esta por replicar Bishop lo interrumpe. —A lo que vinimos —le habla a Vlender, quien empieza a tomar nota —Yo como encargado de Dite pongo a Milufer como comandante encargada de Ónix y también a media legión de diablos oriundos de este volcán y una legión más de demonios terrestres provenientes de Azrhen. —hace una pausa y me mira, yo escucho atenta— También a una bruja y hechiceras, ambas de alto nivel, una demonio mayor de segundo nivel, tres parejas de quimeras y armamento suficiente para sus tropas, además...

Siento como Bishop a mi lado se tensa.

—Yo quiero hacerle un regalo a mi nueva vecina—interrumpe Mammón —Le regalo uno de mis monumentales dragones de fuego.

El príncipe infernal me mira y me guiña un ojo a lo que le agradezco.

—Antes de que continúes Bishop —Vlender me mira por unos instantes para luego proceder —Y estos dos demonios y bruja, ¿tus los pones a su disposición?

—No, a ellos los escogí yo. —mi mirada busca la aprobación de Bishop y este afortunadamente asiente de forma positiva.

—Ahora así continúa.

Bishop no dice nada, se queda callado por un par de segundos hasta que, de repente un relámpago inunda todo el lugar y seguidamente se siente una onda expansiva tan que agita el fuego y la vajilla de la mesa... hasta el cabello me lo alborotó, pocos segundos después otro relámpago nos ilumina. Todos aquí en la mesa parecen saber que está pasando, menos yo, como siempre. Por inercia miro a Bishop en busca de una respuesta, mas él me mira sin ninguna expresión y nadie se digna a decir algo.

Bishop se pone de pie y temo que se vaya a marchar, pero al final habla —Ya para finalizar, a Milufer también se le será prohibido el ingreso a Azrhen debido a su entrenamiento y la prohibición va hasta que yo diga lo contrario...

Automáticamente apenas escucho esa barbaridad; mi ceño se frunce, mi cuerpo se torna rígido, mi mandíbula se aprieta y mis manos se cierra en puños que mantengo escondidos bajo la mesa y me olvido de lo que es respirar; siento la mirada de todos sobre mí y en lo único que me concentro es en mostrar una actitud serena, pero por dentro, por dentro quiero llorar de la rabia y tristeza que siento. Le acepto que me deje acá pero no que me prohíba la entrada a Azrhen.

... —Tómanos el juramento por favor Vlender.

Tengo que atacar.

—Antes me gustaría comunicarles que todos los diablos, demonios, quimeras, brujas, hechiceros y demás seres que estén bajo mi mando, serán marcados con mi sello. —de nuevo siento todas las miradas sobre mí, en especial la de Bishop. —También pido que se me permita ampliar el territorio de Ónix si es necesario.

—Ni lo sueñes Milufer— escucho un leve susurro por parte de Bishop en mi cabeza.

Vlender escribe —Acepto tus requerimientos.

Este pone a rotar una pluma y el pergamino en el que estaba escribiendo, uno a uno se van pinchando un dedo con la pluma y después con esta firman el pergamino. Cuando el juramento llega a mí, me tomo el tiempo de leerlo.

—Milufer por favor apúrate, tenemos un caído que guiar a casa.

Escupe Leyva y ahora si entiendo todo, ella acabo de caer. Como no se me ocurrió ante. Sin darle importancia a su comentario y con la mano temblorosa, firmo el juramento.

Bishop, Biltrix, Vlender y Leyva se ponen de pie. —Con su permiso.

Dice Bishop y los cuatro emprenden camino hacia la puerta. Bishop ni siquiera se digna a mirarme o a decirme algo antes de irse.

—Qué falta de respeto terminar así un evento tan importante —rompe el incómodo silencio Mammón.

—¿No iras a intentar quedarte con ella? —le pregunta Masxacre al príncipe.

Él ríe y toca mi hombro —Para que si ya Bishop dejo muy claro que sería para su círculo. Prefiero quedarme y dialogar un poco con Milufer mientras bebemos vino.

Escuchar esto aumenta más mi frustración y ganas de llorar, de destruir algo a alguien.

—Muchas gracias por tu regalo Mammón espero tener una buena relación con tu círculo —el príncipe me sonríe con picardía. —Muchas gracias por venir y lo del dialogo y vino queda para otro dia.

Se pone de pie y vuelve a besar mi muñeca —Cuando lo desees, mi círculo te atenderá... puedes pedirme lo que quieras. Adiós.

Le regalo una sonrisa y el demonio camina hacia la puerta hasta que se disipa.

«Te cambio por ella» susurra Satán.

No le hago caso y centro mi atención en los que ahora son mis demonios en especial a las dos hembras que no conozco. —Bueno y ustedes quienes son.

—Yo soy Jamil soy hechicera procedente del noveno círculo.

Esta hechicera tiene el cabello totalmente blanco.

—Yo soy Liszt, bruja nativa de Dite. —me llama la atención sus ojos que son muy parecidos a los de un reptil.

«La prefiere a ella»

—Bienvenidas a Ónix—A ambas les regalo mi mejor sonrisa, me gustaría saber más de ellas, darles un discurso a la altura de un comandante, pero ahora, no es el momento, no quiero saber nada de esto. Me pongo de pie y ellos hacen lo mismo —Más tarde me reuniré con ustedes, mientras tanto son libres de hacer lo que quieran.

¿Mucha libertad? Tal vez, pero lo único que quiero es salir de aquí gritar y llorar.

Salgo del salón con la rabia a flor de piel y mi cabello empezando a arder. Es tanta la rabia que aflora que subo esos malditos escalones sin ningún problema. En el camino me arranco la gargantilla que Bishop me dio y la lanzo a algún lugar de estos túneles.

Apenas cruzo la puerta de mi habitación cambio a mi forma de demonio y el vestido queda vuelto nada. Las lágrimas han comenzado a salir y no quiero sentirme así, así sean lágrimas de tristeza o rabia, ese demonio no las merece.

«Déjame tomar el control y te daré el poder y la fortaleza que necesitas para vencerla»

—¡Yo no necesito nada y más de ti!

Cojo el bastión —que lo llevaba como tobillera— y lo convierto en un puñal, sin compasión alguna arremeto contra aquel peluche que hace nomas una semana me regalo.

Yo si sabía que no iba a cambiar su comportamiento y algo me dice que va a empeorar.

Descargo toda mi rabia en aquel que peluche y al final rompo en llanto...

—¡Esta me las pagas Bishop!

«Solo acepta Milufer, déjame salir. Te daré lo que necesites»

«Eres débil»

«Tus sentimientos re hacen débil»

Una parte de mi, me dice que no lo escuche pero tal vez si necesito de su ayuda.

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