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Capítulo 3

Narra Bishop

Sigo observando a Milufer desde mi dimensión, por más que quiera dejarla en paz no puedo.

Aprovecho que sale de su pequeño infierno y por medio de un portal llego allá. Las sombras apenas me ven se arrodillan frente a mí y me dejan pasar sin ningún problema, que seres tan desleales creí escuchar a Milufer diciéndoles que nadie podía entrar. Pido a una de ellas que guíe por el lugar y mientras tanto me cuentan todo lo que Milufer ha hecho.

Si mi Milufer va a vivir aquí, no puede ser entre tanta tierra y humedad. Antes de ir a su habitación grabo unas cuantas runas en estas paredes de tierra las cuales replicarán la forma elegante que tienen las curvas de Dite, quedará como una verdadera cueva infernal. Milufer se va a poner explosiva cuando vea lo que he hecho y más por no saber si sigo aquí dentro, esa es la idea, causarle un poco de zozobra.

Salgo de su infierno y me doy un paseo por toda el área que abarca Luf'Yana. Sigo el rastro de Milufer hasta una pequeña laguna fuera del círculo y para mi sorpresa no está sola. En ese momento un malestar se apodera de mi ser y la boca me sabe a maldad. Quiero acercarme y quitarlo de su lado pero me contengo, hasta que Milufer se va y ahora si voy por él.

Daniel hoy pagará por pecador.

Narra Milufer

Apenas le dije a Dorcas lo que iba a hacer se fue sin decir ni una sola palabra; claro está que no le gustó mi idea. Y no entiendo porque si no hay nada más desafiante para los ángeles que les creen un infierno en su semi-edén y ahora se van a preocupar porque yo voy a llevar un humano al infierno. Incluso podría destruir Luf'Yana para que me dejen llevar a Maciel.

No sé cómo vaya a reaccionar el cuerpo y alma de Maciel al estar allá, no creo que le haga daño si ya vivió todo este tiempo en Luf'Yana, aunque claro está que la energía allá bajo es pesada, mas no se compara con la que corre por el inferno.

Rasco por enésima vez mi cabeza y decido pedir ayuda. Rápidamente voy a la sala y dibujo con pentagrama de sal con algo de azufre y enciendo en cada punta una vela roja y una negra. Repito el nombre de Lucifer en arameo 64 veces y cuando termino la sal se enciende. No pasa mucho hasta que una humarada olorosa a azufre toma posesión de todo el lugar.

Al desvanecerse deja ver a mi padre, con un smoking impecable completamente negro, que elegante.

-Milufer. -dice con una gran sonrisa en el rostro.

-Gracias por venir.

Él se acerca y toca mi rostro hasta que llega a mi clavícula, ahí se detiene por unos segundos -Ayúdame padre. -pido en un susurro mientras siento un frío que me hiela la sangre.

Paso mis manos por el lugar donde el antes tenía la suya y no queda ningún rastro del sarpullido.

-Lo haré.

Juntos caminamos hasta donde esta Maciel y lo pongo sobre sus brazos. Se ven tan tiernos. Lucifer se acerca y le da un beso en la frente, quien iba a creer que el príncipe de la dulce pena tuviera sentimientos.

-¿Te puedo dejar unos cuantos minutos con él?

Lucifer solo me mira y se ríe -Que te vaya bien.

-Confió en ti.

Salgo de la casa y monto a guardián. Mientras volamos hacia la casa de las brujas a una altura considerable, veo que en el suelo se reflejan unas alas. Lo primero que se me viene a la mente es Bishop, pero no se siente como si fuera él. Miro hacia todos los ángulos posibles y no veo absolutamente nada. Alisto mi bastión y espero a que algo acurra. Veo las alas dos veces más y luego se pierden.

Veo la casa las brujas y a toda prisa desciendo. Las brujas tienen una cabaña en la zona rural casi en medio de la nada; enciendo muestra visibilidad cuando ya estoy dentro de la casa, las busco y las encuentro alistándose para un ritual, al parecer es una iniciación dado que hay una chica pelirroja que nunca había visto, apenas estas me ven corren a abrazarme menos Hade y Dorcas.

-Necesito al chico. -pido cuando todas se separan de mí.

Cuando viene por primera vez a Noruega me encontré con chico de unos 17 años, yo paseaba con mi visibilidad apagada cuando de repente él gritó -Te reprendo en el nombre del señor.

Todas las personas que había junto a él lo miraban raro, y yo no entendía si era a mí a la que reprendía y más porque se supone que nadie me debería ver y de hecho solo él lo hacía. Él les insistía a las personas que lo miraban que había un demonio con mucha oscuridad cerca, fui tan torpe que creí que era otro demonio, más se refería a mí. Yo me le acerqué y el chico entró en pánico, gritó, vomitó hasta que se desmayó. El caso de él me pareció interesante y lo seguí hasta el hospital. Para acercarme a él primero le dejé una nota.

Sé que me vez, pero no me temas, si me lo permites podemos dialogar

Aun así, el chico entro en shock y comenzó a gritar -¡Rebélate, no te tengo miedo! Cristo me protege. Demonio, aléjate de mí. Mi alma no la tendrás, ¡te bendigo con la sangre del creador!

Él se lo buscó, pocos días después fue internado en una clínica psiquiátrica diagnosticado con esquizofrenia. Allá aproveché y me mostré ante él en mi forma humana y como era de esperarlo lloró, grito, suplicó y se volvió desmayar. Me causo mucha gracia su comportamiento, pero me hizo recordar el día que Bishop me dijo que estaba en el infierno. Pasó una semana, el chico que por cierto se llama Lucas, pero le dicen Lolo, ya no hacía tanto drama cuando me veía, hasta se atrevió a hablarme, me contó que es clarividente empático y que yo era el primer demonio que había visto. Se podría decir que nos volvimos amigos y me pidió que lo llevara conmigo, pero, no pude y hoy vengo a visitarlo.

-Todavía no he ido por él. -Dorcas ni siquiera me mira cuando me habla.

-Voy por él. Guardián, vamos.

-Quédate para que veas el ritual- pide Dorcas antes de que me vaya y Hariet me toma de la mano y me insiste con la mirada.

No quiero que pase lo que paso cuando estuve con ellas en un ritual.

-No creo...

-Yo voy por el chico...

Escucho que alguien se ofrece a mis espaldas.

-Ve rápido. -respondo sin voltear a ver y segundos después escucho que la puerta se cierra. -¿Para qué quieres que me quede?

-Para que veas el ritual.

Suena convincente pero no confío en ellas, no se me olvida que ella ayudó a matar a Matías.

Todas nos dirigimos al sótano y este ya está ambientando para la ocasión; está totalmente iluminado por velas en el suelo hay un enorme pentagrama encerrado por un círculo de velas naranjas. Todas las brujas se van hacia el lado oscuro del sitio y la pelirroja se me acerca.

-¿Y tú, tú también eres... Bruja?

La analizó y no le pongo más de 18 años, se ve bastante ansiosa.

- ¿Tengo cara de bruja? - la chica abre la boca con la intensión de decir algo pero al final solo niega con la cabeza -No. ¿Y tú porqué quieres ser bruja?

Ella baja la mirada y responde en un susurro muy leve. -Mis padres me obligaron a ser monja y dentro del convento tengo unas amigas brujas y desde que lo supe me entraron las ganas de ser una de ellas, hasta que di con Dorcas y su aquelarre.

-Ahora resulta que las monjas son brujas. -que humanidad más hereje, traidores, hipócritas. Merecen arder en el Infierno -¿Cómo te llamas humana?

-Mi nombre es Elizabeth.

-Sabias que eres una hipócrita y que en Dite nos encantan las herejes como tú. Tú y tus amiguitas ya tiene un lugar allá.

Como lo ilusa que es, sonríe con entusiasmo y me da las gracias por brindarle posada en Dite.

Escucho que alguien baja por las escaleras, es Gaea y viene con Lolo.

-¡Anne! -Apenas él me ve se me lanza encima -Te extrañé.

-¡Yo también te extraño Lolo!

-Anne cúrame -Gaea se nos acerca con un brazo elevado, tiene una quemadura horrible desde la muñeca al codo. -En la casa de ese-apunta con la boca a Lolo- Había una tijera en forma de cruz y ajugas incrustadas en las paredes y me quemaron.

Acá los humanos suelen poner tijeras en forma de cruz en los techos de sus casas, agujas y agua bendita para evitar que las brujas se acerquen y cuando lo hacen, se quedan pegadas o se queman como le pasó a Gaea. Y esas heridas solo se curan con rezos de demonios o del líder de aquelarre.

Tomó su mano y susurro en latín: el poder divino no puede contra mi poder maligno, yo estoy con ella, un diablo la protege al terminar la herida se va cerrando.

- Fenomenal -dice Lolo anonadado. -Tienes que... -su atención se fija en Gaea que ha comenzado a quitarse la ropa. -Anne... Que van a hacer.

-Un ritual de iniciación.

-Y de qué trata, porqué se desnudan todas.

Miro su rostro y está completamente rojo. -Pues, se supone que la única que debería estar desnuda es Elizabeth pero las otras aprovechan para... Divertirse.

-Okey, creo que entiendo. Y en que consiste el ritual.

-La aspirante a bruja, Elizabeth, se sentará con las rodillas abiertas en el medio del pentagrama, las demás comenzarán a invocar demonios y el que quiera acudirá y la empezará a tocar, lo más seguro es que tengan sexo y para pasar la prueba ella no debe abrir nunca los ojos.

-Yo no quiero ver eso. -dice Lolo con la cara más roja que un tomate.

-Tranquilo, el demonio no será visible.

-Aun así, será... Incomodo.

Tiene razón, yo tampoco quiero ver eso. -Nos quedamos hasta la parte de los cánticos.

Ambos nos sentamos en el suelo muy alejados del círculo de velas, Elizabeth se pone en medio del pentagrama y alrededor las demás brujas, que primero empiezan a rezar y seguidamente inician la alabanza. No pasa mucho hasta que Elizabeth empieza a gemir ruidosamente y un calor infierno, muy acogedor baña todo el recinto.

Tomo a Lolo de la mano y salimos del sótano. Salimos en silencio de la casa y caminamos sin rumbo, mientras caminos me tomó el tiempo de apreciar esta noche fría y clara y tan típica de los países boreales.

-¿Cuándo me dirás tu nombre de demonio?

-¿Para que quieres saber mi nombre?

Entre todo lo que leí, aprendí que a cualquier humano se le puede decir el nombre real. Esto es porque nos pueden invocar y como desde el día que Miguel Arcángel derrotó a Lucifer a los humanos se les concedió el poder de expulsar de la tierra a cualquier demonio si dicen nuestro nombre y ponen las palabras de Jesucristo por delante y obviamente con mucha fe y convicción, técnicamente lo que Lolo quiso hacer la primera vez que me vio, pero no sabía mi nombre ni lo sabrá por ahora.

-Para buscar sobre ti y así... -en su cara por unos segundos se marca un gesto de dolor y lleva una de sus manos al pecho... -Conocerte.

-Yo te puedo decir lo que quieras, a parte de mi nombre.

Él toce varias veces y luego procede -Son tantas cosas que no sé por dónde empezar.

-¿Te sientes bien?

Vuelve y se pone las manos en el pecho, pero esta vez se nota que le duele más.

-No sé, siento como si me estuviera ahogando.

-Asma-el niega con la cabeza, lo tomó de la mano y con cuidado lo ayudo a sentarse en el suelo. -Respira con calma y no te desesperes.

-¿Tú tienes calor? - niego, el clima esta frio -¿Hueles eso? Huele a humo.

Lolo empieza a perder la calma y a lagrimear.

Niego nuevamente ya sé que le pasa al muchacho -De seguro por aquí cerca hay un espíritu de alguien que murió ahogado o...

En ese momento mi mente se traslada a un lugar cerca de aquí donde han dibujado mi sello, lo dibujaron en una casa que está completamente en llamas. Busco a quien sea que lo haya dibujado, pero lo único que veo es a un hombre, una mujer y una niña intentando salir de la casa con desespero.

Siento que alguien me aprieta el brazo y vuelvo al ahora. Encuentro a Lolo mirándome fijamente, en el reflejo de sus ojos veo que todo mi cabello está en llamas. No le digo nada solo me pongo de pie y monto a guardián, Lolo también lo hace y vamos en la dirección en que fluye la energía del sello.

-¡Oh Dios! -grita Lolo apenas ve la casa en llamas. -No, no, no puede ser.

El chico rompe en llanto y anticipando lo que creo que iba a hacer-tirarse de guardián-lo agarro de los brazos.

-¡Déjame, es la casa de mi familia!

Es mi turno de asombrarme, guardián acelera el vuelo y en menos de 30 segundos ya estamos sobre el suelo.

-Lolo, escúchame. Yo voy a entrar tu quédate aquí.

No responde solo se arrodilla y sigue llorando, ojalá que no se vaya a desmayar. No pierdo más tiempo e ingreso a la casa, lo primero que veo es el gran sello dibujando en el centro de la sala, eso es lo menos importante en este momento, paso de largo a buscar a las personas: encuentro al que debe ser el padre de Lolo ya muerto y envuelto en llamas, aunque el fuego normalmente no me quema, este arde y pica como aquella luz que desprendía la espada de Azael, por eso uso el sello de Lucifer que hay en mi mano, para congelar mi piel y alas. Voy al segundo piso, busco en las primeras habitaciones y todas, absolutamente todas están envueltas en llamas de una forma infernal e inusual. En la última, encuentro a la señora también envuelta en llamas, en el techo; diviso un hueco, me las ingenio para subir y allí encuentro a la niña en una esquina; milagrosamente el fuego no ha llegado hasta aquí pero el humo sí. Voy hasta ella y la acuno en mis brazos, todavía tiene pulso. Mentalmente llamo a Guardián y siento como este se posa en el techo, él empieza a rasguñarlo hasta que consigue entrar.

-Llévala con Lolo a un hospital.

Guardián la agarra en su hocico y emprende vuelo; yo, convierto el bastión en arco&flecha y rápidamente regreso a donde está el sello. Busco meticulosamente algo que me de pistas de quien lo dibujo, porque descarto totalmente que la familia de Lolo lo haya hecho. Por mi mente pasan nombre de los posibles responsables, pero no creo que Bishop haga esto, ¿Dorcas tampoco o si? A escasos pasos del sello observo una mesa-que se encuentra intacta-sobre esta hay una caja regalo, me acerco con cuidado y en la etiqueta dice «Para Milufer»

Dudo entre abrirlo o no, puede ser algún tipo de runa que al más mínimo contacto explote. Un aullido lastimero viene a mis oídos, guardián. Sin pensarlo agarro la caja y la guardo en el bastión, vuelvo y lo convierto en flecha y me encamino hacia la puerta. Apenas la abro lo primero que me encuentro es un brillo albino enceguecedor, no hace falta que me ponga a pensar sobre el proceder de esta, la energía que se siente es agobiante, no estoy sola y sé que estoy rodeado de ángeles.

No alcanzo a dar dos pasos cuando veo que un hilo planteado viene rompiendo la blancura de la luz. Mis cabellos se encienden a la defensiva y van al encuentro, intentan impedir que aquellos hilos me toquen, pero es imposible, apenas uno de esos me toca una quemazón me recorre de pies a cabeza, luego otro me agarra de las muñecas y caigo. La energía que estas cosas emanan supera la mía. En el suelo me retuerzo de dolor e imploro para que se detengan.

La luz se empieza a disipar y deja al descubierto a un puñado de ángeles en el suelo y otro suspendidos en el aire. Busco con la mirada a Guardián y también está sometido con aquellos hilos, no veo a los chicos ojalá Guardián los haya logrado llevar al hospital.

Un tirón de eso hilos me hace perder el aire. Cambio a mi forma de demonio, me enciendo, me congelo, pero mis esfuerzos son en vano, esos hilos simplemente no dan brazo a torcer. Las sombras dentro de mi vibran de ansiedad, están estresadas, quieren salir pero no puedo, dejarlas salir en estos momentos es entregarlas a los brazos de la muerte.

En mis oídos empieza a retumbar el sonido de unos pasos, es un sonido insoportable que nubla mi mente, mi cabeza y oídos duelen.

-¡Detente! -grito tan fuerte que me queda ardiendo la garganta.

Suelto alaridos antinaturales mientras me revuelco en el suelo. Al sonido de los pasos se le suma un rezo en susurro que termina por descolocarme. Siento que sus palabras queman.

Crux sacra sit míhi Lux

Non dráco sit míhi dux

¡Váde rétro Sátana!

-¡Cállate! -grito e intento ponerme de pie para detenerlo, pero no lo logro. -Propter mandatum assume! Luciferius protegit me. Virtutem tuae non nocebit tenebras filia regem. -mi voz suena escalofriante; esta oración no solo me está afectando a mí, también afecta al espíritu del satán que llevo dentro y él se quiere hacer sentir temo que tome posesión completa de mi.

Mis gritos no cesan, aquel ser cambia de oración. Aquella oración hace que lentamente toda mi soberbia se calme, más no lo puedo permitir y haciendo uso de la calma momentánea que tiene mi mente, me siento y me cubro la cara con el cabello y empiezo a invocar a Lucifer.

«El que habita al abrigo del Altísimo» sin darme cuenta me encuentro repitiendo esas palabras, sacudo la cabeza y vuelvo a invocar a mi padre.

«morará bajo la sombra del Omnipotente.»

Niego y empiezo de nuevo.

«Diré yo de Jehová» vuelvo a repetir cuando ya estoy por acabar y me toca volver a comenzar.

Los pasos se detienen y muy cerca de mi siento un calor sofocante, aquel ser esta frente a mí.

-Hoy vas a pagar todos tus pecados, Milufer.

Dice aquel ser sin preámbulo.

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