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Capítulo 4

Azai POV

Le dije a Decia que es mía, es solo algo que surgió en mi mente, no se que eso signifique, he escuchado a hombres decir "esa mujer es mía" y las protegen. Siento que algo ha ido cambiando en mí desde que vi a esta mujer. Ella es diferente a todos nosotros, ella no está modificada. Ella es solo humana. En mi interior sentía un fuego y una parte de mi se endurecía, me dolía y no sabía ¿Por qué? Había visto a humanos unir sus cuerpos y compartir fluidos. Leí en libros que es parte del proceso de reproducción de todo ser vivo.

-¿A qué te refieres con que soy tuya? No soy un objeto -Me reprochó.

—Te voy a demostrar a qué me refiero —Siseó en su oído.

Arranco la ropa que lleva puesta hasta dejarla sin nada sobre su cuerpo, ella tiembla pegada a mí, como si tuviera frio.

Mis manos recorren su piel desnuda, está tibia a mi tacto, quito sus manos de sus pechos, las protuberancias sobre ellos están duras, eso me gusta.

-Tu cuerpo reacciona a mi tacto, eso me demuestra que a tu cuerpo le gusto lo que hago con él -Recorro su cuello con mi nariz.

-Hueles muy bien -Gruño en su oído.

-Yo...yo nunca he esta... -Uno mis labios a los suyos. Nunca he besado. Ella será la primera. Ella me lo devuelve.

-Toma, esta camisa. Puedes usarla para dormir. Mañana ya buscaré ropa para ti -La dejo recostada en la pared, su respiración es acelerada, su corazón late más rápido, así como el mío.

Me acuesto en mi cama, dejando espacio para ella. Debo de investigar más sobre la reproducción humana, quiero hacerla mía estando ella de acuerdo, no quiero forzarla a nada.

Luego de un rato, siento que el colchón baja a mi lado; ella al fin decidió dormir a mi lado.

Por la mañana despierto con Decia entre mis brazos, su trasero pegado a mi entrepierna, la cual esta dura y adolorida. Su blusa esta más arriba de su cintura. Mi mano derecha cobra vida propia, recorro su pierna derecha, palpando su piel que en algunas partes siento sus cicatrices. ¿Por qué decidió ser soldado? Es muy hermosa.

Mi mano se mete entre sus bragas, buscando su intimidad. Está húmeda, caliente y resbaladiza.

-MMMM -Un ronroneo sale de sus labios entreabiertos.

Mi dedo medio encuentra su cavidad, comienzo a moverlo, sin embargo, su mano me detiene.

-No quiero que mi primera vez sea así -Me detuve.

-Esta sería mi primera vez -Hundí mi nariz en su cabello, huele tan bien.

-Eso es difícil de creer -Me dijo mientras soltaba mi mano.

-Créelo, no somos hombres comunes. Crecimos como experimentos se nos privó de casi todo. Una vez vi como un guardia tenía sexo con una asistente del doctor Hill -La cubrí con mi cuerpo. Luego rasgué sus bragas.

-¡Auch! Eso dolió ¿Qué haces? -Trató de cerrar sus piernas. Mi cuerpo más grande que el de ella se lo impidió.

-Lo siento, solo quiero ver si aprendí bien algo que vi -Abrí por completo sus fuertes piernas.

No podía negarlo Decia no es una mujer común es una soldado, su cuerpo tiene marcas y cicatrices. Sus piernas torneadas me enloquecían. Al llegar a su sexo, mi deseo creció.

Pase mi nariz por todo su sexo, mi cerebro lo estaba grabando en mi memoria. Esta parte huele diferente al resto de su cuerpo. Mi vista envía imágenes a mi memoria, buscando la mejor manera de complacerla. El guarda de seguridad se lo hizo a la enfermera y la mujer parecía disfrutarlo.

-¿Eres un fisgón? -Negué.

-Esos dos aprovechaban a hacerlo cuando estaban solos. No les importaba si yo estaba mirando -Le hablé para que se relajara.

Mi lengua hizo el recorrido. De su boca salió un gemido. Encontré una protuberancia en la parte superior de su entrada, al pasarla por ahí, mi chica aprisionó mi boca en esa área. Su sexo brillaba más. Su olor me enloquecía.

La mí, succioné y mordí suavemente esa área, con cada acto, la mujer debajo de mí se relajó, sus caderas buscaban mi lengua. Esto era magnífico, ahora entendía porque se deseaban a las mujeres. Espero estar dentro de ella como lo hacía ese hombre. Quiero disfrutarlo con ella.

-No, no puedo más. Esto es muy intenso -Un líquido tibio salió de su entrada, olía muy bien tanto como sabía.

-Quiero estar dentro de ti -Le dije, adolorido. Mi miembro estaba duro y palpitaba.

-Se gentil, es mi primera vez. Nunca imaginé... olvídalo. Solo ve despacio -Me quité mi ropa interior y ella se sorprendió al verme.

-Prometí ir despacio. No tengas miedo. No somos animales –Reafirmé mi palabra.

-Bien -Acepto.

Me acomodé en su entrada; estoy ansioso por introducirme en ella.

-Pesas demasiado. Me...me asfixias -Me levanté en un brazo.

-Lo siento -Continue.

-Se siente muy bien -Dije, sin embargo, al ver su rostro me detuve.

-¿Qué pasa? -Preguntó.

-Es tu rostro. Tu corazón está muy acelerado -Expliqué.

-Eres grande, mi cuerpo se resiste. Ya me adaptaré y si te preocupa que no esté como hace unos minutos lo estás haciendo. Si vuelves a detenerte nunca terminaremos -Y esto que no quería.

Me introduje un poco más en ella, la oía gemir, eso era buena señal.

-¡Azai! ¡ Azai! -Alguien gritaba en mi puerta.

-¡No me jodas! -Grité.

-¡Maldito seas! ¡Es una Emergencia! -Marfa gritó al otro lado.

-No me dejes así! -Rogó mi mujer y lo es. Ella es mía.

-Si Marfa está afuera es por una emergencia. A mi regreso. Continuaremos con esto -La besé y salí para ver que sucedía.

Me puse el uniforme, luego salí para encontrarme a Marfa, ella sonreía viendo.

-¿De qué te ríes? -Le dije tosco.

-De eso -Señala mi entrepierna.

-Te quedarás a cuidarla. Hay muchos por aquí que la quieren muerta. No entienden que solo es un solado, que sigue órdenes y Hill a hecho lo propio para hacernos ver culpables -Ella va a replicar y la detengo.

-Eres una de las dos personas en la que más confío, Marfa. Ella es mía. Ahora dime cual es la emergencia -Ella suspiro derrotada.

-Al parecer Hill atacó un pueblo, cerca la costa de la antigua New Zelanda, llevándose niños pequeños con ellos. Hemos escuchado el llamado de auxilio -Eso me llena de ira.

-Hijo de perra, ahora pretende utilizar niños para sus experimentos -Salgo en dirección al salón de tácticas; al llegar todos ya están ahí.

Nuestro jefe táctico nos muestra en la pantalla orográfica el mapa del área atacada por Bardo es un pequeño pueblo de dos mil personas, sin ejército y con muchos niños. Solo espero que esto no sea otra trampa del Bardo o el ejército porque me estoy cansando.

El viaje dura cuatro horas, aterrizamos en la playa. El pueblo está a dos kilómetros de dónde estamos, enviamos a los rastreadores, para que así nos digan con quien nos encontramos o que no sea una trampa.

Tres horas después solo regresa uno.

-Azai, es una trampa, nos estaban esperando. No es Hill, es un general retirado, se apellida Black. Quiere hablar contigo se dejo a Bane para garantizarse que iras y a mi me envió como mensajero -Miro a Yaneu esta un poco golpeado y uno de sus componentes Cyborg desprendido.

Lo envié al avión para que lo atendieran sus heridas, caminé los tres kilómetros al pueblo con algunos de mis compañeros en modo sigiloso. Al llegar me encontré con algunos cuerpos tirados y mi compañero Bane en el centro amordazado.

-Creí que no vendrías -Me dijo un hombre casi de mi tamaño, de porte militar. Sus rasgos físicos se me hacían conocidos.

-Yo no dejo atrás a mi gente, como ustedes lo hicieron en el último ataque de Bardo Hill -Le dije con rabia.

-Eso no es cierto. Cuando llegamos solo encontramos cadáveres, sin embargo, no voy a negar que solo me interesaba encontrar uno con vida -Lo miro a los ojos evaluado sus expresiones.

-Eres mal general. Yo espero encontrarlos a todos y regresarlos a casa -Algo en él no me agrada.

-Ustedes se llevaron a dos soldados. Una de ellas es la que me importa -Niego.

-Ambas murieron en el camino, nuestros médicos no pudieron salvarlas -Jamás le diría que ella está viva.

-Quiero el cuerpo de mi hija Decia -Me exigió.

-Los cuerpos de las dos mujeres fueron quemados -Le dije mirándolo.

-No soy tu enemigo, solo quiero a mi única hija de vuelta -Me entrego un teléfono móvil.

-¿Y esto? -Lo miré.

-Quiero que ella me llame. Lleva te a tu amigo -Le quitó las esposas a Bane y nos dejó marchar.

-¿Le darás el teléfono a la mujer? -Preguntó Bane.

-No, Nos podrían localizar con él -Le respondí.

Le pedí al piloto que se desviara diez kilómetros y lancé el móvil.

Así no nos encontrarán.

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