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Capítulo 22


Decia

Reunirnos con el presidente era lo más extraño que había escuchado. No confío en ellos, y especialmente en el presidente. Él ha permitido que mi padre haga lo que le ha dado la gana; su confianza en mi padre ha sido ciega.

—No, Azai. No confío en ellos. Ellos iniciaron el proyecto de su creación —los señalé a todos.

—No les importó el costo, ni las consecuencias que conllevaría el origen de ustedes —Todos me miraron.

—Estás herida, Decia, por lo que te hizo tu padre. No estás pensando con claridad —me reprochó Huang.

—Yo apoyo a Decia. Ustedes no conocen a esa gente. Como doctor de investigaciones, me obligaron a transgredir muchas leyes que ellos mismos formularon, con tal de tener más poder —Habló Harris.

—En mi opinión, creo que debemos escuchar lo que tienen para proponer. También necesitamos deshacernos de Hill. No me importa lo que haya pasado con Black —intervino Mace.

—¿Quiénes irán? —preguntó Ashur.

—Esto es una estupidez —golpeé la mesa al levantarme. Los miré a todos y negué con la cabeza antes de salir de la sala.

Si no fuera porque mi vientre ha crecido el doble de lo normal para mi tiempo de gestación, me iría a entrenar como solía hacerlo cuando era soldado. Me senté en una banqueta del pequeño parque. Mis lágrimas corrían sin que pudiera evitarlo; estas malditas hormonas me tenían peor que un cristal.

—Hija, no llores. No es bueno para los niños. Crees que no te entendemos, pero yo más que nadie lo hago. Sin embargo, también pienso que no es justo para todos seguir escondiéndonos —sollozó.

—Wolf nunca nos dejará en paz si lo rescatan vivo. Eso es lo que desea el presidente. Él es su hombre de confianza. Imagina cuando la humanidad sepa que los Cyborgs pueden reproducirse. Verán a tus nietos como una aberración —le expuse mis miedos a mi madre.

—Los defenderemos hasta la muerte —dijo Azai, hablando a mis espaldas.

Negué vehementemente. Eso no sería vida.

—No te preocupes por lo que aún no sucede. Saca a esa soldado que no le teme a luchar de donde quieras que la escondiste —me exigió mi madre.

—Vamos a que descanses —Azai me tomó en sus brazos.

*************

Los siguientes días fueron tensos. No supe qué organizaron con el gobierno; lo único que entendí es que conformarían una coalición para derrotar a Hill. A mí me dejarían por fuera, ya que, por el momento, nadie fuera de nosotros podía saber mi estado. Mi madre me acompañaría siempre.

Mace sería el enlace entre nosotros y el gobierno. La intención del presidente era rescatar a mi padre. Al parecer, mi progenitor conocía muchos secretos turbios del gobierno.

Azai, por su parte, había estado pasando mucho tiempo conmigo. Creo que, al igual que yo, tenía sus reservas sobre esta alianza.

—¿Irás a la reunión? —pregunté, sabiendo la respuesta.

—Tengo que ir, Decia. Soy su líder. Si no voy, dejarán en duda nuestras intenciones de llegar a un acuerdo. Esto lo hago por nosotros y por nuestros hijos —me dijo antes de darme un beso que subió de tono.

—Te amo, ¿sabes? —le devolví el beso y me senté a horcajadas en su regazo.

—¿Quieres matarme? —gruñó, mientras su miembro crecía al rozarse conmigo. La ropa nos lo ponía difícil.

—Solo quiero que me ames —comencé a moverme, buscando aliviar el calor que sentía.

—Esta ropa estorba —me dijo con su voz más ronca de lo normal.

Comencé a quitarme la poca ropa que llevaba. Como no salía mucho, usaba ropa cómoda y fácil de quitar.

—Tu turno —le dije cuando noté que él todavía tenía su ropa puesta.

Lo miré; estaba como hipnotizado, con la vista fija en mí ya pronunciado vientre.

—¿Qué sucede? ¿Me vas a dejar así? —pasé mis dedos por mi sexo, y al verlos brillar por mis fluidos, reaccionó.

—Es que estoy asombrado al ver tu vientre. Nunca pensé en la posibilidad de crear vida, y ahora, viéndote, todo es tan real —puso sus manos en mi abdomen.

—Ya no pienses en ello. Esto es muy real. Ellos te amarán, Azai, como lo hago yo —comencé a quitarle su camiseta.

Se levantó y comenzó a quitarse las botas, las medias y, por último, su pantalón y bóxer, dejando al descubierto su miembro, duro y resbaladizo. Lo empujé para que se sentara en el borde de la cama y retomé mi posición sobre él. Su miembro vibraba en mi entrada; esta conexión era única, como si nos hubiesen creado el uno para el otro.

—Te... te amo —dije, temblando mientras me invadía por completo.

—Yo... yo también. Los protegeré de todos los que quieran dañarlos —me sujetó de las caderas.

—¿Qué sucede? —lo cuestioné, desesperada.

—Los niños —se preocupó.

—Ellos estarán bien. Ya pasamos el tiempo de riesgo —lo besé para que se relajara.

Cedió, soltando su agarre de mis caderas y permitiéndome continuar con mi danza. Suspiramos, gemimos y nos besamos hasta alcanzar nuestro clímax.

Después de varias rondas de sexo, me quedé dormida. El ejercicio y el embarazo me cansaban mucho. Desperté horas después; Azai no estaba, lo cual me decepcionó. Creí que se quedaría conmigo. Suspiré; debía acostumbrarme. Me acomodé para seguir durmiendo cuando alguien irrumpió en mi habitación.

—Vamos, hija, tienes que comer. Deja de dormir tan... —se detuvo al percatarse de que estaba desnuda.

—Déjame vestirme —le dije, cubriéndome con la sábana.

—Lo siento, no sabía que... esto es vergonzoso —salió de mi habitación.

—No es como si no supieras lo que hago con Azai. Vas a ser abuela —me reí.

—Una cosa es imaginarlo y otra verte desnuda —se escandalizó.

—Me has visto desnuda desde que nací —me burlé.

—Eras una niña. Ahora eres una mujer —dijo mientras me sentaba a la mesa.

—¿Sabes dónde está Azai? —pregunté, aunque podía imaginarme dónde estaba.


—Está... ya sabes, poniendo todo en orden antes de marcharse a la reunión —mi madre esquivó mi mirada.


—Madre, ¿qué pasa? —mi corazón se aceleró al notar su vacilación.
—Yo... no puedo decírtelo. Es mejor que Azai sea quien te lo explique —sus ojos se humedecieron.


—Por favor, no me ocultes nada —tomé su mano, sintiendo una mezcla de preocupación y frustración.


—Yo te lo diré —la voz de Azai sonó a mis espaldas. No lo había escuchado entrar.


—¿Qué sucede? —lo interrogué mientras él tomaba asiento a nuestro lado.


—El gobierno quiere que tu madre y tú estén presentes en las negociaciones. Tu madre, como la esposa de Wolf, y tú, como su hija y exsoldado del ejército —Azai cerró los puños con fuerza.


—Ya no soy una soldado. Me dieron por muerta y me abandonaron. No iré —mis manos se posaron instintivamente sobre mi vientre.


—Imagino que tu padre les informó que ambas estaban aquí —bufé, sintiendo cómo la rabia crecía dentro de mí.


—Hablaré con ellos. No voy a ir —me levanté, decidida.


—Tienes que comer algo, hija —mi madre me detuvo con suavidad.


—Está bien, voy a comer. Azai, dile al presidente que deseo hablar con él —ambos miraron mi vientre, preocupados.


—Lo haré sentada —suspiré, resignada.

Comí lo que mi madre me trajo. Estaba tan delicioso que no pude evitar gemir de gusto. Me lo comí todo.


—Gracias —le dije a mi madre, agradecida.


—Nos vamos —anuncié a ambos.

El camino al centro de control fue aterradoramente silencioso. Nadie dijo una palabra. Durante el trayecto, analicé cuidadosamente lo que diría cuando llegara el momento.


—Todo está listo para la comunicación —informó Hersh.


—Esperemos que el presidente quiera hablarme —dije, conteniendo la ansiedad que sentía.

Enviamos la señal y esperamos la respuesta. Después de tres intentos, finalmente respondieron.


—Cabo Black, es un gusto verla —me saludó la mano derecha de mi padre.


—General Raziel, ya no soy una soldado. Limítese a llamarme por mi nombre.

Comuníqueme con el señor presidente, por favor —la interrumpí con firmeza.


—Bien, bien. Lo llamaré —ella se levantó de su asiento, habló con alguien y luego la pantalla se dividió en dos.


—Mi conversación es con el presidente, general —la miré directamente a los ojos.


—Estoy al mando mientras su padre regresa, soldado —volvió a mencionar mi antiguo cargo.


—Para las grabaciones: no soy una soldado. Usted, general, me degradó. Me sometieron a una corte marcial, me dieron de baja deshonrosa y, para eliminarme, por orden del general Wolf, me enviaron a la muerte. Si no fuera por Azai, estaría en las filas de Hill. Además, ya no soy cien por ciento humana; los cyborgs ahora son mi familia —levanté mi brazo mecánico, dejando claro mi punto.

—En referencia a mi madre, ella ya no es la esposa de mi padre. Le pidió el divorcio cuando se enteró de lo que él ordenó —mi madre mostró el documento de divorcio frente a la pantalla.


—Las palabras de mi hija son ciertas. Ya no somos familia —mi madre retiró el documento de la vista de la cámara.

—Desconocía lo que cuenta, señorita... Decia. Alguien tendrá que rendir cuentas por lo sucedido —asintió el presidente, visiblemente incómodo.


—Entiendo que no quiera participar en el rescate de su padre. Se lo pido como un favor personal. He escuchado que es una magnífica luchadora —negó con la cabeza, intentando persuadirme.


—Lo siento, ellos son mejores que yo. Le pido que acepte las condiciones que Azai solicite para esta reunión. Ustedes necesitan más de nosotros que nosotros de ustedes. Mi madre y yo nos quedamos fuera de esta operación —el presidente asintió, y luego cerró la comunicación.

—Bien, quiero ir a dormir. Esto ha sido demasiado estrés —me levanté, sintiendo el peso del cansancio en mi cuerpo.

Regresamos a nuestro departamento.


—Creo que hay una general que será degradada —comentó mi madre con una sonrisa leve.


—No confío en ella —aseveró Azai.


—Yo tampoco —sentencié.

Me acomodé en mi cama, cerré los ojos y me quedé dormida pocos minutos después.

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