Capítulo 19
Wolf Black
Había estado rastreando a mi esposa y al traidor Mace; indudablemente, habían inhabilitado los rastreadores que le había puesto a mi ella. Según los informes que tenía, los cyborgs de Hill habían evolucionado y detrás de eso estaba el doctor Shung, un traidor que había sido uno de los nuestros y luego se había ido a trabajar con el despreciable de Hill.
La reunión con Azai no fue muy bien, solo hemos podido ir reduciendo probabilidades. Solo podemos deducir que cuentan con un equipo de ocultamiento muy avanzado. Hemos enviado infinidad de drones por todo este archipiélago y no hemos encontrado nada; seguro que cuentan con un buen equipo de ocultamiento, tanto que ni siquiera hemos encontrado la base de la isla.
—General, creo que encontré algo —dijo uno de los oceanógrafos que me acompañaba, llamando mi atención.
—¿Qué has encontrado? —Camino hacia él.
—He detectado una distorsión en una zona, a quinientos kilómetros de nuestra posición.
—Lo miro sin entender.
—¿Qué relevancia tiene eso con nuestra búsqueda? —Lo interrogué.
—Es una distorsión similar a la que se produce cuando la marea se encuentra con una isla. Una que los drones no han encontrado.
Lo miro.
—Ubica la zona en el mapa y compárala con el registro de los drones —le ordené, pero él negó.
—Ya lo hice, quería estar seguro antes de informarle —respondió.
—Diríjanse a las coordenadas que indica el señor Slach, alférez. Comuníquelo a las demás naves. ¡Silencio total! —La orden se envía al resto de los submarinos.
Espero encontrarme con mi esposa en ese lugar para devolverla a su sitio: mi mansión. Las aguas están muy tranquilas, situación que no me agrada; siempre sucede algo, lo más probable es que sea una trampa.
—Estén alerta, esta tranquilidad puede ser una trampa.
Avanzamos en silencio, cerca de las coordenadas programadas. El sonar indica que hay algo muy grande frente a nosotros, por lo que avanzamos hasta salir a la costa.
—Preparen el desembarque. Quiero que todos estén bien equipados y con los nuevos trajes —ordené.
Yo mismo encabezaré el ataque, que me preparen mi traje de berserker. Me enfrentaré a Azai, me llevaré a mi mujer, destrozaré a Mace y mataré a mi hija delante de todos; ella no me importa, haré que Azai me vea mientras la destrozo, así es como deben morir todos los traidores.
Cuando estoy listo, salgo; ya mis soldados están esperándome en un tanque de asalto. Uno a uno, los tanques de los tres submarinos que me acompañan salen del agua; los otros están patrullando en la base.
—Señor, tenemos un mensaje de la base. Tienen a su hija. Al parecer, tres cyborgs de Hill la han secuestrado.
—Hagan que se detengan.
—Comuníqueme con el encargado de la base —ordeno—. Quiero la información de primera mano.
Recibo el informe del comandante a cargo y, en efecto, Decía que Decia había sido raptada por los cyborgs de Hill. La tienen aislada de todos y están interrogando a los cyborgs.
—Comandante, quiero un reconocimiento médico general para la soldado Black, y quiero que se realicen una prueba de embarazo. Quiero discreción con los resultados y el informe será dirigido a mí y a nadie más.
El hombre guarda silencio ante mi petición.
—Sus órdenes se acatarán de inmediato, general Black —cortó la comunicación. Extrañamente, las comunicaciones estaban abiertas; pensé que a lo mejor estaban bloqueadas.
Seguimos un camino de graba que encontramos y, en el camino, nos encontramos con una aldea deshabitada. Salimos a investigar y encontramos un pequeño pueblo con casas, tiendas y áreas de esparcimiento. Entré en la primera casa y lo que encontré me llenó de ira.
Había fotografías de mi esposa con el traidor de Mace y chicos cyborgs, todos ellos muy felices; eso me irrita, nunca la vi así conmigo. Después del nacimiento de Decia y de mi disconformidad porque fuera mujer, ella cambió y se negó a tener más hijos. La culpé porque no me dejó elegir el sexo de nuestros hijos. Siempre alega que debe dejar que la naturaleza escoja el género de nuestra estirpe.
Esos niños y Mace la miran con devoción, como si ella fuera su mundo y ellos el suyo. Destrocé todo el lugar y lo quemé. Ordené a los equipos que destruyeran todos los pueblos que encontraban y apresaran a todo aquel que vieran. Toda comunidad a la que llegábamos la encontrábamos desierta, como si hubiesen esperado nuestra llegada. Ordené a los equipos que destruyeran todo.
Cuando llegamos al hospital, me quedé asombrado por lo avanzado que estaba; es mejor que cualquier hospital de este planeta. Es una lástima tener que destruirlo.
—Traigan a los técnicos, que revisen todas las computadoras y respalden toda la información.
Así lo hacen.
Mientras tanto, revisamos el laboratorio: las cápsulas de criogenia están vacías, no hay nadie hospitalizado. Las herramientas y el equipo quirúrgico están en su sitio, como si no hubieran sido utilizados.
—Señor, venga —dice uno de los soldados, y me hace seguirlo. Al llegar, encontramos un holograma.
—General Wolf, lo esperábamos. Anticipamos su llegada. Así que no encontrará nada que pueda utilizar en su contra. Si buscaba a Miranda, no la encontrará aquí. Si busca información, no encontrará nada. Siento decepcionarlo.
Con estas palabras, desaparece.
—¿De dónde salió esa proyección? Quiero que rastreen su origen.
Los técnicos comienzan a teclear en las computadoras.
Teclean durante horas, llevando mi paciencia a un límite insoportable, hasta que estallo en un arranque de ira incontenible.
—¡¿DÓNDE ESTÁ LA MALDITA INFORMACIÓN?! —Grito.
—Señor, no la encontramos. Los servidores están como nuevos. Hemos utilizado un software de recuperación de datos muy avanzado y nada.
—Vámonos y destruyan todo el edificio y dejen un contingente por si los habitantes de esta isla decidieran volver —ordeno mientras me dirigía a mi transporte.
Los soldados dejan cargas explosivas en las bases del edificio del hospital y acampan en la plaza central del pueblo, a la espera de que los habitantes decidan regresar.
Al llegar a los submarinos, recibo una llamada de emergencia en mi comunicador.
—General Black, nos están atacando, son los Cyborgs libres. Han secuestrado a su hija. Asumimos que han logrado liberarla.
La comunicación se corta.
—¡Rápido, a la base Bellar! Submarino Alfacinco. Esperen al escuadrón Beta. La base BELLAR está bajo ataque, partimos de inmediato.
El recorrido de dieciséis horas lo hacemos en seis, cuando llegamos, todo muestra que fue una carnicería: los pocos supervivientes se debaten entre la vida y la muerte. En poco tiempo recorremos toda la base sin encontrar rastros de Decia y su gente; las cámaras de seguridad fueron destruidas, así como toda la información, incluida la del hospital. Los cyborgs que secuestraron a la traidora de mi hija están completamente destrozados.
De repente, se encienden las alarmas; mis soldados corren para enfrentar lo que viene en camino.
—Señor, es Hill y viene con todo. No podremos con esos cyborgs, señor —me informa uno de los soldados vigía.
—¡Prepárense para afrontar el ataque! —
Aunque logrenvencernos, no la tendrán fácil. Le ordeno a todos mis soldados que se ponganlas armaduras. Espero que de verdad podamos contra ellos, no estoy dispuesto aque mi cuerpo sea un cyborg.
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