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Capítulo 1.

—¡Buenas tardes! ¿Charles O'Brian, verdad?—saludó el recién llegado.

El aludido, sin apartar sus penetrantes ojos verdes del frente, asintió con un movimiento de cabeza, señalando el distintivo de su camisa blanca.

—¿Te molesta si me siento aquí?—
siguió el primer hombre, indicando una silla vacía que reacomodó cerca del sofá donde Charles estaba sentado.

—Adelante.

—He tenido un primer día agobiante—comentó apoyando su maletín en el suelo y tomó asiento. Acomodó sus gafas sobre el puente de su nariz y cogió un bolígrafo de su bolsillo, para hacer algunas anotaciones en una libreta.

—El trabajo siempre es duro—
respondió Charles y, por primera vez, se permitió observar al visitante con detenimiento, advirtiendo, en su respectivo distintivo, que su nombre era Jonathan—. Es un gusto Jon—Se dispuso con otro movimiento de cabeza—. ¿Puedo llamarte así, no? ¿Jon?

—Claro, Charles—Esbozó una sonrisa franca—. Sabes de días difíciles, según veo—observó, a próposito de las marcadas ojeras moradas pintadas en su rostro—. ¿Hace cuánto no duermes?

El interpelado hizo una pausa rememorando y dijo:

—Creo que llevo cuarenta y ocho  horas ya. Pero shfff —Bajó la voz, en complicidad—. No quiero que "los jefes" se enteren o tomarán medidas.

—Seguro, será nuestro secreto—Le
guiño Jon y siguió garabateando en su libro. Posteriormente dirigió su vista hacia un objeto que estaba oculto bajo una sábana blanca; uno al cual Charles observaba con determinación—. ¿Y qué hay ahí?—se animó a preguntar.

Jon percibió como los vellos del cuello del otro hombre se erizaban y su mandíbula se tensaba ligeramente.

—Ahí...—empezó Charles, en tono contracturado— Está la razón de mi falta de sueño— Las luces del antigüo edificio parpadearon, acompañando sus palabras. Para cuando la electricidad volvió a estabilizarse, Jon se estaba sacudiendo un escalofrío de encima—. Tal vez no debería decirte esto, porque apenas te conozco, pero no soy tonto. Estoy consciente de que si estás aquí, en el "Área Restringida", es porque los jefes te dieron acceso y sí lo hicieron, es porque desean que conozcas los secretos que guarda este cuarto.

Jon carraspeó, antes de asentir.

—¡Me descubriste! Los jefes me enviaron. De hecho, me pidieron explicítamente que viniera a verte, que tú me darías toda la información sobre… —Hizo un gesto, señalando el misterioso objeto— Ya sabes "eso".

—Lo suponía —confirmó y se acercó un poco a Jon—. En tal caso empecemos a hablar con propiedad. "Eso" no es un simple "eso", es un portal —reveló—. La entrada a un mundo oscuro, para ser exactos.

—Entiendo —Jon seguía con sus anotaciones, manteniendo la parsimonia—. Por eso lo custodiabas con tanto recelo cuando entré y por eso está cubierto ¿cierto? Lo que hay del otro lado debe ser demasiado peligroso —aventuró.

—¡Ni te imaginas Jon! Si yo no hubiera experimentado en carne propia la sensación de estar en ese mundo de pesadilla, si no hubiera transitado por las sendas de la perdición y no hubiera visto cara a cara a la muerte, si no hubiera conocido a Billy y advertido lo que es capaz de hacer cuando se enfurece, entonces no podría hacer estas afirmaciones con tanta convicción, ni estaría cumpliendo esta tarea.

Jon era consciente de que Charles se mostraba aterrorizado mientras hablaba. Podía notarlo en su semblante, y parte de sus temores también se reflejaban en la atmósfera, tensa y fría. Aunque tal vez eso se debía a que el sol se estaba ocultando.  Pronto anochecería y en la oscuridad se estaba originando una tormenta.

—¿Entonces estuviste ahí dentro? ¿En ese mundo oscuro, con ese tal Billy?

—¡Es lo que dije!—aseveró Charles—. Por eso soy la única persona capacitada para este trabajo. Lo he desempeñado con efectividad hasta ahora. He mantenido este portal cubierto y lejos a todos los curiosos meteretes que han intentado acercarse —Se mostró exaltado, verborrágico—. ¡Pero claro! Me siento  indispuesto un par de días y los jefes me mandan un reemplazo.

Jon disimuló su mirada de asombro ante ese cambio de panorama, y continúo hablando con naturalidad.

—¿Relevarte de tu puesto? ¿Eso piensas que hago aquí?

Charles musitaba palabras para sí, maldiciones posiblemente.

—¡Te dije que no soy tonto! Llegas aquí a media tarde sin anuncio, como salido del mismo infierno. Los jefes te dieron paso, eso lo confirmaste recién, y te habilitaron para que revele información confidencial. Es bastante obvio que me reemplazaras de mis tareas esta noche y quizá termines haciéndolo permanentemente —se quejó—. Pero está bien... Está bien. Estoy viejo y me siento cansado, harto de luchar día tras día con los fantasmas del pasado, los recuerdos, las voces que se aglomeran en mi cabeza y no me dejan dormir...

—¿Qué tipo de voces? —indagó el contrario, cauteloso.

—¡Son lamentos Jon, lamentos de los muertos que me hablan en mi sueños!—exclamó Charles y comenzó un vaivén suave. Adelante, atrás, su cuerpo se mecía para auto consolarse.

—Pero... ¿De qué muertos hablas exactamente? ¿Gente que has visto en ese mundo?

—¡Sí, esos! Ellos están ahí, pero antes no estaban. Antes vivían aquí, en nuestro mundo, como tú, como yo.

—¿Antes de morir?

—¡Antes de que Billy los matara! ¡Maldición! ¡Maldito Billy! —aulló Charles—. Yo cargo con sus muertos, generación tras generación. Y lo peor, lo peor es que sus muertos, son también mis muertos —sollozó, quebrándose cada vez más mientras relataba la historia.

>>Mi madre, mi propia madre y mi padre, mis hermanos...¡Ah la pequeña Susy! Solo tenía tres años cuando ese monstruo se la llevó. Él salió del portal ¿sabes? Fue una noche, hace tanto tiempo... Se arrastró por esa inmunda abertura de conexión con el averno que se abrió en mi propia casa, en mi cuarto. Pasó junto a mí, vestido con su túnica negra hecha jirones, emanado un hedor rancio y sonrió. Enseñó una hilera de amarillentos dientes, afilados como aguja, mientras salía de mi alcoba, pensando posiblemente que dormía. Pero yo estaba despierto, y lo seguí. Bajó las escaleras hacia la cocina y tomó el cuchillo de destazar, y luego...— Charles suspiró, soltando una gran bocanada de aire y su cuerpo se sacudió. El escalofrío lo recorría mientras sus aterrados orbes, oscurecidos debido a la ausencia de claridad ambiental, seguían fijos en el "portal".

>>Luego fue a la habitación de mis padres y los asesinó a sangre fría —prosiguió—. A mi padre le cortó el cuello de un tajo, limpiamente. La sangre empapó las sábanas tiñéndolas de un tono borgoña. Eran tan pulcras, tan inmaculadas como esta camisa. Carecían de mancha hasta ese momento —se lamentó—. Y luego, luego se dirigió a mi madre, que dormía ajena a los peligros, salvaguardada en la fantasía del sueño. Le susurró algo al oído, acariciando sus finos cabellos que como lluvia se derramaban en la almohada —evocó, nostalgico—.  No sé qué dijo, no lo recuerdo, pero creo que se estaba burlando de ella, como "despidiendose", antes de enterrar la hoja afilada del puñal en su pecho. Lo hundió, sin piedad alguna, en su corazón… Una y otra vez lo inoculó en su cuerpo como si le inyectara pequeñas dosis de veneno, salpicando más sangre hacia los laterales, a las paredes, cubriendose él mismo incluso de aquel fluído que parecía excitarlo—Hizo una pausa.

—Mi madre solo abrió los ojos un momento ¿sabes?. Eran verdes, como los míos —recordó y sonrió en su delirio—. Después volvió a cerrarlos, presa de un sueño del que ya no podría despertar jamás—. Tragó saliva y pestañeó algunas veces para despojarse de las lágrimas que se agolpaban en sus pupilas—. Finalmente fue al cuarto de mis hermanos. Los mató de la misma manera visceral, sorprendiéndolos en sus sueños. Incluso a Susy, que dormía de forma angelical en su pequeño catre, la asesinó. Y yo, que estaba ahí observando todo, sin poder frenarlo, yo que estaba de espectador de ese infierno, imposibilitado, fui más víctima del pánico que de él mismo... Porque Billy no me hizo daño. Volvió a sonreírme ferozmente, esta vez mirándome directo a los ojos, antes de ingresar al portal, cuando hubo saciado su sed de sangre. Entonces se  perdió en ese mundo oscuro, en compañía de las sombras y de otros demonios —recordó e hizo una nueva pausa. Ya no había rastros de humedad en sus ojos, ahora puestos en Jon—. Quizá te preguntarás ¿qué hice después? —sorbió su nariz—. ¿Qué hizo ese niño huérfano de doce años, luego de haber presenciado la masacre de su familia, sin poder hacer nada más que gemir y gritar interiormente, como todo un cobarde? —sonrió ampliamente, sin darle tiempo a Jon de responder—.
Pues abandoné mi cobardía y me adentré al portal tras Billy, para matarlo…

>>No fue fácil andar en ese mundo de tinieblas —comentó, ahora con seriedad—. Me perdí por unos años. Años en los cuales sus muertos, mis muertos, me hicieron compañía, clamando justicia; años de desesperación y de locura.  Finalmente pude ver un ápice de luz en la lejanía, y al seguirlo logré salir de nuevo hacia mi mundo, con demasiados años encima y sin un futuro...Conté lo que había vivido. ¡Grave error! Nadie me creía. Me trataron como a un loco. ¿Te imaginas? Incluso me encerraron bajo cargos de asesinato. Hasta hace un mes estuve dentro, pero "los jefes" aparecieron y me sacaron de la prisión. ¡Ellos me creyeron! Me trajeron aquí e incluso buscaron el portal que confirmaba mi historia, y al hallarlo me lo encargaron a mí para custodiarlo, porque soy el único capaz de contener a Billy, de mantenerlo lejos… 

Ese fue el fin de su historia. Ambos hombres guardaron silencio unos minutos. Jon estaba procesando lo que acaba de oír, absorto, meditabundo, sin siquiera escribir en su libreta. Charles, por su parte, se sentía más liviano, liberado. 

La lluvia empezó a caer. Gruesas gotas repiqueteaban contra el tejado, mitigando el silencio.

Finalmente, Charles volvió a hablar.

—Entonces, ¿quieres ver el portal Jon? No pasará nada si le hechas un vistazo rápido. El truco es no dejarlo descubierto por mucho tiempo para que "él" no pueda verte y así no encuentre la entrada a nuestro mundo.

—Cla...claro. Sí, deseo verlo—respondió Jon recuperando la compostura.

—Adelante. Lo haría yo mismo, pero de momento estoy imposibilitado—
arguyó Charles, señalando el sitio donde deberían estar sus brazos.

Jon se incorporó y avanzó hacia el desconocido objeto, alzó el brazo y aferrando sus dedos a la blanca tela, descubrió el velo.

Las figuras de dos individuos se corporizaron antes sus ojos. Uno de ellos vestía un uniforme médico y pese a que estaba en un estado de "conmoción controlada", era el más cuerdo. El otro, que se había refugiado en un rincón del cuarto, llevaba una camisa blanca de fuerza.

Jon no necesitó visualizar la imagen por mucho tiempo. Breves segundos después, cubrió el espejo.

Cuando lo hizo, giró hacia Charles, que era su nuevo paciente. Con él se habían implementado las más modernas, aunque controversiales, técnicas de psiquiatría.

El equipo médico había dejado de intentar convencer a Charles de que su realidad era ilusoria y le seguía el juego desde hacía un tiempo,  esperando que con este método el paciente se abriera de manera natural, en un ambiente de confianza, y confesara datos de importancia que servirían en su proceso de recuperación, pues se había vuelto hermético luego de tanto descreímiento.

Charles había revelado mucho en ese último mes y, pese a la fábula con la que intentaba justificar la muerte de su familia, también evidenciaba claros signos de arrepentimiento.

"Al parecer el método es un éxito. No hay razón para descontinuarlo." meditó Jon.

—¿Pudiste verlo?—susurró Charles sacando al médico de su ensimismamiento. 

—¿A Billy, dices? —el otro asintió débilmente—. Me pareció haberlo visto sí, pero muy lejos. Él no vendrá nuevamente a hacerte daño. Hoy puedes descansar tranquilo. Yo te relevo y prometo que mañana regresarás a...—Las últimas palabras fueron silenciadas por un trueno.

Entonces la sábana cayó y una nueva centella iluminó el cielo refractandose en la habitación. 

Bajo la mirada pavorosa de Charles,  una mano putrefacta sujetó férreamente el brazo de Jon, y sin darle tiempo de reacción lo jaló con violencia al interior del espejo, cuyo vidrio se quebró.     

Unos segundos después la expresión pavorosa era solo un recuerdo y Charles estaba sonriendo.

Jon tenía razón, al fin ese 31 de Octubre descansaría tranquilo, luego de tanto tiempo.

  

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