Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝟏.𝟎𝟓; 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐬𝐨𝐧𝐠


*。𝐁𝐈𝐆 𝐓𝐈𝐌𝐄 𝐀𝐒𝐒𝐈𝐒𝐓𝐀𝐍𝐓 💿 。˚
005.┊CANCIÓN DE AMOR
Big Time Rush E5 T1

¿CONOCES AL CONEJO BLANCO DE ALICIA en el País de las Maravillas?

¿Cómo corre estresado toda la película porque llega tarde?

Emily era el Conejo Blanco.

Salió a trompicones del ascensor, luchando por evitar que sus papeles salieran volando y murmurando alguna disculpa cuando chocaba con alguien.

Gustavo le había dicho que estuviera en el estudio hace 20 minutos y, después de que se le cortara el agua en mitad de la ducha, había tenido la mañana más larga de su vida.

Emily cruzó el vestíbulo de Palm Woods con los ojos fijos en su teléfono mientras trataba trágicamente de disculparse con Kelly por SMS por llegar tarde. Esperaría a tratar con Gustavo en persona.

Mirando fijamente la pantalla, su hombro chocó con el de una chica rubia, perdiendo todas sus notas y dejando caer su maleta.

Emily se quejó, agachándose para recogerlo todo.

—Ugh, lo siento —le dijo a la chica—. Ha sido una mañana dura.

—No te preocupes —respondió la chica, con una sonrisa genuina en la cara. A su altura, recogió los papeles perdidos de Emily y se los devolvió mientras ambas se levantaban.

Emily levantó la vista para agradecer a la persona que había sido tan amable con ella, pero no pudo reconocerla.

—Perdona, ¿nos conocemos? —preguntó, nunca olvidaba un nombre. No era la forma de trabajar en los negocios.

Ella negó con la cabeza, una pequeña sonrisa.

—Me acabo de mudar, hoy. Soy Jo —dijo, tendiéndole la mano.

Emily sonrió, estrechando su mano.

—Yo soy Emily. —La chica recordó rápidamente que ya llegaba tarde al trabajo, su ritmo cardíaco se disparó de nuevo— ¡Y llego muy tarde! ¡Pero quedemos alguna vez, si mi jefe no me mata! —dijo saliendo hacia atrás a la salida del Palm Woods.

Jo se rió en silencio, despidiéndose de su primera amiga en Los Ángeles.

—Vaya, ¿quién es? —preguntó Emily asombrada señalando al tipo alto, de piel oscura y corpulento de la esquina.

Estaba a media disculpa cuando él atrapó su mirada.

—Ese es Tren de Carga. Hace que la gente haga lo que yo diga —explicó Gustavo con una sonrisa en la cara—. Además —dijo, levantándose de la mesa y saliendo de su despacho, indicando a Emily que le siguiera—, Griffin quiere una canción lenta de amor para el álbum y no estoy seguro de que esta sea la canción adecuada.

Emily asintió, insegura de lo que estaba pasando.

—Vale...

—Y quería tu opinión sobre ella.

Emily se detuvo en seco. Congelada por la sorpresa y el deleite. Pellizcándose por si se trataba de un sueño.

—¿Yo? ¿Quieres mi opinión sobre una canción? —preguntó, corriendo hacia el piano donde Gustavo se había sentado.

—Eso es lo que he dicho, ¿no? —preguntó él, confuso ante su lentitud. Al verla abrir la boca para volver a hablar, levantó una mano— Hora de la canción.

Ella permaneció paciente y en silencio, esperando a que él empezara a tocar. A medida que Gustavo avanzaba en la canción, Emily comprendió por qué se había atascado. Era genial, pero algo no encajaba.

Él se volvió hacia ella.

—¿Y bien?

Inspirando profundamente, Emily se recordó a sí misma que estaba bien ser sincera. Por eso él había preguntado.

—Es raro —admitió, lentamente para buscar una reacción—. Creo que es pegadiza y bonita, pero suena mal.

Gustavo asintió, furiosamente de acuerdo.

—¡Exacto! ¡No consigo entenderlo!

Sonidos y voces colectivas resonaron por los pasillos del estudio mientras los chicos llegaban con Kelly.

—Quizá el resultado sea diferente cuando la canten los chicos —le dijo Emily, esperanzada. Gustavo asintió, poniendo los ojos en blanco con frustración y se levantó del piano para ponerse delante de su grupo.

—Hoy —profirió Gustavo mientras Kelly repartía las letras de la canción—, cantaremos una canción de amor. Una canción leeenta, que habla de amooor.

Emily se quedó de pie, inquieta porque los chicos no estaban prestando atención y en su lugar se miraban unos a otros en busca de respuestas.

—La discográfica quiere que una de las canciones sea una balada —explicó Kelly.

—Vale —dijo Kendall, volviéndose hacia sus amigos—, ¿alguien se ha fijado en ese gigante de ahí?

Todo cobraba sentido, Emily en silencio pensó para sí misma, «ohh».

—Ese es Tren de Carga —les dijo Gustavo—. Mi nuevo ejecutivo se encarga de que hagan lo que yo diga. —Sonriendo, Tren de Carga atravesó de un puñetazo la pared seca, los ojos de Emily se abrieron de par en par con admiración— Bien, esta canción habla de cuando ves a una chica por primera vez y sabes que es tu amor —le dijo a los chicos—. ¿Sabéis lo que digo?

Los chicos, suspiraron colectivamente mirando al techo, a absolutamente nada. Kelly se volvió hacia Emily confundida.

—Esto pasa a menudo, deja que pase —le dijo encogiéndose de hombros.

Los chicos salieron de cualquier fantasía que estuvieran imaginando y empezaron a pelear entre ellos, diciendo «es mía».

Kelly se inclinó hacia Emily.

—¿Esto es por ti?

Emily, igualmente confundida sobre de quién estaban hablando, se inclinó hacia ella:

—No puede ser. La última vez que les vi, les dije que volvieran a Minnesota.

Gustavo llamó a Tren de Carga. El hombre alto levantó a James y a Carlos del suelo, cada uno por la parte de atrás de la camiseta, y los lanzó hacia arriba y lejos de los otros dos, interrumpiendo la pelea.

Tras aterrizar, los dos chicos sonrieron para sí mismos mientras Carlos pensaba en voz alta:

—Qué divertido.

Un fuerte olor entró en la nariz de Emily, haciendo que se diera la vuelta, preguntándose qué era, y por qué le ardía la nariz.

—¿Qué es esa peste? —preguntó Gustavo, incómodo.

—Es Barracuda, Spray corporal —dijo James, sacando la lata del bolsillo trasero de su pantalón—. Nos gusta una chica del Palm Woods, y así será mía. —Se roció un poco en los ojos cerrados, se giró hacia nadie y dijo—: Ponte Barracuda —antes de hacer un extraño movimiento con la cabeza.

—Dudo que con eso vaya a "ser tuya" —le dijo Emily, desconcertada de que pensara que era una buena idea.

—¿Tú necesitas eso? —preguntó Kendal, retóricamente.

—¡Siempre te llevas a la chica! —exclamó Carlos, frustrado.

—Danos una oportunidad por una vez —intervino Logan.

—¡Será mía!

Y los chicos se pusieron a pelear otra vez, pero Emily no podía entender por qué una chica escogería a James de todos en ese grupo. Puede que fuera el más guapo, en su opinión, pero Logan era inteligente y amable, y Carlos era desinteresado y dulce, y Kendall era real y honesto, y James no era ninguna de esas cosas.

Tren de Carga volvió a interrumpir la pelea, lanzándolos a la cabina de sonido como si fueran un montón de vacas.

—Es muy bueno —tarareó Emily, hipnotizada por su poder mientras seguía al grupo a la cabina de grabación para escuchar la canción y, con suerte, que le gustara más.

♪Any kind of guy you want, that's the guy I'll be─ ¡ACHÚ!

Un enorme estornudo de James provocó una terrible retroalimentación a través de los micrófonos, apuñalando los tímpanos de Emily mientras intentaba arreglar las voces.

♪Turn myself up-side down─ ¡ACHÚ!

Emily se quitó los auriculares esa vez, con los oídos zumbándole. Afortunadamente, todos los chicos dejaron de cantar, sabiendo que Gustavo habría pedido un corte de todos modos.

—Esa canción habla de amor, ¡no de estornudos! —gritó Gustavo por el micrófono.

—El índice de polen es muy alto hoy —le contó Kelly, defendiendo a James.

Gustavo se giró en su silla.

—Pues llévale al médico y que le cure, mientras yo curo a la canción porque es un bodrio —dijo Gustavo—. Moore, ve.

Emily se incorporó, odiando que la llamara por su apellido.

—¿Yo? —cuestionó.

—Em, , Emily Moore —replicó Gustavo sarcásticamente.

—¿Qué? —preguntó ella, fingiendo que la conversación acababa de empezar.

Gustavo suspiró, girándose completamente hacia ella.

—¡Llévale al médico y haz que deje de estornudar!

—¿Logan?

Gustavo empezó a gritar en su silla, haciendo que Emily se levantara de un salto y se pusiera de pie junto a Kelly, que la miró agraviada por haber instigado al hombre.

—Simplemente llévale al médico, por favor —dijo Gustavo, con calma.

—¿Yo?

Gustavo empezó a gritar una vez más, mientras Kelly lo empujaba hacia atrás en su silla hasta que se calmó.

James salió de la cabina acercándose a Emily para ir a ver al médico. Emily se acercó a Kelly susurrándole al oído:

—Por favor, no me obligues a llevarlo. No lo soporto —suplicó.

—Yo no soporto a Gustavo cuando se enfada, y tú has hecho un gran trabajo para que lo haga —le espetó Kelly, molesta porque él ya no estaba de buen humor.

Suspirando, Emily dejó caer sus hombros, gimiendo mientras salía de la cabina para llevar a James a ver a un médico.

Al llegar a la consulta del Doc. Hollywood, James estaba sentado en la camilla mientras Emily estaba apoyada contra ella.

El Dr. Hollywood había estado mezclando una bebida, ya que James seguía estornudando incontrolablemente.

—Bien —empezó el doctor—, esto mejorará las cosas. —Se dio la vuelta, tomando un trago de la bebida, tirando el vaso vacío detrás de él, y dirigiéndose al paciente en la habitación— Muy bien, ¿qué te pasa?

—¡Que yo estoy aquí, cuando debería estar en el Palm Woods ligando con la chica de mis sueños! —le dijo James, desesperado por llegar al Palm Woods donde estaban el resto de los chicos. Hubo toda una bronca antes de salir del estudio cuando James se enteró.

—Eso es grave —pensó el Dr. Hollywood—. Voy a recetarte una dosis de faldas cortas negras y otra dosis de pantalones cortos —dijo, garabateando en un bloc de notas y entregándole la receta a James.

—¡Estupendo─ ¡ACHÚ!

Emily le arrancó el trozo de papel de las manos a James, tirándolo a la basura.

—No, tiene que parar de estornudar para poder cantar una canción —le dijo ella al médico.

—Tiene el Síndrome de Roseanne Barr —les dijo. Emily y James, que nunca habían oído hablar de eso y suponían que sólo se trataba de una alergia, se miraron confundidos y se volvieron hacia el médico—. Un deterioro irreversible de las glándulas que provoca un dolor tan insoportable que sólo la muerte puede aliviarlo.

Estornudando, James rodeó a Emily con los brazos, acercándola a él con miedo, y envolviendo una pierna alrededor de su torso.

Ella lo apartó, molesta.

—No vas a morir —refunfuñó—. ¿Y no será sólo alergia por todo el polen? —le preguntó al médico.

—El polen —espetó él dándose cuenta—. Claro. James, ¿te dan miedo las inyecciones? —le preguntó al chico, sosteniendo una aguja larga y fina en el aire.

Chillando, James saltó de la camilla, y salió corriendo por las puertas hacia los pasillos.

Emily puso los ojos en blanco.

—Buen trabajo —murmuró sarcásticamente—. ¿Podemos ir a buscarlo? —preguntó, moviéndose para encontrar al adolescente en pánico en algún lugar del piso—. Y —se volvió hacia el doctor— ¿es posible conseguir una camilla con correas de contención?

El Dr. Hollywood sonrió.

—¡Por supuesto! —dijo, entusiasmado—. Me encanta cuando tengo la oportunidad de usarlas —le dijo a la chica, entusiasmado por ir a buscar una.

Mientras el Dr. Hollywood iba a buscar una camilla, Emily tenía que encontrar a James y distraerlo para subirlo a la cosa.

Al girar por un pasillo, James se paseaba de un lado a otro junto a una máquina expendedora. Ella suspiró, caminando hacia él, planeando ser civilizada.

—Hey, ¿estás bien? —le preguntó. Él dejó de caminar y se volvió hacia ella.

—¡Claro que no estoy bien! La chica nueva del Palm Woods es mi amor y no puedo demostrárselo mientras estoy atrapado en un edificio de la muerte! —exclamó, molesto con su situación actual. Emily ni siquiera se inmutó, mirándole fijamente.

—Es un sólo una inyección. Y es lo único que se interpone en tu camino para conseguir a la "chica de tus sueños". Así que sugiero que volvamos allí, acabemos con esto y sigamos con nuestras vidas —dijo Emily, impacientándose cada vez más. Desde detrás de James, Emily distinguió una figura que se acercaba como el doctor Hollywood con la camilla.

—No lo sé —pensó—. ¡Me dan mucho miedo las agujas! Siempre lo he tenido, ¡y esa era enorme! —dijo, con la voz vacilante.

La camilla fue colocada justo detrás de James. Lo único que tenía que hacer Emily era empujarle...

—James —dijo, llamando su atención. Genuina, le dirigió una mirada de impotencia—. Lo siento.

Cuando empezó a interrogarla, ella lo empujó hacia atrás, el chico cayó al tropezar con las ruedas y justo en su sitio. El Dr. Hollywood apretó el cinturón alrededor de sus brazos, atándolo a la camilla.

—¿Es el cinturón de seguridad de un avión? —preguntó Emily, observando detenidamente la tela.

El Dr. Hollywood se encogió de hombros y empezó a llevar a un James que protestaba de vuelta a la habitación.

Al entrar en la habitación, James dejó de forcejear y empezó a reírse nerviosamente.

—Oiga, ya he dejado de estornudar. Ya puedo irme al Palm Woods. Y desde luego no necesito la inyección─ ¡ACHÚ!

—James —le dijo el Dr. Hollywood—, no te dolerá nada. —El hombre volvió a sacar la aguja— ¡Te dolerá todo!

James se puso a gritar otra vez, y Emily le lanzó una dura mirada al doctor.

—¿Por qué has dicho eso? —gritó ella.

James se metió la mano en el bolsillo, sacó su spray para hombres y empezó a agitarlo, amenazadoramente.

—¡Atrás! O usaré esto.

—¡Pero si es Barracuda! —exclamó el Dr. Hollywood al reconocerlo. Cogió su propia lata de la mesa—. Ahora con olor a lima. Ponte Barracuda —repitió la frase de la marca que James había dicho antes y se quedó mirando al vacío mientras la decía. Se volvió hacia Emily y le asintió con la cabeza.

Con los ojos muy abiertos y asustada, miró a los dos.

—Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. ¡Oh, Dios mío! —gritó, arrugando la cara y sujetándose la cabeza antes de volver a levantarla— ¿Hay algo a parte de esa inyección que le haga dejar de estornudar hoy? —preguntó, esperando un remedio alternativo.

—Hay una cosa que quizá funcione —pensó el médico. Mientras los dos adolescentes esperaban su respuesta, se volvió hacia ellos, sujetándose la barbilla—. ¿Creéis que necesito un implante de barbilla?

Emily volvió a quedarse boquiabierta y murmuró la frase: "Oh, Dios mío" una y otra vez hasta que la situación ya no le dolió tanto.

Volvió a la realidad cuando el Dr. Hollywood salió de la habitación. Respiró hondo y miró a James, que no parecía contento con la chica.

—¡Me has engañado!

Ella puso los ojos en blanco.

—Oh, por favor, ambos sabíamos que te iban a poner la inyección de un modo u otro.

—¿Por qué no te gusto? ¡Soy una persona increíble! ¿Has visto mi pelo? ¿Mis abdominales marcados? ¿Mi cara─

Antes de que James pudiera nombrar otra característica suya, Emily espetó:

—¡Por eso! —suspiró—. ¿Nunca te cansas de pensar sólo en ti?

James bajó la mirada, pensativo, después de que ella le increpara. Aliviando la tensión de la habitación, el Dr. Hollywood regresó con una máscara de gas. Sonriendo, se la puso en la cabeza a James.

—Por favor, dime que estás de broma —suplicó al doctor mientras James hacía ruidos ahogados bajo la máscara.

—Ha dejado de estornudar —señaló Hollywood.

Emily asintió levemente y se tomó un momento para considerar sus opciones.

Podía volver al estudio con James con la máscara de gas puesta y enfrentarse a Gustavo.

Podía obligar a James a ponerse la inyección en contra de su voluntad.

Podía huir y fingir que Gustavo le había pedido un café con leche en su lugar.

♪Any kind of guy you want, that's the guy I'll be.

♪Turn myself up-side down.

♪Yes, I will! Yes, I will!

James soltó un canto apagado e imperceptible bajo la máscara de gas que Emily decidió que era su mejor opción.

Gustavo aporreó las teclas y se levantó para volverse hacia los chicos:

—¿Qué ha sido eso? ¿Qué ocurre? —exigió él.

—Querías que no estornudara —mencionó Emily, en tono amable— y, mira, ¡no más estornudos! —dijo, contenta, sabiendo que Gustavo no le iba a replicar.

—¡Pero no puede cantar! —le gritó a la chica, que se quedó en silencio, sin esperar nada menos—. ¡Y tenemos que grabar la canción de amor porque la discográfica quiere una canción! ¡Esta canción es un bodrio!

—¡Pues se niega a ponerse una inyección para la alergia, no puedo obligarle y no soy enfermera! —gritó Emily, imitando a su jefe.

Él dio un paso atrás.

—Has mejorado mucho tus gritos —le dijo, pensativo, antes de acercarse de nuevo a su cara mientras ella cerraba los ojos con fuerza con anticipación—. Pero, hazlo así: ¡Que se ponga la inyección!

James se quitó la máscara y se volvió hacia Gustavo:

—Es culpa mía, Gustavo─ ¡ACHÚ! De acuerdo, me pondré la inyección —le dijo al hombre, cubriendo a Emily, que fue tomada por sorpresa.

Emily le hizo un gesto con la cabeza, indicándole que la siguiera para que pudieran volver con el médico.

Mientras bajaban en el ascensor, Emily se armó de valor para darle las gracias.

—Gracias —dijo ella, jugueteando con el dobladillo de su camiseta.

James se sorprendió por su amabilidad hacia él.

—De nada. Por mi culpa él te estaba gritando —dijo, disculpándose.

—Además, siento lo que te dije... —empezó a decir caminando hacia el coche. Hasta que James empezó a gritar. Se roció todo el cuerpo con el spray para hombres, se subió a un taxi vacío y gritó "¡ella es mía!", huyendo a toda velocidad.

Su desinterés y sinceridad pillaron desprevenida a la chica. Normalmente se sentiría dolida después de que se metieran con ella de esa manera, pero sólo podía estar enfadada consigo misma. No debería haber esperado un acto tan desinteresado de James Diamond.

Emily pateó una maceta, furiosa, y volvió a repasar sus opciones.

Ir tras James y obligarle a ponerse la inyección.

Contarle a Gustavo lo sucedido y dejar que James sufriera.

Ir al puesto de perritos calientes y hacer como si no hubiera pasado nada.

—Que tenga un buen día —Emily sonrió al hombre que le sirvió el perrito caliente y la limonada.

Empezó a caminar, esperando encontrar un bonito parque en algún lugar, o tal vez una cueva donde nadie pudiera llamarla.

—¡Emily! ¡Em! —la llamó una voz.

Ella suspiró, dándose la vuelta para encontrarse con los otros tres miembros del grupo.

—¿Dónde está James? —preguntó Kendall, sin aliento.

—Se roció todo el cuerpo con ese estúpido spray para hombres, se subió a un taxi y gritó "¡ella es mía! ¡Ella es mía!" —relató ella, con un tono apagado, demasiado molesta como para seguir preocupándose.

Carlos jadeó.

—¡Ha ido al Palm Woods, a robarnos la chica! —agarró por las camisetas a Logan y Kendall, antes de que todos salieran corriendo hacia el Palm Woods.

Fastidiada por el comportamiento de todos hoy, Emily se sentó en el concreto, a la sombra, comiéndose el perrito y bebiendo de la limonada hasta que llegó un autobús para llevarla a Alaska.

Su teléfono empezó a vibrar en su bolsillo, al sacarlo, gimió profundamente al ver que era James. Apretó el botón de responder, sin darle la oportunidad de decir nada.

—Emily, recógeme. ¡Necesito esa inyección! —gritó él, frenético al teléfono.

No sorprendida por su repentina necesidad de ayuda de nuevo, cogió un taxi y fue al Palm Woods a recoger a James.

En el Palm Woods, una persona abrió la puerta del taxi y subió.

Parecía un globo hinchado y colorado, con chaqueta de cuero y vaqueros de lentejuelas, estampado de serpiente y corte de bota.

En circunstancias normales, Emily habría gritado, pero reconoció a James enseguida y sonrió para sí misma por lo bien que ha ido.

—Estás horroroso —le dijo, sonriendo en shock.

—¡Lo sé! —lloriqueó él—. ¡Tengo la cara roja y─

—Oh, me refería a los pantalones —dijo ella, haciéndose la tonta, con rencor—. ¿Te pasa algo en la cara? Yo la veo normal.

James suspiró.

—Siento haberte dejado tirada, ¡pero tenía que ir al Palm Woods!

—Ha ido genial, ¿no? —replicó ella, enviando un mensaje de texto a Kelly en su móvil, ignorando a James durante el resto del viaje.

Entraron corriendo en la consulta del Dr. Hollywood, James llevaba ahora un casco integral en la cabeza y guantes de portero de hockey.

—¡Póngame un chute ahora! —le gritó al Dr. Hollywood que estaba recostado en la mesa, escuchando música mientras Emily entraba corriendo—. Ya no tengo miedo. ¡Debajo de esto estoy hecho un asco! Y no sé cómo voy a... —James pegó un grito mientras el médico le ponía una inyección en el brazo a través de la chaqueta de cuero— Oye, no ha sido tan malo —dijo él, antes de que su cuerpo se fuera para un lado y cayera desmayado en el suelo.

Emily se apartó de su cuerpo, ligeramente preocupada.

—¿Qué le ha inyectado?

—Algo para el pánico —respondió él, obvio—. ¿No estabas aquí?

—¡Tiene que cantar una canción! —gritó Emily, irritada porque esto estaba llevando tanto tiempo.

El Dr. Hollywood tarareó, buscando en su maletín médico:

—Una canción. Una canción. ¿Un chute para cantar? Para cantar... ¡Sí! —se rió, sacando una enorme y gruesa jeringuilla plateada.

Los ojos de Emily se abrieron de par en par al ver el tamaño de esa cosa, sólo para volver a la normalidad, mientras se encogía de hombros.

—Me da igual, haz lo que sea —dijo ella, paseándose por la habitación, esperando a que James se curara.

Gustavo descubrió que debía ser una canción rápida y no lenta.

Logan, Kendall y Carlos se enteraron de que la chica tenía novio.

James aprendió a no usar Barracuda.

Y Emily se dio cuenta tarde de que probablemente podría haber usado a Tren de Carga para todos sus problemas.

Gustavo le dio el día libre, afortunadamente el mismo día que Griffin venía a escuchar la canción.

Ella pudo dormir hasta tarde, y preocuparse desde lejos si él estaría de acuerdo con que Gustavo no escribiera una canción lenta.

Emily se sentó junto a la piscina con Jo, hablando de sus vidas y conociéndose.

Había venido desde Carolina del Norte a Los Ángeles para actuar.

Era la chica de la que los chicos estaban enamorados.

Les había mentido diciendo que tenía novio.

Emily no podía culparla.

Emily le explicó su participación en el grupo y todo el fiasco del otro día.

—¡Oh! ¿James era el chico horroroso? —preguntó Jo, dándose cuenta de la identidad del tío que le tiró los tejos mientras Emily contaba la historia.

—Es un idiota —refunfuñó Emily—. No recomendaría tener una sola conversación con él. Todo lo que conseguirás son comentarios ensimismados sobre su pelo y lo increíble que es.

Jo arrugó la cara, disgustada.

—Suena fatal. Pero siempre puedes hacerlo y ver qué pasa —sugirió Jo—. Nunca se sabe quién puede llegar a ser una persona.

—Ah, es un gran consejo —le dijo Emily—. Pero prefiero odiarle.

Jo soltó una carcajada ante el comentario de su nueva amiga.

—Bueno, menos mal que tienes una amiga con quien hablar cuando los chicos te vuelven loca —dijo ella, levantando su batido.

Emily sonrió, levantando el suyo.

—Todo lo que necesito.

Clink


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro