Capítulo IV: Hair.
Quiere mi cabello.
Se repetía mentalmente Rapunzel una, y otra, y otra, vez. Pitch no debía tener el poder de su cabello, no se lo permitiría.
Siempre e había preguntado si su hija perdida, Sophie, tendría el mismo poder que ella. Es decir, Jackeline heredó el de su padre, puede ser que Sophie tenga el poder de Rapunzel.
La rubia no dejaba de acariciar su cabello, mientras se miraba al espejo.
Y un recuerdo se apoderó de su cabeza...
Diez años atrás...
Rapunzel cepillaba el cabello de su hija. La ojiazul permanecía quieta ante los cepillados de su madre, y en siencio. Como cada noche antes de ir a dormir.
El cabello de la pequeña le llegaba hasta mitad de la espalda, un cabello de un rubio platino, como el de Jack y Elsa. Al finalizar, Rapunzel hizo una trenza a su hija, y la mandó a dormir.
Rapunzel nunca dejaba a su hija sola mientras dormía, aunque por las mañanas amanecía junto a Jack, y le reclamaba por haberla llevado con él.
Nada le pasará a Jackeline.
Le aseguró su esposo más de mil veces. Pero ella no dejaba de tener miedo.
Una noche, mientras observaba a su hija dormir, se dio cuenta de que aún no le había enseñado la canción que le daba luz a su cabello dorado.
Quizá podría escucharla mientras dormía, así que comenzó a cantarle...
-Flor que da fulg...
Las raíces plateadas de su hija habían comenzado a brillar, al igual que las de ella.
¿Jackeline también tenía ese poder?
Al momento de callar, por el asombro, el cabello de amba dejó de brillar.
-Fulgor... Con tu brillo fiel.
El cabello de Jackeline volvió a brillar. En ese momento, ella supo que su secreto no debía saberlo nadie, pero con el paso de los años la descubrirán, al ver lo largo del cabello de la albina.
Pero su cabello no creció más que a eso. A mitad de su espalda. Algo que Rapunzel agradecía a diario, quizá sería o riesgo o una bendición. Pero ahora se sentía tan aliviada de saber que todos creían, que sólo ella tenía ese poder.
Que Jackeline no corría el riesgo de ser también raptada por Pitch.
Ahora mismo desearía saber donde se encuentra su hija, estar en su lugar y sufrir lo que ella sufre.
-Mamá.
Rapunzel volteó a ver a su hija.
-¿Puedo hablar contigo?- preguntó Jackeline. Rapunzel dejó de jugar con su cabello y fue a atender a su hija.
-Claro, ¿qué sucede?
Jackeline suspiró, mientras miraba a la nada, y luego al suelo. Rapunzel pudo notar algo de tristeza en los ojos de su hija.
-¿Crees...? ¿Crees que encontremos a Sophie?- preguntó Jackeline con nostalgia.
Rapunzel se quedó pensando unos momentos. Jackeline no era la única que quería ver de regreso a su hermana. Todos querían verla.
De hecho, ni si quiera la vieron. Al momento de nacer e ir a buscar a las gemelas a los cuneros sólo estaba Jackeline. Lo cual causó gran revuelo entre toda su pequeña gran familia inmortal.
-Tengo un fuerte presentimiento... Estoy segura de que así será.- dijo Rapunzel sonriendo.
Jackeline apretó los labios y volvió a bajar la mirada.
-¿No crees que esté... Muerta?
-Yo creo que, si Sophie no siguiera con vida... Lo sabría. Nosotras lo sabríamos.- ahora la rubia abrazó a su hija.
En realidad, Rapunzel parecía ser Sophie, la gemela de Jackeline. Al menos así la imaginaban todos. A menos de que Sophie también fuese albina ojiazul y con poderes de hielo, nadie lo sabe.
Rapunzel besó la frente de su hija, se separó de ella y le sonrió.
-¿Por qué no vas a ayudar con a cena y a asegurar puertas y ventanas para esta noche?- preguntó Rapunzel.
Ya había comenzado a anochecer, y era cuando los Infectados aprovechaban para salir a buscar comida.
Nunca habían encontrado la guarida de los inmortales, y de hecho ya estaban desapareciendo. La infección avanzaba, hasta deshacerlos por completo, hasta detener su corazón.
No comen personas, pero si las atacan. Golpean, muerden y matan.
Jackeline sonrió.
-Buena idea.- dijo la ojiazul, para después avanzar hasta la puerta. Se detuvo antes de salir para voltear a mirar a su madre. -¿No vienes?- preguntó ella.
-Bajo en unos instantes, necesito hacer algo.- dijo la rubia sonriendo.
-Okey. Pero recuerda que si no bajas, papá vendrá a buscarte.- advirtió Jackeline.
Rapunzel rió y después su hija le siguió la risa.
-Sí, lo sé. Conozco a tu padre.- dijo Rapunzel, para después observar como su hija salía de la habitación y escuchaba los veloces y fuertes sonidos se los pies de Jackeline al bajar las escaleras.
Rapunzel caminó por la habitación hasta asomarse por la ventana, que daba al frente de la cabaña. A lo lejos veía el sol ocultarse, y le pareció escuchar los gritos de los Infectados a lo lejos.
Fue a buscar entre la ropa, armas y zapatos algo que le fuese útil para lo que necesitaba hacer.
Tardó varios minutos pensando en si sería lo correcto, observando el afilado metal de las tijeras, el cual brillaba a contra luz. Hasta que iba oscureciendo más y más.
Pasó los dedos por los agujeros del contrario de cada punta, tomó su larga y dorda cabellera para pasarla al frente de su hombro, y con las tijeras... Cortó su cabello de un solo roce.
El largo cabello cayó al suelo, y observó como dejaba de ser rubio para tornarse castaño. Tocó el poco cabello que aún quedaba en ella, pero no se sentía igual.
-Blondie...
Ella se giró en seguida al escuchar el susurro de aquella voz tan familiar, llamándola de esa misma manera por más de doscientos años.
-¿Qué hiciste?- preguntó Jack incrédulo.
Rapunzel comenzó a sentir un fuerte dolor en el pecho. Era tristeza.
Ahora mismo se había arrepentido de lo que hizo, pero era por su bien. Y por el bien de todos.
El fuerte grito de una chica, Jackeline, llamó la atención de la ahora morena y el albino.
Para después escuchar golpes a la puerta, y los gemidos de los Infectados. Pero no a kilómetros...
Estaban ahí.
-Dulcinea BC.
Capítulo dedicado a: @PJandTBF
Akdnajxnsjdnai no odien a Punz:(
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