BH ! ♡
[ ! ] Minji tendrá nacionalidad canadiense aquí.
Minji no era una chica con muchos amigos, sin embargo se divertía con las dos que tenía. Danielle y Hyein se llamaban.
La azabache las conocía desde buen tiempo atrás y sabía lo extrovertidas que eran, por eso a veces se le hacía incómodo estar entre los amigos de estas, hasta que conoció a una en particular.
Hanni Pham por su parte era tan extrovertida y sincera que se podría considerar un poco molesta, sin contar las numerosas bromas o comentarios en doble sentido que realizaba a modo de bromas.
Podían escucharse como opuestos totales, sin embargo eso no impidió que se conocieran una noche en una fiesta donde Hyein era la anfitriona. Minji estaba apartada bebiendo un poco en compañía de Danielle mientras charlaban y reían, hasta que un grupo de chicas se les acercaron para saludar a la australiana, Kim siguió bebiendo sin prestarles atención, tomando la lata de cerveza entre sus manos.
Hanni notó a la desinteresada y algo apática chica que ahora bebía sola, pues Dani estaba hablando con sus amigas. Se le hizo una muchacha bastante atractiva a pesar de tener una apariencia algo desarreglada.
La vietnamita la observó un poco más, notando como jugaba con el anillo que llevaba en el dedo anular y ahí fue cuando vio lo que la hizo interesarse más en ella.
Sus dedos eran largos para ser una chica y además se podían apreciar las venas fácilmente, Hanni sonrió para si misma, pues eran tal y como le gustaban, así que por eso mismo es que no iba a dejar pasar la oportunidad.
Se sentó al lado de la azabache, haciéndola saltar en su lugar por la impresión, después Hanni le dio una sonrisa coqueta mientras se acomodaba más cerca suyo.
—Hola, ¿cómo te llamas, linda? —preguntó sin dejar de observarla, la tímida chica apartó la mirada.
—M-Minji —contestó nerviosa. Han mordió su labio inferior recargando una de sus manos en el muslo vestido de la chica.
—Tienes un nombre extravagante, ¿eres extranjera? Yo también crecí fuera de Corea —su voz delicada provocó que Minji se sonrojara solo un poco.
—Así es, s-soy de Canadá —contestó, Hanni sonrió más, pues notaba lo nerviosa que había puesto.
—Mhm —la mano que estaba en el muslo de la mayor subió para en su lugar tomar un mechón propio de cabello.
—Es un gusto conocerte, Canadá tiene buenas cosas, me gusta mucho la comida de ahí, ¿sabías? —su tono de voz juguetón hizo a Minji saber que algo en esa frase no era lo que parecía, sin embargo no supo lo que era.
—A mis amigas también les gusta —la más baja alzó una ceja por el comentario, notando de inmediato que Minji no la había entendido. Con gracia volvió a morder su labio inferior.
—Es de esperarse, la comida canadiense es deliciosa, me gustaría probarla una y otra vez cada noche sin parar —su comentario tenía toda la intención de ser entendido, sin embargo Minji volvió a no hacerlo.
En cambio, rascó su cabeza con confusión.
—No creo que puedas comerla siempre, suele ser muy cara aquí en Corea —la sonrisa coqueta de la vietnamita decayó al escuchar eso. Pensó en que la tipa frente a ella era muy tonta, pero esas preciosas, largas y grandes manos valían la pena.
Volvió a sonreírle como antes y tomó la mano que tenía el anillo, jugando con este como antes había la visto hacer.
—Cuéntame sobre ti, Minji, puedo ver que tienes una gran y atractiva personalidad —lamió un poco sus labios, observando la mirada de la canadiense sobre esa acción, Minji embelesada por eso, contestó lo primero que pensó.
—No creo, realmente pocas personas me hablan —Pham dejó lo que hacía con el anillo completamente descolocada.
Minji lo notó, por lo que pensó que había dicho algo malo, sin embargo no supo cómo arreglarlo y permaneció callada.
Hanni sintió con sus dedos las marcadas venas, motivandose a seguir con eso.
—¿Por qué no hablamos en un lugar más callado y tranquilo? —sugirió, la más alta le sonrió pues estaba de acuerdo, ya no quería seguir rodeada de tanta gente.
—Claro.
-
Ambas encontraron una habitación algo apartada del bullicio de la noche por lo que entraron, Hanni cerró la puerta detrás de sí observando a la atractiva azabache detenidamente. Minji se sentó en la cama que había, esperando a la otra para que siguieran charlando sin interrupciones.
La peliengra, con una sonrisa, se acercó a paso lento, y al llegar frente a Minji se sentó en sus piernas, rodeándola por el cuello. En ese momento, la de manos grandes se tensó.
—¿Q-Qué haces? —le preguntó extrañada, Hanni hizo una mueca sin entender.
—Tú dijiste que querías —Kim sintió un sonrojo subiendo por sus mejillas al escucharla.
—Y-Yo creí que querías seguir hablando, no esto.
Al oír la respuesta, Hanni se bajó de ella con una expresión ofendida y molesta.
—¿Es que acaso no entendiste todo lo que te dije? —preguntó, exasperada.
La mayor negó apenada y la observó dirigiéndose a la salida.
—Solo alguien como tú se negaría a una noche de sexo con una chica atractiva, qué idiota —tomó el pomo de la puerta para salir y entonces Minji corrió para detenerla.
—N-No tienes que irte... —dijo en voz baja e insegura, Han rió.
—¿Y qué haría si me quedo? Yo no vine a hablar —contestó.
Minji bajó la mirada avergonzada, sintiendo su rostro caliente.
—No tenemos que hacerlo...
La menor volteó a verla incrédula. Ese cambio la había sorprendido, pero algo se prendió dentro suyo. Sonrió acercándose, para luego levantarse de puntillas y rodearla por el cuello.
—Entonces haz que me encante la comida canadiense... —susurró, cerca de sus labios.
Conectaron sus belfos con hambre, besándose rápidamente y Hanni sintió una corriente eléctrica cuando una de esas grandes manos la tomó por la cintura, intentó controlar su filia pues no quería asustar a la otra, pero sinceramente estaba siendo difícil.
Sentir esa gran extremidad sobre su cintura con un agarre fuerte sin duda la hacía erizar. La otra mano de la canadiense bajó para agarrarla de igual manera y se impresionó cuando sintió a la chica moviéndose inquieta.
—Joder sí, tócame con tus grandes manos... —dejó salir entre suspiros.
Minji lo ignoró porque aún no tenía mucha experiencia y no sabía si eso era algo realmente normal, aunque vaya que le había gustado, nadie nunca se había expresado así del tamaño de sus manos y le excitaba.
Hanni la hizo caminar rápidamente hasta la cama, subiéndose sobre ella de forma desesperada. Su cuerpo tembló cuando Minji tocó sus muslos, la gran mano abarcaba un buen espacio de estos, algo que la hacía mojar más.
Minji, aún un poco insegura, apretó los muslos mientras dirigía sus besos hacia el cuello de la vietnamita, escuchando su respiración ya acelerada. De pronto Hanni les dio la vuelta, dejando a la mayor sobre ella con una pierna rozando su centro.
—Tócame —susurró la pelinegra tomando una mano de Min y colocándola sobre uno de sus pechos cubiertos, Minji tragó con nervios y apretó un poco, la muchacha debajo de ella cerró los ojos esperando su próxima acción.
La azabache subió el top que Hanni llevaba para después desabrochar el sostén, retirando ambos y dejando los senos a su merced, con ambas manos los tomó, notando que cabían en su mano por completo. Hanni también lo notó y vaya que le gustaba.
Minji atrapó el pezón derecho entre sus labios mientras jugaba con el izquierdo, usando sus dedos para estirarlo y torcerlo, como resultado, Pham gimió mientras cerraba los ojos. Metió sus pequeñas manos bajo la gran sudadera que la mayor usaba y la alzó para quitarla junto a la camiseta. Con los ojos llenos de lujuria, admiró el abdomen ligeramente bronceado y plano, mordió su labio inferior sin poder apartar la mirada, Minji se sonrojó por eso.
Hanni la atrajo para volverse a besar húmedamente, Minji dominó el beso sin problemas y aprovechó la guardia baja de la contraria para volver a acariciar sus pezones. La menor arqueó la espalda sin apartarse.
Kim bajó una de sus manos hacia los muslos debajo de la falda y entonces subió peligrosamente hacia el centro cubierto de la peliengra.
Un leve, pero dulce gemido chocó con la oreja de Minji en el momento en que tocó sobre la ropa interior la vagina de Hanni, el gemido la hizo enrojecer por completo, pero aún así siguió adelante con su tarea.
Este era solo un polvo, pero quería disfrutarlo porque sinceramente pocas veces se le presentaba aquel tipo de oportunidades.
Bajó las bragas hasta los tobillos y Hanni abrió un poco las piernas, aún tenía la falda puesta, pero estaba tan arriba que Minji podía admirar su cuerpo perfectamente.
Se inclinó para besar a la chica, mientras al mismo tiempo masajeaba su clítoris con pequeños toques, familiarizándose con las respuestas que obtenía.
Hanni cerró los ojos y tembló con verdadero placer, pues ya deseaba sentir esos dedos sin ninguna timidez. Se incorporó para quedar cerca de la oreja de la azabache sobre ella y con la voz más dulce, excitada y necesitada que tenía susurró...
—No te contengas... Fóllame tan fuerte como quieras —lamió el lóbulo de su oreja y la observó enrojeciendo entera.
Minji asintió tímida y volvió un poco más decididos sus toques, primero recorrió la vulva hasta concentrarse de lleno en el clítoris, moviéndolo en círculos certeros.
La peliengra incrementó el volumen de sus gemidos disfrutando al máximo de esa canadiense tan habilidosa. Minji se percató de que aún no estaba tan mojada, por lo que le abrió un poco más las piernas y se metió entre estas, acercó su rostro y comenzó a lamer, probando a la sumisa chica.
Hanni se quejó con más fuerza y tomó a la chica por la cabeza, guiando sus movimientos, entonces Minji succionó con fuerza el clítoris, escuchando un gran grito liberador por toda la habitación.
Han se tensó unos segundos hasta que se relajó, sintiendo una gota de sudor bajando por su cien hasta la barbilla. Intentó regular su respiración cuando sintió a la mayor volviendo a reanudar sus toques con los dedos, Hanni chilló por la sobre-estimulación, escuchando una leve risa maliciosa.
Minji tocó el clítoris decidida a realizarle un delicioso fingering a la ahora indefensa chica. Mientras masajeaba el clitoris en pequeños círculos, lamió dos de sus dedos y los dirigió a la entrada de la más baja.
Hanni abrió las piernas desesperada por recibir los largos dedos de la otra.
Minji metió dos de sus dedos y comenzó a penetrarla, sacando y metiendo sus dígitos con un ritmo suave.
Con las mejillas sonrojadas, los ojos cerrados y la boca abierta, Hanni pidió más.
—Fuerte... —Minji alzó una ceja pues podía verla bastante afectada, ya que no tenía mucho de que se había corrido. Sin embargo acató su orden.
Al mismo tiempo comenzó a moverse más rápido, los dedos entraban y salían mientras los de la otra mano masajeaban con rapidez el clítoris. La menor tomó la cobija de la cama con sus manos y la apretó mientras gemía con demasiada fuerza.
Minji se inclinó repentinamente y capturó un pezón erecto en su boca, y rió cuando Hanni la maldijo en medio de gemidos.
Para alargar un poco más la tortura dejó de estimular su clítoris y solo la siguió penetrando, aunque no esperaba lo que la chica haría.
Hanni tomó la mano de Minji con fluidos y se la puso en el cuello, quien la observó impresionada. Pham la obligó a apretar su tráquea.
—A-Ahórcame... —pidió.
Kim tragó, era la primera vez que alguien le pedía eso, pero extrañamente le había gustado, no, le había fascinado, por lo que ejerció presión con poca fuerza al inicio.
Hanni jadeó extasiada.
—Más fuerte... Asfíxiame fuerte —suplicó, Minji decidida lo hizo, apretó el agarré al rededor del cuello asegurándose de no pasarse y entonces ocurrió algo que la impresionó, sintió como las paredes vaginales apretaban con más fuerza sus dedos.
Miró el rostro de la chica y sonrió entendiendo todo.
—Jodida masoquista —le dijo, penetrando con más fuerza.
Los gemidos de la chica sonaban ahogados por la asfixia, pero eso le encantaba a ambas.
Pasados unos minutos, Hanni sintió cómo se tensaba a punto de llegar al orgasmo, Minji también lo sintió y apretó más fuerte su cuello, escuchándola intentando respirar.
Hanni sintió la sensación del miedo por no poder pasar oxígeno por sus pulmones y llegó al orgasmo, el agarre en su cuello se fue haciendo más flojo hasta que la canadiense la soltó y sacó sus dedos húmedos de ella.
Pasados unos minutos Minji le hizo una pregunta.
—¿Cómo te llamas? —la vietnamita aún algo agitada y adolorida rió con la voz ronca por los gemidos y la asfixia.
—Hanni Pham —su voz sonaba lastimada, pero no le importaba.
La mayor sonrió.
—Eres muy bonita —le dijo con las mejillas sonrojadas, la más baja volvió a reír y se inclinó para besarla, cuando se separaron, Hanni tomó la mano de la chica y jugó con sus dedos.
—Tú también eres bonita —le guiñó el ojo y sonrió.
Esta vez Minji lo entendió.
Adaptación © F3lixsolecito
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