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Capítulo 9

Un trueno resonó en el auditorio, provocando que todos gritaran a causa del miedo.

Una vez que la conmoción general pasó, todos los presentes en aquel lugar empezaron a entrar en pánico, de golpe fue como si todos hubiesen despertado de un letargo, siendo dominados por un choque de adrenalina, que, golpeando su sistema nervioso, desencadenó en la histeria y anarquía que los profesores tanto intentaron evitar hasta aquellos momentos.

Con apuro, Megan se esforzó en localizar a Sussan, empezó a buscar a la muchacha con desespero, sus ojos bañados en lágrimas intentaban evitar a toda costa su atención de los cadáveres colgantes en el techo, sin embargo, de vez en cuando una mirada fugaz se escapaba hacía aquella dirección.

Con furia, la joven se limpiaba las lágrimas del rostro mientras que andaba desesperada buscando a su compañera entre la multitud, siendo seguida de cerca y sin darse cuenta por Marshall, quien hacía lo posible por poder alcanzarla, sin perderla de vista, preocupado por el shock en el que debía hallarse en ese momento la joven.

Entre la multitud, Megan logró distinguir a Sussan, quien estaba en el suelo con la mirada fija en aquel mensaje dirigido hacía ella.

En medio de tropezones, la chica corrió hasta la muchacha que las había ayudado en la tarde, tan solo unas horas atrás la joven se veía radiante y llena de seguridad, sin embargo, ahora su rostro reflejaba el más absoluto de los horrores.

Con paso apresurado, Megan corrió hasta la joven, arrodillándose frente a ella con temor por lo que pudiera ocurrir con ella.

El remordimiento la carcomía por dentro, aun cuando sabía que lo que estaba ocurriendo no era su culpa, no podía evitar pensar en que tal vez, si ella no se hubiese inmiscuido en todo aquel asunto las cosas quizás no se habrían agravado tanto.

Una vez que las cosas se hubiesen calmado un poco, los profesores se encargaron de limpiar aquel tórrido escrito de la pared, y mientras que esto pasaba, Elizabeth y Megan se quedaron junto a Sussan, a la vez que los chicos se encargaban de vigilar que nada extraño ocurriese.

Finalmente habían decidido preparan un horario de vigilancia para tratar de evitar una nueva tragedia en el castillo.

Sussan se sumió en una especie de trance, aislada en su propio mundo, con la mirada perdida y una permanente expresión de pánico en su rostro, preocupando a sus amigos, quienes trataban de hacerla reaccionar.

Y cuando esto finalmente pasó, lo único que atinó a hacer la muchacha fue lanzarse a los brazos de las chicas, estallando en un llanto incontrolable.

Megan intentaba darle palabras de consuelo, sin embargo, su voz no lograba salir de su garganta, era como si se hubiera quedado muda de golpe; tal vez a causa del shock por lo sucedido, o quizás a causa del pánico y la desesperación que sentía en aquellos momentos.

Fuese cual fuese el caso, estaba empezando a pensar a mil por hora en cómo salir de ahí. Ya encontrar y desenmascarar al asesino no era una opción, si seguían en aquel lugar iban a ver la muerte más temprano que tarde, y no podían permitir eso.

La única opción que les quedaba era escapar.

Así que ahí estaban ahora, sentados en una zona lo más apartada posible de todos, cuidando al hermano de David y de Sussan, mientras que, cada uno de los jóvenes pensaban en distintas ideas para poder llevar a cabo un plan escape mientras que trataban de no morir en el intento.

Dylan, quien no dejaba de observar el sueño de su hermano, de vez en cuando dejaba escapar algún suspiro tembloroso, mientras que apoyaba su mentón sobre los nudillos de sus manos.

El resto, simplemente se mantenía en silencio, mientras que escuchaban de fondo las quejas de los demás estudiantes, exigiendo que los dejaran marcharse del lúgubre castillo, a la vez que, mientras eso pasaba, el impacto de algún objeto cayendo al suelo se dejaba escuchar.

— ¡Logan! -dijo la hermana menor del muchacho lanzándose a sus brazos.

Este la abrazó con fuerza, con aquel sentimiento de miedo a perder a alguien que amas.

— ¿Y ahora que haremos? Se supone que ustedes están investigando quién es el asesino ¿No es así? -inquirió Sean Brown un chico de origen afroamericano.

— ¡Sean! -le reprendió Nicole.

— ¿No? No es como que sea un secreto para nadie de nosotros...

— Lo primero debe ser proteger a Sabrina -dijo Megan por fin, al recuperar el control sobre su propia voz- ahora que la asesina la ha amenazado directamente no podemos dejarla sola...

— ¿Asesina? -me interrumpió Logan- ¿Cómo que la asesina?

"Cierto", pensó Megan, ellos aún no conocían ese detalle.

— ¿Recuerdan que les estuvimos hablando sobre el túnel que nos encontramos? -dijo Marshall bajando la vez, a lo que el resto se acercó en un círculo al rededor del muchacho- como les dijimos, allí vimos al asesino, pero... A pesar de que no logramos verle el rostro pudimos identificar que se trataba de una mujer.

— ¡Eso es importante! Si es así debemos decirles a los profesores sobre eso -dijo Sean.

— ¡No! ¡No lo hagas!

— ¿Por qué?

— Megan cree que... La asesina se trata de una profesora...

Los demás soltaron una exclamación de asombro.

— ¿Cómo? ¿Pero de qué estás hablando, Rogers? -espetó Sean.

Un incómodo silencio sepulcral se produjo, la tensión llenó el ambiente mientras que, Megan trataba de pensar en una solución a todo este embrollo.

La muchacha miró a sus compañeros y soltó un suspiro.

— Como tú mismo has dicho, nosotros hemos estado investigando y esa es la conclusión a la que llegamos -dijo con cansancio.

Estaba agotada, necesitaba dormir con urgencia, pero el miedo no se lo permitía.

— Esto está mal... Eso quiere decir que estamos solos en esto, no podemos confiar en los profesores, no sabemos si más de uno está involucrado en esto, ¿Creen que una sola persona podría con todo este caos?

Ante aquella cuestión planteada por Sean, todos se quedaron congelados; aquella idea ninguno de ellos la había pensado, y lo más aterrador de todo, es que no era algo descabellado.

— No necesariamente -dijo Megan con el mismo tono cansado, cada vez su cuerpo pesaba más y más, exigiéndole descansar aunque fuera un poco, sin embargo, la nueva ola de miedo y adrenalina no iba a permitirlo- como ya mencionamos antes, sospechamos de una mujer y aunque eso no descarta del todo la idea de que la asesina pueda tener como cómplice a algún profesor por lo menos no los mete dentro del rollo de forma tan directa, aunque lo que Sean dice es cierto, y por ello mismo debemos mantenernos alerta; ahora la cosa es el descubrir al culpable, para ello creo que sería una buena idea que hagamos una lista con las profesoras que estén entre los treinta y los cincuenta años.

— ¿Y por qué descartar al resto? -preguntó Sean con dudas.

Megan observó al moreno, una punzada atravesaba su cabeza dolorosamente.

— Por que estamos buscando a alguien de la generación de Sophia Crawford -hizo una breve pausa y continuó- te daré un ejemplo de ello: la directora Havistock, ella queda descartada por completo, tiene setenta y tantos años, aunque sea muy ágil para su edad los años no pasan en vano y sus fuerzas no son las mismas que las de alguien joven, mucho menos como para matar a alguien y colgarlo del techo, a eso suma la artritis, las cataratas y el hecho de que para caminar necesita bastón -dijo levemente irritada- si fuese ella ¿Acaso no crees que sus víctimas se habrían podido defender con mayor facilidad?...

— De acuerdo, entiendo el punto -se recargó de la pared- entonces señorita Sherlock Holmes ¿Cuál es el plan a seguir?

— ¡Sean! -volvió a reprenderlo Nicole.

— ¿Eh? ¿A qué te refieres?

— No hay que ser un genio como para darse cuenta que tú eres la que le da las órdenes a tú "equipo" ¿No?

La chica frunció el ceño ¿Qué le pasaba a ese chico? No entendía cuál era su problema con ella.

Cada vez el dolor de cabeza aumentaba, hasta que todo a su alrededor empezó a dar vueltas, tambaleándose, a lo que Marshall pareció darse cuenta, por lo que, tomándola de un brazo la ayudó a recostarse en las gradas y habló.

— Escucha, entiendo que estés estresado, pero no por eso puedes tratarla de esa forma, Megan, al igual que todos nosotros a estado investigando sin descanso para detener al asesino y tú, con tu actitud no estas facilitando las cosas...

— Es cierto -dijo Elizabeth integrándose a la conversación- todos estamos cansados, necesitamos dormir, tal vez así podremos pensar con mayor claridad.

— Así es -la apoyo Logan- propongo que hagamos turnos para hacer guardia mientras que algunos de nosotros duermen en las gradas, es el espacio que está más tranquilo en todo este desastre.

Megan solo podía escuchar sus voces a la lejanía, como un extraño y profuso eco; tenía los ojos cerrados, sentía que si los abría devolvería lo poco que tenía en el estómago.

Poco a poco las voces se fueron perdiendo, mientras que se sumergía en la inconsciencia.

Megan se despertó agitada, había tenido una pesadilla, tan vívida y realista que le provocaba escalofríos; miró a mi alrededor y vio a los chicos dormidos, se levantó y fue a buscar su mochila.

Le dolía todo, tenía frío y sus ojos escocían del cansancio, aún estaba lloviendo y aunque ya las cosas no le daban vueltas si le seguía doliendo la cabeza.

— ¿Megan? -escuchó la voz de Logan hablándole.

Se giró y ahí estaba, junto a Marshall, David y Sean montando guardia.

— Megan ¿Qué haces levantada? Tienes que descansar, hasta hace un rato tenías fiebre... -dijo Marshall acercándose a ella mientras que ponía su mano en su frente- aún tienes algo de temperatura...

¿Fiebre? ¿En qué momento había enfermado? Lo último que recordaba era el estar sentada con Sussan y las chicas, llorando después de la amenaza.

— Lo siento, no recuerdo mucho de lo que paso ayer ¿Qué hora es?

— Son las tres menos treinta de la mañana... -contestó Sean ya un poco más calmado.

Sintió un leve pinchazo en la cabeza, los chicos le vieron con preocupación.

Sean se acercó a Megan con las manos en los bolsillos y una mirada apenada.

— Oye, lamento lo de hace rato, no debí tratarte de esa forma...

— Tranquilo, no pasa nada.

— Creo que es mejor que vayamos a la enfermería, tal vez allí haya algo para la fiebre -propuso Logan.

— Sí, tienes razón -David se levantó de donde estaba- vamos Megan, yo te acompaño.

La chica asintió levemente mientras que se sostenía la cabeza.

A paso lento empezaron a caminar por los oscuros pasillos del internado, iluminados únicamente por la luz de la linterna de mano que llevaba David.

Al llegar a la enfermería la chica se sentó en la camilla que se encontraba allí, en lo que David se encargaba de buscar algunos medicamentos y algunos utensilios de primeros auxilios con la idea de que tal vez les fuese útil en el futuro... Aunque esperaba que no lo fuera.

— Ten -dijo entregándome una pastilla y un vaso de agua.

De un trago la muchacha se tomó la pastilla, esperó algunos minutos y entonces habló.

— David ¿En dónde están los profesores?

— Bueno, no sabría decirte con exactitud, la directora Havistock está en su oficina intentando comunicarse con las autoridades, el bibliotecario Rollins, los profesores Raynolds y Willson están preparando el autobús escolar, al parecer quieren intentar escapar con todos nosotros y la señorita Hopps fue a ayudar a la directora Havistock...

— ¿Y en donde están las profesoras Miller, Novak y Jones?

El negó con la cabeza.

— No tengo la menor idea de donde se encuentren ¿Qué estás pensando, Megan?

— Es solo que... -hizo una breve pausa- si la asesina se trata de una profesora creo que sería buena idea ir descartando posibilidades.

— Tienes razón, no estaría de más descartar sospechosos, sobre todo ahora que al parecer tenemos un poco de paz...

— David, en serio lamento mucho lo de tu hermano.

— Gracias, estoy seguro de que va a despertar pronto.

Suspiró profundamente mientras que veía al chico seguir revolviendo cajones en búsqueda de utensilios médicos, para acto seguido empezar a pensar en las posibilidades de que alguna de las profesoras fuese la culpable de todas estas atrocidades.

Respiró profundo mientras se acomodaba su hoodie.

Hacía un frío atroz, tanto que le calaba hasta los huesos, sus dientes castañeaban y sus dedos estaban entumecidos.

El lado bueno es que por lo menos la fiebre había cedido.

A su lado se encontraban Elizabeth, Alice, Nicole y Sussan haciendo guardia mientras que los chicos descansaban un poco.

Esta última no había pronunciado palabra desde lo de los cadáveres en el techo.

Aferró más el bate de béisbol entre sus manos, dentro de algunas horas amanecería y con algo de suerte calentaría el día.

Alzó la vista a donde habían estado los cadáveres de los chicos, los profesores se habían encargado de retirarlos de allí, después de todo lo último que necesitaban en este momento era tener aquella escena frente a sus ojos mientras que hallaban alguna salida a toda esta locura.

— Vaya lluvia ¿Eh? -dijo Alice rompiendo el apabullante silencio que las rodeaba.

— Si, ojalá que pare de llover pronto.

De nuevo reino el silencio en aquel rincón del auditorio.

Vio, con algo de esfuerzo, el reloj de pared que había en el lugar, marcaba ya las cinco menos cuarenta y cinco de la mañana, faltaba poco para el amanecer.

Ya había pensado en un plan para salir del internado, pero primero debían hacer un pequeño recorrido por el castillo para poder escapar de allí, sobre todo por el hecho de que el auditorio se hallaba hasta el fondo del castillo.

Un pequeño pensamiento cruzó su mente ¿Por qué siempre en las películas de terror cuando el malo de la película se mete en la casa, al protagonista le da por esconderse hasta lo más recóndito de la casa? La cual justamente queda en lo más profundo del bosque ¿Acaso no sería más practico correr hacia la calle?

No pudo evitar que aquel fugaz pensamiento me diera cierta gracia.

En serio ¿Qué les pasa a los productores de Hollywood de estos días?

Tal vez fuera algo estúpido el ponerme a pensar en semejantes cosas en la situación en la que se encontraban en ese momento, pero no pudo evitarlo, su mente necesitaba distraerse con algo urgentemente

Escucharon un ruido que las puso en alerta, los chicos de habían despertado, frotándose los ojos y soltando bostezos mientras se desperezaban.

Vio la ventana una vez más, al parecer el sol no pensaba seguir el ejemplo de los chicos.

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