Capítulo 4
En el comedor del instituto se encontraban todos los habitantes del castillo reunidos, chicos, chicas, alumnos, profesores y empleados del castillo por igual.
Junto a Megan se encontraba Elizabeth, quien se hallaba llorando sin parar ante la terrible situación, pues para nadie era un secreto que ella y Meredith habían sido grandes amigas desde la infancia. Por su parte, Megan se encontraba palmeándole la espalda mientras trataba de darle consuelo, a la vez que pensaba en Vanessa, a quien le tuvieron que dar un calmante debido a un horrible ataque de pánico luego de ver a su amiga en ese estado.
— ¡Silencio! -habló la profesora Miller interrumpiendo el bullicio que en ese momento invadía el amplio comedor- sé que tienen miedo, pero por favor, necesito que guarden la calma, jóvenes...
La señorita Claire Miller era la profesora de literatura de Megan, una mujer que rondaba por los treinta y tantos años, alta, esbelta, con piel de porcelana, ojos verdes y cabello negro frondoso, una mujer muy agradable y sin duda alguna, que atraía las miradas aún sin hacer nada.
— ¿Cómo quiere que guardemos la calma? ¡Meredith acaba de ser asesinada! -explotó una de las chicas que se encontraba cerca de Megan.
— ¡Es cierto! ¡cualquiera de nosotros puede ser el próximo! -añadió otro en medio de la euforia.
— Seguro tuvo algo que ver con ella... -otro de los alumnos se hizo escuchar.
Aquel último comentario desató una lluvia de murmullos entre todo el alumnado, mientras que los profesores hacían todo lo posible por mantener el orden y hacer que los adolescentes se calmaran.
Pero por la mente de Megan solo había espacio para una pregunta en ese momento, ¿Ella? ¿Quién era "ella"?
Una voz la distrajo, Logan Taylor, uno de los chicos del internado se le había acercado. Tenía el rostro desencajado y se encontraba extremadamente pálido y sudoroso, además del cabello claramente alborotado y el pijama arrugado debido al brusco despertar.
— Pobre chica ¿No crees?
— ¿Eh? Ah, sí... -dijo algo consternada todavía.
— Dime, ¿Cómo sigue Elizabeth?
— Bueno, se ha calmado un poco -dijo mientras observaba a su amiga temblar cada vez menos bajo la frazada que la acobijaba- Oye, Logan ¿A qué se referían con eso de que "ella" tuvo algo que ver con esto?
— ¿No te lo han dicho? -fruncido el ceño- Creí que Elizabeth te lo habría dicho, ven conmigo, te contaré todo...
Megan y Elizabeth siguieron a Logan hasta una de las mesas que se encontraban vacías en ese momento, donde los tres podrían hablar con claridad y sin los demás chicos encima, quienes cada vez más estaban cediendo cada vez más al pánico colectivo.
— Hace muchos años el internado Havistock era un instituto con un prestigio aún más alto del que recibe en la actualidad, en ese entonces hubo una joven llamada Sophia Crawford, al parecer, su padre se casó con otra mujer luego de quedar viudo bajo circunstancias sospechosas, y luego de la boda, Sophia fue enviada al internado Havistock...
— Y... ¿Qué pasó luego? -preguntó Megan con voz temblorosa.
Aquella chica tenía el mismo nombre que la dueña del diario que había encontrado ¿Cuántas eran las posibilidades de que fuera otra persona? Toda esta situación debía ser un mal chiste.
— Sophia sufría de acoso escolar, según lo que se rumorea, cayó en una fuerte depresión ante las constantes agresiones que sufría, desde insultos hasta golpes, así permaneció hasta que un día... A sus acosadores se les pasó la mano, la llevaron hasta la azotea del tercer piso y una vez allí, empezaron a agredirla sin parar, hasta que, en medio de la desesperación, Sophia se levantó y salió corriendo tratando de huir, sin embargo, cuando estaba al borde de la azotea, una de las chicas la alcanzó y la empujó, provocando que Sophia cayera del techo en una muerte segura... Desde entonces corre el rumor de que su alma busca venganza de aquellos que la llevaron a su fin.
— Espera... ¿Entonces la habitación que se encuentra al final del pasillo era la de ella?
— Así es...
— Pero, aún si hubiera sido ella, ¿Por qué asesinar a Meredith? Es decir... Ella no le hizo nada, ninguno de nosotros tiene la culpa de lo que pasó... ¡Tendría que vengarse de quienes la asesinaron! ¡No de nosotros! No, me niego a creer que esto es obra de un fantasma, debe haber otra respuesta... No lo sé ¡La que sea!
— Entiendo tu confusión, en serio Megan, pero aún hay algo que no sabes...
— ¿Algo más? ¡¿Qué más podría haber?!
— Verás Megan, lo que ocurre es que la mayoría de nosotros somos descendientes de los que estudiaron aquí en ese entonces... Nosotros somos los descendientes de los que asesinaron a Sophia Crawford...
Un fúnebre silencio se produjo, hasta que Logan volvió a hablar.
— Desde aquel incidente el internado Havistock tomó medidas para evitar que la tragedia volviese a ocurrir... Cada año, cuando llega el grupo de estudiantes nuevos, los más antiguos debemos encargarnos de que estos cumplan con las reglas, todo esto para evitar que suceda justamente lo que ocurrió la noche de hoy
Un escalofrío recorrió a Megan de pies a cabeza, mientras que una desagradable sensación de desasosiego se le instalaba en la boca del estómago.
— No puede ser... -murmuró cayendo en cuenta de lo que eso significaba.
Pero entonces, la duda se instaló en su atormentada mente, miles de preguntas la asaltaban en ese momento. Ella sabía que su madre no había estudiado en aquel internado, y su padre, según lo que le había contado cuando le notificó que iba a ser enviada a aquel lugar, apenas se había enterado de la existencia de ese instituto gracias a aquella mujer que se hacía llamar su "nueva madre". Por ello, y cual sonido del trueno, una resolución la invadió con ímpetu en ese mismo instante.
— ¡Pues bien! ¡En ese caso llegaré al fondo de todo esto! ¡Voy a averiguar que, es lo que está ocurriendo realmente en este lugar!
La pelirroja y el castaño la observaron como si finalmente aquella muchacha hubiera perdido la cabeza luego de todo lo acontecido aquella noche, sin embargo, algo muy diferente recorría la mente de Megan en aquel momento.
— Escuchen, ni mi madre ni mi padre estudiaron en este lugar -dijo a la vez que bajaba un poco más la voz para evitar llamar aún más la atención. El resto de sus compañeros estaban perdiendo cada vez la calma luego de la mención del espíritu de Sophia, y si todo seguía así, muy pronto las cosas se saldrían de control- sin embargo, si resulta ser que hay un loco suelto entre nosotros, no pienso quedarme de brazos cruzados a la espera de que venga por mi cabeza...
— Tienes razón, suena lógico Megan, pero ¿Y si por iniciar una investigación te expones? Yo también creo que la historia del fantasma es algo fantasiosa, pero, aun así, eso no quita que en este lugar pasan cosas muy extrañas... -dijo Logan a lo que Elizabeth y Megan asintieron.
— Es cierto lo que dice Logan, con eso podrías estar poniendo en riesgo tu vida, y en caso de que no seas un objetivo de quien hizo esto, entonces de igual forma te estarías poniendo una diana en la frente junto a un letrero neón que diga "mátame"...
— Lo sé, pero en ese caso ¿Qué proponen? ¿Quedarnos aquí, sentados de brazos cruzados hasta que a quien sea que hizo esto venga por nosotros?
Logan y Elizabeth se miraron el uno al otro, de cierta forma lo que les decía Megan tenía sentido.
— Pero... ¿Y cómo sabremos quién lo hizo?
— Vamos a investigar, buscaremos pistas y encontraremos ayuda para resolver esto e irnos de aquí con vida, ya verás que saldremos de aquí con vida.
Ella asintió un poco insegura.
En ese momento la voz de uno de los profesores nos distrajo.
— Directora Havistock, ya intentamos llamar a la policía, pero las líneas están cortadas...
— ¿Cómo dice?
Un trueno resonó en el comedor seguido del destello del relámpago, la luz se cortó y los gritos de los adolescentes no se hicieron esperar.
Todos recordamos los momentos más felices de nuestra infancia como si fuera los tesoros más valiosos que tenemos, en especial cuando atravesamos momentos difíciles. Y eso es lo que ocurría con Megan en aquellos momentos.
La joven recordaba bien cuando tenía seis años, aquella época que, con rapidez y certeza, calificaría como los mejores recuerdos de su aún, corta vida.
O al menos así fue hasta que tuvo que sufrir la primera gran pérdida de su vida.
Su madre había muerto debido al cáncer, lamentablemente ésta había sido diagnosticada cuando ya era muy tarde para salvarla, no se pudo hacer nada.
Después de eso solo eran su padre, su abuela y ella. Y si bien, su familia era pequeña y estaba un poquito rota, por lo menos se tenían entre ellos para seguir adelante.
Hasta que un año después llegó Amber Kane, la nueva secretaria de su padre.
Una mujer menuda, rubia, de ojos azules, tez blanca y sonrisa perfecta, a la que, por cierto, su padre había caído rendido... Nunca le agradó.
En cambio, su padre quedó totalmente prendido de ella, totalmente encandilado ante la "amabilidad y cortesía de aquella mujer tan desinteresada que solamente deseaba ayudarlos"...
¡Bah! ¡Patrañas!
Solo Dios sabía cuántas veces había intentado advertirle a su padre sobre el verdadero rostro de aquella mujer, sobre sus amenazas, sus mentiras y sus engaños, sin embargo, para él bastaba una sola palabra de aquella rubia y un par de lágrimas de ella para tacharla de mentirosa y enviarla a su cuarto.
Y fue así como tan solo un año después, se había convertido en su madrastra.
Entonces sucedió la segunda gran pérdida de su vida, perdí a su querido padre.
Ella, Amber Kane, esa mujer de sonrisa reluciente y mirada calculadora ella se lo había arrebatado con total ahínco, llenándole la cabeza de veneno a su padre sobre su hija busca pleitos que la odiaba sin ninguna razón aparente.
Y no conforme con eso, ella era la causante de su estadía en ese internado.
"Confía en mí cariño, le encantará, hará nuevos amigos, conocerá un nuevo país, tendrá la mejor educación y la ayudará a madurar, ya verás, puede que al inicio no lo entienda, pero eso la ayudará a crecer como persona, y quien sabe, cuando regrese tal vez me vea con nuevos ojos..."
Oh, claro que la iba a ver con nuevos ojos, ahora la vería como la vil y detestable alimaña que era, a la cual haría todo lo posible por sacarla de sus vidas. Eso, claro, si es que regresaba con vida a su hogar.
Pero de momento se encontraba encerrada en un internado, sola en otro país, a miles de kilómetros de su hogar y con un loco que los quería asesinar a todos.
¿Perfecto no?
Un bostezo escapó de los labios de la azabache, nadie había podido dormir en lo que quedaba de noche luego de lo ocurrido, y cuando se cortó la luz debido a la tormenta, los estudiantes terminaron de enloquecer producto del pánico que los dominaba en ese momento.
Después de que la luces regresaran los profesores enviaron a todos a sus respectivas habitaciones mientras que ellos trataban de contactar con las autoridades, siendo todo en vano ya que absolutamente todas las líneas estaban cortadas.
Como Vanessa no quería quedarse sola fue trasladada la habitación que Megan y Elizabeth compartían, a la cual llevaron una cama extra para que la joven pudiera descansar, estaba hecha un manojo de nervios y no había parado de llorar en toda la noche, aunque ahora ya no se encontraba bajo un ataque de histeria luego de que le dieran un sedante.
Elizabeth volvió a colocar el seguro en la puerta a la vez que Megan tomaba un bate de béisbol, dispuesta a golpear a quien fuera se atreviera a intentar entrar en la habitación durante la noche, fuera quien fuera.
Dirigió su atención al diario que reposaba sobre la cama, lo había ocultado debajo de su almohada para no llamar la atención, sin embargo, a pesar del cansancio y el sueño acumulado, las ganas por leerlo en aquel momento la carcomían.
Así que, con un suspiro cansado, tomó aquel viejo cuaderno y con paso veloz pero silencioso para no despertar a sus compañeras de habitación, con el fin de seguir leyendo aquel registro con la esperanza de hallar respuestas para aquellas interrogantes que daban vueltas en su cabeza.
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