Capítulo 13
Una fuerte tos escapó de la garganta de Logan, al intentar levantarse del asiento del conductor del autobús escolar; habían logrado salir de milagro antes de que todo el taller acabara en una fuerte explosión, eliminando todo rastro de los que en algún momento estuvieron ahí.
Las chicas se abrazaban entre sí, mientras que David y Dylan respiraban de forma acelerada, observando a los pocos estudiantes que lograron subir al autobús.
- ¿Están todos bien...?
Todos asintieron frenéticamente, tenían los ojos lagrimosos y las narices rojas debido al humo que había logrado alcanzarlos.
- Sí... Tenemos que encontrar a los demás y salir de aquí de una vez por todas... -dijo Dylan con terror contenido.
- De acuerdo, vamos, debemos escapar de este infierno.
Hecha un ovillo, esperó el fatal golpe, pero este nunca llegó; al contrario de esto, un fuerte sonido se escuchó, como si algo hubiera impactado en el duro suelo rocoso.
Abrió los ojos con miedo, observando como al lado suyo, descansaba el cuerpo de Chantal, totalmente inconsciente y con un pequeño charco de sangre formándose bajo ella.
Levantó la mirada, con una mezcla de alegría y miedo en sus pupilas, encontrándose con los gemelos de pie detrás de ella. Damián tenía un pesado ladrillo entre sus manos, con el que al parecer había dejado inconsciente a aquella mujer, y Brenda sujetaba con fuerza un tubo de metal.
- ¿Damián, Brenda...? ¡Están bien! -se levantó con apuro, sin dar crédito a lo que veía- ¿Cómo se liberaron? ¿En dónde estaban?
- Nos encontrábamos encerrados en un cuarto no muy lejos de aquí -respondió el chico primero- la señorita Miller llegó yo me oculté detrás de la puerta, así que cuando entró la golpeé en la cabeza con el ladrillo y salimos corriendo...
Brenda asintió a lo dicho por su hermano. Con cuidado, dio un par de pasos, agachándose a la altura de la mujer en el piso y observándola con confusión.
- Así es, pero... Si nosotros dejamos encerrada a la señorita Miller, ¿Entonces quién es ella?
Megan suspiró.
- Mejor vayámonos de aquí, debemos encontrar a los demás... En el camino les contaré lo que descubrí...
El sonido de una gota cayendo era lo único que se escuchaba, el constante repiquetear hacía eco en los fríos pasillos de piedra del pasadizo secreto.
Al frente de las dos chicas, iba Damián, viendo que no hubiera ningún peligro a la vista, mientras que las muchachas se encargaban de cubrirle la espalda al muchacho.
- Entonces eso fue lo que pasó... Rayos, no me quiero imaginar la cantidad de problemas que habrán tenido esas mujeres como para haber terminado haciendo todo esto... -dijo el rubio al terminar de escuchar lo relatado por Megan.
- Lo sé, a mí también me costó creerlo...
- ¡Cómo sea! Busquemos a los demás y vayámonos, no vaya a ser que en cualquier momento esas dementes despierten...
Megan asintió de acuerdo.
Un sudor frío perlaba su frente, sus dientes castañeteaban y estaba segura de que la fiebre había aumentado.
Brenda la observó atentamente, era obvio que la chica se sentía mal, demasiado obvio en realidad.
- Oye, ¿Estás bien?
- Oh... -Megan observó a Brenda confundida, tardando unos segundos en procesar su pregunta- Oh, sí, estoy bien, solo es un poco de malestar...
La rubia la observó no muy convencida de sus palabras.
- Como digas, mejor avancemos rápido, ya quiero salir de aquí... -se giró a ver a su hermano- ¡Hey, Damián! ¿A dónde dijiste que vamos primero?
El muchacho bufo con cansancio.
- Primero, vamos a intentar encontrar una salida de estos túneles... Megan, dijiste que Marshall estaba en una de las reservas de agua del internado y que Sean se encontraba en las calderas ¿No?
La muchacha asintió.
- Por lo que esa mujer dijo, sí...
- Bien, entonces salgamos de aquí y tratemos de ir por ellos, luego buscaremos una forma de contactar a los demás... Espero que realmente hayan sobrevivido a aquella trampa.
De pronto, escucharon un ruido lejano, como el de agua corriendo. Los tres se observaron confundidos.
El constante eco no les permitía definir bien de donde venía el sonido, sin embargo, lo que sí dejaba ver es que tal ve estaban más cerca de encontrar a sus amigos de lo que creían.
- Vamos -dijo Megan con la frente perlada de sudor frío- busquemos cual es la fuente de ese ruido...
Los gemelos se vieron a la cara, con una clara dubitativa reflejada en sus pálidos rostros, todo parecía una verdadera locura, pero no les quedaban muchas opciones. En esos momentos eran prófugos de la muerte, aquel ángel negro, caído y desterrado; aquel amante eterno de la vida, que, por su anhelo y deseo siempre terminaba consumiéndola, devorándola, hasta volverla cenizas en la más triste y vacía soledad.
Era algo triste, pero por el momento esto era lo único que les quedaba, no podían simplemente irse de allí y abandonar a sus amigos.
Por fin, entre tanto andar llegaron hasta el origen del ruido, el fuerte sonido del agua corriendo inundaba las paredes, y entre ellas, lograron escuchar un ruido más.
- ¡Ayuda! ¡Por favor!
El corazón de Megan dio un vuelco, aquella voz era la de Marshall.
La chica, sin pensarlo, salió corriendo hacía la fuente del ruido, con Damián y Brenda detrás de ella, quienes le gritaban para que los esperara.
Pero, ¿Cómo podría calmarse? ¿Cómo podría esperarlos? El chico que le gustaba estaba en peligro y ella, estaba tan cerca, que, si se quedara de brazos cruzados sin hacer nada, sería tan culpable como Chantal de lo que a él le pasara.
Con el corazón en la mano, la chica llegó hasta la base de un tanque de agua. Este era subterráneo, circular y su interior se encontraba en la completa penumbra.
De la parte superior, un afluente de agua iba llenando el tanque, y un poco más abajo de la boquilla, una soga estaba colgada, de la cual, al otro extremo se hallaba el muchacho azabache colgado de manos.
Marshall, a esas alturas, tenía ya el agua hasta el cuello, su rostro estaba cada vez más cubierto por el agua; de seguir así, dentro de poco el muchacho se quedaría sin oxígeno.
- ¡Marshall!
Megan se arrodilló en el borde del tanque, mientras que, con cuidado, trató de estirarse hasta la boquilla, lista para tomar soga entre sus delgadas manos.
Brenda y Damián llegaron junto a ella.
La rubia sostuvo la lámpara con agitación, observando bien el lugar donde estaban y percatándose de que la única entrada era por la que ellos habían llegado.
Damián, observando el panorama, trató de pensar rápido en alguna solución para salir de ahí lo más rápido posible.
Marshall, entre bocanadas de aire, pudo ver a Megan, observando como esta tendía una mano hacia la cuerda que lo mantenía prisionero con desesperación.
Quiso llamarla, pero el agua lo cubría cada vez más, y el líquido ya había conseguido empezado a entrar a sus pulmones.
- ¡No! ¡No te rindas! ¡Marshall! -la muchacha, aterrada, se puso de pie y con las piernas temblorosas y pisando con cuidado el suelo resbaladizo, dio pequeños pasos bordeando la orilla del tanque.
Damián, adivinando la intención de la chica, le tomó de la mano y la afirmó con fuerza al ver que la muchacha casi resbalaba hacía el interior del tanque.
Megan lo observó con sorpresa.
- Vamos, tenemos que sacar a tu novio de ahí para que nos larguemos de una vez por todas...
Megan asintió a lo dicho por el muchacho, con la esperanza de realmente poder escapar de ese lugar para que aquello pudiera ser una realidad.
A medida que la chica iba avanzando, Damián se iba arrimando junto a ella, a lo que Brenda, con la mano que tenía libre, sujetaba la otra mano de su hermano, formando una cadena humana.
Tan solo faltaban unos centímetros para alcanzar la cuerda, tan solo un poco más y lo conseguirían. Pero en ese momento, el agua terminó de cubrir el cuerpo de Marshall por completo.
Los ojos de Megan se abrieron por completo, por lo que, con una mirada rápida, observó a Damián, soltando su mano y zambulléndose al agua.
Al caer, ambos gemelos observaron atónitos la escena.
Damián, por su lado, soltó un par de blasfemias, para seguir los pasos de la chica, mientras que Brenda se quedaba en la orilla, iluminando el lugar y observando hacia la entrada del pasillo compulsivamente.
En el agua, Megan nadó hasta el muchacho, notando que, además de la cuerda que mantenía presas sus manos, había otra sujetando sus pies de una piedra al fondo del tanque.
Con desesperación, la chica subió a la superficie, tomó una bocanada de aire y descendió nuevamente hasta el muchacho que tanto le gustaba, uniendo sus labios a los de él, dándole un poco del preciado oxígeno que llevaba consigo.
Damián, por otro lado, tomó la cuerda que mantenía sus pies atados y con una navaja que había tomado, y había llevado consigo, fue cortando la soga.
Si al menos lograba desatar sus piernas, al menos podría conseguir que el muchacho flotara hasta la superficie y con ello, que no muriese ahogado.
Varios segundos pasaron, dando la sensación de que se trataba de una eternidad, cuando por fin aquella cuerda fue cortada y el chico empezó a flotar.
Los tres jóvenes surgieron en la superficie, con el rubio y Megan dando una fuerte bocanada, y con Marshall inconsciente siendo sujetado por Megan.
Después de unos minutos más, finalmente habían logrado liberar sus brazos también y llevarlo hasta la orilla del tanque, en donde Brenda los estaba esperando y les ayudó a subir tanto al chico azabache como a su hermano y la otra muchacha.
Megan, una vez afuera, corrió hacia el chico, empezando a darle RCP.
- Por favor, despierta... Por favor, tienes que respirar, ¡Despierta!
Entonces, el muchacho dio una gran bocanada de aire, mientras su rostro se ponía rojo y una intensa tos lo atacaba.
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