1. Relación abierta.
El trozo de carne resbala de sus palillos. ¿Acaba de escuchar bien o es acaso una estúpida broma? Debe de serlo porque de otra manera no puede comprender porqué le propondría semejante mierda. ¿Una relación abierta? ¿Es puto en serio? Avienta los palillos sobre la mesa, no le importa si se ruedan y caen o si con eso llama la atención de un camarero que recién pasa a dejar la bebida. Está indignado, no puede creerlo.
Ella mira de un lado a otro, nerviosa, pero a este punto poco le importa, siquiera lo hubieran conversado en casa y no en un lugar público, que es un tema de pareja que no puede sacar como si fueran a comprar papel de baño de doble hoja. Es un tema serio del que gira su relación y que se crea que es poca cosa es digno de su molestia.
Cierra los ojos, su entrecejo sigue arrugado, pero debe de calmarse, están en un lugar público y si bien ella no ha tenido la decencia de esperar hasta llegar a casa, lo cierto es que no había excusa para comportarse así de histérico. Después de todo, un noviazgo se basa en la confianza, ¿Qué clase de novio sería si no puede preguntarle algo que le produce curiosidad?
❛❛Hablemos de esto llegando al departamento.❜❜
Puede notar en su expresión incomodidad, tristeza, seguro debe de estar pensando que ahora terminarán. Suspira, tampoco desea hacerla sentir mal, por lo que posa su mano sobre la suya para transmitirle algo de confianza junto con un lo siento, no debí comportarme como un patán. Ella niega con la cabeza con una sonrisa restándole importancia al asunto. Ahora están bien de nuevo.
A veces en las relaciones hay que dejar pasar ciertos factores, aunque quizá está siendo demasiado permisivo con ella en las bases de su relación.
La cena transcurre sin contratiempos, han hablado sobre el trabajo y poco sobre compañeros. Lo cierto es que desde que hizo esa pregunta, una tras otra interrogante aparece en su mente. ¿Por qué desea una relación abierta? ¿Por qué ahora que están viviendo juntos? ¿Le gusta el compañero que la invita a comer, se trata de su jefe o es alguien que pasa por ahí?
¿De quién estás enamorada ahora, Kashima?
Un pensamiento persistente que intenta sacar de su cabeza mediante manotadas imaginarias. Quiere concentrarse en su sonrisa, en los hoyuelos que se forman cada que habla de su empleo y lo mucho que le gusta atender el café que con tanto esmero ha sacado adelante, un detalle que no pasó desapercibido de su yo de hace dos años. Quizá el hecho que sea ella mayor que él lo hace pensar que desea tener más experiencias o que tal vez las noches en donde se dedicaba a proporcionar caricias en su cuerpo en realidad no fueron tan especiales para ella.
Lo cierto es que el camino al departamento fue un infierno, un tortuoso y lento metraje de ellos dos caminando por la banqueta siendo iluminados por las farolas de la calle, siendo parte de un grupo de gente que camina a todas direcciones en busca de su destino, aun si no es el mismo. Es así como se siente. En esa noche de abril, aprovecha que su novia parlotea de un cliente amable que se ofreció a pagar lo de un patán que le terminó arrojando su pedido en el mandil para admirar el cielo nocturno siquiera un segundo. Un cielo sin estrellas, sin luna, despejado, triste. Deseaba una pequeña distracción para no tener que correr de esa mujer que hasta hace dos horas le profesaba amor. Mas el eterno recorrido continuó, tortuoso desde que salieron del local de comida china, aburrido y desastroso.
Al llegar al condominio, no tardó ella en arrebatarle las llaves justo cuando estaba a nada de abrir la puerta. Puede notar preguntas en su mirada, insatisfecha por no prestarle atención hace escasos minutos, mas no hay un ápice de disculpa dentro de su reclamo. El silencio abarca segundos eternos, cual reloj congelado por falta de batería. Pronto el burullo de la calle pareció un silbido en Finlandia y la presencia de aves era similar al de los dinosaurios. No había nada más en ese momento delante del pórtico que ella y él mirándose fijamente, teniendo reclamos aquí y por allá de lo dicho en el restaurante, de la pena en la caminata y la desfachatez pública, de su hipocresía de celarlo con sus compañeras del campus cuando ella es quien acaba de sugerir abrir la relación. ¿Por qué? ¿Por qué en el restaurante de comida china? ¿Por qué en su aniversario de dos años? ¿Por qué quiere una relación abierta ahora?
La puerta se abre y con ello, ella da un paso hacia el frente. Deja sus tacones en el piso, se pone los zapatos de interior y recorre el pasillo hasta el dormitorio.
Y con ella entra él, abatido por respuestas que debe de tragarse.
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