
capitulo 5
Después de una charla entre los cuatro que estaban en la entrada. El zorro se despide, debía volver al trabajo. Antes de entrar le da un abrazo a su hermana y le pide que lleve a los dos lobos a sus casa. La loba acepta el pedido y vuelve al auto junto con ambos chicos.
Después de un rato conduciendo, Catalina llega al edificio donde vivía Sebastián. Un edificio de dolor gris claro con algunos detalles en blanco y el nombre del edificio en letras negras. La loba no prestó mucha atención a las letras de aquel edificio, y sólo se despidió para volver a conducir ahora con el destino del hogar del lobo de pelaje blanco.
El auto se estaciona frente a un edificio de color café, unos 5 pisos de alto y detalles en ladrillo de decoración que le daba un estilo bastante lindo a aquella obre de arquitectura. Del auto baja el lobo de pelaje blanco con una sonrisa. Camina hasta la ventana del piloto y mira como la loba le sonríe con amabilidad.
—gracias por traernos- dice Daniel con una sonrisa igual que ella.
—no es nada, Danny. Pero que la próxima vez no sea traerte de la cárcel, por favor- le responde con burla la loba -Por cierto, estoy esperando esa cita aún.
—Oh- se sorprende un poco Daniel y sus mejillas tienen un leve sonrojo. -¿y si mañana voy a almorzar donde trabajar para hablar un rato?
—no estaría mal- le sonríe -te espero allí- le dije y le guiña el ojo antes de arrancar de nuevo el auto para irse del lugar.
Daniel la ve irse con una sonrisa algo boba. Después entra al edificio y se dirige a su departamento. El lugar era algo pequeño, cocina, sala comedor, una habitación y el baño. Las paredes del lugar eran color blanco, algunos detalles de cuadros en las paredes y más que todo en su habitación donde tenía algunos afiches de autos lujosos.
El lobo se va a sentar en la pequeña sala, en el sofá grande. Los muebles eran de color café claro, uno grande y dos personales, en el centro una mesa para café con un pequeño balón de cerámica de color café oscuro que le había regalado su padre cuando era niño. Al estar tranquilo unos segundos el teléfono que tenía en el bolsillo vibra, la señal que un mensaje había acabado de llegar. El chico sacó el teléfono y vio el mensaje.
«Buenas tardes, señor Osorio.
Este mensaje es para recordarle su trato hecho hace algunas horas con el jefe de policía. Lo estamos vigilando en todo momento, y no dejaremos que cometa una equivocación. Si lo hace, la cárcel lo esperará, y no serán solo unos días. La sentencia puede ser de hasta 45 años en prisión. Espero lo piense.
Buenas noches»
El lobo al terminar de leer aquel mensaje traga grueso. Suelta un suspiro tratando de relajar su cuerpo y lanza el teléfono al sofá. Camina a la cocina y de la nevera saca un filete de carne sintética para comer antes de ir a descansar en una verdadera cama.
Antes de poner a freír aquel manjar de carne, algunos pasos se hacen sentir en el apartamento. Estos preveían de la habitación donde dormía el lobo. Este al escucharlos deja el filete a un lado y toma el cuchillo de la cocina. Camina lentamente hasta la habitación muy atento de todo lo que pasaba, tratando de escuchar cualquier otro movimiento.
No ocurrió nada más durante varios segundos. El lobo tomó la valentía y abrió la puerta de la habitación empuñando aquella arma corto punzante. Dentro no había nadie, solo sus cosas. Una cama doble destendida, una mesa de noche al lado, un armario y una TV colgada de la pared. Eso sí, la ventana del lugar estaba abierta. Alguien parecía haber entrado. Aunque es ilógico, estaban en un quinto piso. No podía pasar eso ¿o sí? El chico se encogió de hombros restándole importacia y siguió con su tarea, sin notar que sobre la mesa de noche había un sobre con una carta que antes no estaba. Aunque está pronto desaparecería por culpa del viento, que la empujó hasta caer de la mesa y quedar bajo la cama del lobo.
Después de algunos días, donde todo fue tranquilo para nuestros protagonistas, Mr. Posh les dio otro trabajo a los protagonistas.
El de pelaje blanco trabajaba en el auto de lujo revisando el motor de este. —Sebas, necesito que vayas por algunas cosas- le dice a su amigo y compañero de trabajo. Él asiente y después de anotar lo que necesitaba se va del lugar. Daniel, al no tener que hacer mientras su amigo iba decidió salir a almorzar, ¿y qué mejor que en el restaurante donde trabajaba esa loba que tanto lo enloquecía?
Al llegar al lugar, como casi todos los días desde que Daniel quedó con aquella loba de ir a comer al restaurante, es recibido por Catalina con una amable sonrisa. Lo guía a la barra para que pudieran hablar un poco mientras seguía trabajando.
—¿lo de siempre?- pregunta la chica con una sonrisa. Tenía puesto su uniforme de trabajo, el cual remarca a su cadera dándole un aspecto muy bello.
—sí- le confirma el lobo sentándose.
Después de un par de minutos la loba vuelve con un sandwich de atún y un vaso de jugo de moras recién exprimidas.
—aún no entiendo como te gusta esto- me confiesa la loba mirándolo algo curiosa -es uno de los platos menos vendidos, y solo comprados por gatos- le confesó soltando una leve risita.
El lobo se encoge de hombros dejando también escapar una leve risa. —cambiando el tema de mi almuerzo- le dijo aún con esa sonrisa divertida. -tu hermano nos trajo un auto muy lujoso.
—Él siempre ha sido así, le gustan esos autos caros.
—una pregunta, ¿cómo los consigue?- le pregunta intrigado.
—los compra en subastas o en ofertas.
—Pero si tiene tanto dinero, ¿qué haces trabajando aquí de mesera?
—oh, Daniel, por favor.- ríe leve -no soy solo mesera, también soy gerente y dueña de este pequeño local.
—Guaw- dice sorprendido el lobo y mira todo el lugar a detalle -ya decía que no podías ser solo mesera.
Ambos se rieron un poco por el comentario. En eso la loba levanta las orejas sorprendía por oír la puerta cerrarse. Miró hacia allí y vio como un tigre se acercaba con cara de pocos amigos. La puerta trasparente y grandes ventanales del restaurante dejaban ver como afuera ahora yacía un gran número de autos, todos de tuning, y sus pilotos afuera de estos pendientes de lo que pasaba dentro.
—Cata- dice aquel tigre llamando la atención de la pareja de lobos.
—¿Qué quieres, Kevin?- pregunta la loba con el ceño fruncido, se veía bastante fastidiada.
—El menú- le ordena haciendo que Catalina se sorprendiera.
—¿disculpa?- pregunta confundida.
—Un poco más de educación, hermano- le pide el de pelaje blanco con amabilidad.
—tú te callas, Perro- le gruñe el tigre.
—Soy un lobo- responde entre dientes con un tono muy molesto.
Catalina mira de reojo al lobo y con su mano le hace un gesto que se calmara, que ella tenía todo controlado. Daniel se relaja y deja que ella manejara la situación.
Al acabar de comer saca su billetera y deja el dinero sobre la mesa para pagar. Pero la loba le devuelve con dinero con una sonrisa
—la casa invita- le guiña el ojo.
Daniel sonríe por ello y le lanza un beso como respuesta al guiño. Lo que no sabía, era que ese pequeño gesto hizo que aquel tigre de antes estallara en llamas. La ira se apoderó de él. Tanto así, que cuando Daniel estaba por salir del restaurante es empujado por él. El lobo cae al suelo por aquel empujón por la espalda y se da media vuelta para ver a su atacante. Ambos gruñen, y aunque no sabía el porqué Kevin quería pelear, no se iba a resistir darle una buena paliza. Se levantó y sacudió sus patas poniéndose en guardia.
Cata al ver eso toma rápidamente su teléfono y llama a su hermano para que viniera a detener esto. La policía no podía ayudar, ya que Daniel tenía antecedentes y seguramente se lo llevarían de nuevo a la cárcel.
El tigre es el primero en atacar sesgado por la rabia, pero Daniel lo esquiva dando un paso atrás y respondiendo con un buen gancho logra darle en el mentón. Una pequeña sonrisa sale de la boca del lobo por lo que hizo. El tigre se soba un poco antes de volver a atacar.
Los golpes iban para cada lado, y cada uno pudo impactar un par de ellos en su rival. El zorro jefe del lobo había acabado de llegar, y él se metió entre ambos parando al fin este vergonzoso show que habían montado al frente del restaurante de la loba.
Se arma una pequeña discusión entre los tres hombres que estaban allí. Al menos hasta que entra un comentario que alteró al lobo. —Jefe, mandaré de nuevo al taller a este tonto mecánico. Debajo de un auto donde pertenece.
El lobo no se enojó precisamente por la amenaza, sino por la primera palabra dicha "jefe". Mr. Posh conocía al tigre, y debía ser po algo.
—Mr. Posh, ¿quién es este idiota?- pregunta con rabia.
—Es un corredor que voy a patrocinar.- fue la respuesta que le dio.
—¿patrocinar?- dice confundido. -Pero si soy mejor piloto que él.
—¡Ja!- dijo el tigre -tú no puedes seguirme el ritmo ni aunque vaya lento.
—te demostraré que puedo- le dijo frunciendo el ceño con enojo.
—¿saben?- interrumpe el zorro -Está noche puedo programar algunas carreras para escoger al resto de corredores que voy a patrocinar. ¿Qué tal si vemos quien es mejor esta noche?
Sin titubear ambos asiente aceptando el reto.
Ya en la noche el lobo se prepara para salir a la carrera que tendría. Terminaba de colocarle el nitrógeno al auto. Sebastián también lo hacía, puesto que el de pelaje blanco le comentó sobre las recompensas que tendría el demostrar su potencial de piloto en la competencia. El lobo de pelaje gris trabajaba en un Mitsubishi Lancer Evo IX de colo amarillo, centrándose en su motor L4 con turbo de 260hp. Esto le permitía alcanzar los 295km/h. Daniel miraba su motor V8 con 385hp, el cual alcanzaba los 285km/h fácilmente.
—¿listo para ganar?- pregunta Sebastián.
—Más que listo.
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Esperó les guste, voten si es así y comente.
Gracias a Nick_P_Wilde25 por la información de los autos usados en este libro.
Referencia:
Sebastián:
Mitsubishi Lancer Evo IX:
Gracias y hasta la próxima
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