—¿Cuál es el tema a hablar? —pregunta la canina sentándose en el comedor.

—Verás, mi pequeña hermanita —respondía el mayor sentándose frente a ella mientras servía un poco de vino en dos copas para darle una a ella—. Sabes que el negocio mejora cada día. Pero hay momentos donde no quiero seguir con esto. La moral es un arma de doble filo.

—¿De que rayos hablas? —pregunta la loba realmente confundida por las palabras que su hermano decía.

—Después de la carrera volveremos a Sakura Island —dice con frialdad él.

—¿Volveremos? —ella baja las orejas al escuchar tal cosa.

—Te vienés con nosotros.

—No, yo me quedaré en la ciudad —le dice segura.

—Lo siento, esto no está a discusión —le responde con seriedad el mayor.

Alguien afuera toca la puerta. Era la cena que había pedido. Al abrir la puerta una camarera entra llevando un carrito con la comida. Deja todo sobre la mesa para que puedan comer y luego se va. El zorro vuelve a la mesa para sentarse. Se relaja en el asiento empezando a comer de forma tranquila. La loba se queda mirándolo fijamente sin comer ni decir una palabra. Parecía bastante enojada por lo que había dicho el mayor.

—No te enojes por eso —menciona el zorro manteniendo una actitud neutral—. Es lo necesario.

—Lo necesario para ti, yo me quiero quedar —responde segura y se levanta dando un golpe en la mesa para caminar a la salida—. Por una vez, piensa en mí como una hermana, y no como un beneficio.

Con esas palabras se despidió. Abrió la puerta y salió de ahí cerrando detrás de ella.

En el hotel donde se hospedaba los tres conductores y la husky, se veía llegar el auto de Catalina. Ella baja de este y camina para entrar al edificio y dirigirse a su habitación. Al entrar y ver la cama vacía solo suspira y cierra la puerta para caminar a la habitación de Daniel y tocar la puerta.

Pasan unos segundos cuando la puerta es abierta por el lobo el cual al verla le da un dulce abrazo. La invita a pasar y a ponerse cómoda. Después de casi media hora ambos se acuestan y se abrazan para dormir hasta el otro día.

El día siguiente puede considerarse normal. La discusión entre Catalina y Hoyt no es nombrada en ningún momento para no hacer de la situación incómoda. Hoy sería un día de descanso, y mañana volverían las carreras. Día de por medio serían las carreras para permites a los competidores reparar los autos si era necesario. Los chicos aprovechan el día para estar en el garaje con los autos, revisando estos para tenerlos listos. Sara, vestida con un overol ajustado a su cuerpo el cual estaba lleno de grasa, revisaba el auto de Sebastián debajo de este. En eso, es jala da hacia afuera, quedando a unos centímetros del lobo de pelaje gris el cual le miraba directamente a los ojos con una sonrisa coqueta. La husky sonríe igual y le unta un poco de grasa en la punta de la nariz de manera juguetona antes de tomarlo del cuello de la camisa para darle un profundo y largo beso en los labios. Aprovecharían unos minutos mientras los demás iban por el almuerzo para tener un poco de intimidad.

Mientras, en el lujoso hotel de Hoyt, el susodicho estaba cambiándose por un traje elegante de color blanco con corbata negra. Sonríe ante el espejo con superioridad antes de ponerse una ganas negras. Camina a la salida y sale del lugar dejando este con llave.

Afuera del lugar lo estaba esperando un auto negro que lo llevaría a su destino. El chofer de este, una pantera macho, le abre la puerta para después él subir a su puesto y llevarlo a su destino, el aeropuerto.

Al llegar se detiene en la entrada, y el chofer baja para abrirle la puerta, aunque el zorro no parecía que fuera a bajar del auto. En realidad, parecía esperando a alguien. Pasan los minutos, y el chofer se recuesta sobre el auto mientras revisaba su teléfono a la espera de que llegara a quien esperaban. En eso, el chofer guarda el teléfono y se pone recto viendo como alguien se acercaba. Una zorrita ártica, junto a un zorro de pelaje negro con marcas rojas. Se trataban de Raquel y su hermano. La zorrita sonríe ampliamente y entra al auto para abrazar a su novio con emoción y amor. Este corresponde con el mismo cariño. El de pelaje negro camina al asiento del copiloto para dejar a los tórtolas su espacio. En la parte de atrás, la pareja de abraza y daba tiernos mimos como toda pareja enamorada.

—Te tengo una buena noticia —dice el macho acariciando la mejilla de su novia—. Volveremos a la isla.

—¿A Sakura? —pregunta ella con una amplia sonrisa.

—Sí —le responde con una sonrisa y da un tierno beso en los labios.

La zorrita sonríe emocionada y le da un profundo y largo beso acariciando su pecho y mejilla demostrando todo su amor hacia él. El beso lentamente se va haciendo más y más lujurioso, hasta que el macho inconscientemente le va quitando la blusa.

—Hey, aun hay gente aquí —menciona el de pelaje negro con una sonrisa burlona—. Aunque no me molesta unirme~

—Eres un puto pervertido —dice Raquel con una sonrisa burlona—. Ni soñando. ¿Quien lo haría contigo?

—sabes que las mujeres en la isla son todas unas putitas, el sexo es algo muy usual para mí —le responde con una sonrisa orgullosa.

—La mayoría les pagas —comenta Hoyt con burla.

—Eso no importa —responde el zorro de pelaje negro con el ceño fruncido.

—Dejen de hablar de sexo, porque si no me veré obligada a hacerlo frente a ti —dice ella divertida.

—Señores, con todo respeto luego tengo que limpiar yo así que preferiría que se guardaran esas cosas para su habitación —dice el chofer muy sonrojado por escuchar esa conversación.

La pareja ríe levemente y se mantienen callados y quietos hasta llegar al edificio, donde bajan para ir a su penthouse.

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