1.
Bienvenido a Offord.
Habiendo pasado dos días desde que Glen despertó, el muchacho podía ponerse de pie y caminar sin ninguna dificultad, estaba relativamente normal. Después de una discusión entre Billly y Rufus, ambos se pusieron de acuerdo me que si Glen iba a estar ahí debía de ayudarlos con el trabajo y no ser un bueno para nada, Billy le diría esto al muchacho pero primero que nada le pidió que lo acompañará a comprar algunos condimentos que hacen falta.
—¿Algunas has trabajado?—le pregunto de repente Billy.—Cuando estabas en el mundo humano, ¿tenías algún trabajo?
—Nunca he trabajado.
—¿Cuántos años tienes?
—16, en dos mese cumplo 17.—al decir eso, le cuestionó con bastante curiosidad a Billy:—¿El calendario de aquí es el mismo o diferente?
—No te preocupes, es el mismo.
—Oh, bueno.
—¿Cuando es tu cumpleaños?
—El 17 de octubre.
—Bien.—asintió.—Como sea, aquí la edad para ser un adulto es a los trece, porque tienes la consciencia suficiente de tus acciones y la capacidad para razonar. Así que, objetivamente hablando, eres un adulto, tienes que trabajar, muchacho, la vida no te la puedes tomar tan a la ligera.
—Si, lo sé...
Oír eso le recordó a sus pensamientos antes de llegar a este mundo, que debía de tomarse más enserio su futuro y pensar más sobre lo que debería de hacer a partir de ahora. Estar en un mundo diferente no lo hace diferente a como él era antes, tal vez pueda empezar de nuevo pero eso no significa que pueda lograr muchos cambios; no es el único ser humano que cayó aquí de pura casualidad, tampoco es algo de recién, a ocurrió muchas veces, los humanos hasta se han establecido socialmente desde años atrás.
Teniendo en cuenta eso, sabiendo que este lugar es mucho más extenso de lo que aparenta y seguramente peligroso, sabe de antemano que no es un elegido, no es un héroe, no es nadie especial, no es la reencarnación de un Dios, no es el ser más inteligente o algún tipo que pueda salirse con la suya y no pagar las consecuencias, solo es uno más del montón, así como Billy y muchísimos otros que andan por ahí. Más que deprimirlo, lo llena de inseguridad, está lejos de casa, no volverá a ver a su familia, de hecho se cuestiona si ellos lo estarán buscando.
Que sobre eso, los padres de Glen estaban muy preocupados por él, a decir verdad Glen ya tenía tres días desaparecido, nadie sabe nada de su paradero, han llamado a la policía, a sus amigos, al instituto, hasta han hecho publicaciones en internet sobre su desaparición y pegado postes en la calle. No es como Glen quisiera estar en ese mundo después de todo, ahora mismo si pudiera volver a su hogar lo haría sin pensarlo dos veces.
—Oye, Billy.
—Dime.
—Como no puedo volver a casa, necesito que me enseñes todo sobre este mundo. Todo lo que sepas.
—Hm, si, tienes toda la razón.—carraspeo.—Primero que nada, no confíes en nadie, aunque eso ya lo aprendiste por las malas. Me refiero a los tipos que te engañaron por si no lo recuerdas.
—¿Cómo olvidarlo?—soltó un tanto sarcástico.
—Lo segundo es, que siempre debes estar cerca de mí, por ahora.—dijo.—También que, aunque creo que ya te lo dije, hay más personas por aquí.
—Si, eso me lo has repetido un montón de veces.
—Y lo seguiré haciendo.
—Espera un momento, tú me dijiste que todas estas personas son diferentes partes de nuestro mundo, ¿cómo es posible que nos entendamos?, me refiero al lenguaje.
—Por las leyes universales.
—¿Qué es eso?
—Mira, este mundo es muy grande, tú caíste aquí en Offord, cerca de sus terrenos, digamos que, de cierta forma, tu cerebro y vocabulario cambian. Es como una modificación, pero no creas que sabes todos los idiomas de este mundo, solo sabes los de Offord, osea, uno solo.
—Eso suena extraño y genial.
—Estás en un mundo lleno de magia y criaturas extrañas, todo es posible.—dijo.—Sobre las leyes universales, ahora que te las he dicho, déjame decirte que tú podrías volverte muy fuerte aquí.
—¿Enserio?
—Si, como tener capacidades físicas sobrehumanas. Pero para eso debes entrenar hasta donde tu cuerpo soporte. Algunas personas recurren a cirugías para eso, otros usan maldiciones o conjuros, o utilizan elixires.
—Vaya, eso es increíble. Me gustaría poder hacer lo que tú haces.
—Ponte a entrenar. Así de sencillo.
—Si pero me gustaría hacer lo que haces con la espada. Todos esos movimientos y cortes.
—Te refieres al estilo del León de fuego.—se encogió de hombros.—Hm, podría enseñarte, pero no será nada fácil.
—Estoy dispuesto a durar todo el tiempo posible.
—Me gusta esa actitud pero eso ya lo veremos.—dijo.—Déjame dejarte en claro una cosa: en este sitio existen cuatro estilos de espadas, está la que yo uso que es el estilo del León de fuego, es un estilo mucho más ofensivo que otra cosa. El segundo es el estilo del Dragón de agua, es un estilo que se concentra más en la capacidad destructiva y poder. El tercero es el estilo del Aguijón de viento, es un estilo mucho más defensivo y conservador, se concentra más en querer acabar con su oponente de un solo ataque, muy pocos lo practican porque el entrenamiento es muy arduo. Y por último, el del Tigre de tierra, este estilo uno que se centra más en la concentración y análisis, es más estratégico que otra cosa, pero feroz y defensivo a la vez.
—Voy a tener que anotar todo eso.
—Deberías.—sugirió.—Esos son los cuatro estilos que puedes encontrar, sin embargo existen más, yo solo te mencioné los más famosos y que tuvieron un lugar en la historia de este mundo.
—Me gustaría aprenderlos todos.
—¿Quieres morir?
—Eh... No.
—Pues no te arriesgues a tanto.
—Ok.
—Para seguirte hablando de este mundo, estamos en el reino de Offord, en la capital para ser más exactos. Existen otros reinos pero eso te lo explicaré después. Ten en cuenta que aquí hay mucha gente, humanos, elfos, animales antropomorficos, pero no confíes en ninguno.
—Las elfas son muy lindas.
—Si lo sé, picaron.—se rió.—Pero no son lo que parecen, te lo digo por experiencia. No te metas con ellas antes de conocerlas. Es más, mejor no te metas con nadie antes de conocer como es, nunca se sabe que se pueden traer entre manos.
—Cada vez que me hablas de los demás, me doy cuenta de que esto se parece mucho al mundo real.
—Esto es el mundo real.
—Si, lo sé... Oye, sabes a lo que me refiero.
—Si, si, solo te estoy molestando.—suspiro.
Mientras caminaban, en las calles Glen miró a un grupo de personas los cuales estaban equipados, ellos estaban parados mirando el cartel de anuncios, parecían buscar algo. Lo que le llamó la atención fue que esos seis poseían el equipamiento necesario para ir a batallar en cualquier momento.
—Hey Billy, esos tipos de allí, ¿quienes son?
Billy los miro y le contestó a Glen:
—Ah, son solo aventureros. Seguro están viendo si hay algún tipo de misión o encargo de alguien. Las personas suelen poner hojas ahí de anuncio por si necesitan ayuda con algo que no pueden manejar, usualmente recurren a los aventureros y les dan una recompensa.
—¿Porqué no mejor le hablan a los guardias o policía?
—Los guardias no pueden abandonar su posición así no más. Y dudo mucho que vayan a hacer mucho al respecto, solo obedecen órdenes del rey. Si les pides ayuda lo más seguro es que te cobren más de lo que ofreces. Por eso ponen sus hojas en el cartel de anuncios.
—Tú me dijiste que fuiste un aventurero antes, deberías de contarme alguna de tus historias.
—Meh, tal vez lo haga, pero no son la gran cosa.—bufo.—Bueno, ven sígueme por aquí, compraremos verduras, carne, aceite, pimientos, vegetales, orégano, frutas, masa, y blah, blah, blah. Ese panda es muy exigente.—dijo.—Vamos. Y bienvenido al mercado, aquí vas a encontrar lo que sea.
El mercado estaba constituido por un montón de puestos en una calle, está llegaba hasta el final, había un montón de gente comprando cosas. En el camino, Billy y Glen esquivaban a las personas que se encontraban en medio, el pelinegro chocó por accidente con alguien, una enorme mujer que al voltearse mostró su rostro, era una mujer hipopótamo, Glen hizo una mueca al ver esto puesto que la señora se vio interesado en él, el muchacho se alejo de ella lo más rápido posible y volvió junto a Billy.
Mientras Billy elegía y compraba los condimentos, aprovecho el momento para decirle a Glen sobre que debía trabajar con ellos en el puesto de comida.
—Bueno Glen, yo y Rufus hemos estado discutiendo sobre que tú deberías trabajar con nosotros.
—No creo que sea buena idea.—dijo apenado.—No sé cocinar ni nada por el estilo.
—No seas tonto, nadie dijo algo sobre cocinar.—bufo.—Lo único que harás son los quehaceres del lugar, limpiaras el suelo, las mesas, fregaras los trastes y te daremos tu mesada.
—Supongo que eso está mejor.
—¡Me alegra que no te hayas negado!—golpeó su hombro.—Genial, ahora si no tendré que limpiar todo el desastre yo solo.—pensó malicioso.
—Tengo el presentimiento de que me está dando parte de sus tareas.—pensó Glen.
Los dos continuaron comprando cosas hasta que por fin terminaron y pudieron volver a casa. Es bastante temprano en la mañana y el local no a abierto todavía, antes de abrir le pidieron a Glen que se pusiera un delantal y que limpiará el piso, mientras tanto Billy y Rufus preparaban algunos panecillos que siempre tienen guardados por si quieren los clientes. El local abrió y con el transcurso de las horas los clientes comenzaron a llegar, Glen se sorprendió nunca había visto tanta gente de la nada, Billy salía y tomaba los pedidos de todos, luego entraba a la cocina y ayudaba a Rufus con la comida.
Desde afuera Glen podía ver la gran destreza con la que ambos trabajaban, sin lugar a dudas eran increíbles a la hora de cocinar, la comida estaba siendo preparada a tiempo, y Glen se distrajo por un momento provocando que Billy lo regañara. El día pasó lentamente y fue un infierno para Glen, por fin el local cerró y ya no tenía que estar de aquí para allá limpiando y fregando, a decir verdad no le fue tan mal después de todo.
—Aquí tienes tu parte.—Billy le dio cinco monedas de plata y dos de cobre.—Con esto te compras lo que quieras por ahí.
—G-gracias.—dijo.—Uf, estoy muy cansado.
—Te acostumbraras.—palmeo su espalda.—¡¿Verdad, Rufus?!
—¡Me voy de aquí!—exclamó mientras se iba a casa.
—Ah... Bueno, ahí va ese cabezón.—dijo.—Oye, vamos arriba para cenar. Hoy fue un día bien pesado.
Billy y Glen subieron, mientras que Glen se fue a bañar, el mayor preparaba la cena para los dos, desde entonces a estado bebiendo cerveza, no a parado de beber desde que tomó el primer vaso. Al cabo de unos minutos ambos estaban en la mesa comiendo.
—¿Qué te parece la comida de esté mundo?
—Bastante buena. No es como que haya tanta diferencia del mundo humano con está tampoco.
—Cierto. Aunque puede que te encuentres algo raro por ahí.
—Me imagino.—dijo.—Oye Billy, he estado pensando sobre aprender el estilo del León de fuego, pero también me gustaría desarrollar un poco más mi mana.
—¿Enserio?, interesante, puedes aprender los dos, mientras más armas tengas mejor.
—Si pero es que... Pensé en lo que me dijiste y me gustaría saber, ¿cuánto tiempo tardaré en aprender?
Billy se quedó unos segundos callado pensando en su respuesta, Glen estaba un tanto impaciente.
—... Bueno, Glen, eso depende del tiempo que le dediques. Pero no será fácil. A mi me tomó cuatro meses dominar por completo el estilo del León de fuego, y tuve que seguir entrenando para seguir volviéndome más fuerte.
—Cuatro meses...—musito.
—Pero para serte sincero, a tí tal vez te tome un poco más de tiempo.
—Déjame adivinar, porque tengo que trabajar aquí.
—¡Exacto!—sonrió.—No te preocupes mucho por eso, lo único que importa son los resultados.
Glen siguió comiendo, estaba un poco inseguro, no confiaba mucho en Billy a decir verdad, no sabe si sea un buen maestro. Unos minutos después ambos estaban en sus respectivas habitaciones, la casa de Billy tenía un cuarto de invitados donde dormía Glen, el pelinegro tomó una decisión, si todo se trata de práctica, comenzó a entrenar su control de mana desde ahora, cada noche practicando el flujo del mana en su cuerpo para aprender a controlarlo de mejor manera y después usarlo.
Recuerda que Billy le dijo que aprender lo básico sobre el mana es algo un tanto complicado, pero Glen está seguro de una cosa y es que con la práctica suficiente puede aunque sea llegar a crear un escudo sin necesidad de usar una hoja. En cierta medida se ve bastante interesado en esos aspectos de este mundo, como volverse más fuerte, aprender a hacer magia, los estilos de combate, todo le recuerda a algún videojuego solo que esto es real y le encanta eso, y al mismo tiempo le intimida un poco pero no se iba a echar para atrás, sino puede volver a casa, sobrevivirá por ahora.
Los días pasaban y Glen cada vez más se acostumbraba a su estilo de vida como ayudante del puesto de comida, además de que Billy empezó a entrenarlo, en sus días libre ambos se iban a las afueras de la ciudad para entrenar, y con eso me refiero a que Billy le dictaba a Glen lo que tenía que hacer. El entrenamiento consistía en hacer ejercicio físico, mantener el equilibrio y con una espada de madera practicar el mismo movimiento por cierta cantidad de tiempo; Billy hacía que se pusiera en su postura de combate, si hacía algo mal lo corregía, le obligaba a mantenerse en esa posición por unos treinta segundos.
Después le decía que caminara para adelante y para atrás mientras ataca con su espada, debía de hacerlo por tres minutos. Tenía que correr por el sendero entero, unos 12 km sin descanso, luego Billy lo pondría a rodar una enorme roca, después de eso a hacer abdominales y sentadillas por 10 minutos. Después de eso ambos tenían que enfrentarse con las espadas de madera, por supuesto Glen tenía que tomarse unos minutos de descanso antes de eso pero aún así recibía una paliza. Los dos se tomaron un pequeño descanso después de eso.
—Ah, ¡que buena sesión de entrenamiento!, ha pasado mucho tiempo desde que hago algo así.—exclamó animado Billy.
Glen por su parte estaba exhausto en el suelo tratando de recuperar todo el aire posible, pero cada vez que aspiraba le dolía el cuerpo de tan fuerte que le pego Billy.
—Vamos, apenas fueron unos golpecitos.
—¡Lo peor de todo es que seguro es verdad!—pensó Glen adolorido.
—Hm, tengo una pregunta para tí.—Glen lo miró.—Me da curiosidad el porque quieres aprender el estilo del León de fuego, ¿acaso quieres convertirte en un aventurero?
Glen se incorporó, sentándose en el suelo y tomó una gran bocanada de aire para después tragar saliva.
—No me interesa ser un aventurero.—contestó.—Sólo quiero aprender tu estilo de espadachín porque me he dado cuenta que necesito algo con que defenderme de este mundo. No puedo contar con la magia, eso es algo muy difícil, así que creo que esto me puede ayudar más.
—Así que esa es la razón.—susurro.—¡Que bueno que es solo por autodefensa!, si me decías algo como que quieras ser el mejor del mundo o ser un aventurero diría que eres un completo idiota.—se burló de él.
A Glen no le causó gracias.
—Pero bueno, tienes toda la razón, es mejor que aprendas una forma de defensa a que seas un gatito asustado todo el tiempo.
—No soy im gatito asustado.
—Te estuviste mojando los pantalones en la mazmorra.
—¡Claro que no!—se sobresalto de la vergüenza.—Bueno... Tal vez un poco. Y nada más.
—No te culpo, cualquier otro lo hubiera hecho.—se rió por lo bajo.—A mí me pasó algo similar la primera vez que fui a una mazmorra.
—¿En verdad?
—Si.—asintió.—Era tan solo un novato, apenas sabía usar una espada pero andaba con un equipo.
—Vaya, tenías tu propio equipo.
—Corrección, estaba en un equipo.—aclaró.—Eramos cuatro, tres chicos y una chica; el líder del grupo era un hombre lobo gigante que se llamaba Jafar, él fue quien me enseño el estilo del León de fuego, aunque después llegamos a un reino en donde conocimos a su maestro y familiares, su maestro me entrenó, Jafar no era muy bueno entrenando. Después estaba Ray, ese chico era un elfo oscuro que tenía una maldición y debía tomar elixir para no convertirse en una bestia cierto tiempo, nos llevábamos bien pero era el típico callado y sombrío del grupo, ¡eso si, bebía como un ogro!, podía tomarse un tres barriles enteros sin caer al suelo.
—Que loco.—comentó Glen.—¿Porqué estaba maldito?
—Él dijo que un mago le echo una maldición y por eso era así.—respondió.—Y por último, y no por eso menos importante, estaba Martha. Ay, Martha, yo estaba enamorado de ella, era una belleza. Martha era una elfa con conocimientos médicos, siempre nos ayudaba, además sabía hacer bombas, ella podía hacer unos frascos explosivos y siempre buscaba la manera de ayudarnos, aparte que sabía manejar nuestro dinero para que no lo gastaramos a lo loco.
—¿Y llegaste a algo con ella?
—Na, nunca pude. Siempre me rechazo, así que me rendí y dejé nuestra relación como compañeros de equipo. Después de eso me conforme con las prostitutas, son más fáciles, lo malo es que hay que pagar.
—Eso... No es por nada pero suena algo patético.
—Oye, el hecho de que sea guapo no significa que todas vayan detrás de mí.
—Si, “guapo”.—rodo los ojos.
—Nunca tuve suerte con las mujeres. Por lo menos no aquí, en el mundo humano era una cuestión de azar. Las mujeres son complicadas.
—Está bien, como sea, sígueme contando de tus aventuras.
—La cosa es que éramos un típico grupo de aventureros, andamos de aquí para allá haciendo y deshaciendo, nos metimos a mazmorras, a la primera que fuimos casi me matan, ellos me salvaron; yo era el que siempre protegían. Me metía en situaciones complicadas así que ellos tenían que salvarme el pellejo.—soltó una risilla.—Que bueno que nunca se cansaron de eso, sino no la estaría contando ahora.
—Entonces eras el más débil.
—Se podría decir que si.
—Pero... La manera en la que peleaste en esa mazmorra, tus conocimientos y todo eso.
—Amigo, eso se llama experiencia. Y recuerda que era una mazmorra de bajo nivel. Si fuese de un nivel medio no me verías ahí.—aclaro.—Puede ser que haya sido el más débil del grupo, pero me esforcé en no ser un estorbo, los apoyaba en lo que pudiese, luego fui aprendiendo y ganando experiencia, me conseguí una armadura completa para poder protegerme, aprendí el estilo del León de fuego para luchar, las hojas mágicas, etc; pero aún así, ellos eran superiores a mí.
—Tus amigos eran muy fuertes.
—Si, lo eran.—asintió.—Ese es el problema de aquí.
—¿Problema?
—Si, cuando llegas crees que vas a ser uno de los mejores o volverte muy fuerte, pero nah, esas son patrañas. Cuando aprendí el estilo del León de fuego pensé que ya era lo suficientemente fuerte para defenderme a mi mismo pero al final resultó que seguía siendo nada comparado con lo que hay en este mundo. Hasta mis compañeros eran insignificantes comparado con lo que haya más allá.
—Eso suena bastante jodido.
—¡Lo es!—exclamó.—Te voy a decir la verdad: aquí no hay ningún ser humano que haya llegado muy lejos, somos parte de lo más bajo en la cadena alimenticia de este mundo. Puedes aprender alguna que otra cosa, ¿pero ser alguien importante?, ni lo sueñes. Lo que hay en este mundo es demasiado para cualquiera.
Esto puso un poco nervioso a Glen.
—Yo me di cuenta de eso, de que estaba arriesgado mi vida por nada, por eso dejé de ser aventurero. Créeme, ser un aventurero es un suicidio para quien sea, un recién llegado como tú tal vez piense que no es la gran cosa pero enrealidad es bastante problemático. Es por eso que no hay tanto que eligen ser aventureros, solo gente atrevida o tontos lo hacen, y de la mayoría no sabe nada de nada.
Ahora que Glen escucha eso, si no estaba interesado en ser un aventurero, ahora mucho menos.
—Dejé de serlo cuando estuve apuntó de perder la vida en una misión, en esa misión fuimos a unas montañas donde se supone abría un dragón, los dragones son “criaturas legendarias”.
—¿“Criaturas legendarias”?
—Ese es el apodo que se le otorga a aquellos monstruos poderosos que han vivido por muchos años. Nadie a podido a domarlos y difícil matarlos. Hoy en día serían un mito.
—Ya veo.—susurro.—¿Y qué pasó con tu equipo?
—Pues, en la batalla contra el dragón, donde nos dieron una paliza, yo casi pierdo la vida, Jafar perdió un brazo y sufrió quemaduras internas, Ray también sufrió una herida mortal que casi lo mata y Martha casi muere también.—contó.—Yo creo que tuvimos suerte porque el dragón estaba herido.
—¿Alguien lo hirió?
—Si. Verás, la razón por la que fuimos tras él es porque un grupo de aventureros que tenía gente poderosa fueron tras el dragón, lo lograron lastimar así que pensamos en aprovecharnos de eso pero no resultó.
—Ni siquiera con pudieron ganarle a un dragón nerfeado. O el dragón es muy poderoso o ellos no fueron la gran cosa. No tengo manera de saberlo.—pensó dudoso Glen.
—La cosa es chico, que después de toda esa experiencia me di cuenta que la vida se trata de algo más que solo ir por ahí y meterte en líos con quien sabe que. No muchos logran llegar lejos como aventureros y no muchos se pueden crear un nombre propio en este mundo. Así que decidí centrarme en otras cosas, me retiré, busque trabajos, me echaron por estúpido, me llene de deudas, me acostaba con prostitutas y después conocí a Rufus, de ahí en adelante llegamos hasta donde estoy hoy en día.
Glen reflexionó sobre todo lo que dijo Billy, llegando a una conclusión sobre este mundo de fantasía:
—Así que esto es como un juego pero en modo difícil.
—¡¿Juego?!—soltó una carcajada.—¡Ojalá y fuera un juego!, ¡así no tendría tantos problemas!—siguió riéndose con fuerza.—Ah, nah, esto puede ser tan decepcionante como la realidad.
—Ok.
—Pero no hay porque desanimarse, lo mejor de este mundo no son las locas aventuras que puedes tener, sino la buena vida que puedes llegar a tener.—dijo.—Me alegro de que no te interese ser un aventurero, te hubiese golpeado hasta que entres en razón.
Glen solo se rió nervioso.
—Que bueno que no fue así.—expresó el menor.
—Si, si...—bostezo.—Vamonos de aquí, tengo hambre.
Los dos volvieron a la ciudad, mientras caminaban por las calles llenas de especies, un muchacho menor de edad corría entre el tumulto de gente, el niño chocó contra Glen y cayó al suelo.
—¡P-perdón, no fue mi intención!
Al verlo, el muchacho tenía sus ropas todas sucias y rasgadas. Billy miró al menor de manera despectiva.
—Oh, está bien, no fue nada.
—¡Gracias!
El chico iba a salir corriendo pero Billy lo sostuvo del cuello de la ropa y lo levantó con un solo brazo.
—¿Te irás con lo que no te pertenece?
La pregunta hizo que le menor palideciera del temor. Glen estaba confundido, pero entonces comprendió todo al ver como Billy sacaba una bolsa de monedas de entre las manos del menor, era de Glen.
—Esa es mi bolsa...
—Esté pequeño ratero se quiso aprovechar de tí.—chasqueo sus labios el mayor.—Pequeña basura,—lo soltó.—vuelve por donde viniste.
Al instante que tocó el suelo, el menor se echo a correr despavorido desapareciendo entre las personas.
—Toma.—le devolvió su bolsa.—Deberías prestar más atención, cualquiera en este lugar se podría aprovechar de tí.
—Si.—asintió.—Gracias por ayudarme.
—No es para tanto. Estas cosas pasan.—dijo despreocupado.—Dime una cosa, ¿bebes?
—¿Te refieres a la cerveza?
—Si.
—No, nunca he tomado.
—Bueno, eres prácticamente un adulto según las reglas de este mundo, ¡por eso vamos a tomarnos un par de copas!
—No creo que soporte, el olor a alcohol me marea un poco...
—¡Hoy descubriremos si puedes o no!
Al menor no le gustaba la idea de tener que beber alcohol, a diferencia de su maestro, Billy, a quien le encanta emborracharse. Mucho quería ir a un bar para llenarse de cerveza cuando su cuerpo apenas puede mantenerse en pie por el riguroso entrenamiento.
Mientras tanto, por otro lado, en los recónditos callejones de la ciudad donde se puede encontrar lo más bajo de la sociedad, el pequeño niño que antes había intentado robarle a Glen corría a toda prisa entre los diferentes atajos de esos barrios conocidos, siguió así hasta encontrarse con un grupo de chicos mayores a él, una pequeña banda de gatos con una expresión amenazante que dejaba en claro que es mejor no meterte con ellos. El más grande de ellos se acercó al recién llegado que estaba jadeando despavorido.
—¿Qué obtuviste?—preguntó.—¿Le robaste algo a alguien?, ¿cuánto?
—P-perdón...—jadeo.—N-no puede robar nada...
—Si serás idiota.—chasqueo sus labios.—¡sólo te pedí una sola cosa y no puede hacerlo bien, estudio ratón!—le pegó en la cabeza, tumbandolo al piso.—¡Eres un completo inútil!
Acompañado de insultos denigrantes lo pateaba con todas sus fuerzas, los demás solo observaban burlándose del acto.
—Maldita sea.—bufo por lo bajo.—No necesitamos a buenos para nada en la pandilla, puedes largarte de aquí.
—¡N-no, por favor!—se incorporó.—¡No me saques de la banda!, ¡lo haré mejor la próxima vez!
—Lo mismo dijiste la última vez y mírate, fallando y fallando una y otra y otra vez.—replicó.—Eres un fastidio.
El menor empezó a llorar por lo bajo, era tan solo un niño de unos ocho años y algo. El gato la ver esto soltó un largo suspiro.
—Está bien, te daré otra oportunidad.
—¡Espera un momento, Lara!—interrumpió uno de los otros gatos.—Ese niño solo retrasado con el pago para “El grande”, ¡nos hemos metido en problemas por su culpa!
—Tranquilo, Kandar, está será el último chance que le daré. Yo hablaré con Grande para que nos dejé pasar esta, de nuevo.—dijo.—Será mejor que no falles la próxima vez, Jimmy.—se refirió al ratón.
Después de decir eso, se marcharon.
Estos felinos son una pequeña pandilla de chicos de tan solo 13, 14 y 15 años, siendo Jimmy el menor de ellos, antes eran sólo un grupo de mocosos que se metían en problemas todo el tiempo y eran vistos como la mugre de esos lares, todavía lo siguen siendo, estos niños han buscando la manera de ganarse la vida en el mundo delictivo porque no querían ser unos buenos para nada, y ahí fue cuando conocieron a “El Grande”.
El Grande es un gangster reconocido en la bajo mundo que se a estado haciendo famoso en estos últimos tiempos, siendo él quien a adueñado del negocio de las drogas, o mejor dicho, elixires ilegales, en esa zona. La pandilla de gatos conoció a ese hombre y desde hace un mes han estado trabajando para él, Grande vio las habilidades de saqueo que tenían esos menores y decidió ofrecerles un trato para que ellos trabajarán para él, los chicos le informan a Grande sobre movimientos enemigos, roban para él, y están ahí para él.
Lara fue a hablar con él y entregarle el saco con dinero, El Grande estaba en escondite de siempre, una casa de costura donde mujeres, que enrealidad son esclavas, simulan estar cosiendo mientras que él está detrás en el sótano haciendo sus negocios. Lara entró al lugar, les dijo la contraseña a los guardias y bajó al sótano, y ahí estaba Lara, un monstruo de aspecto antropomorfico cercano a un canino pero a la vez pareciera ser un león, se encontraba jugando a las cartas con algunos compañeros, tomaban romo y se podían oír más carcajadas e chistes malos de cada uno.
El pequeño gato estaba en presencia de grandes jefes, El Grande al verlo le hizo una seña para que se acercará, el menor, tragando en seco, se dirigió hacía él.
—¿Conseguiste la cantidad que te pedí?
—... No del todo. Tuvimos algunos prob-
—Problemas. Siempre hay problemas.—interrumpió. Miro a dos de sus guardias y les hizo una seña con su mano, estos entendieron de una vez.—Estoy de buen humor, no quiero que lo arruines con tus errores. Te veo en diez minutos.
Los guardias tomaron a Lara, le quitaron el saco y lo llevaron a una habitación vacía.
El sonido de los golpes, lloriqueos y quejidos eran opacados por la diversión de esos gangsters; los guardias le estaban dando una paliza a Lara, pegándole sin piedad al menor. Lara se retorcía de dolor y gemia por los constantes golpes que recibía de esos matones, pero esto no haría que ellos se detuvieran ni por un segundo, continuaron pateando y golpeandolo sin considerar la posibilidad de romperle algún hueso o algo por el estilo.
Pasaron unos cuatro minutos antes de que El Grande volviera para hablar con él, Lara estaba tendido en el suelo tosiendo sangre, apenas siendo capaz de mover un musculo. El Grande sólo negaba con su cabeza mientras observaba al pequeño gato mal herido.
—Te lo advertí. Si volvías a fallarme íbamos a tener serios problemas.—mencionó.—Y ahora mira.
El menor intento incorporarse, no pudo, se resbaló y su cabeza chocó contra el suelo, se quejo por lo bajo. Grande solo rió.
—Puedes quedarte ahí mismo, no intentes levantarte.—se agachó.—Dime, ¿cuál es tu excusa ahora?
El muchacho escupió un poco de sangre al suelo y tomó una bocanada de aire.
—S-sé que le volví a fallar... P-pero tiene que entender que n-no fue mi intención.—pronunció con su voz adolorida.
—Al parecer el que no entiende las cosas eres tú.—exclamó.—Lara, eres el líder de una pandilla de gatitos busca problemas, tú como líder eres el que toma las responsabilidades y eres el que debe de encargarse de todo lo que suceda.—dijo.—Esto a pasado varias veces, y eso me deja en claro que tus subordinados no te respetan. Y si ellos no te respetan, nunca harán las cosas bien.
—L-le prometo que la próxima vez-
—Olvídate de la próxima vez.—interrumpió.—No necesitó a alguien que no me de los resultados que quiero.—replicó.—Se acabó. Matenlo.
De inmediato, Lara se sentó rápidamente y hizo una reverencia, sus instintos de supervivencia le estaban dando fuerzas para soportar el dolor y moverse de tal forma.
—¡Por favor se lo ruego deme otra oportunidad!—vocifero con su voz rota.—¡Usted sabe muy bien que nosotros no tenemos nada y esto es todo lo que podemos hacer para ganar dinero!, ¡Por favor no me maté!, ¡seré más responsable, se lo juro por mi vida!, ¡haré todo lo que usted necesite, lo que sea, le demostraré que todavía soy útil!
El Grande se quedó pensando por unos instantes sobre que debería hacer exactamente con estos jóvenes delincuentes, hasta que se le ocurrió una idea.
—Hm, tal vez todavía me sirvas para algo.
Escuchar esa simple frase hizo que Lara se sintiera aliviado, su corazón se aceleró de la emoción y sus ojos se llenaron de esperanza.
—Haré lo que sea, ¡lo que sea que usted pida...!
—Si, si, ya te oí. Que molesto.—rodó los ojos.—Como sabes muy bien yo soy uno de lo que distribuye drogas por estos sitios.
Hizo una seña con sus manos y uno de sus matones trajo un maletín, al abrirlo reveló pequeñas piedras brillantes.
—Esto es Alenita. Me cansé de vender elixires, está será la nueva droga.—dijo.—Después de hacer negocios algunos experimentos logramos crear esto. La alenita es una droga muy valiosa y necesito que alguien que no levante sospechas se la de a los nobles.
—¿A los nobles?
—¡Si!, ¡esos culos de oro pagan muy bien por estás cosas!, ya he hecho negocios con algunos de ellos y han estado satisfechos.—dijo.—Pero el intercambió debe ser en secreto. Y tú te encargaras de eso.
—¿Yo solo?
—¡Por supuesto tonto!—exclamó.—No confío en tus amiguitos esos, ellos no son de fiar pero tú eres distinto. Un niño como tú no levantará sospechas, solo tienes que ir a cierto lugar, te encontrarás con alguien y harán el intercambio, ¡listo!, ¡tomas el dinero, te largas y se acabó!—explicó.—¿Entendiste?
—S-si.—asintió.
—Pero que te quede claro una cosa: esto es entre tú y yo, nadie más debe enterarse de esto.
Así fue como ambos culminaron un trato en el que la vida de Lara no se vería en juego, por ahora.
Luego de todo lo sucedido, Lara volvió a casa, su hogar era una casa abandonada, no tenía puerta, las ventanas eran más agujeros, las paredes estaban llenas de grietas, cada vez que llovía habían filtraciones por el techo que parecía que en cualquier momento se caería, el lugar estaba sucio, sólo había un colchón en una habitación y al otro lado estaba el baño.
Hogar dulce hogar; el olor polvoriento y húmedo del lugar los empezaba a extrañar, poder lanzarse al colchón roto con resortes sobrepasando la tela y estando sucio era un privilegió que pensó no poder hacer está noche. Al acostarse en su cama el dolor en su cuerpo volvió, se contrajo en un quejido y maldijo por lo bajo, intentó aguantar como pudo el solo, después de todo no tiene a nadie más que así mismo. Su madre fue una prostituta que lo abandonó con tan sólo seis años, nunca supo quien fue su padre, desde entonces a estado viviendo solo y arreglandoselas como puede en estos rincones sucios e oscuros.
Lo único que Lara tenía de diferente con los demás es que sus ojos eran de un azul diamante, jamás verías unos ojos tan hermosos como esos, aunque acompañados de una mirada que demostraba fiereza, todavía se seguía destacando claramente por sobre los demás. Pero eso es algo que a él no le importa; un gato negro con ojos azules diamante, no es que haya alguna diferencia.
Volviendo con Glen y Billy, los dos estaban en un bar de mala muerte donde se podía ver de principio a fin una cantidad enorme de especies tomando y divertiendose, entre ellos se podía ver como un monstruo de un solo ojo estaba haciendo una competencia de bebidas con todo aquel que se atreva a beber más que él, un grupo de mercenarios y aventureros pasando el rato, por supuesto no podía faltar el extraño que está completamente solo en la mesa que se encuentra en la esquina, alejado de los demás, y entre ese tumulto de gente estaban Glen y Billy, de estos dos solo el adulto estaba disfrutando del ambiente de borrachos, después de todo pertenece a ese sitio.
Glen solo estaba un poco incómodo, mientras que Billy ya se había tomado como diez enormes copas de cerveza, apenas Glen termina la suya, eso fue suficiente para tenerlo algo mareado por eso no siguió bebiendo más. Billy se reía a carcajadas de ver a la competencia de bebidas, el bullicio que hacía esa gente le llamaba la atención.
—¡Venció a otro!, ¡ese desgraciado es un monstruo!—vocifero para terminar en una carcajada.—¡Mejor déjenlo, uno de ustedes terminará en el hospital!—les grito.—Par de idiotas.
Billy observó que Glen no estaba completamente absorto en el sitio, se mostraba reservado a comparación de la mayoría.
—Oye, Glen, toma un poco más, así te vas a soltar.—sugirió borracho.
—Estoy bien así, con una copa es suficiente.
—¡Vamos!, ¡eres joven todavía!, ¡debes vivir la vida al máximo!
—Ugh, no creo que deba de hacerle caso a este tipo cuando se pone así.—pensó.
Billy rodeo su brazo alrededor de Glen.
—¡Toma un poco más!—le echo de su cerveza en el vaso.—¡Ahí tienes ahora bebé!
El menor hizo una mueca, realmente no quería tomar más de eso, se estaba empezando a sentir un poco mal. No es solo por el hecho de que Glen no soporta el alcohol, de hecho es porque este mundo es nuevo para su organismo, esa cerveza es de otro mundo por lo tanto la reacción que tendría en su cuerpo sería algo explosiva, llevándolo a vomitar o algo así. Todo es cuestión de si se acostumbra o no.
Billy por su parte estaba más que acostumbrados a beber todo esto, al punto de que podía terminarse doce o trece enormes jarrones de cerveza, como esta haciendo justo ahora.
—Espera aquí, ¡voy a ir a la competencia de bebidas!, ¡quiero apostar un poco!
—¡Pero Billy!, ¿no fue por apostar tanto que terminaste con deudas?—le recordó el menor.
—¡Olvídate de eso!, ¡me las arreglaré después!, ¡lo único que me importa ahora es esto!
Y así Billy se fue a la competencia de bebidas. En parte Glen estaba un tanto sorprendido de su actitud, aunque no es como que Billy se viese como un adulto todo responsable después de todo lo que le contó sobre él, y más sabiendo que lo conoció por una deuda más que nada. Puede ser buen maestro, bueno, más bien es un maestro a nivel promedio, pero todavía es un una persona con sus carencias y errores, como cualquier otra.
Glen se quedó completamente solo, se sentía muy inseguro estando rodeado de criaturas extrañas por doquier, la seguridad no es algo con lo que cuente ahora mismo. El menor miraba disimuladamente a su alrededor y con ello se topo con aquel extraño que estaba sentado en una esquina, solo, como él. No podía ver quien o que era exactamente porque estaba vestido con una enorme bata negra, pero de alguna manera el aura alrededor de esa persona le dejaba en claro a Glen que lo mejor era no acercarse.
Esa persona de baja estatura tenía un papel sobre sus manos con el dibujo de alguien que estaba específicamente en la barra del bar, era un hombre lagarto que estaba simplemente sentado y charlando con un compañero. El extraño sacó otra hoja de papel, era la de un aviso de desaparecida, sobre una pequeña niña elfa, su nombre es Melisa y a estado desaparecida desde hace una semana, le darían una recompensa a quien la encuentre.
Por otro lado, Glen se encontraba enigmático ante ese extraño, le llamaba mucho la atención, en especial algo que él mismo vio parecer brillar en la larga manga de su bata. Pero fue interrumpido por el llamado de Billy.
—¡Glen ven acá!—vocifero el mayor a la distancia.—¡Ven aquí, vamos a competir!
—¡¿Qué?!
Glen no podía creer que su maestro lo acaba de involucrar en algo que él no quería, a una competencia de bebidas en donde lo más seguro moriría. El menor quería desaparecer. Se iba a negar rotundamente pero unos hombres fortachones lo tomaron y sentaron al lado de Billy para que iniciarán la compentencia, se supone que Glen debía intentar de beberse el barril entero hasta que no pudiese, pero no era tan fuerte como Billy para cargar todo eso, pero no había problema con eso, un monstruo lo ayudaría a beber.
Ambos estaban bebiendo sin parar mientras la gente a su alrededor estaban gritando de emoción, en un par de segundos Glen terminó ahogándose con la cerveza, cayó al suelo de golpe, salía cerveza por su nariz y sus ojos estaban lagrimosos. Billy ganó, pero había bebido tanto que apenas sabía donde estaba y no podía mantenerse de pie. Glen estaba inconsciente.
La noche prosiguió y Billy estaba cantando con un grupo de extraños una canción que estaban tocando unos tipos que llevaron instrumentos musicales para darle más vida al bar, Glen se despertó y fue afuera para vomitar, estaba al frente del bar dejando salir todo de adentro, para colmo apestaba a cerveza y estaba completamente empapado.
A pesar de todo, hubo algo que llamó la atención de Glen, unos pequeños gritos provenientes de un callejón brillando tenuemente. Sin pensarlo dos veces, se arrastró hasta allá y escondido detrás de una pared veía lo que estaba pasando: el extraño vestido con una bata negra tenía al hombre lagarto en el suelo, suplicando por su vida, lo más impresionante de aquella escena fue que el extraño misterioso tenía báculo en sus manos, eso es algo que se reconoce en todas partes, es el bastón de un mago.
Se quedó con la boca abierta al ver eso, Glen estaba impresionado, jamás pensó en ver un mago con sus propios ojos. Fue entonces cuando el chillido de dolor del hombre lagarto se escucho, Glen volvió a mirar pero no encontró a nadie, el hombre lagarto solo estaba en el suelo inconsciente. Glen miró por todos lados, los cielos y las tierra, cada rincón, pero no encontró nada, en verdad se había ido.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro