3.
.
.
.
Prometidos
.
(1)
¿No le importo a nadie...?
Ni a mis hermanas, ni a Ryoga... ni a Ranma, por supuesto. Al menos no lo suficiente como para no herirme una y otra vez con sus palabras. Me siento como una niña ignorante a la que todos engañan con falsos gestos de amor, para después cuchichear a sus espaldas la verdad de lo que piensan de ella.
—A-Akane... ahm... —La voz de Ranma suena temblorosa. Mis gritos le han cogido desprevenido—. ¡Vaya! Si estás... ahí.
Bajo los ojos, ni siquiera puedo mirarle. Siento un dolor tan agudo, tan intenso en el pecho que es posible que caiga muerta en este instante.
—Sí, estoy —respondo con la voz rota. ¿Sigo llorando? Oh, creo que sí. ¡Sí! Siento que las lágrimas trazan nuevos hilillos sobre mi piel que rápidamente se tiñen con el frío de la noche. Me sorbo la nariz—. Solo quería darte las gracias por haberme salvado la vida —Lo suelto de carrerilla—. Y ya me voy.
No quiero huir; pero necesito hacerlo.
¡¿Para esto quería recordar a este idiota?! Desearía devolver todos mis recuerdos a la caja. Era más feliz antes de conocerle, estoy completamente segura.
—¡Akane! Espera...
Se mueve, se coloca frente a mí y yo desvío el rostro. No, no quiero que me vea llorando, sé que eso solo aumentará su ego descomunal. A fin de cuentas, no le importará mi dolor. Ni a él ni a nadie. ¿A qué había venido yo? Oh sí, a hacer las paces.
Eso es lo único que importa, ¿no?
Y todo volverá a la normalidad.
—A mí tampoco me importa —le digo, respirando hondo. Pero sí que me importa y por eso lloro, muy a mi pesar—. Está bien. Ya está. Olvidémoslo... —Sacudo la cabeza y me doy cuenta de que no sé ni lo que digo—. O puedes ir a buscarla y no regresar nunca. Eso tampoco me importa.
—Yo no quiero ir a buscar a Shampoo —responde él. Está a unos cuantos pasos de mí y de vez en cuando se balancea, puedo verlo por el rabillo del ojo pero no creo que se atreva a acercarse más—. ¡Después de todo lo que he hecho para librarme de ella!
—Ya.
—¿Ya, qué? ¡Si tienes algo que decir, dilo a las claras!
—Yo... ¡Ja! Como si me importara...
—Y si no te importa, ¿por qué insistes tanto?
—¡Y si no quieres ir tras ella, dime, ¿qué es lo que te da tanta pena?! —exclamo furiosa. Me tiemblan hasta las piernas del enfado que siento en mi interior. No me puedo controlar, supongo que es a esto a lo que se refieren cuando hablan de mi carácter... Sí, horrible y descontrolado. Sollozo al darme cuenta y Ranma da un respingo delante de mí.
—Akane...
¡Oh, maldición! Bueno, ¿ya qué importa? Lo ha visto.
Cojo aire y alzo el rostro para mirarle, así como estoy. Con los ojos rojos despatarrados por la indignación, los rasgos retorcidos por la furia, las lágrimas salpicándolo todo... No es como si me preocupara que me vea fea, porque esa es la única forma en que siempre me ha visto.
¿Verdad?
Al pensar en ello, sollozo de nuevo, mucho más alto.
—Me da igual —repito con dificultad. Intento buscar algo de coherencia entre mis pensamientos pero mi mente es un caos horrible. Lo único que siento es dolor y furia—. Y a ti también. A todos... ¡A nadie le importa lo que yo sienta! Bueno... ¡Pues no importa! Porque yo estaré bien, así como lo estaba antes de que tú llegaras...
Sí, volver a lo de antes. Solo me queda eso.
No era... enormemente feliz. Tenía que lidiar con todos esos chicos de la escuela que me molestaban y con el continuo acoso de Kuno. ¡Pero todo eso puedo volver a hacerlo! Y había algo reconfortante en mi vida de antes, estoy segura de que había algo que quizás podría recuperar.
¿Qué era?
Tofú.
Oh sí... mi amor por el doctor Tofú. Él tampoco me correspondía, ni siquiera me tenía en cuenta como mujer pero yo era feliz visitándole, ¿verdad? ¿Lo era? A veces me dejaba llevar por la frustración, pero no era comparable al dolor que siento ahora.
Pero, ¿qué estoy pensando?
Me horrorizo del lugar al que me están llevando mis pensamientos. ¡No puedo ir hacia atrás! En la vida solo se puede ir hacia adelante. Lo superado se queda atrás y yo... yo...
De repente, siento un toquecito en la frente que me hace levantar los ojos. La mano de Ranma está extendida hacia mí. Su rostro, un poco más atrás, ha cambiado completamente. Está serio, casi como si algo le molestara.
—No sé lo que estás pensando pero deja de hacerlo —me dice. Siento un escalofrío pero sé que es imposible que lo haya adivinado—. Seguro que no es nada bueno.
—¡¿Y a ti que más te da?!
Y me da otro toquecito casi sin inmutarse.
—No es nada divertido tener a una amazona peligrosa persiguiéndote todo el tiempo; lanzándose a tu cuello sin descanso, chillándote tonterías al oído, metiéndose en tu cama sin permiso... Pero sé que habría sido peor, mucho peor, si la hubiese rechazado con dureza —Me explica con bastante calma. Resopla cansinamente y sus ojos, que habían deambulado por todo el espacio a nuestro alrededor hasta ese momento, se acoplan a los míos. Sus pupilas azules brillan de un modo extraño a la luz de las farolas que llega de la calle—. Te dije una y mil veces que no te enfrentaras a ella después de que Shampoo te besara... ¿Por qué iba a molestarme si no me importaras?
Y me da otro golpecito en la frente.
—Te perseguí por toda la ciudad, te llevé a ver al doctor Tofú, te repetí mi nombre y te expliqué mil veces quién era para que me recordaras... ¿Por qué iba a esforzarme si no me importaras? —Un nuevo toquecito, esta vez algo más firme. Su ceño se frunce y se acerca un poco a mí—. Hice las maletas para irme hasta China a buscarte el dichoso champú, ¿por qué lo haría si tú no me importaras?
Un nuevo toquecito, esta vez me hace guiñar un ojo sin querer.
—Le he hecho creer a Shampoo que realmente soy una chica, la chica que ella quiere matar. No sé si se ha ido para siempre o si dentro de dos días la tendremos de vuelta dispuesta a matarme; lo que sí sé es que la única baza que tenía a mi favor para librarme de su odio ya no existe... por ti —Por un instante me estremezco. No se me había ocurrido pensar en eso, pero...
—¡Ay! —chillo. Ese último toque ha sido algo más duro. Agarro su mano que sigue en mi frente y le aprieto los dedos—. ¡Ya vale con eso!
—¿No se te ha ocurrido pensar que habría sido mucho más fácil para mí dejarte amnésica? —Replica él sin más—. No tendría que preocuparme del compromiso, ni de que Shampoo intentara hacerte daño. ¡Mejor aún! Ya no tendría que soportar tus gritos, ni tus golpes... Shampoo se habría quedado tranquila y jamás habría tenido que contarle que yo soy Ranma chica —Hace una pausa y aprieta los párpados antes de dejar salir el aire de forma lenta—. Si no me importaras... ¡¿Te das cuenta de lo fácil que sería mi vida?!
¡Por alguna razón esto solo me hacer sentir más ira!
Pero debo calmarme... Intento dejar a un lado esos sentimientos, y la conversación con mis hermanas que sigue planeando sobre mí como un ave de carroña dispuesta a abatirme. En verdad quiero centrarme en esto, en las palabras de Ranma (y no en su tono fastidioso); no sé por qué me cuesta tanto. Siempre que hablo con él me distraigo con los miles de pensamientos que pasan por mi cabeza y no puedo enfocarme realmente en lo que me dice.
¿Será por eso que siempre hay tantos malentendidos entre nosotros?
Puede que sea culpa mía... Puede que todo sea culpa mía, siempre.
Ese pensamiento sí me llega y hace que más lágrimas caigan por mi rostro. Bajo la cabeza sin soltar la mano de Ranma, la sujeto con ambas manos a la altura de mi pecho. Mis piernas parecen débiles, necesito sujetarme a algo.
¿Acaso... mis hermanas tienen razón?
¿Soy tan mala, ruda, desconfiada, desagradecida...?
—Akane, no... no llores más —me dice él, también desconsolado—. No me estaba quejando, es que... ¡Ya sé que ha sido todo mi culpa! Shampoo me vino buscando a mí, ha destrozado tu casa, te ha atacado, casi te... —Su voz se aturulla y ya no lo soporto más.
—Gracias —consigo decir. Vuelvo a mirarle, aunque mi vista está emborronada por las lágrimas. Muevo la cara intentando apartarlas—. Por todo eso... que has dicho. Y por recuperar mis recuerdos. Y por salvarme. Y...
...Supongo que, gracias por no haberte ido.
—Está bien... —Me froto los ojos y cuando vuelvo a mirar, me doy cuenta de que su rostro está un poco ruborizado. No puedo evitar arquear una ceja y preguntarme... ¿Se ruborizó alguna vez frente a Shampoo? Carraspea para llamar mi atención—. No sé por qué... pero siento que volvería a hacerlo todo igual.
Mi corazón se oprime con fuerza. ¿Lo haría todo igual? ¿Aunque volviera a pasarlo tan mal... por mí?
Entonces... sí que es verdad que le importa. Que yo le importo.
—Ranma... —murmuro. Aun sostengo su mano, eso me sorprende y activa mis nervios pero no consigo soltarle. ¿Qué... hago?
—D-dime.
Al mirarle me doy cuenta de que está mucho más cerca. ¡¿Cuándo se ha acercado tanto?! Su rostro está a escasos centímetros y su pecho... ¿Se mueve más deprisa de lo normal?
Me acuerdo de los abrazos estranguladores que Shampoo le daba, de cómo saltaba sobre él nada más verlo, de ese horrible beso... Sí, me acuerdo muy bien.
Porque el flash vuelve ahora mucho más nítido que antes.
Los brazos de Shampoo se cerraron entorno a su cuello con rapidez y le empujaron con saña hacia ella. La amazona cerró los ojos con placer y sonrió amorosamente pero Ranma... se quedó estático. No le devolvió el abrazo, ni cerró los ojos; su cuerpo estaba echado hacia atrás como si intentara escapar, incluso sus pies estaban de puntillas como si quisiera dar un salto y huir. Huir de ella y de su beso.
Oh, cielos... la imagen está tan clara en mi mente ahora. ¿Por qué no me di cuenta de todos estos detalles antes?
—¡Ranma! Yo... —¡Oh, no! ¿Qué puedo decirle? No me salen las palabras porque me mira fijamente, sin parpadear—. Yo... —Frunzo el ceño fijándome en algo más—. Estás mojado...
Su pelo, sus ropas lo están, e incluso la piel de su cara resplandece por la humedad.
Yo... no soy Shampoo, ¿verdad? No puedo saltar sobre él y besarle apasionadamente (y tampoco creo que eso sea lo que él espera de mí). Quizás sea extraño después de varios meses de compromiso y convivencia pero sigo sintiendo que es demasiado pronto. Ni siquiera estoy segura de qué somos exactamente el uno para el otro.
Aunque tenga la sospecha de que le importo y sepa, con rotundidad, que él me importa a mí. Son sentimientos frágiles. Será que nos queda un largo camino por delante. Y si mis hermanas tienen razón... Ranma no desaparecerá así como así de mi vida. Ni siquiera a causa de mi carácter.
No obstante, me gustaría hacer algo que...
—Hace mucho frío aquí fuera —murmuro. Levanto la mano y la poso con suavidad sobre el perfil de su rostro para eliminar los restos de humedad. Él tiembla, se pone mucho más rojo pero... no, no huye—. Deberías entrar en casa ya —Deslizo mis dedos por la sien, el pómulo, la mejilla—. No quiero que te pongas enfermo —Hasta la barbilla. Después retiro la mano, muerta de vergüenza y me atrevo a mirar su expresión.
Parece nervioso y a la vez, satisfecho.
—C-claro... ¡Sí!... Voy, ahora —Le suelto la otra mano y él rápidamente se rasca la nuca. Entonces, señala la puerta—. ¿Y tú? ¿No vienes?
—¡Ah, sí! —respondo, nerviosa. Cielos, me arde la cara y la mano. No sé si quiero que alguien más me vea así—. Enseguida. Entra tú primero y ve a secarte.
Asiente con la cabeza y, con una extraña docilidad, obedece sin decir nada más.
Penetra en la casa y junta la puerta; no la cierra, solo la deja entornada. Yo me mantengo firme hasta que oigo sus pasos alejarse por el pasillo y después me doblo sobre mí misma dejando escapar todo el aire que me oprimía en las costillas. Boqueo unos minutos como si me ahogara y cuando alzo la cara tengo que abanicarme con las manos.
¡¿Por qué tengo tanto calor?!
Será por lo rápido que me late el corazón, creo que estallará como un huevo que pasa demasiado tiempo hirviendo en agua.
Pero procuro calmarme, sé que mi corazón aguantará. Solo necesito unos minutos para tranquilizarme. Así que me obligo a sentarme en el escalón de la entrada y a respirar despacio.
Siento un cosquilleo que me recorre entera. ¿Cómo me he atrevido a acariciarle la cara de ese modo? ¿Se habrá dado cuenta de que eso era lo que hacía? ¡Oh! ¿Espero que sí? ¿Espero que no? ¡No lo sé!
Suspiro llevándome la mano en cuestión a la cara. La aprieto contra mis labios y siento que vuelvo a sofocarme, pero me calmo más rápido cuando mis ojos encuentran la luna en lo alto del cielo.
Su visión me gusta, casi sonrío.
Aunque tengo una pregunta revoloteando por mi mente que me inquieta. No sé si me atrevo a plantearla; sé que no estoy lista para descubrir cuál es la respuesta. Pero se me escapa antes de que pueda detenerla.
—¿Me... estoy enamorando de Ranma?
.
.
(2)
Ranma no tenía frío. Ni la menor intención de que Akane descubriera el estado de nerviosismo extremo en que se encontraba, de modo que mantuvo una pose erguida y segura hasta entrar a la casa y entornar lo suficiente la puerta como para que ella no le viera una vez que traspasara el umbral.
Justo después, Ranma estuvo a punto de caerse de bruces contra el armarito de los zapatos.
Descubrió que sus piernas estaban entumecidas debido al cosquilleo nervioso que azotaba su cuerpo. Trató de dar un paso, pero se deslizó, ridículamente, sobre el suelo como una hoja arrancada de su rama. Logró apoyar las manos a tiempo para no golpearse más todavía su ya maltrecho cuerpo y al segundo siguiente se encontró jadeando, sin control, con un violento golpeteo en su pecho que le inquietó un poco.
En su mente solo podía ver el rostro de Akane. Mirara a donde mirara, se hacía la oscuridad y aparecía su cara. Exactamente como le había mirado al rozarle el rostro; no le había mostrado su bonita sonrisa, pero sus ojos castaños contenían una luz especial, de pura ternura e inocencia.
El rostro le ardía como si en verdad le hubiesen prendido fuego.
Pero Ranma hizo un esfuerzo por levantarse antes de que nadie le viera en tan lamentable estado. Cogió aire con dolor, sus pulmones parecían haberse arrugado por la impresión de verla llorar y ahora se negaban a hacer su trabajo. Pero él les obligó echando a trotar por el pasillo, subiendo los escalones de tres en tres rumbo al piso de arriba. En su habitación, vacía, encontró una toalla con la que procedió a secarse lo mejor que pudo.
Rápidamente se cambió de ropa, aún con la piel del rostro encendida.
No dejó, sin embargo, de observar la puerta y aguzar el oído. Fue increíblemente rápido en su tarea y estuvo seguro de que la puerta de la calle no se había abierto; Akane seguía fuera.
Se echó la toalla sobre la cabeza y volvió a bajar los escalones. Recorrió el pasillo y se asomó, pero la entrada seguía vacía, la puerta entornada. Arrugó la nariz y retrocedió para dejarse caer en el suelo, oculto tras una esquina.
Solo quiero saber cuándo piensa entrar en casa se dijo, como si nada.
Distraído comenzó a secarse la cabeza. La casa estaba envuelta en un inusual silencio y su mente, aún alterada, se puso a pensar en todo lo que había pasado. Lo primero que se le ocurrió le obligó a adoptar una mueca de disgusto.
Otra vez, las lágrimas de Akane.
Ranma reflexionó que, aunque ella parecía una chica fuerte y dura, la había visto llorar en demasiadas ocasiones desde su llegada al dojo unos pocos meses atrás. Desde el principio no le gustó, pero debía admitir que algunas veces había sido más desagradable que otras.
La primera vez, apenas se le saltaron las lágrimas. Durante su pelea con Ryoga, justo antes de que ese cerdo le cortara el pelo con su paraguas. Ranma se llevó una mano a la mejilla; Akane le dio un buen bofetón ahí... justo en el mismo lugar donde acababa de acariciarle.
Volvió a ponerse rojo y se frotó la cabeza con más fuerza.
En esa ocasión, ahora que se acordaba, ella le había acusado de algo parecido a lo que acababa de decirle.
—Si tanto te molesta preocuparte por mí...
Lo dijo de mala manera, furiosa y con las lágrimas rompiendo en sus ojos. Consiguió que por un instante Ranma se olvidara de la pelea, de Ryoga y de todo.
Por eso pasó lo que pasó razonó él. El asunto del pelo aún le hacía sentir un poco culpable.
Y después, también... La había visto llorar en la consulta de Tofú, tras el fatal corte de pelo. ¡Y eso que Tofú le dijo que estaba más guapa así! Pero ella igualmente se echó a llorar en sus brazos. Y Ranma tenía clavada esa imagen en su memoria; Akane se aferró a la ropa del doctor como si no existiera otra cosa en el mundo mientras apoyaba la cabeza en su pecho, vulnerable e indefensa por un instante. Y Tofú le pasó una mano por el hombro, con suavidad, hasta dejarla en su espalda con respetuoso afecto.
Ranma lo vio porque, aunque quiso apartar la mirada todo el tiempo, algo se lo impidió. No recordaba haberse sentido celoso o disgustado por aquel momento tan íntimo que Akane y Tofú compartieron, pero sí se sintió impotente. Y esa era una sensación a la que no estaba muy habituado.
Sacudió la cabeza. Aún le fastidiaba recordar eso.
Esa noche habría sido un buen momento para redimirse de aquel día. Akane lloraba y estaban solos; él era el único que podría haberla consolado. Solo tendría que haberse atrevido a mover la mano hasta su hombro y deslizarla después hasta su espalda. ¿Habría sido suficiente con eso?
¡¿Por qué diantres no he hecho nada?!
Se había quedado paralizado. Y lo peor era que seguramente Akane sí necesitaba de su consuelo. ¡Él debía demostrarle que sí que le importaba! No solo con palabras... a veces un gesto no venía mal.
Akane parecía muy triste. Había dicho que no le importaba a nadie...
¿Le habrá pasado algo con su padre, con sus hermanas...?
No había visto a Soun por la casa, pero sí que había visto a las otras dos Tendo en el comedor bebiendo té tranquilamente mientras miraban la televisión. Lo cierto es que no parecían muy preocupadas por lo que había pasado.
Es posible que no las hubiera visto alterarse ni una sola vez desde que Shampoo reapareció en Nerima.
¿Eso era extraño?
Ranma se encogió de hombros sin saber qué pensar al respecto e hizo un ovillo con la toalla antes de soltarla a su lado.
Pues claro que me importa se dijo, apretando los labios. Se pasó una mano por la cara y el corazón se le aceleró de nuevo. Akane me importa. Posiblemente de un modo que ni siquiera entonces era capaz de entender.
Toda la sangre de su cuerpo hervía sin control al recordar la suavidad de su tacto; había sido tan agradable sentir el movimiento de sus dedos por su rostro. Y había pasado de un modo tan natural, tan fácil... Ranma no se lo esperaba, pero le había gustado recibir esa pequeña muestra de afecto de su prometida.
Nada que ver con el tosco contacto impuesto de Shampoo.
La amazona era una chica muy guapa, por supuesto; pero le incomodaba demasiado la manera en que le tocaba sin su permiso, como si tuviera derecho sobre él y su cuerpo tan solo por esas estúpidas leyes en las que se escudaba una y otra vez. Sentía escalofríos cada vez que recordaba ese espantoso beso que le había dado sin que él pudiera negarse. Había sido forzado, desagradable, frío; todo lo contrario que la caricia de Akane.
¿Qué quería decir todo esto? Ranma estaba muy confuso y sentía que las piernas se le adormecían de nuevo.
¿Dónde está? Se preguntó, frunciendo el ceño. ¿Por qué no entra de una vez?
Cavilando en esto y aquello, escuchó el sonido de una puerta que se deslizaba con decisión y después, unos pasos recorrieron el pasillo. Ranma se apretó contra la pared cuando la figura de su tío pasó por delante de él sin dar las luces, de modo que Tendo no le vio.
Ranma arqueó una ceja y, sigilosamente, se asomó para ver a dónde se dirigía. Casi de inmediato le llegó el sonido de la puerta de la calle abriéndose y cerrándose y el trajín (excesivamente ruidoso) que Akane solía armar cuando se quitaba los zapatos en la entrada.
Desde su escondite, el de la trenza vio a Soun plantarse con los brazos cruzados sobre el pecho frente a su hija pequeña.
—Akane, tenemos que hablar —Le soltó.
—¿Tiene que ser ahora? Estoy muy cansada...
—Hay un asunto que debemos dejar en claro esta misma noche. Es sobre tu compromiso con Ranma —Anunció él. Ranma se mordió el labio inferior y se preguntó si irían a buscarle; aquello también le incumbía a él, ¿no? Akane hizo una mueca y trató de huir, pero su padre le lanzó una mirada que la paró en seco. Los dos seguían en la entrada de perfil pero Ranma podía ver bastante bien sus rostros—. Durante estos días han pasado muchas cosas y tú has dicho en varias ocasiones que el compromiso está roto...
—Sí —Akane lo confirmó sin vacilar.
Ya veo... Ranma frunció el ceño un poco herido ante tanta contundencia.
—Bien, eso es lo que hay que aclarar —siguió Soun. Parecía firme, más de lo habitual, pero Ranma sabía que no debía confiarse porque ese hombre era todo fachada—. Entiendo que tu actitud ha sido a causa de la presencia de Shampoo en el dojo y por todo lo que ha ocurrido. Estabas enfadada, es comprensible.
>>. Pero... Shampoo se ha ido, ya no está...
—¿Y eso lo arregla todo, papá?
—Pues... ¡Pues por supuesto! Si Shampoo no está, todo vuelve a la normalidad.
—Esa chica me atacó, intentó matarme, me borró la memoria...
—¡Y Ranma hizo de todo por salvarte! ¡No lo olvides! —Soun sonrió, contento y Akane vaciló—. ¡Es obvio que él te quiere!
¡¿Qué yo... qué?! No...
El chico se tambaleó, nervioso, contra la pared.
¡¿Cómo se le ocurría a ese hombre hablar con tanta alegría sobre los sentimientos de otra persona?! Sintió el impulso de plantarse ante ellos y negar tal cosa, pero se contuvo. Tenía curiosidad por ver la reacción de la chica, pero esta se mantuvo en un enigmático silencio.
Y por supuesto, Soun empezó a perder su aplomo.
—¡Hija mía, vamos! ¡No seas tan terca! ¡¿Qué culpa tiene Ranma de que Shampoo la tomara contigo?! ¡Él te protegió como pudo! —El hombre agitó un dedo parpadeando de forma dramática; cualquier atisbo de firmeza se desvaneció por completo—. Akane, debes ser más flexible...
—¿Flexible? —repitió ella, de repente con un hilillo de voz. Ranma achicó los ojos intentando ver bien su expresión y consternado, creyó por un momento ver nuevas lágrimas en sus ojos—. Ya... claro...
—Escucha, Akane... —Soun lo volvió a intentar tras dejar ir un sonoro resoplido—. Yo ya sé que... Ranma no es el mejor novio, ni el mejor prometido... Probablemente tampoco será el mejor marido —Cabeceó como si no hubiera remedio y sus ojos se agrandaron al clavarlos en su hija—. Pero piensa en esto; ¡Es el mejor heredero que podemos encontrar para el dojo, hija! ¡Le necesitamos! ¡Debes aceptarle de nuevo!
Akane entornó los ojos.
—¿Y eso es todo? —preguntó, perpleja—. ¿Eso es todo lo bueno que ves en Ranma para que me case con él? ¿Crees que él es... tan simple?
Ranma apartó la vista, indignado.
¡Será posible!
¡Él podía ser el mejor novio, prometido y marido del mundo! ¡Porque él podía ser el mejor en cualquier cosa que se propusiera! ¡Era Ranma Saotome! ¿Cómo podían hablar así de él?
Él sabía lo que había. Las razones por las que sus padres habían acordado ese compromiso absurdo en primer lugar, pero ya habían pasado meses de su llegada. Al parecer en todo ese tiempo su tío no había logrado ver más cualidades en él que su destreza como artista marcial.
No quiso hacerlo pero se preguntó si Akane había logrado ver algo más allá de eso.
—Akane, por favor —Lo intentó su padre una vez más. Ranma se apresuró a asomarse de nuevo—. Sé razonable, dale una oportunidad más... ¡Por el dojo y la familia!
Definitivamente Soun había empezado a llorar.
No me puedo creer que me importe tanto lo que ese hombre piense de mí.
Akane le miraba sin expresar lastima o compasión; estaba acostumbrada a ese tipo de espectáculo. Parecía estar pensando en salir corriendo de nuevo, pero finalmente alzó el rostro.
—Sí, vale —respondió.
Y Soun se pasó el brazo por sus ojos.
—¿Qué? ¿Hija?
Akane resopló.
—Que sí... el compromiso sigue en pie.
Soun Tendo se lanzó a abrazar a su pequeña entre risas y exclamaciones de alivio, más que de alegría pero Akane no cambió su expresión. Soportó las muestras de afecto sin hacer un solo gesto.
Ranma la observó con pesar.
Akane había hecho lo que tocaba para que la dejaran tranquila, era obvio. Había vuelto a aceptarle para librarse de su padre o quizás por salvar el dojo de su familia, pero no había más motivos que esos. Estaba seguro, podía verlo claramente en su mirada vacía.
Y Ranma pensó en las alocadas emociones que había experimentado tan solo un rato antes y no pudo evitar sentirse un tonto.
Un gran tonto.
—¡Hija, muchas gracias! ¡Haces lo correcto!
—Ya, ya... déjalo.
¿Podía sonar más aburrida? ¿Más resignada?
Soun rehízo su camino por el pasillo y Ranma volvió a ocultarse entre las sombras para no ser visto. Esperó unos minutos a que Akane también se fuera; no quería enfrentarse a ella ahora.
¿O sí?
¡Sí! Quizás lo mejor era salirle al paso y dejarle muy claro que él tampoco sentía una especial ilusión porque el compromiso se hubiera reanudado, porque nada de eso le importaba lo más mínimo. Y mucho menos si tenía que ver con una chica tan testaruda, mal pensada, sin atractivo ni femineidad como ella...
Oh, sí. ¡Se va a enterar!
Volvió a asomarse a la esquina decidido a dejarle las cosas muy claras y a asumir que a partir de ahora todo sería diferente entre ellos.
Pero Akane no se había movido del sitio. Permanecía apoyada en la pared, en un principio con el rostro bajo pero de pronto lo levantó como si mirara al techo, pensativa. Se llevó una mano a la frente, a un punto muy concreto y deslizó un dedo por su rostro. El corazón de Ranma dio un vuelco; el dedo de Akane recorrió el mismo trayecto que había acariciado en su rostro y su semblante se ruborizó. La mano de la chica acabó sobre su pecho y ella sonrió, con inmensa ternura, sin mirar a ningún lugar en concreto.
Sus labios se movieron, aunque su voz no sonó. Sin embargo, Ranma pudo leer la palabra en el aire y su corazón se estrujo en su pecho.
—Ranma...
Finalmente, la chica echó a andar y pasó de largo, sin ver a su prometido oculto en las sombras. Subió los peldaños de la escalera tarareando en voz baja.
Y él la observó en silencio hasta que desapareció en lo alto.
Se quedó solo en el pasillo. Tragó con dificultad, su garganta estaba seca y áspera por la impresión. Oía un zumbido imposible en sus oídos, como si mil voces distintas le hablaran a la vez advirtiéndole de algo...
Él también se llevó una mano al pecho. Las voces se sincronizaban creando una única y rotunda voz. Rotunda y a la vez, todavía un poco vacilante...
¿Estoy... enamorado de Akane?
.
-Fin-
.
.
.
¡Hola, artitas marciales!
Aquí está la tercera y última parte de este fic. ¿Qué os ha parecido?
La primera vez que vi/leí este capítulo en la serie o el manga, no es que me emocionara especialmente, porque al menos en el manga, ocurre justo después del arco de los patinadores, donde empiezan a verse los sentimientos que los protagonistas tienen el uno por el otro, así que no me gustó que justo después apareciera Shampoo, besara a Ranma y montara todo este lío.
Ya no recuerdo cómo se me ocurrió este fic, era una época en la que escribía sin parar (escribía historias, anotaba ideas que me venían a todas horas); echo de menos esos tiempos, la verdad. Pero tuve una idea y tras releer este arco de nuevo, empecé a notar detalles en lo que ocurre, en cómo reacciona Akane, en cómo responde Ranma y acabé pensando que sí, fue en este capítulo donde ambos podrían haber empezado a sentir verdadero amor por el otro, quizás a darse cuenta de ello y por eso, me decidí a mostrarlo, jeje.
De tanto escribir fics sobre Ranma, en mi mente, está la historia original, pero también hay como líneas de tiempo alternativas donde han ido pasando todas estas cosas que se me ocurren y que ya me parecen reales; como si hubieran pasado y no, al mismo tiempo. ¿Universos multiples? Una cientifica lo explicaría mejor, pero yo soy de letras, así que... me dedicaré a escribir, jaja.
Gracias a los que habéis seguido esta historia, habéis votado y comentado.
Nos vemos en la siguiente ^^
Besotes :-)
EroLady
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro