2.
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Akane
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La mirada asesina que Shampoo me dirigió en aquel momento es algo que no se me va de la mente.
—No opción haber —Esa voz fría, carente de toda emoción—. Si hubieses resignado a no recordar... —Sus labios curvados, ni una sola duda en sus gestos—. ¡No muerta ahora!
Sé que me habría matado sin dudar. Y sé que ahora le debo mi vida a Ranma.
No vi el movimiento, solo sé que de pronto la tenía encima. Con los dedos extendidos como puñales directos a mi garganta, y sus ojos inyectados en sangre, brillantes de entusiasmo... Sonreía; sonreía porque creía que me mataría.
Pero Ranma saltó y la detuvo.
Ranma... ¿me has salvado la vida? ¿Por qué?
Sigo en el dojo. Ranma fue el primero en irse, pero después todos le siguieron y yo me he quedado aquí sola, entre estas paredes de madera que siempre me resultaron tan seguras y reconfortantes.
—Solo que hoy he podido morir aquí.
Me estremezco con el sonido de mi propia voz. Por un lado, me suena tan absurdo que no acabo de creérmelo pero por otro... sé que es aterradoramente cierto.
No puedo dejar de frotarme la garganta, siento algo duro en ella como si los dedos de Shampoo realmente hubiesen llegado a desgarrarla. ¡Todo es tan extraño! ¿Qué ha pasado? ¿Cómo es posible? Aun no entiendo, si hace unos días lo único que me preocupaba era que esa odiosa Azusa quería quitarme a P-chan.
—¿Cómo ha pasado todo esto?
También me palpo la cabeza. Aún se siente extraña...
No todos los recuerdos volvieron a la vez cuando Ranma se puso a insultarme.
—Idiota —susurro sin poder contenerme.
Shampoo, con su maldito golpe masajístico Xifa Xiang-Gao, atrapó todos mis recuerdos de Ranma en el interior de una caja cerrada a cal y canto. Pero aun así, yo sentía que había algo que me faltaba... todo ese tiempo sin mis recuerdos me veía ahogada por una poderosa sensación de nostalgia. Echaba de menos algo pero no sabía el qué.
Los insultos de Ranma abrieron la caja y de ella salieron volando mis memorias, pero no todas llegaron a mí a la vez. Incluso ahora siguen viniéndome flashes de los días más recientes...
—Y por eso sé que todo esto ha sido única y exclusivamente culpa del idiota de Ranma —determino sin dudar. Me froto la barbilla un momento pero no necesito pensarlo mucho, estoy segura de que es así.
Para empezar fue culpa suya que esa chica viniera a mi casa.
Toda esa historia de China, la competición, las leyes de su tribu... ¡Eran solo mentiras! O al menos eso había pensado yo desde el principio... ¡¿Y qué otra cosa iba a pensar si no?!
—¡Ohhh! —La cabeza me duele. Y nuevos flashes se me vienen ante los ojos.
Ese odioso beso entre Shampoo y Ranma.
Se me revuelve el estómago al recordarlo (vaya, preferiría que eso no hubiese vuelto). ¡Justo ante mis narices! Y lo único que puedo pensar es que se supone que Ranma es mi prometido (o lo era) y nosotros nunca... ni siquiera...
¡Estúpido, Ranma! ¿Por qué... lo hiciste?
La ha besado a ella. Y eso ya no se puede arreglar; siempre la habrá besado a ella antes que a mí.
—¡Bah! ¡Qué asco, qué asco, que...!
Se me viene otro flash, de ese mismo día pero unas horas más tarde.
Ranma y Shampoo hablando en el jardín. Escuché sus voces mientras entrenaba y no pude resistirme a escuchar. Me escondí tras el muro de la casa y desde allí los vi tan... ¡Malditamente acaramelados! ¡Ja! Porque se creían solos, por supuesto. No debí acercarme, ni escuchar. Ahora me acuerdo que eso solo me hizo sentir peor.
Shampoo se pegaba a Ranma, le pasaba los brazos por el cuello y le acariciaba el rostro sin dejar de susurrarle esa sarta de ridículas zalamerías en chino. Por un momento creí que ese bobo intentaba quitársela de encima pero entonces, oí como él le decía...
—Creo que deberíamos conocernos mejor...
¡¿Conocerse mejor?! ¡¿Para qué quería conocer mejor a la chica que, supuestamente, quería matarle?!
Fue tan profunda la ira que sentí al saberme engañada, fue tal el dolor...
—¿Dolor? —Me digo, pensando en ello y fuerzo una sonrisa aunque nadie me ve—. ¡Yo no sentí ningún dolor! ¡Solo faltaba! Lo que pasa es que no me gusta que me tomen por tonta.
Y eso era justamente lo que Ranma había intentado hacer conmigo. Hacerme creer que no tenía nada que ver con esa amazona del demonio, que no quería salir con ella... ¡Pero si hasta los encontré durmiendo juntos!
—¡Ah! Es verdad... —El flash rueda hasta mi mente. Esa imagen horrible; Ranma y Shampoo en su futon juntos, abrazaditos. Noto un temblor que me sobreviene y que las palmas de mis manos se retuercen de pura furia—. ¡¿Por qué, por qué soy tan tonta?!
¡Se acabó!
Ese chico no significa nada para mí. NADA. Ahora que lo pienso... ya ni siquiera es mi prometido, ¿verdad? Sí, lo dejé muy claro. Aunque eso no sirvió para dejar de estar furiosa cada vez que los veía juntos, cada vez que oía la voz de esa amazona loca diciendo Airen y wo ai ni... Y por eso, no pude contenerme cuando osó a darme el beso de la muerte.
Mi estómago se revuelve de nuevo.
Sabía que era una oponente fuerte pero yo siempre he confiado en mis habilidades; y en este caso, menos que nunca, podía echarme atrás. Sentía verdaderos deseos por librarme de ella, incluso por hacerle daño. Y más cuando vi su expresión de guasa al verme plantar cara.
Ella ya sabía que me ganaría...
Solo recuerdo el espectacular salto que dio antes de precipitarse sobre mí y después...
—Todo está a oscuras —Y me vuelvo a tocar el pelo. Si no lo tuviera ya tan corto, me lo cortaría más aún para librarme de la sensación de su tacto—. Qué asco... —repito, pasando los dedos entre las hebras de cabello.
Manipular mi mente, mis recuerdos, hacerme olvidar a Ranma...
—Pero... —murmuro, arrugando la nariz—. Entonces, Ranma...
—¡Me voy a China a por el champú 119! —Cuando dijo esas palabras para mí era un extraño y aun así sentí algo poderoso cuando me miró, serio aunque ligeramente ruborizado—. Akane, espérame... haré que vuelvas a recordarme.
Suspiro sin querer.
No lo entiendo pero... esas palabras despertaron en mi cabeza vacía un fuerte deseo; quería acordarme de él. Puede que no fuera en mi cabeza sino en mi corazón. No solo quería recordarle, era otra cosa... deseé con todas mis fuerzas que realmente hubiera algo que nos uniera. Que existiera una relación, del tipo que fuera, que me uniera con ese chico cuyo nombre no lograba retener pero que me hacía sentir algo.
—Pero supongo que ya no hay relación alguna —intento recordarme a mí misma—. Ya ni siquiera estamos prometidos.
Aunque me ha salvado la vida.
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Estoy agotada. Y me duele la cabeza. Lo único que me apetece ahora mismo es ir a encerrarme a mi cuarto y dar este horrible día por finalizado con un largo y profundo sueño, pero tengo la sospecha de que en cuanto apoye la cabeza en la almohada aparecerán de nuevo las imágenes de Shampoo, abalanzándose sobre mí para...
Aún siento escalofríos.
Así que al volver a la casa, en lugar de subir la escalera, me desvío en la oscuridad y me dejo caer ante las puertas abiertas del comedor. La habitación está tranquila por fin. No hay rastro de mi padre o del tío Genma, pero mis hermanas sí están aquí.
Nabiki apoya un codo sobre la mesa con desgana, mirando en dirección a la televisión aunque esta no tiene volumen. Kasumi, en cambio, sentada sobre sus rodillas mira de soslayo las puertas de madera que dan al jardín. Shampoo las rompió cuando apareció por aquí buscando a Ranma chica y los listones de madera despostillados siguen sobre el pasillo exterior. Las puertas de cristal muestran la negrura de la noche. Menudo estropicio. De algún modo me siento un tanto culpable cuando me acerco a la mesa y me siento a su lado; quizás porque ninguna me mira directamente.
Todo esto fue cosa de Shampoo, pero ella ya no está. El siguiente en la lista de culpables es, por supuesto, Ranma... Yo en ningún caso tendría que sentirme así.
Sobre la mesa hay unas cuantas tazas y también una tetera. Alargo la mano hacia ella pero al levantarla me doy cuenta de que está vacía.
—No queda té —murmuro, algo sorprendida.
Kasumi suspira largamente a mi lado, pero no dice nada, ni se levanta a preparar más como suele ser habitual en ella. Empiezo a inquietarme, ¿está pasando algo más? Quizás sea solo que mis hermanas no están acostumbradas a este tipo de locura que Ranma parece atraer como un imán; deben estar muy impresionadas.
Ahora que lo pienso no han comentado nada de lo que ha pasado en el dojo, pero ellas vieron el peligro que corrí. Puede que sigan asustadas por mí. No debería haberme quedado sola tanto rato en el dojo, debí venir antes para tranquilizarlas.
—No te preocupes, Kasumi —Le digo, extendiendo mi mano abierta hacia ella. La palma se queda sobre la mesa a la espera de que ella haga lo mismo y me toque—. Arreglaremos las puertas y todo estará bien —Los ojos de Kasumi no se mueven así que no ve mi mano. Ninguna de las dos dice una palabra en los siguientes minutos. Carraspeó, incómoda—. Además, Shampoo se ha ido así que...
Al decir estas palabras confío plenamente en que eso sea una seguridad de que no volverá a ocurrir nada tan malo, pero yo misma soy consciente de cómo flaquea mi voz. Al tragar siento mi cuello rígido, de nuevo, como si los dedos de esa chica me oprimieran justo en ese punto.
Finalmente Kasumi gira sobre el suelo y me mira. ¡Vaya! Parece tan cansada... sus ojos luminosos están hundidos y algunos pelillos se escapan de su coleta para pegársele al rostro de un modo descuidado. Eso consigue que me sienta aún peor y retiro la mano.
—Akane... —murmura y aprieta los labios un momento. Por el rabillo del ojo noto el movimiento de Nabiki que también se vuelve hacia nosotras—. ¿Has hecho ya las paces con Ranma?
—¿Eh?
Esa pregunta me descoloca por el tono que ha usado; se parece al que usaba cuando era pequeña para reñirme. Y de hecho su expresión es más severa de lo que me esperaba
—Estos días has repetido una y otra vez que vuestro compromiso está roto —Me recuerda—. ¿No crees que ya va siendo hora de que te retractes y hagáis las paces?
—¿Retractarme?
—Cuánto más lo dejes pasar... peor será —apunta Nabiki. Su voz suena desinteresada hasta el punto de que no parece querer estar aquí, ni hablar con nosotras. Kasumi tampoco lo parece y yo desde luego, empiezo a sospechar que no me gustará lo que voy a oír.
—Pero... ¿Y qué pretendéis que haga? ¿Qué vaya a pedirle perdón y decirle que me he equivocado y...?
—Sí —Kasumi me detiene, incluso levanta una mano—. Eso es.
—¿Cómo? —Frunzo el ceño, confusa—. ¿Después de todo lo que ha pasado... queréis que sea yo la que se disculpe con él? —Vuelvo el rostro pero Nabiki me mira imperturbable, como si ambas pensaran exactamente lo mismo. Mi cara se enciende—. ¡No! ¡Pero, ¿por qué...?! ¡Si todo es culpa de Ranma! ¡Él trajo a esa chica a esta casa...!
—Y quizás, si tú no te hubieras alterado tanto y hubieses dicho que ya no había compromiso —Kasumi se encogió de hombros—; Ranma la habría echado de aquí antes de que pasara todo esto.
Y señala el desorden y los trozos de madera esparcida por todas partes y entiendo a qué se refiere en realidad.
—Te precipitaste como siempre —insiste Nabiki—. Nunca piensas cuando estás furiosa.
—¡¿Y cómo no iba a estar furiosa?! —Me incorporo sobre mis rodillas presa de un profundo enfado y aprieto los puños junto a mis costados mirando alternativamente a una y a otra—. ¡La besó delante de mis narices! ¡En esta misma habitación, frente a vosotras!
Nabiki ladea la cabeza.
—¿Y qué?
—¡¿Cómo qué y qué?!
—Akane, tampoco es para tanto... —Kasumi se lleva una mano a la cara y yo la observo totalmente desconcertada. No entiendo la actitud de mis hermanas; están tranquilas, como si no habláramos de un beso sino de algo mucho más tonto. Ahora que lo pienso, tampoco es que ninguna se sorprendiera demasiado cuando ocurrió.
¡¿Qué pasa?! Siento que me estoy perdiendo algo...
—Piensa en el modo en que tú tratas a Ranma —Me dice Nabiki, por fin—. ¿Tan raro te resulta que bese a otras chicas? ¿Eh? ¿Le has besado tú alguna vez? Se supone que es tu prometido y lleva ya viviendo aquí unos meses.
>>. ¿No te das cuenta de lo extraño que resulta el modo en que lo tratas?
—¿El modo en que yo le trato? ¡¿Y él qué?! ¡¿Cómo me trata a mí?!
Nabiki sacude la cabeza.
—Eres tan ruda con él que, sinceramente... No esperarás que Ranma tenga deseos de besarte o intimar contigo, ¿verdad?
—¿Qué...? —Bajo la vista, dolida. ¿De qué está hablando? Sí, es cierto que Ranma y yo nunca nos hemos besado pero... ¡Y sí, es mi prometido y eso habría sido lo normal! Pero este compromiso no fue idea nuestra, ni nos gustamos de ese modo. No obstante... —. ¿Entonces, qué? ¿Debería darme igual? —Nadie dice nada y entiendo que eso es un sí—. ¿Tampoco debería importarme que esa chica le persiga por todas partes, que se cuele en esta casa para echársele encima o...?
—Akane... —Kasumi se pasa una mano por el cabello y por fin sus cejas se arrugan; es el primer gesto que hace que parece indicar que esta conversación la hace sentir algo—. Debes empezar a ser más flexible con Ranma. Este no es un compromiso al uso, todas lo sabemos. Pero tú también entiende que las cosas no van a ser fáciles; además, tu carácter...
Levanto los ojos al instante.
—¿Mi... carácter?
Kasumi vacila e intercambia una rápida mirada con Nabiki que sacude la cabeza, algo menos afectada.
—Tu carácter es el que es, Akane —me dice—. Por eso es que debes esforzarte más.
Oh, dios mío. La respiración se me atasca en el pecho. ¿Qué es lo que me están diciendo? Mis propias hermanas...
Retiro la mirada y hundo mis ojos en mi regazo. Estoy sintiendo algo en mi pecho, como un pálpito que trata de avisarme... Y no sé si es aún por el hechizo de Shampoo pero mi mente está recordando otras cosas. Un sinfín de detalles que tienen que ver con mis hermanas y su actitud despreocupada hacia todo lo que ha estado pasando en esta casa.
¿Les importó algo que Shampoo apareciera para intentar seducir al que todavía era mi prometido frente a mis ojos? No lo sé... lo único que puedo recordar es a ambas murmurando y riéndose, con el pequeño diccionario de chino en sus manos, mientras traducían las tonterías que esa amazona le dedicaba a Ranma.
Ya ni siquiera sé si llegaron a preocuparse por mí cuando perdí mis recuerdos... Al menos Ranma estaba dispuesto a ir a China a por algo que me ayudara, pero ellas...
—¿Te vas a China, Ranma? ¡Pues entonces tráenos algún regalito!
—Yo me conformo con el té de Oolong.
Aprieto los párpados un instante, llevándome las manos a las sienes. ¡Siento un pinchazo en el interior del cráneo tremendamente doloroso! Creo que me está viniendo otro recuerdo, justo de esta mañana. Después de encontrar a Ranma y a Shampoo juntos en su futón y echarles agua por encima, salí del cuarto y regresé al comedor. Cuando me senté a la mesa para tragarme mi desayuno, Kasumi me preguntó...
—Oh... ¿ya se ha levantado Shampoo?
Pero, ahora que lo pienso...
—¿Tú lo sabías? —pregunto, mirando a Kasumi. Ella mueve la cabeza sin entender, pero me cuesta explicarme porque se me ha secado la garganta—. ¿Sabías que Shampoo estaba durmiendo con Ranma esta mañana?
Mis hermanas intercambian una nueva mirada y Kasumi cabecea, al final es Nabiki quien responde.
—La vimos de refilón metida en el futón de Ranma, cuando pasamos ante la puerta antes de bajar a desayunar.
La vieron...
Siento un nudo en mi garganta y un temblor extraño en mis manos, así que las aprieto contra mis piernas. De nuevo, me enfoco en Kasumi.
—Lo sabías... Pero, pero... Tú me pediste que fuera a despertarle y... —Siento frío en mi cuerpo. No sé exactamente en qué parte, por todo él supongo—. ¿Por qué...?
—Porque eres su prometida, Akane. Ese tipo de cosas son tu obligación —me responde sin más.
—Pero... ¿y no pensaste en que me dolería verlos así?
Ahora es Kasumi quien retira la mirada.
—Ya estás sacando las cosas de quicio otra vez...
—¡¿Qué yo las saco de quicio?!
Esto es demasiado para mí. Me pongo en pie, alterada, y mis manos vuelan hasta mi pecho. Siento que algo de mí está a punto de estallar y necesito moverme. Paseo por el cuarto, pero no logro calmarme. En realidad, me gustaría golpear algo.
—Akane... —Nabiki arrastra cada sílaba de forma cansina. Me habla como si fuera una niña histérica que necesita una siesta para recuperar la sensatez.
—¡¿Qué os pasa a vosotras dos?! —Les suelto, alzando la voz. Por fin me paro para mirarlas desde mi superior altura, ninguna ha hecho ni el intento por levantarse—. ¡Desde el principio os habéis tomado todo esto del compromiso como si fuera una broma para burlaros de mí! ¡Y de Ranma! ¡Incluso parecía que os divirtiera que apareciera otra chica exigiendo casarse con él!
—No nos hacía gracia, simplemente...
—¡¡Intento matarme!! —Lo suelto sin poder contenerme. Era como un trozo de carbón atorado en mi garganta que tenía que escupir—. ¡Vosotras lo visteis, ¿no?! ¡Lo intentó!
—Pero Ranma te salvó —apunta Nabiki como si eso fuera lo único importante—. ¿Ves a dónde queremos llegar con todo esto? —Evidentemente no, no entiendo nada y eso debe estar escrito en mi cara pues Nabiki chista echando la suya hacía atrás—. Apuesto a que aún no le has dado las gracias...
No, no lo he hecho. Y todo sea dicho, ni siquiera había pensado en hacerlo todavía. Quizás porque he estado demasiado centrada en echarle la culpa de todo.
¡Pero ese es otro tema!
Lo que está pasando ahora, en esta habitación... ¿Qué significa?
Mis hermanas no parecen querer darle importancia a nada de lo que ha pasado. ¿Están demasiado impresionadas aún o...?
—¿No os importa lo que yo sienta? —Les pregunto, sorprendida. Es una pregunta pero creo que mi cerebro ya sabe la respuesta—. ¿Creéis que todo me da igual? ¿Qué lo que ha pasado no importa?
—Tú eres la que actúa de un moco incomprensible, Akane —replica Kasumi—. No puedes repetir una y otra vez que este compromiso no significa nada para ti y después enfadarte al descubrir que tampoco es importante para Ranma.
¿No es...? ¿No es importante para Ranma?
No, por supuesto que no. Ya lo sabía, pero...
—¡Escucha! ¡Akane es mi prometida! ¡Si le tocas aunque sea un pelo, te vas a enterar!
Recuerdo las palabras que Ranma le dijo a Sanzenin en la pista de hielo, tan solo unos días atrás. Él luchó por mí, me protegió en todo momento, incluso se sacrificó en ese horrible torbellino con tal de que yo no sufriera ningún daño. Jamás se lo dije, pero aquello supuso algo muy valioso para mí porque por un instante creí que nosotros podríamos llegar a ser...
No. Estúpida. Shampoo ya estaba de camino mientras nosotros patinábamos.
Mis ojos caen de vuelta al suelo, me siento tan tonta ahora mismo...
—Toda esta conversación es una pérdida de tiempo —declara Nabiki tras unos minutos de silencio, pero soy incapaz de levantar la vista—. Tú solo... ve a hacer las paces con él. Todo volverá a la normalidad.
La normalidad...
—Así será mejor, Akane —Kasumi hace el amago de sonreír, puedo sentirlo en lo ligera que suena ahora su voz—. Es una suerte que, a pesar de todo, él parece dispuesto a quedarse.
¿A pesar de todo? Ella se refiere a pesar de mí. A pesar de mi carácter.
¡Ah, sí! Por fin entiendo el punto de toda esta conversación.
Akane, tienes suerte de que a pesar de tu carácter horrible, haya un chico que esté dispuesto a quedarse contigo. Eso sí, otras chicas vendrán; le besarán, dormirán con él, serán más guapas y dulces que tú. Pero tú no debes alterarte, no. Solo ve y haz las paces. Siéntete agradecida por esto.
Por supuesto, ahora lo entiendo. Vaya, puede que no sea tan tonta después de todo.
El dolor que sentí en mi interior fue tan intenso que tuve que agarrarme el estómago; creí que mis piernas no me sostendrían y me iría de bruces contra el suelo pero me mantuve en pie. Aunque abandoné la sala sin poder mirarlas de nuevo.
Fue desgarrador entender de lo que se estaba hablando. Y aún peor caer en la cuenta de que, pese a sus palabras y el modo en que las habían dicho, mis hermanas se preocupan por mí y tratan de ayudarme. Quizás ellas piensan que en mi cabeza ya sé todo eso; que tengo un carácter difícil, que mi compromiso con Ranma es lo que es... Puede que crean que yo sabía todo eso desde el principio y por eso han sido tan claras.
Lo siento, hermanas. Pero hay algo que no sabéis; y es que también soy una boba ingenua que no se ha parado un segundo a analizar adecuadamente lo que ha estado pasando en su vida.
Respiro hondo echando la cabeza hacia atrás, las lágrimas caen... ni siquiera me había dado cuenta de que las había estado reteniendo hasta ahora. Por suerte, este es un llanto silencioso, calmado... No quiero que nadie me vea.
Atravieso el pasillo en penumbras hasta la puerta principal. No sé exactamente a dónde dirigirme (¿vuelvo al dojo?); no me apetece estar en ningún lugar, en realidad ojala pudiera desaparecer durante unas horas sin preocuparme por nada.
Afuera corre una brisa fría que me hace pararme bajo el umbral. Arrasa mi rostro húmedo y yo aprieto los ojos. Todo está oscuro, pero no silencioso. La brisa se deshace justo en el instante en que oigo unas voces sobre mi cabeza.
—¿A qué esperas? ¡Aún no es tarde! ¡Ve tras ella! ¡Ve tras Shampoo!
Reconozco la voz de Ryoga primero y al instante, la voz de Ranma que responde.
—¿Qué?
—¡Ve a buscarla, Ranma! ¡Como chico aún tienes una oportunidad con ella!
¿Qué vaya a buscar a Shampoo?
Ahogo un gemido sin querer, las lágrimas siguen cayendo sin control. ¡¿Ryoga también?! Pero yo creí que era mi amigo... ¿Por qué intenta convencer a mi prometido de que vaya tras otra chica?
Oh, lo olvidaba. Ya no es mi prometido. Pero Ryoga sigue siendo el amigo de Ranma y supongo que solo quiere asegurarse de que él sea feliz con una chica guapa y amorosa... y que no sea como yo, claro.
Creo que no me quedan fuerzas para enfadarme otra vez. Al frotarme la nariz solo puedo sentir desolación. Estoy segura de que lo siguiente que oiré será a Ranma salir corriendo siguiendo su consejo. ¡Todos creen que Shampoo sería mejor prometida para él que yo!
Cielos, nunca me había sentido tan sola como ahora mismo... ¡No sé qué hacer!
—Cierra la boca, Ryoga.
La voz de Ranma suena firme y yo abro los ojos.
Entonces, él cae ante mí, cerca del portón pero en lugar de cruzarlo rumbo a la calle, se gira hacia la puerta. ¡No se va a ningún lado! No irá tras ella, se queda aquí... ¿conmigo? Mi corazón salta...
Ranma alza sus ojos al cielo y resopla.
—Es una pena...
Salta, sí; para precipitarse una vez más al vacío.
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¡Hola, artistas marciales!
Aquí tenéis la segunda parte del fic ^^
Como habéis visto, para la perspectiva de Akane, me decidí por la primera persona. No suelo usarla en mis fics, me he acostumbrado al narrador omnisciente, jeje, pero en este caso me pareció interesante entrar directamente a la mente de Akane y ver cuáles eran sus sentimientos.
¿Qué os ha parecido?
Pronto me pasaré a publicar la tercera parte.
¡Besotes para todos!
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