Aquí me encontraba. Parada justo frente a él, dentro de su mismísimo restaurante. Admirándolo de todas las formas posibles.

Desde la manera en la que humectaba sus labios con su propia saliva hasta cuando los mordía levemente en un pobre intento de concentración.

Su técnica me llamaba tanto la atención; el cuidado y paciencia que tenía para darle el toque perfecto a todos sus platillos. El tiempo del que disponía para finalmente apreciar su obra maestra y valga la redundancia para suspirar con satisfacción y aire de superioridad. Sin embargo y a pesar de todo aquello.., Justin Bieber era encantador, demonios, ¡vaya que lo era!

Delicado, bien formado, paciente, y sobre todo silencioso.., la combinación perfecta en un hombre. Sin excluir aquello, lo que más loca me volvía cada vez que lo veía o más bien escuchaba. Aquel glorioso acento francés que lo diferenciaba de todos. Pues no era uno normal, era más bien un tono extraño, sensual y hasta.., elegante.

Pero sin duda había algo que vencía por millonésima la sensualidad de su acento; y claramente era la forma en la que cocinaba.

Yo estaba segura de algo. Realmente lo estaba. Y era de que...

«No hay nada más sensual que un hombre que sepa cocinar»

'Bieber's sacrée fleur' es el nombre del restaurante de Justin.

Hermosa y magnifica portada realizada por mi preciosa; bieberfairy , muchísimas gracias mi cielo.

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