31} Friends
Mi madre asomó la cabeza por la puerta de mi habitación y sonrió cuando me vio ya preparada para la fiesta.
-¿Segura que estás bien?
Preguntó.
Se acercó a mi y empezó a acomodar el vestido sobre mi cuerpo.
-Si. Lo estoy.
Aseguré.
Había llegado el día anterior con la presión por el piso después de un desmayo en el taxi. El conductor fue tan atento con mi percance que mis padres le dieron dinero extra por tomarse la molestia de ayudarme a reaccionar. Ellos creían que yo no estaba comiendo lo suficiente y mi cuerpo estaba reclamando una buena alimentación. Acepté que creyeran esa teoría porque no los preocuparía como la verdad: que había tenido otro ataque de pánico.
Como lo esperaba, mi celular empezó a ser atacado por Justin alrededor de las ocho de la mañana con múltiples llamadas y mensajes de texto, pero los ignoré a todos. No es que estuviera resentida. Ya tenía pensado hablar con él y arreglar las cosas porque no estaba enojada en absoluto. La cuestión que la situación fue demasiado triste y yo quería procesarla, pero no hoy. No ahora.
Esta noche solo quería divertirme.
Dave pasó por mi y me llevó en su auto a la casa donde sería la reunión. Cuando llegamos y cruzamos el umbral de la puerta, tres personas se acercaron.
-¡Michi! Cielos, te he extrañado.
Era Ana, mi mejor amiga de la secundaria.
Le devolví el abrazo que me brindaba con tanta efusividad y sonreí con sinceridad a los chicos que se encontraban detrás de ella. Chad (el antiguo galán del salón con quien yo solía tener una amistad basada en el amor-odio) y Bruce (mi compañero en las aventuras mas preciadas y quien sacaba mi lado masculino).
-¡Está viva!
Exclamó Bruce con exageración, levantando sus brazos al aire.
-Y está callada. En serio, no está hablando. Este momento va a aparecer en los futuros libros de historia.
Se burló Chad.
-Dudo que sepas lo que es un libro, imbécil.
Contesté, pero me tiré sobre ellos para abrazarlos también.
Caminamos entre la gente. Saludé a muchos compañeros que no veía hacía tiempo. Paramos frente a la parrilla para servirnos algunas salchichas asadas mientras nos poníamos al tanto de nuestras vidas.
Mas allá, una chica que no recuerdo estaba dándole clases de baile al deportista de nuestra generación.
-¿Qué pretende?
Preguntó Ana, riendo ante la escena.
-Lo imposible. Hacer que ese tronco mueva los pies fuera del campo de juego.
Explicó Bruce.
Le pasé la mostaza a Bruce, dirigiendo mi atención hacía Dave, quien me estaba mirando.
-"¿Qué Weasley, acaso necesitas que una sangre sucia te enseñe a bailar?"
Cité.
Lo dije muy alto y la pareja se dio vuelta para enfrentarnos. La chica estaba indignada pero el chico parecía divertido.
Mi grupo de amigos estalló en carcajadas.
-Harry Potter "¿Después de tanto tiempo?"
Bromeó Chad.
Dave puso la expresión mas solemne que pudo y agregó el famoso:
-"Siempre"
Pasaron un par de horas y nosotros no parábamos de hablar y bromear. La gente a nuestro alrededor nos dijo que extrañaban el bullicio que hacíamos y Bruce comentó que todos ellos eran tranquilos cuando yo no estaba cerca. Ese comentario me hizo reflexionar bastante: es verdad que yo siempre actuaba con una alegría excesiva. Demasiado feliz para ser verdad. Quizás yo ya estaba estropeada antes de que Justin llegara a mi vida y él solo lo había sacado a la luz.
A la medianoche nos sentamos todos en los sillones de la sala de estar para ver de nuevo el vídeo de la graduación. Estaban pidiendo silencio para poder reproducirlo cuando Isabella entró al cuarto, con la misma cara que tendría yo si me regalaran mil dólares.
-¡Oh, no van a creer esto!
Chilló.
Los pocos que le prestamos atención la miramos con idénticas expresiones, que delataban cuan poco nos importaba lo que tuviera para decir. Yo solo quería ver el vídeo para reírme de la ajustada toga azul de Dave.
Hablando de mi mejor amigo, Isabella posó su vista en él.
-¡Justin Bieber está aquí!
Ahora sí, la sala quedó en completo silencio.
El impacto duró un segundo antes de que la mayoría de las miradas volaran a mi, algunas con disimulo y otras no tanto, mientras que yo me había quedado estática en mi asiento. Pude distinguir como Dave, a mi lado, había tensado su cuerpo de tal manera que podría sufrir contracturas.
Entonces, él entró por la puerta.
La abrió con un poco de brusquedad, mirando por encima de todos los presentes que lo contemplaban atónitos. Sus ojos mieles frenaron su inspección cuando me encontraron y pude ver como soltaba una profunda exhalación de alivio.
No me di cuenta en que momento Dave se había levantado pero tomó mis brazos con sus manos y me arrastró lejos de la escena. Yo todavía estaba aturdida, pero podía sentir el intenso enojo que emanaban sus movimientos.
-¡Chelle!
La voz de mi clandestino novio llegó a mis oídos.
Mi mejor amigo frenó justo antes de llegar a la puerta trasera. Se giró y me puso detrás de él.
-¡No le dirijas la palabra! ¡Ni siquiera la mires!
Muy pocas veces había escuchado a Dave gritar, me había olvidado cuan amenazador suena.
Puse mis manos en su espalda, en parte para tranquilizarlo y en parte para poder asomar mi cuerpo por su costado. Pude ver a los dos hombres de mi vida chocando sus miradas llenas de furia. En Justin era algo que había visto ya, pero lo de David me estaba asustando.
Justin se percató de mi movimiento y su rostro se suavizó cuando dirigió su atención a mi. Dave aprovechó el momento para lanzar un puñetazo. No me esperaba eso. Y al parecer nadie en la habitación porque hubo unos gemidos ahogados proveniente de nuestro publico.
Antes de que yo hiciera algo por frenarlo, mi novio detuvo el golpe con sus dos manos.
Lo siguiente pasó muy rápido:
Dave vio el anillo de Justin, rápidamente movió su vista al mío. Se zafó del agarre que lo sostenía mientras su rostro demostraba cuanto lo había golpeado el entendimiento. Cuando la sorpresa desapareció, volvió a mostrarse enfadado, pero no gritó, ni lanzó ningún puñetazo inesperado, lo que hizo mientras hacía contacto visual conmigo fue mucho peor.
-Una vez te dije que no podrías durar nada con un chico que te trata bien. Me arrepentí después de eso, pero mis disculpas fueron un error. Acabas de destruir cualquier pedazo de nuestra amistad. Hemos acabado aquí.
Dijo con fingida tranquilidad.
Amagó a abrir la puerta pero lo llamé con mi débil voz, usando el poco aire que había quedado en mis pulmones. Lo único que logré con eso fue que él agregara:
-Cásate con ese tipo. Hazlo. Solo cásense y MUERAN juntos.
Y se fue.
ADVERTENCIA: dentro de los capítulos siguientes, la novela va a tratar temas de suma delicadeza que podrían herir la sensibilidad de algunos lectores. Se recomienda discreción a los menores de 16 años.
Bieber is Back - Tatiana Romina
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