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Capítulo 3 "¡Señor Bieber!"

[Loren Evans en multimedia]

Cerré las puertas con mucho cuidado, y me puse frente a ellas sin saber que hacer, miré la oficina para distraerme de la intensa mirada de mi ex jefe, y digo ex jefe por que seguro no aceptará que me quedé en su empresa después de lo qué pasó allá abajo.

—Tome asiento—ordena, camino con pasos lentos hacia la silla color negro de cuero que esta frente a su escritorio, el observa mis movimientos y después se sienta en su silla de una manera despreocupada pero elegante.

Nos miramos a los ojos por unos segundos, se supone que el tiene que preguntar algo sino ¿que puedo decir? Y aparte ¿lo hace a propósito?

Interrumpo nuestro contacto visual porque no lo soporto, sentía una gran tensión así que nuevamente decido ver la oficina y sus rincones, cualquier lugar es bueno para descansar la vista excepto sus ojos, son increíblemente hermosos pero penetrantes y no quiero sentirme nerviosa.

—Lindas paredes—digo torpemente porque no se que más decir.

—¿Las paredes?—dice el alzando una ceja y luego frunce el ceño.

Que comentario tan estupído ¿quéme pasa.

—Quiero decir, los colores—digo en un intento desesperado por arreglar la situación y mis torpes comentarios.

—Son solo colores oscuros, señorita...—agacha su vista hacia unas hojas de su escritorio y lee—Evans.

Silencio. Silencio de nuevo. Que pésimo es para evaluar a sus empleados, o será que solo espera que me vaya debido a lo que paso abajo y no quiere que pase un minuto más en su edificio, oh Dios mío por que nací fracasando.

—Lo siento por lo de abajo—murmuro.

—Descuida, yo normalmente el café lo bebo pero si a usted le gusta lanzarlo—dice con algo de humor pero sin sonreír. Vaya, así que tiene sentido del humor.

Recuerdo que Camila dijo que seguro mi jefe sería un señor mayor a cincuenta años, negativo, que equivocada estaba Camila, enfrente de mi esta el señor Bieber que de señor no tiene nada, seguro no pasa de los veinticinco años, es tan joven, Dios, y tan...

—¿Por qué decidió esta empresa entre todas las de la ciudad?—Dice mirándome a los ojos, siempre mira a los ojos.

Me remuevo en mi asiento incómoda ¿cómo me voy a concentrar? Su mirada es penetrante y eso me pone nerviosa ¿hace calor?

—Yo... ah... creo que es una empresa que se preocupa por satisfacer al cliente y a los empleados, todo esta perfectamente equilibrado y me siento orgullosa de haber calificado, se que hay muchos que quieren trabajar aquí, me siento afortunada.—digo sinceramente, soy inteligente pero no entiendo cómo logré llegar hasta aquí si había tantas chicas ayer rogando por una oportunidad.

—Bien, nos preocupamos por el equilibrio señorita Evans, queremos satisfacer...—hace una pausa y continua—A los empleados, ellos son la clave para que todo funcione.

Oh Dios lo malinterprete, trago saliva.

—Me parece justo—digo sin saber que otra cosa decir.

—Créame, estará satisfecha aquí—dice serio.

Definitivamente hace calor. ¿Qué me pasa?

—¿No lo cree?—pregunta.

—Seguro—digo respirando con dificultad.

—¿Sabe que puesto tendrá?—pregunta serio mientras parpadea, su mirada sigue fija en mi.

—aún no señor Bieber, no lo dijeron.

—Será mi asistente personal.

Trago saliva, ¡asistente personal! Eso es muy intenso ya que implica verle la cara todos los días y hablar con el todos los días, no soporto la tensión de los últimos 20 minutos, como soportaré verle diario. Es extremadamente intimidante.

—¿No dirá nada?—pregunta y recarga un brazo en la mesa, y coloca su dedo índice en sus labios y el pulgar en su barba.

Carraspeo y después hablo.

—No lo sabía, pero eso es bueno.

¿Bueno? ¿Por que carajo dije que eso era bueno?

—Quiero decir, bien, cualquier puesto es... bueno—finalizo.

—¿Cualquier puesto? No, usted terminó la universidad, no merece cualquier puesto, créame que el que se le otorgó es bueno, tendrá el sueldo adecuado.

—Gracias—digo sin saber que más decir.

Me quedó pensando si abrir la boca o no, pero decido seguir hablando.

—Aunque no se porque lo obtuve—digo y se me escapa una pequeña risa—quiero decir, había muchas chicas queriendo el puesto, era un caos.

¿Por qué demonios abrí la boca? No era necesario dar a relucir mi inseguridad de las últimas horas, pero es que si, aún no se que vió la señorita Collins en mi.

—¿Esta dudando de sus capacidades? La señorita Collins nunca se equivoca respecto a mis asistentes.

—No, creo en mi, realmente lo hago, solo que...—sacudo la cabeza lentamente sin saber como terminar la frase.

—inteligente, puedo ver que eres inteligente, las calificaciones de tu universidad lo confirman. ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? Es importante para mi conocer los gustos de mis trabajadores.

—Es algo tonto—suelto una pequeña risa—toco la guitarra, canciones acústicas—digo relajándome un poco—es por eso que siento no encajar aquí.

¿Por qué carajo dije lo último? Mi madre solía regañarme por siempre hablar de más. Oh mi madre, cuanto la extraño.

—Te veo, llevo más de media hora haciéndolo y si encajas en la empresa, ¿Qué puedo decir? Soy el dueño y se quienes si y quienes no. Inteligente y...

—¡Señor Bieber!—entra una chica desesperada, ojos marrones cabello rubio, la reconozco al instante, es la primera chica que me atendió al entrar al edificio ayer, la chica aparentemente elegante, pero maleducada.

—¿Qué pasa Daniela?—dice el señor Bieber alzando su vista hacia ella.

Así que la llama por su nombre.

Antes de hablar, Daniela, como la llamó el señor Bieber, dirige su vista a mi por unos segundos, segundos por los cuales me miró de arriba hacia abajo y después miró al señor Bieber.

—Tu madre está allá abajo.

El suelta el aire y niega con la cabeza.

—Le he dicho mil veces que no me interrumpa en horas de trabajo—murmura mal humorado.

—Quería subir pero le dije que estabas ocupado—responde ella mirándolo a los ojos.

De repente me siento como si sobrara en esta habitación, tan ajena a la conversación y a todo en general. No puedo evitar notar que lo tutea.

—Bien—responde el y se levanta.

—Ya sabes como se pone, será mejor que te apresures—dice Daniela.

—Lo hago a mi tiempo señorita Delgado, puede retirarse—dice serio.

Ahora el esta siendo formal. Vaya.

Me remuevo incomoda sin saber que hacer.

—Usted también señorita Evans, su oficina está saliendo de aquí, la que está aún lado, la señora Collins la pondrá al día.

Por supuesto mi oficina esta antes de llegar a la de el. Él estará a tan solo unos pasos.

—Bien.

Me levantó y me dirijo a la salida, me siento observada por dos pares de ojos, cuando finalmente salgo, camino por el pasillo hacia la oficina de la señorita Collins, pero antes de eso una mano toca mi hombro y me doy la vuelta.

—Buena suerte—dice la rubia Daniela.

—Gracias, pero... ¿Por qué?—pregunto algo desconcertada.

—Las asistentes del señor Bieber no duran ni un mes, es muy exigente, ninguna cumple sus expectativas—dice mientras acomoda su cabello lacio.

Su tono no me gusta, más que una advertencia suena como si quisiera asustarme.

—Lo tomare en cuenta—digo sin expresión alguna y entro a la oficina de la señorita Collins.

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