9. Acoso
-No sé de qué me hablas -insistió Isamu Kawayama ante los interrogatorios de Reiji cuando llegaron a a academia al día siguiente.
-¿Ah no? -preguntó Reiji con ironía -. Todas las Murakami, incluyendo la más pequeña, además de afirmar los acosos y alguna que otra idiotez me han dicho que envías de forma anónima unas cajas, envueltas con el mismo envoltorio, cuyo interior contienen desde las cosas más ridículas hasta las más asquerosas y morbosas sólo por la estúpida razón de llamar la atención de Rosaura.
El humano sonrió con malicia.
-¿Qué clase de cosas?
-Entre algunas de las que me han contado se encuentran un ramo de flores marchitas, vestidos de niña rotos e incluso el cadáver de una serpiente que a saber cuánto llevaría descompuesto -se estremeció de solo pensar en ello -. Así que te agradecería que dejaras de entrar en propiedades ajenas y nos dejaras en paz.
-¿O qué? -preguntó desafiante.
Reiji estaba perdiendo la paciencia, no recordaba que un humano tratara de jugársela de aquella misma forma.
-¿¡Cómo!? ¡Te lo estoy pidiendo por las buenas! ¡Pero si continúas con esta impertinencia te denunciaré! ¡No te conviene meterte en problemas conmigo!
-No tienes pruebas, ¿verdad? Además, no creo ser el único que no trate a una dama como se debe... las heridas del cuello de mi Rosa Bella se han curado muy rápido, ¿no crees?
Por primera vez en mucho tiempo, alguien había logrado intimidar a Reiji.
-¿De qué estás hablando? -preguntó.
Kawayama lo miró de soslayo.
-Lo sabes muy bien, Sakamaki-kun.
Y se marchó riéndose por lo bajo.
-Rayos... este hombre es un asqueroso en toda regla.
Ellie había observado toda la escena y se acercó al lado de Reiji con una mirada que revelaba todo el odio guardado hacia el acosador.
-Te dijimos que era un imbécil... -murmuró con asco.
-Eso ya se nota con sólo verle la cara. Y por cierto, no quería preguntar por no tocar el tema, ¿pero por qué ese humano insignificante os hace todo esto?
Ellie suspiró profundamente.
-Prefiero que sea Rosaura quien te lo explique, pero te diré que ese tipo está obsesionado con ella desde que la conoció. Obviamente Rosaura es lista y jamás estaría con él. También es por culpa de nuestro padre.
-¿Y por qué no lo denunciaís o le imponéis una orden de alejamiento?
-Lo hemos intentado miles de veces, pero lo evita siempre sobornando a los abogados para anular las órdenes de alejamiento y por ser hijo de un reputado empresario. Una vez vuestro padre logró ponerle fuera de juego por un tiempo, pero ahora...
¿Su padre? ¿Ahora él tenía que ver con algo en el asunto?
-¿Karlheinz? ¿Por qué?
-Lo conocimos hace años, dice ser un viejo conocido de nuestra madre, fue él quien nos trajo aquí con vosotros.
Eso último ya se sabía por la carta del principio.
-En fin, no creo que las cosas vayan a peor, o eso espero...
Ellie se fue a su siguiente clase y Reiji decidió hacer lo mismo.
-¡Aquí está! ¿Lo atacamos ahora? -preguntó una expectante May a Claire, quienes espiaban juntas a Kawayama desde el interior de una clase vacía, observando a traves de la puerta entreabierta.
-Por mucho que quiera no podemos ahora, May. Algo me dice que debemos esperar.
-¿Por qué? -preguntó la menor con desánimo.
La respuesta no tardó en llegar.
-¡¡TELEGRAMA KAWAYAMA-SAN!! -gritó una voz desde el interior de una clase y la puerta se abrió de golpe, propinando un fuerte portazo en todo el careto de Isamu, cayendo inconsciente al suelo.
El causante del golpe salió al pasillo, revelado ser el mismo encapuchado de siempre. -Vaya... ¿no que eras experto en boxeo? Creía que estabas tan acostumbrado a los golpes que no supuse que te desmayarías -dijo con una sonrisa maliciosa -. Será un problema si te pillan así... ¡Pues te vienes conmigo!
Lo agarró por los tobillos y fue arrastrándolo por los pasillos con sigilo, o por lo menos aquella era su intención, el hecho de que una persona vestida con un ropaje rojo arrastrando un cuerpo no es que fuera muy discreto.
-¿Deberíamos hacer algo? -preguntó May aún con cara de estupefacción.
-No sé tú, pero tengo ganas de saber qué va a hacer con él -respondió Claire con la misma malicia que el desconocido.
-Y yo, sigámoslo.
Las gemelas pensaban acorralar a Isamu y sonsacarle la verdad sobre el contenido de la caja del día anterior, pero el tipo que amenazó a Reiji por herir a Rosaura les había ahorrado el trabajo.
Lo siguieron hasta unos pasillos más adelante hasta que el vampiro abrió la puerta de un armario y metió el cuerpo ahí.
-Por tu hedor supongo que has bebido alcohol hace poco, por lo tanto pensarán que estabas borracho al meterte aquí y te expulsarán por unos días -pensó un poco en lo que había dicho -. Lo sé, no había hecho algo tan inmaduro en mucho tiempo, ¡pero admito que lo he pasado bien!
Cerró la puerta y se marchó silbando.
Claire y May intercambiaron una mirada confusa por lo que acababan de presenciar.
-¿Qué hacemos, May?
-Nada, él ya ha hecho nuestro trabajo, Claire.
-¿Se lo contamos a alguien?
-Sí.
Yui, que justo pasaba por allí las escuchó
-¿Contar el qué? -preguntó.
-¡Nada! -respondieron a la vez con nerviosismo, querían hablar con Rosaura o Reiji sobre lo que habían visto, pero no asustar a la chica si descubría al tipo inconsciente.
-Eso sí, no entres allí -advirtió May.
-Exacto -afirmó Claire, trató de pensar algo como excusa para la confundida Yui -. Porque... ¡un chico y una chica han entrado ahí ahora mismo! ¡Y parecían muy acaramelados el uno con el otro! Habrá que dejarlos solos, ¿verdad?
Yui no parecía muy convencida, pero continuó caminando con algo de incomodidad.
May se quedó mirando a su hermana con estupor.
-¿Qué? ¡Necesitábamos una excusa!
Por enésima vez, Kaitleen no tuvo más remedio que llevar a Shu a cuestas por los pasillos hasta la clase de música.
-Te he visto caminar por los pasillos sin quejarte, ¿por qué tengo que llevarte yo?
-Ya ta he dicho que hoy me da pereza caminar. Y deja de quejarte tú, eres ruidosa.
La pobre Kaitleen continuó arrastrando al vampiro hasta la sala de música y abrió la puerta con las fuerzas que le quedaban.
-Ya está. Espero que por lo menos camines para entrar.
Shu suspiró con fastidio.
-¿Bromeas? Ya de por sí me fastidia tener que hablar para responder a tus quejas.
-Pues déjame decirte que tú también te quejas mucho -lo cogió por debajo de los hombros y lo arrastró hasta el interior.
-Espero que sea la última vez -jadeó Kaitleen, pero sabía que se equivocaba.
Dejó a Shu en una posición que no fuera demasiado incómoda, pensó en marcharse, pero una repentina curiosidad la detuvo.
-Oye, Shu...
-¿Y ahora qué quieres? Ya me has traído hasta aquí.
-Siempre estás escuchando música, ¿puedo saber de qué tipo es?
-Ya sabes que sólo es música clásica. Pero si quieres verlo por ti misma no me importa.
Se quitó uno de los audífonos y se lo tendió.
-Para Elisa, de Beethoven -murmuró nada más colocárselo.
-Por lo menos lo conoces, recuerdo que hace unas semanas un tipo dijo no saber siquiera quién era Beethoven. Menudo estúpido -comentó Shu.
-Supongo que tienes razón, ya no se valora la música clásica tanto como antes...
-¿Curiosidad satisfecha?
Kaitleen asintió y le devolvió el auricular.
-Oye, no sé por qué te interesas tanto en involucrarte conmigo. Pero nada bueno pasa cuando eso ocurre. Así que te aconsejo que te alejes de mí -cerró los ojos y se giró dándole la espalda.
Ella no respondió y salió del lugar.
¿A qué narices venía todo eso?
-Cerrado -murmuró Yui tras intentar abrir la puerta de la clase donde se encontraban los materiales que el profesor le había indicado traer, pero estaba cerrada con llave.
-¿Ocurre algo, Yui? -preguntó Rosaura al pasar cerca -. Ya veo, puerta cerrada con llave, ¿eh?
-Sí, estaba pensando en pedir las llaves, pero me llevaría más tiempo y el profesor me está esperando.
-Espera, déjame a mí -dijo la mayor mientras sacaba una horquilla de uno de los bolsillos de la chaqueta -. En nuestro antiguo colegio, el conserje solía ausentarse por problemas de salud y debíamos buscar por nuestra cuenta las llaves o cualquier forma para entrar en clase. Ahora apártate, esto te va a sorprender.
Yui dio unos pasos atrás y Rosaura terminó de abrir la puerta con una patada que resonó por todo el pasillo.
-Lo siento, pero era difícil de abrir, se ve que necesita aceite -se dio cuenta de que Yui la miraba estupefacta -. Sé un poco de defensa personal, James también.
Yui se limitó a asentir y cogió los materiales necesarios.
-Rosaura, ¿te molestaría que te preguntara quién es James?
-Para nada, te lo diré, pero después de clase. Hoy me toca buscar a Yumi, así que si te apetece puedes acompañarme.
El sonido del timbre resonó por toda la mansión. Reiji suspiró y abrió la puerta, pero no había nadie, sólo una de las malditas cajas con el mismo ridículo envoltorio que aquel repugnante humano había estado enviando los últimos días.
-Mira por dónde, ahora mismo tenía que avivar el fuego de la chimenea.
La cogió sin importarle lo que habría dentro. No se dio cuenta de que los trillizos habían aparecido detrás de él por curiosidad.
-¿Qué tienes ahí, Reiji? -preguntó Kanato.
-Basura, y pienso quemarla.
-Tirar un paquete ajeno sin dignarse a abrirlo... eso es impropio de ti, Reiji -comentó Laito alegremente.
El mayor se acordó de que ninguno de los tres era consciente de las amenazas que significaban los paquetes, pero supuso que no era necesario dar explicaciones.
Ojalá lo hubiera hecho.
Ayato le quitó la caja y comenzó a romper el envoltorio.
-No entiendo por qué te empeñas en deshacerte de esto -dijo tirando al suelo los primeros pedazos de papel.
-¡Espera Ayato-kun, te ayudo! -exclamó Laito mientras quitaba los restos de papel y Kanato se unía a la travesura.
-¡Vosotros! ¡DEJAD ESO AHORA MISMO!
El aviso de Reiji llegó tarde. Nada más levantar la tapa de la caja, salieron de su interior decenas de arañas correteando por todas partes.
Ayato soltó rápidamente el cartón y Laito, debido a su gran fobia a los bichos, comenzó a gritar y a correr con desesperación mientras pedía ayuda a Kanato que se las quitara de encima, cosa que él se negaba y le gritaba que se alejara.
Por suerte un enorme grupo de murciélagos llegó enseguida y devoraron rápidamente los insectos.
-¿Curiosidad satisfecha? -preguntó Reiji con una justificada molestia.
-¿¡Por qué no dijiste que había arañas!? -gritaron los tres a la vez con furia, sobre todo Laito.
-¿¡Cómo iba a saberlo!? Era algo que he estado eliminando últimamente sin fijarme en el contenido. ¡Por eso os dije que era basura! Creí que no os interesaría saber de qué se trataba, pero veo que me equivocaba.
-¡¡HAY OTRA!! -lo interrumpió Laito a grito limpio cuando una araña superviviente salió de algún escondrijo y correteó nuevamente por el lugar hasta que fue fácilmente aplastado de una pisada de Rosaura, acompañada por Yui y la pequeña niña.
-¡Puaj, qué asco! -exclamó Yumi mientras se escondía tras las piernas de Yui.
Todos guardaron silencio mientras la mayor regresaba a la puerta a quitarse los restos del bicho de la suela del zapato.
-¿Qué ha pasado aquí? -preguntó Yui, preocupada por el exhaustivo grito de Laito.
Kanato apretó a Teddy contra su pecho.
-Digamos que Laito acaba de vivir una de sus mayores pesadillas -contestó con molestia.
Rosaura lo entendió todo al ver los envoltorios y el cartón hechos añicos, su mirada se ensombreció todavía más.
-Siento mucho que hayáis pasado por todo esto por mi culpa -dijo con la voz rota -. Os lo compensaré de alguna forma, lo prometo.
Subió las escaleras en silencio con todas las miradas fijadas en ella.
-Acaso esos bichos eran para...
-Sí, Ayato, y no es la primera vez que le ocurre -respondió Reiji a la vez que recogía lo que quedaba de la caja, con una leve sensación de culpa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro