4. Desconocido
A excepción de las cenas con los Sakamaki o cuando Ayato se sentaba con ella, para Yui era la primera vez que comía acompañada. No le había hecho ni falta ir a la cocina porque las hermanas Murakami ya habían preparado todo y estaban sentadas en la mesa. Aunque le hubiera gustado ayudarlas un poco.
En un principio tuvo dudas de entrar en el comedor, por lo que simplemente se quedó ahí mirando cómo hablaban y servían los platos.
—¿Qué haces ahí parada? —preguntó una voz detrás de ella.
Yui se dio la vuelta con un sobresalto y vio a Rosaura, que sonreía amablemente.
—Si vas a comer deberías sentarte en vez de estar aquí así —dijo.
Esa forma de invitarla a la mesa le recordó a la de Ruki cuando los Mukami la secuestraron, aunque esta vez era más cálida.
—¿No os importa? —preguntó.
—¡Claro que no, Yui-san!
—intervino Yumi mientras la cogía de la mano —. Hoy tenemos hamburguesa, y cuantos más seamos mejor. ¡Bieeen! —chilló y corrió tirando de Yui.
—¡Yumi, ten cuidado! exclamó Rosaura.
La pequeña soltó la mano de Yui y May la sentó en una silla para niños.
—Perdón —murmuró May como disculpa por el comportamiento de su hermana —. A veces no se controla cuando se alegra.
—Da igual —contestó Yui mientras se sentaba al lado de Kaitleen.
No podía hacer más que mirar a las demás en sus conversaciones, no sabía si era por timidez o miedo de meter la pata en una familia conocida en su colegio, o por lo menos una familia humana.
—¿Ocurre algo? —le preguntó Rosaura —. Apenas estás comiendo. ¿No te gusta? ¿O eres vegetariana?
La mayor estaba sentada al otro lado de Yui y se había dado cuenta fácilmente.
—¡Nada de eso! ¡Está genial! Me gusta... —tartamudeó Yui.
—No tienes por qué ponerte tan nerviosa — continuó Rosaura —. Puede que lo que te hayan dicho de nosotras sea en parte cierto, pero tampoco es que seamos bárbaros.
Algunas se rieron por el comentario.
—Oye, Yui —intervino May —. ¿Cuánto tiempo se supone que tardan los Sakamaki en escogerte?
Yui tardó en pensar la respuesta.
—Pues, Ayato-kun empezó a beber mi sangre al día siguiente de mi llegada, desde entonces todos hicieron lo mismo hasta que empecé a salir con Ayato-kun, ahora sólo bebe él.
—¿A qué viene esa pregunta, May? —le preguntó Claire.
—Bueno, tenemos que dar sangre cada una a uno de ellos a cambio de estar aquí ¿verdad?
Hubo un silencio en la sala, Yui decidió cambiar de tema rápidamente.
—Esto... la comida está buenísima, ¿quién la ha preparado?
—La hicimos entre todas, aunque la auténtica maestra de los fogones aquí fue Rosaura —dijo Kaitleen.
—Rosaura, ¿crees que a James le habría gustado esta hamburguesa? —preguntó Yumi mientras abrazaba con fuerza a Minuette y observaba fijamente a la aludida, esperando su respuesta.
—Seguro que sí, Yumi — respondió Rosaura, con algo de tristeza en sus ojos, una que logró borrar de su rostro fácilmente.
Pasó el día y llegó la hora de acostarse. Yui todavía no tenía sueño, por lo que decidió hacer un repaso de todo lo que sabía de aquellos días.
Si bien Rosaura se había mostrado muy seria en su llegada y en clase, se trataba de alguien muy amable, tenía dotes de liderazgo y había confirmado que los rumores sobre ellas eran ciertos a excepción de la crueldad.
De Kaitleen no sabía mucho, pero se veía que era muy tranquila y agradable.
Claire había demostrado ser violenta cuando se enfadaba y tenía una fuerza descomunal que seguramente comparte con las demás. Sin embargo, también había mostrado amabilidad e incluso arrepentimiento.
May era muy callada, por lo que sabía poco de ella, pero también había demostrado ser amable y pasaba mucho tiempo con todas, sobre todo con Claire y Yumi.
Ellie era muy traviesa y alegre, le encantaba hacer fotos y estaba un curso adelantado en clase.
Yumi sólo tenía tres años, pero tenía una gran capacidad de comprensión, era tierna y alegre, como su hermana Ellie.
Otra cosa que sabía de ellas era que no tenían padres.
—Plana, ¿ocurre algo? —preguntó Ayato, sacándola de sus pensamientos.
—No, nada...
—Es por ellas, ¿verdad? ¿Te han dicho o
hecho algo?
—¿Qué? No. De hecho, han sido muy amables conmigo.
—No es por nada, pero me extraña que los otros no hayan elegido aún, aunque he visto a Laito flirtear con esa rubia... Ellie, ¿verdad?
—Sí, de todas formas ellas acaban de llegar y ya hay muchos rumores sobre ellas. Seguramente los demás querrán esperar.
Un ensorcedor grito interrumpió la conversación.
—¡Era Yumi-chan! —exclamó Yui mientras Ayato se levantaba rápidamente.
Los dos corrieron directamente a la habitación de Yumi y se encontraron con las Murakami y Reiji delante de la puerta mientras May trataba de abrirla.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Ayato.
—¡Hemos escuchado a Yumi gritar! ¡Pero cuando abrimos la puerta, se cerró enseguida y ahora no abre! —explicó May mientras intentaba mantener la calma.
—¿No habrá sido una pesadilla? —preguntó Yui.
—No —dijo Reiji —. Lanzar un grito de esa forma tuvo que ser mucho más que eso.
—¡Dejadme a mí! —gritó Ayato.
May se apartó de la puerta y Ayato comenzó a golpear la puerta. Al rato se abrió y todos entraron.
La pequeña estaba en el centro de la habitación de pie, dándoles la espalda y la ventana. Seguía llevando su negligé para dormir y su melena corta estaba suelta. Pero esta vez abrazaba un conejo blanco de peluche con un lazo rojo en la oreja y otro alrededor del cuello.
—¡Yumi! —gritó Kaitleen.
Yumi se giró a ellos con curiosidad, como si acabara de despertar de un sueño.
—¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? —preguntó Rosaura mientras la abrazaba con fuerza.
Reiji se dio cuenta de que la ventana estaba abierta y no podía haber sido la niña al no poder alcanzarla
—¿Ha entrado alguien aquí, Yumi? —preguntó.
Yumi lo miró con duda mientras seguía en brazos de su hermana.
—¡Oye! ¡¿qué está pasando aquí?!
Aquella voz era la de Subaru. Los demás habían entrado también.
—Por el olor se nota que alguien ha estado aquí, pero no me suena de quién podría ser —mencionó Kanato.
—A mí tampoco me suena de nada —confirmó Laito —. Pero puedo asegurar que no es humano.
Rosaura soltó a Yumi y Yui colocó las manos sobre los hombros de Yumi.
—Dime Yumi-chan,
¿Quién ha entrado aquí? ¿Te acuerdas de cómo era?
—No sé quien era, pero era un chico mayor, como vosotros. Tenía toda la ropa de color negro, pero su capa era roja. No podía verle los ojos ni la nariz porque la capa tenía capucha y se los tapaba, pero tenía pelo marrón como Rosaura.
—¿Y que hizo aquí? ¿Te dijo algo? —volvió a preguntar Yui.
—Pues entró en mi habitación por la ventana y me desperté. Cuando le vi pensé que era un monstruo y grité un montón. Y cuando May abrió la puerta, él movió el brazo y cerró la puerta sin tocarla, ¡yo creo que era magia! Después lanzó un montón de brillos bonitos y me dio esta conejita de peluche, después volvió a salir por la ventana. Pero no dijo nada, estaba callado todo el rato.
Aquello parecía algo sacado de un sueño o de un cuento de hadas, pero Ayato se fijó que en la cama había un sobre de carta.
—Eh, mirad esto —dijo mientras la cogía —. Será de ese tipo.
La abrió y empezó a leerla:
«Queridos amigos, en primer lugar, permitidme disculparme por haberme presentado de esta manera. Solamente quiero informaros de que soy un enviado de vuestro padre y, especialmente, de la persona que siempre velará por la seguridad de vuestras invitadas. Por lo tanto, aviso de que a partir de ahora os estaré vigilando siempre, lo que hagáis o dónde estéis, siempre lo sabré. No espero que lo comprendáis, puesto que ya lo explicaré en otro momento. Y con esto os deseo unas buenas noches»
Nadie supo que decir al respecto.
—Tranquilos todos, ya resolveremos esto mañana, ahora mismo volvamos a dormir —dijo Reiji.
—¿Quieres dormir con alguna de nosotras hoy, Yumi? —preguntó May con dulzura.
La niña asintió con la cabeza y alzó los bracitos para irse con ella en brazos.
Yui volvió a cerrar la ventana y se fue a su habitación a dormir.
Ninguno fue consciente que, desde lejos, una figura masculina cuyo rostro era tapado por la capucha de una elegante capa carmesí los observaba atentamente mientras era iluminado por las primeras luces del amanecer.
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