Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

39. Superación

Las semanas pasaron con las tres familias preparándose para los exámenes y finalmente obtuvieron las notas.

─¡¡¡Muchas gracias, Yui!!! ─exclamó Claire a pleno pulmón en pleno pasillo de la escuela mientras la agarraba en un fuerte abrazo.

La chica se sorprendió al verla aparecer repentinamente por detrás de un pasillo y luchó por mantener el equilibrio tras el placaje.

─¿Claire, qué pasa? ─le preguntó.

Ella le tendió un papel escrito con un gran 85 escrito en rojo.

─¡Este es mi examen de Historia! Me lo acaban de dar ¡Gracias a ti he podido sacar un 85!

─¡Vamos, no tienes que agradecerme nada...! ─exclamó ella, contenta pero luchando por contener el aliento.

─¡Claro que sí! ¡Sin ti no habría sacado más de 50!

─¡Claire! ─sonó al otro lado del pasillo la voz de May─. Madre mía, no exagerabas cuando dijiste que ibas a estrujarla en un abrazo. Yui, para que te hagas una idea, ella dijo que ibas a ser la primera en recibir la noticia.

─Lo digo en serio, ¡te debo la vida! ─insistió Claire.

─No creo que sea para tanto... ─comentó Yui, atónita─. ¿Tú qué tal, May? Hiciste tú también este mismo examen, ¿verdad?

La gemela de pelo dorado rebuscó algo en su bolso y extendió un folio de papel sacado de una carpeta.

─Un 79 ─respondió─. Salió un tema que no me repasé bien... Me esperaba algo más, pero me alegro de haber aprobado.

─Bueno, ¡basta de hablar sobre mí! ─exclamó Claire antes de liberar a Yui finalmente─. ¿Tú qué tal? ¿Has aprobado todas? Te hemos visto esforzarte mucho cuando estudiabas.

─¡Sí! ─exclamó orgullosa─. ¡Saqué incluso un 98 en Matemáticas!

Las gemelas dieron un salto de alegría y juntas la rodearon en otro abrazo.

─¡Bien hecho! ─la felicitó Claire.

─No me esperaba menos de ti ─dijo May.

─Gracias, chicas... ─murmuró Yui con las fuerzas que le quedaban─. Pero ¿podríais aflojar un poco? Me estáis ahogando...

─Ups... Perdón ─dijeron a la vez antes de soltarla.

─Busquemos a los demás ─propuso Yui─. ¡Dígamosles a todos la buena noticia!

─Eh, ¿dónde está Ayato? ─preguntó May─. Me extraña que no esté aquí contigo alardeando de sus "increíbles calificaciones".

Yui rio nerviosa.

─Sacó un 60 en Matemáticas, un 62 en Física... No me parecen malas notas, pero Reiji se enteró y lo mandó a salir antes que yo. Apuesto que ahora lo estará regañando por nohaber sacado mayor puntuación...

─Al menos ha aprobado, ¿no? ─dijo May─. Creo recordar que sacó notas peores.

─Sí. Se ha esforzado mucho, no ha suspendido ningún examen e inclusó llegó a sacar notas muy buenas en otras asignaturas.

─A Subaru le ha pasado lo mismo, Reiji también lo sacó de clase a pesar de haber aprobado todo ─dijo Claire.

─Reiji es muy estricto cuando se trata de calificaciones... ─suspiró May─. Pero yo también lo vi esforzarse, al menos a su manera. Se puso incluso a estudiar con Laito y Kanato.

Yui recordó con vergüenza todas las veces en que Ayato bebió de su sangre como incentivo para seguir estudiando. Sacudió la cabeza para eliminar ese pensamiento.

─Casi cuesta creerlo, pero hizo lo mejor que pudo. ¡Pensar que hizo eso para poder ir a la fiesta!

Pero no todas las preocupaciones estaban despejadas.

─¿Qué pasa, Claire? ─le preguntó su gemela.

─Oh, nada. Me alegro que Subaru se haya esforzado también por mí, por la fiesta. Pero... ─desvió la mirada─. Sigo preocupada por lo de su madre. ¿Por qué querrá hablar conmigo?

─Tal vez solo quiera conocerte mejor ─supuso Yui─. No sé exactamente cómo es que ella sabe de ti, pero es normal que en algún momento los padres quieran conocer a las parejas de sus hijos.

Claire tragó saliva al pensar que Christa sabía de ella por medio de su hermanita Ayumi.

─¡Me imagino que el Calzaslargas habrá tenido que ver! ─insistió para disimular─. ¡No me extrañaría si esparciera información por otras partes!

─No lo discuto ─respondió May.

Entrenada por la obvia falta de sinceridad de Subaru y de Ayato cuando estos ocultaban algo, Yui supo que a Claire le preocupaba algo.

─¿Te encuentras bien, Claire? ─le preguntó─. ¿Te gustaría hablar de ello?

─Tranquila, estoy bien ─aseguró ella─. Ya quedan pocos días para la fiesta y Subaru estará conmigo todo el rato. Es cierto que sigo intrigada por lo que va a ocurrir, pero me siento menos preocupada. ¿Y tú? ¿Qué tal con Ayato? ¿Sigue estando raro?

─Ya menos ─dijo Yui─. Está más tranquilo y me ha prometido que me dirá lo que le pasa el día de la fiesta.

─Sabemos que es una fiesta, pero ¿qué creéis que habrá allí?

─Quién sabe... ─dijo sin importancia la voz de Shu detrás de ellas─. Me imagino que será una de esas grandes fiestas que nuestro viejo organiza con comida, adornos, música y repletas de gente que él conoce.

─Hola, Shu ─lo saludó Yui─. ¿Habéis tenido este tipo de fiestas antes?

─Sí, por alguna razón a él le encanta celebrar festividades humanas de una forma absurda e innecesariamente voluptuosa. Pero esta vez es organizada por la madre de Subaru, así que no sé cómo será esta vez.

─Qué poco entusiasmo... ─comentó May.

─¡Por fin te encuentro! ─exclamó Kaitleen repentinamente─. Shu, Reiji me ha mandado a buscarte. Dice que tiene que hablar contigo sobre algo.

─Oh, no ─comentó Claire─. ¿Acaso has suspendido, Shu?

Él se encogió de hombros.

─No, pero tampoco he sacado las mejores notas de la escuela ─dijo sin darle importancia al asunto.

─Reiji se va a enfadar más si lo haces esperar, deberías ir a hablar con él ─le aconsejó Yui.

─Paso ─respondió él antes de agarrar a Kaitleen de la muñeca y tirar suavemente de ella.

─Eh, ¡¿qué haces?! ─preguntó ella, confundida.

─Si te quedas aquí, Reiji te demandará saber dónde estoy. Así que te vienes conmigo para que no le digas nada.

─¡¿Y tú a dónde narices vas?! ─le preguntó Claire─. ¡Ella no tiene por qué irse contigo!

─A casa, pero me iré a pie. Si voy en coche, Reiji me dará la lata ─le dijo─. No te preocupes, no es como si me fuera a comer a tu hermana.

─¡Lo dice el vampiro que quiso clavar un dardo en ella!

─¡Claire, tranquila! ─insistió Kaitleen─. Entiendo que te pongas así, pero solo aprovecharé para salir para ver las tiendas, quiero buscar algo para regalaros en Navidad. Y hoy hay mucha gente en la calle, Shu tendría que arrastrarme a un callejón oscuro para hacerme daño.

─¿Qué te hace pensar que no lo haré? ─bromeó Shu.

Kaitleen lo miró perpleja.

─¿Porque entonces gritaré tanto que ni la música de tus auriculares podrá mitigar el ruido?

Shu abrió los ojos como platos por un segundo y suspiró.

─Tampoco lo decía en serio, pero si vas a ponerte así...

Claire suspiró con exasperación.

─Tienes teléfono ─le recordó─. Y vas a estar en un lugar concurrido, pero si algo pasa, llámanos.

─¿Sales con el descontrolado de mi hermano Subaru y te preocupas que tu hermana esté conmigo? Eres rara, pero no te culpo ─bromeó Shu.

─Venga, venga ─trató de calmarlos Yui─. Si lo pensamos bien, es poco probable que quiera hacerle daño a Kaitleen.

─En fin, vámonos antes de que Reiji venga y toda esta discusión sea en vano ─insistió Kaitleen antes de apresurar el paso a la salida─. ¡Nos vemos!

Shu suspiró y la siguió.

─¿De verdad creéis que estará bien? ─cuestionó May─. No es que se lleven a matar, pero hasta a mí me cuesta entender a Shu...

Yui observó a las gemelas.

─Shu ha estado tranquilo desde hace tiempo, así que creo que estará bien.

Finalmente, los dos jóvenes llegaron al centro de la ciudad. Kaitleen echó un vistazo a su alrededor, la ciudad ya había sido adornada con las luces navideñas que se encenderían en Nochebuena.

─No será difícil encontrar algo para Yumi ─pensó en voz alta─. Pero creo que va a ser algo difícil elegir algo para las demás. Eh, Shu, tú conoces a Yui desde hace tiempo, ¿verdad? ¿Se te ocurre algo que le pueda gustar? ─le preguntó mientras miraba un escaparate.

Con eso pensó que podría sacar provecho de Shu en una situación en la que él la había arrastrado, pero él no parecía estar a la labor.

─Yo que sé, deberías preguntarle algo como eso a Ayato. Seguro que él lo sabe.

─Pero podrías ayudarme un poco en esto, ¿no? Tú mismo me has hecho venir aquí contigo.

─Te hice acompañarme para librarme de Reiji, no para ir de compras contigo ─respondió con algo de desgana─. Además, ¿eres su amiga y no sabes qué podría gustarle?

─Me hago varias ideas ─comenzó a explicar Kaitleen─. Pero quiero darle algo especial, Yui es una de las personas más buenas y cariñosas que he conocido, llevamos viviendo tiempo juntas y estuvo con Rosaura cuando fuimos secuestradas por los Mukami ─dijo mientras observaba el escaparate de una tienda de ropa─. ¡No quiero darle algo tan simple como unos clips de pelo, una bufanda o simples accesorios! Sé que le gusta cocinar, pero tampoco me parece buena idea darle algo como utensilios de cocina.

Prestando atención a cada palabra, algo que pocas veces solía hacer, Shu miró el escaparate con ella de forma pensativa.

─Ella ya es de por sí alguien con gustos sencillos ─contestó, ganándose la sorprendida mirada de Kaitleen─, a ella no le importa lo que le regalen con tal de que muestre la intención. Dices que no quieres darle cosas como accesorios, pero a ella le gusta llevar clips de pelo y colgantes; ella siempre lleva los mismos, por lo que en realidad no sería una mala idea de regalo. Te habrás dado cuenta de que de vez en cuando se pone a leer, por lo que algún libro de su interés también estaría bien. En pocas palabras, no importa lo que le des con tal de que sea de su gusto, seguramente le gustará.

Kaitleen pareció considerarlo.

─¿De verdad lo crees? ─preguntó mientras caminaban.

─No te diría todo esto si no estuviera seguro ─respondió él y esbozó una sonrisa al mirar el escaparate de la tienda siguiente─. A menos que realmente quieras ir a lo grande y regalar algo como esto.

Los ojos de Kaitleen se abrieron como platos al fijarse con pasmo en las joyas de oro y en los carísimos cristales de aquella joyería.

─¡No voy a comprar eso! ─exclamó perpleja─. Es demasiado caro, y puedo asegurarte que Yui y las demás no suelen llevar este tipo de cosas. Ni siquiera Ellie, y eso que ella es muy elegante...

─Tanto si eso es cierto como no, no sería un mal regalo caro para variar, ¿no era que provienes de una familia rica?

─Sí, pero ¡Rosaura y mi hermano James son los que mantienen las cuentas! James ya está trabajando fuera por nosotras; la gran razón por la que ahora siete hermanos, incluyendo una niña pequeña, vivimos en buenas condiciones, es por tu padre, Shu. Él nos ayudó mucho por algo relacionado con nuestra madre e hicimos un trato con él para vivir bajo vuestro techo. Puede que tengamos dinero, pero no somos unos "privilegiados", como uno diría... ─inspiró para calmarse y recuperar el aliento─. No, no debería comprar algo como esto, mucho menos para tantas personas, aunque sea lo más barato de la tienda.

Shu observó que los pendientes de oro más simples que pudo encontrar en el escaparate eran algo que a lo mejor alguien en la situación de Kaitleen podría permitirse, pero supo que sería inútil decírselo.

No pensó que la situación daría un giro tan serio.

─Perdón ─se disculpó Kaitleen rápidamente al darse cuenta de lo mismo─. No quería ponerme así de melancólica, espero que nadie más me haya oído, ¡qué vergüenza! Estábamos viendo opciones, ¿no?

Volvió a apretar el paso.

─Espera, espera. No vayas tan rápido ─le dijo Shu para calmarla─. Es curioso, ¿has dicho "estábamos"? Me sorprende que me incluyas en tu búsqueda por... el regalo perfecto.

─Bueno, has empezado dándome sugerencias, ¿no? Y me has escuchado hablar, por lo que supuse que te estabas interesando.

Como si aquellas palabras fueran una flecha de realización, Shu soltó un jadeó de sorpresa.

Interés...

Volvió a pensar en la conversación que había tenido con el irritante muchacho de la capa carmesí.

─¿Podemos hablar? ─le había preguntado con serenidad después de levantarse la capucha carmesí con un dedo.

La sorpresa de Shu había aumentado al ver su rostro por primera vez. Tenía la frente cubierta con un cuidado flequillo castaño y sus ojos claros presentaban un hermoso tono azulado. Sus mirada era poco expresiva.

─¿Te sientes más tranquilo? ─le preguntó a pesar de que la agitación de aquel ataque de pánico seguía reflejado en su mirada─. Respira profundamente, mira a tu alrededor. Después, vuelve a mirarme a mí.

Confundido y desconfiado, Shu le hizo algo de caso. Pudo coger algo de aire con las hiperventilaciones que le quedaban y observó el jardín de aquella gran casa temporal hasta que su mansión dejara de estar plagada. Finalmente volvió a mirar al misterioso desconocido.

¿Mejor? ─volvió a preguntarle para asegurarse─. Bien, ¿puedo sentarme a tu lado?

Shu no respondió, pero eso no impidió al joven sentarse a su lado en el banco. Sabía que preguntarle quién era exactamente le daría resultados inconclusos.

─¿Qué quieres? ─le preguntó con poco ánimo.

En primer lugar, interrogarte algunas cosas ─comenzó el joven─. Perdóname si toco algo personal...

─¡Shu! ─escuchó repentinamente la voz de Kaitleen, despertándolo de sus pensamientos.

─¿Eh? ─preguntó soprendido.

─Madre mía, por un momento creí que te habías dormido con los ojos abiertos ─bromeó ella─. Te había preguntado si crees que a Rosaura y Claire les vendría bien un saco de boxeo para desahogarse de las locuras de tus hermanos y los Mukami, pero estaba de broma... ─se llevó una mano al mentón─. Aunque en realidad no parece una mala idea... De todas formas eso sería muy caro, ¡y difícil de transportar! ¿Y tú? ¿En qué estabas pensando?

Shu desvió la vista y continuó caminando.

─Eh, ¿me has oído? ─preguntó ella insistente.

Se adelantó a Shu.

─¿Ha pasado algo? ─le preguntó con inquietud.

Shu la miró en silencio por un momento, poniéndola de los nervios.
─Estaba pensando, ¿por qué quieres involucrarte conmigo a pesar de todas mis advertencias? ─le preguntó con despunte.

Kaitleen gruñó con exasperación, estaban pasando por lo que se podría considerar un buen rato y él tenía que frustrarlo de aquella forma.
─¿Ya vamos con eso otra vez? ¿No te cansas de preguntarme eso tantas veces? ─le preguntó─. Debo ser yo la que te recuerde que me has traído aquí después de que te acercaras TÚ a mí?

─En primer lugar ─había comenzado el desconocido de la capa roja aquel día─, me gustaría preguntarte: ¿qué sientes exactamente por mi... por la chica de la que bebes sangre?

Repentinamente, Shu también pareció perder la paciencia con ella.

─Podrías haberte ido ─le dijo Shu a la chica con poco tacto─. Te hice venir aquí, pero nunca te dije que no eras libre de irte. Eres tú la que decidió quedarse conmigo.

Ella lo miró con desconcierto por un segundo, la misma velocidad en la que regresó a su semblante severo.

─Porque no tengo ningún problema contigo, por lo menos ya no. Hemos estado bien, ¿no?

─Pero porque hay gente a nuestro alrededor ─recalcó él con seriedad─, tienes un teléfono móvil con el que pedir ayuda y eres lo suficientemente lista para saber despistar a alguien que tenga malas intenciones contigo, como hiciste con Ruki Mukami. Incluso con todo eso, te costaría defenderte de un vampiro como yo. ¡Te he advertido muchas veces que no ocurre nada bueno por involucrarse conmigo y nunca me escuchas!

─Ella no es nada más que mi presa ─le había contestado Shu─. Yo me alimento de su sangre, ella se queda quieta. Los humanos no sirven para nada más que eso.

─¿Estás seguro de eso?

Kaitleen también perdió la paciencia, ya no le importó alzar la voz en un lugar con gente observando. Ignoró incluso el olor a quemado que se había alzado en el aire.

─¿¡En serio!? Mira, te lo voy a repetir, ¿¡cómo quieres que me aleje de si eres tú el que se acerca a mí!? ─preguntó Kaitleen, indignada─. Incluso si lo intentara, ¡vienes a mí cuando buscas algo como mi sangre, una tarea o cualquier cosa que conlleve estar conmigo! Has dicho muchas veces todo eso de ser peligroso, de ser un vampiro y de otras cosas que ya ni me acuerdo. ¿¡Cuál es esa obsesión tuya de cambiar de parecer todo el rato!? ¿Por qué dices eso de que no debería estar contigo?

─¡Mira a Edgar! ¡Él estuvo conmigo y sufrió las consecuencias! ¡Mi madre también!

Kaitleen se echó atrás por la inseperada exclamación de Shu.
─¿De qué estás hablando? ─preguntó ella, confundida.

Shu se sobresaltó al darse cuenta de su acción y ver su expresión preocupada, pero lo cubrió con un suspiro exasperado y apretó el paso para adelantarse a ella.

─Nada, no importa ─insistió─. Deberías volver a casa, yo me voy a quedar por aquí.

─A mí me parece que... ¿Cómo lo decís vosotros? Ah, ya. Me parece que sientes algo más que "sed de sangre" por ella ─continuó el desconocido─. ¿Qué sientes exactamente? ¿Respeto? ¿Amistad? O quizás... ¿amor?

─¡A ti qué te importa! ─gruñó Shu con impaciencia.

Aún más confundida, Kaitleen no se dejó convencer y lo siguió.

─¿De verdad vas a dejarme sola después de hacerme venir aquí? Oye, no tienes que explicarme nada, pero si algo te pasó en algún momento, no deberías arrastrarlo contigo como si fuera a pasar otra vez ─insistió, recordando que no debía ser insensible─. Por ejemplo, ¿acaso ha pasado algo ahora o recientemente? ¿Me has hecho daño o he estado en peligro por tu culpa? Lo habría entendido hace meses, cuando nos conocimos, pero ahora estamos en una situación distinta. ¿Qué crees realmente que podría pasar?

Shu se dio la vuelta para contestar, pero fue interrumpido por el sonido de una lejana sirena, cuya intensidad aumentaba a medida que se acercaba.

─Me importa porque me preocupa el bienestar de todas y cada una de esas chicas ─respondió el desconocido─. Y con ese ataque de nervios que acabas de tener me acabas de demostrar que algo te está pasando. No es mi principal interés saber qué sientes realmente por ella, pero no me gusta eso de que primero le eches las manos encima para después decirle que se aleje, como si estuvieras confundido o intentaras negar algo.

Un grupo de personas se acercó apresuradamente hacia la dirección de la sirena.

─¡Un incendio! ─gritó una mujer entre ellos.

─¡Qué horror! ¡Espero que no haya heridos! ─exclamó un hombre.

Kaitleen se asomó por la esquina de la calle para saber qué estaba pasando y se le escapó un gemido. El piso más alto de un edificio estaba en llamas, pudo ver como otros dos camiones de bomberos se acercaban apresuradamente hacia el sitio. Había más personas observando el lugar con miedo e intriga.

─¿A dónde vas? ─preguntó Shu, acelerando el paso nuevamente con alteración para sujetarle el hombro─. Podría ser peligroso, ya veo que te gusta meterte en prob...

Fue incapaz de finalizar su frase tras palidecer al fijar la vista en las llamas elevarse en el aire. Aumentó el apretón en el hombro de Kaitleen con fuerza.

─¿¡Shu!? ¿Qué te pasa? ─preguntó con intranquilidad─. ¡Para! Me estás haciendo daño.

─Corre... ─se limitó él a murmurar en una voz que ella no pudo escuchar bien.

─¿Qué?

─¡CORRE! ─exclamó el mientras la agarraba por la muñeca y comenzó a correr con ella en la dirección por la que habían ido.

─¡Espera, espera! ─le pidió ella, confundida.

En su intento de ajustar la mano para disminuir un poco el agarre, pudo distinguir la expresión de horror y angustia en el rostro de Shu mientras jadeaba, como si estuviera corriendo por las vidas de ambos.

Shu bufó.

─¿Confundido? De todas las pocas cosas que te he oído decir esta es la más rara que has soltado. ¿Qué te hace pensar eso? ¿Acaso eres médico o algo así?

─Vale, tal vez no me haya explicado bien. No solo te veo confundido por algo, sino que también veo que pareces asustado por algo ─inspiró profundamente para relajarse─. Ahora, dime: ¿qué es eso lo que te asusta? ¿Tiene algo que ver con hacerle daño a la gente? ¿A esa chica?

Durante la carrera, la chaqueta del uniforme de Shu, que colgaba sobre sus hombros, se estaba empezando a caer y él no tenía intención de colocársela nuevamente. Kaitleen actuó rápidamente y la agarró antes de que cayera al suelo.

Cuando se alejaron varias calles, Shu la metió con él en un callejón y se apoyó tembloroso contra una pared para intentar recuperar el aliento entre sus hiperventilaciones.

─Nada bueno sale por involucrarse conmigo ─se limitó a decir Shu─. Por eso me alejo de todo el mundo y no hago nada para evitar problemas. Primero Reiji, después Edgar y finalmente mi madre. Todos tuvieron algo que ver conmigo y sufrieron consecuencias... No quiero que nada le pase a esa chica por mi culpa.

─Todos somos o hemos sido perseguidos por nuestros demonios. Pero creéme: si te sigues dejando perseguir por ellos, no solo vas a hacer daño a otras personas, sino también te harás más daño todavía a ti mismo ─el desconocido de miró una de sus manos enguantadas─. Yo mismo aprendí eso tanto por las buenas como por las malas... El caso es, que no importa lo mucho que intentes huir, esos pensamientos te acabarán alcanzando nuevamente, te pondrás peor y será entonces cuando realmente te hagas daño a ti mismo y a la gente que te rodea ─le avisó.

Sujetando la chaqueta con el brazo, Kaitleen observó a Shu en aquel estado de pánico y trató de pensar rápidamente qué podría hacer.

─¡Shu! ─lo llamó─. ¿Qué pasa?

Él no respondió, estaba demasiado asustado.

Tuvo la idea de seguir el ejemplo de su hermano James cuando calmó a Rosaura tras sufrir una pesadilla con su acosador.

─¿Te dio miedo el incendio? ─le dijo antes de colocar una mano en su hombro y se lo acarició, sintiendo su tensión, para intentar calmarlo─. Tranquilo, ya hemos huido de ahí. El fuego no va a ir a por ti.

Shu seguía negándose a moverse de su sitio, pero pareció calmarse un poco. Sin embargo, un camión de bomberos pasando fugazmente por la calle en la que estaban, con au furiosa sirena resonando en el callejón, lo hizo perder la calma nuevamente y trató de reprimir sin éxito un grito.

─¿Qué quieres decir con eso? ─preguntó Shu finalmente─. No me importa si a mí me pasa algo, pero Edgar... Yuma está ahí, perdió su hogar, la memoria y su humanidad. Y está bajo el mismo techo que yo; no paro de recordar lo que le hice. ¿Y si ella sufre algo por mi culpa?

─No estoy seguro si fue realmente culpa tuya lo que le pasó ─admitió el desconocido─. Pero ya de por sí hay cosas horribles que son inevitables aunque intentemos hacer algo al respecto. No podemos cambiar el pasado, pero podemos mejorar las cosas en el presente. Por eso te aconsejo esto: si quieres saber qué sientes por esa chica, primero deberías intentar superar esos demonios. Es posible que te lleve tiempo, pero intenta vivir el presente, porque esos pensamientos del pasado te mantienen viviendo en él. Cuando regreses al presente o veas que te estás acercando a él, trata de salir de esa confusión para saber qué sientes por ella exactamente.

Shu pareció considerarlo.

─¿Y si le hago daño mientras intento alejar esos pensamientos? ─preguntó mientras desviaba la mirada.

─No lo harás ─le aseguró el desconocido─. Esos pensamientos te dirán muchas cosas, pero no te obligan a hacer daño a la gente. Si los alejas, no te harás daño a ti mismo y, por tanto, no le harás daño a la gente.

─¡Shu! ─exclamó Kaitleen─. ¡Shu, mírame! ─insistió mientras le sujetaba ambos hombros y lo movió para hacerlo darse la vuelta.

Sumido en el miedo, Shu le hizo caso y se fue sentando lentamente en el suelo. Kaitleen le cogió una mano para intentar terminar de calmarlo.

─El fuego no va a ir a por ti ─le recordó ella─. Y seguro que está controlado con todos esos camiones de bomberos.

Shu observó con admiración aquellos ojos llenos de valor y determinación.

─Además ─añadió el desconocido─. Esa chica es muy fuerte y valiente, ha pasado por muchas cosas y siempre sabe lo que hace. Dudo mucho que seas capaz de hacerle daño incluso si se te ocurriera tener la intención; ya de por sí estoy por aquí para asegurarme de eso.

Finalmente, el vampiro la rodeó con sus fuertes brazos en un abrazo, sorprendiéndola un poco en el proceso.

─¡No te vayas! ─le pidió─. ¡No me dejes aquí!

Ella le devolvió el abrazo.

─Estoy aquí ─le dijo en voz baja─. No me iré a ningún lado, te lo prometo.

Cuando lo sintió calmarse, se separó y lo animó a ponerse en pie.

─Venga, vamos a casa ─propuso mientras le tendía la chaqueta de vuelta─. Hoy ha sido un día muy largo, ya compraré los regalos mañana.

Él cogió su chaqueta sin volver a ponérsela y asintió.

Salieron juntos del callejón. Shu tuvo las ganas de mirar hacia atrás para asegurarse de que el fuego no estuviera ahí, pero recordó que ahora estaba demasiado lejos como para poder verlo y se propuso dejar esos perseguidores pensamientos quemarse atrás con aquel incendio.

Lo único que quería ver de color fuego era el largo pelo de la chica que andaba de forma tranquila y decidida delante de él, ondeando levemente sobre su espalda con cada paso que daba; y el único calor que quería sentir en su frío cuerpo era el de su mano agarrando la de él, las cuales ninguna de las dos tenía la intención de soltarse hasta llegar a casa.

[Publicado el 5/11/2021]

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro