38. Invitación
—¡Kaitleen! —la llamó Yui al verla—. Si buscas a Rosaura, acaba de volver a casa con Reiji y Ayumi.
Kaitleen la miró con algo de sorpresa.
—¿De verdad? No me había dado ni cuenta de que había salido.
—No es de extrañar, se fue con un poco de prisa. Se fijó en que no quedaban tomates para la cena de hoy y Reiji quiso acompañarla. ¿Eh? ¿Qué llevas ahí?
Se fijó en que Kaitleen llevaba un sobre de carta en la mano.
—¿Esto? Estaba sobre mi cama. Quería enseñárselo ahora a Rosaura, pero ¡mira!
Se acercó a ella y le enseñó el sobre: estaba adornado con detalles dorados, el nombre de Kaitleen estaba escrito manualmente en letra cursiva de color rojo y estaba sellada con el emblema de la familia Sakamaki.
—Eso no es lo raro, la he abierto y estaba esto dentro. Léelo.
Sacó del sobre una tarjeta con la misma ornamentación. En tamaño no era mucho más grande que su mano.
«Kaitleen Murakami está cordialmente invitada al fastuoso baile que tendrá lugar en el Castillo Sakamaki en Nochebuena a las 10 de la noche»
La invitación estaba escrita con tinta roja con una caligrafía de aspecto antiguo.
—Tienes razón, es muy raro —afirmó Yui—. Además, recuerdo que los demás mencionaron tener un castillo pero ¿a qué te están invitando exactamente? ¿Y quién? Aquí no dice nada al respecto.
—¡Exacto! No tengo ni idea —respondió Kaitleen, encogiéndose de hombros—. Pero no me da buena espina. Quiero pensar que es una broma de Ayato o de Kou, pero lo primero que he hecho ha sido venir aquí directamente.
—Puede que Reiji entienda algo mejor de esto. Está con Rosaura ahora mismo, ¿quieres que te acompañe?
—No, gracias. Tranquila. Ya te diré que me responden, pero gracias por la ayuda.
Apresuró el paso para irse.
Yui no supo qué hacer en aquel momento, por lo que decidió volver a su habitación para estudiar un poco antes de los exámenes del final del trimestre, los cuales tendrían lugar en unas pocas semanas.
Esperaba poder distraerse un poco de la conversación que había tenido con Kou el día anterior, aquella sobre la preocupación de Ayato como razón de su distanciamiento.
Ella ya había intentado hablar con él, Ayato había insistido en que no era nada; no iba a intentar echar sal a la herida insistiendo ella todavía más, sobre todo porque Ayato, si bien seguía pareciendo pensativo sobre algo, había despertado aquella mañana como el mismo de siempre.
Incluso le había pedido beber su sangre, pero cambió de idea rápidamente. Yui no supo si era algo por lo que preocuparse o no.
Al abrir la puerta de su habitación, se sorprendió al ver sobre la cama dos sobres iguales al de Kaitleen.
Se acercó y vio que una de las cartas estaba dirigida a ella, con su nombre escrito en letra cursiva roja. La otra era para Ayato.
Se le ocurrió abrirla y sacó una tarjeta del mismo aspecto que la de Kaitleen, en la que tenía escrito en letras rojas: «Yui Komori está cordialmente invitada al fastuoso baile que tendrá lugar en el Castillo Sakamaki en Nochebuena a las 10 de la noche»
Abrió los ojos como platos. Era exactamente lo mismo que le habían dado a su amiga. Decidió coger la carta dirigida a Ayato y se apresuró en buscar a Kaitleen, suponiendo que estaría hablando con Reiji sobre el asunto.
Para su sorpresa, los encontró en la sala de estar. Laito estaba con ellos y Reiji sostenía dos tarjetas distintas.
—¡Yui! —exclamó Kaitleen—. ¿Tú también has obtenido una?
—Déjame verla —le comandó Reiji y ella se la tendió.
—La he encontrado sobre la cama de mi habitación —explicó antes de enseñar la otra carta—. También estaba esta para Ayato.
—Qué coincidencia —dijo Laito con sorpresa—. Yo también encontré estas cartas sobre nuestra cama hace un rato. Esta que tengo en la mano es para Ellie.
—Y en todas pone exactamente lo mismo —comentó Reiji—. Pero no sé nada de ninguna fiesta que vaya a tener lugar en el castillo familiar.
—Justo te estaba buscando —dijo Ruki repentinamente—. He encontrado esto en mi habitación, parece una invitación para una fiesta de Nochebuena. ¿Sabes algo de esto, segundo hermano de los Sakamaki?
—Me estoy dando cuenta de la situación en este mismo momento —respondió Reiji—. Tampoco sé quién envía estas invitaciones, no pone el remitente en ningún sitio.
—Curioso... —comentó Ruki pensativo—. ¿Crees que tendrá algo que ver con esa persona?
—No me extrañaría si fuese así.
Laito suspiró y cruzó los brazos.
—Ese hombre es tan problemático... ¿Qué tendrá pensado hacer esta vez? —preguntó.
—No deberías hablar de él de esa forma, es un hombre respetable —le reprendió Ruki con calma.
—Tampoco es que Laito esté equivocado —bufó Kaitleen.
—Cierto —la apoyó May—. No sería la primera vez que hace de las suyas por cualquier cosa.
Yui supuso que estarían hablando del padre de los hermanos Sakamaki, alguien que ella aún no había conocido. Sin embargo, otro pensamiento se le cruzó por la mente:
—Esperad —dijo antes de que alguien dijera algo más—. ¿Y si las ha enviado el hombre de la capa? Él también suele hacer cosas sin explicación.
Reiji pareció considerar aquella respuesta.
—Es una posibilidad —respondió—. Será mejor que hablemos con los demás para saber si han recibido alguna también, para sacar conclusiones
—Voy a ver si mis hermanos tienen la misma invitación —dijo Ruki—. Avisaré si encontramos algo nuevo.
Se marchó.
Tras un rato, todos los habitantes de la casa se reunieron en la sala de estar para hablar del asunto. La mitad estaba sentada en los sofás y en los sillones de la estancia, Shu estaba tumbado en un sofá alejado y la otra mitad estaba de pie, tratando de alejarse de aquellos de los que menos gustaban.
—Odio que nos tengamos que reunir de esta forma —se quejó Kanato.
—¡Dímelo a mí! —bufó Yuma—. No soporto ver vuestros caretos de esta forma.
Kanato trató de decir algo, pero Laito, con Ayumi sentada sobre su regazo, lo detuvo.
—Vamos, vamos, Kanato. No vayamos a pelear delante de la niña —dijo alegremente.
Sin embargo ella no parecía pensar lo mismo.
—¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea! —exclamó mientras movía los brazos de su muñeca—. ¡Vamos, Kanato y Teddy! ¡Minuette dice que vais a ganar!
—¡Yumi! —exclamaron las gemelas.
—¡Ayumi Murakami! ¡Para ahora mismo! —la regañó Rosaura.
—Perdón...
Algunos de los vampiros trataron de agunatar la risa por la escena que acababan de presenciar.
—Veo que no falta nadie aquí —dijo Reiji tras revisar que no faltaba nadie.
—Parece ser que no... —comentó Azusa, sentado al lado de Kou.
—Falta Subaru —comentó Claire, cabizbaja—. Él no va a venir...
—¿Ocurre algo, Claire? —le preguntó May con preocupación.
—Ahora os lo explico —aseguró la gemela mayor.
—Entonces vayamos al tema principal: cada uno de nosotros ha recibido una invitación a una fiesta en el castillo familiar, ¿cierto?
—Nosotros sí —comentó Yui, mostrando las invitaciones—. Encontré estas sobre nuestra cama.
—No sé desde cuando estarían allí —añadió Ayato.
—Yo solo he encontrado una en mi habitación —dijo Yuma.
—Yo también —indicó Kaitleen.
—Y yo... —dijo Azusa.
—Y yo también —comentó Kou—. ¡Al parecer han entregado las cartas de dos en dos a los que tienen pareja aquí! ¡Esto se pone interesante!
—No exactamente —dijo Rosaura—. En nuestra habitación encontramos tres cartas: para mí, para Reiji y para Ayumi.
La niña soltó un respingo de sorpresa.
—¿¡Tengo invitación!? —exclamó con emoción—. ¡Bien! ¡Quiero ir a la fiesta!
—Dijiste que habías encontrado una tú también, ¿verdad Shu? —le preguntó Reiji.
Shu abrió los ojos lentamente.
—Sí... —dijo con cansancio—. Pero ¿qué podría importar eso? Es el viejo obligándonos a ir a una estúpida e inútil festividad humana, ¿qué más tenemos que rebuscar?
Reiji suspiró.
—Como era de esperarse de un bueno para nada —dijo con desdén—. Yo también pensé eso hasta que Claire me enseñó lo suyo. ¿Podrías mostrarlo a los demás?
Todos fijaron las miradas con intriga hacia Claire. La gemela mayor se levantó y mostró un papel de carta algo más grande que las demás invitaciones, con aspecto de haber sido arrugado antes.
En ella estaban escritas los nombres de Subaru y Claire.
—Nosotros solo recibimos una carta dirigida a ambos de nosotros —explicó mientras sacaba el contenido, que consistía en un papel doblado, diferenciándose de las tarjetas de invitación.
—¿Y qué pone? —preguntó Yui.
—Pues... —se la tendió a Reiji—. Perdón... ¿podrías decirlo tú, por favor? No me atrevo a leerlo en voz alta.
Reiji desdobló el papel y leyó la carta en voz alta:
"Subaru Sakamaki y Claire Murakami están formalmente invitados a la fiesta de Nochebuena que tendrá lugar en el salón de baile del Castillo Sakamaki a las 10:00. La fiesta consistirá una fastuosa velada adornada con los típicos elementos de la festividad típicamente humana con un baile acompañado con música selecta y un fastuoso banquete para todos los gustos. Se requiere vestimenta formal."
—No parece nada fuera de lo normal —comentó Ayato.
—Pero ¿por qué vuestra invitación tiene más información que las nuestras? —preguntó Kou.
Claire se agarró nerviosa un brazo.
—No he acabado —informó Reiji antes de continuar leyendo.
"La honorable Christa, esposa del líder vampiro Karlheinz y anfitriona de la fiesta, desea conocer formalmente a la pareja de su hijo y entablar amistad con ella. El resto de miembros de la familia, amigos de la familia y personas de alta cuna serán cordialmente bienvenidos de igual forma. La anfitiona espera con esmero la presencia de todos en esta alegre velada."
El único que se atrevió a romper el corto pero incómodo silencio que se levantó tras finalizar la lectura fue Laito:
—¡No me lo puedo creer! ¿La tía Christa está preparando una fiesta? —preguntó con sorpresa no disimulada.
—¿Quién es Christa? —preguntó Ellie.
—La tercera esposa del viejo —respondió Shu tras erguirse del sofá.
—Y la madre de Subaru... —continuó Claire.
Miró a su hermanita más pequeña: Ayumi no se dio cuenta de que estaban hablando de la mujer con la que había estado jugando desde hace tiempo porque estaba concentrada jugando con su muñeca.
—¿Su madre? —preguntó Yui con la misma sopresa que expresaba la mayoría de los presentes.
—¿La madre biológica? —preguntó Ellie, acordándose que los Sakamaki provenían de distintas madres.
—He oído hablar de ella —comentó Ruki—. Vive en el mundo de los demonios, allí es conocida como una mujer de grandiosa belleza.
—Subaru no se lo ha tomado muy bien —dijo Claire—. Se puso nervioso, arrugó la carta y se fue. También dijo que se niega a ir...
Reiji miró pensativo la invitación.
—Sería descortés rechazar la amable invitación de la madre de Subaru, sobre todo si tenemos en cuenta de que ella no suele hacer este tipo de cosas —dijo finalmente—. Además será una buena forma de celebrar la Nochebuena.
—¿Al final vamos a ir a una fiesta? —preguntó May.
—¡¡¡Bieeeen!!! ¡Fiesta! —exclamó Ayumi con ambos brazos levantados.
—¡Oye, oye, oye! ¡Absolutamente nadie de aquí ha accedido ir a esa fiesta! —exclamó Ayato—. Además, tampoco es que quiera ir con estos cuatro tipos de aquí.
—Yo tampoco quiero ir a una fiesta para ricachones llena de ricachones. ¡Menos con todos vosotros! —dijo Yuma.
—Yuma, no seas maleducado —lo regañó Ruki—. Y tal como acaba de decir Reiji, sería descortés rechazar una invitación de alguien tan importante.
—¿Eso significa que iremos todos? ¡Genial! —exclamó Kou con entusiasmo.
—Nunca antes había ido a una fiesta así —dijo Yui—. Y va a ser por Nochebuena, ¡a lo mejor es divertido!
—Dices eso ahora, pero estoy segura de que todas nosotras seremos las únicas humanas de allí. Todos los demás serán vampiros, ¿verdad? —señaló Kaitleen.
Todas las chicas desviaron la mirada con incomodidad.
—Pero es la madre de Subaru quien nos ha invitado, ¿no? —recordó Yui—. Y ella quiere conocer a Claire, así que no creo que nadie vaya a tener malas intenciones con nosotras.
—Bitch—chan tiene un punto —dijo Laito—. Pero eso no evitará que unas cuantas personas se os queden mirando.
—¿Qué hacemos al final? —preguntó Rosaura—. ¿Vamos o no?
—Aceptaremos la invitación —decidió Reiji—. Eso sí, tenemos que informar a Subaru de esto, él es el único ausente aquí. Iré a hablar con él.
—Conociéndolo, lo más seguro es que se negará a ir —comentó Shu.
—Si no te importa, Reiji, ¿podría ir yo a hablar con él? —preguntó Claire—. Sin ánimo de ofender, no creo que quiera escucharte hablar, parece que tiene decidido no ir...
Reiji la miró y suspiró.
—Admito que incluso yo tengo dificultades para hablar con él o hacerlo entrar en razón, puedes intentarlo.
—Claire, si subaru no quiere ir a la fiesta contigo, ¡me ofrezco a ser tu pareja para acompañarte!
La chica suspiró.
—Eres muy amable Kou, pero creo que me las apañaré —contestó.
—Será una fiesta de Nochebuena, así que me imagino que habrá muchos dulces y pasteles de todo tipo —dijo Kanato con un poco de exhaltación por la idea—. Y por supuesto, May irá solamente conmigo, ¿verdad, May?
May suspiró alegremente.
—¿Con quién más iría? —preguntó retóricamente.
—No me importa que sea una fiesta, te seguiré vigilando —le avisó Claire a Kanato.
Él rodó los ojos como respuesta.
—Vigilar... —comentó Azusa tras oír aquella palabra—. ¿Creéis que el Señor de la capa roja estará allí?
—¡Síiiii! ¡Que venga el Señor de la capa roja! —exclamó Ayumi dando alegres palmadas.
Algunos se miraron entre ellos.
—No sabría decir con exactitud, pero no me extrañaría. Ese tipo nos ha estado vigilando desde hace mucho tiempo —razonó Ruki.
—¡Qué miedo! —se estremeció Kou—. ¡Es como tener un acosador cerca!
Horrorizada, Rosaura soltó un respingo.
—¿Rosaura? —preguntaron Yui, Kaitleen y Claire con preocupación.
—¿Qué pasa? —preguntó Azusa.
—Nada, estoy bien —aseguró Rosaura—. Perdonadme.
—Kou, sé que no tenías malas intenciones. Pero ten cuidado de no usar esa palabra tan a la ligera delante de ella —le dijo Kaitleen.
—¡He dicho que estoy bien! —insistió Rosaura con firmeza.
—¿Rosaura? —preguntó Ayumi con preocupación. Laito le sujetó los hombros con suavidad para transmitirle calma.
—¡Perdón...! —exclamó la hermana más mayor.
Reiji le rodeó la espalda con un brazo.
—No tienes por qué disculparte. Tranquila, no va a pasar nada —le dijo para intentar calmarla—. Continuaremos hablando de esto más tarde, podéis volver a lo vuestro. Claire, cuento contigo para hablar del asunto con Subaru, avísame si obtienes algún resultado. No creo que sea complicado contigo, pero si él no accede, trataré convencerlo yo.
—De acuerdo.
Todos iban a irse cuando Reiji, aún sujetando a Rosaura, volvió a hablar:
—Se me olvidaba —dijo—. Sé que se trata de una fiesta familiar para la víspera de Navidad, pero espero que todos seáis conscientes de lo que ocurre antes de eso.
—¿Eh? ¿El qué? —preguntó Ayato.
—Cierto —comprendió Ruki—. Dentro de poco serán los exámenes trimestrales.
—¡¿Eh?! —exclamaron algunos.
—¡Qué aguafiestas! —exclamó Laito—. ¡Ya me estaba emocionando por la fiesta!
—Ya que se trata de una celebración familiar, no os vamos a prohibir ir si no aprobáis los exámenes —dijo Reiji—. Pero después de la fiesta seréis forzados a ir a clases de recuperación si suspendéis más de dos exámenes.
—Lo mismo digo para vosotros, hermanos míos —añadió Ruki.
—¡Despiadado! —exclamó May—. ¡Eso solo me va a poner más nerviosa!
—¡Y yo también! —dijo Kou.
—Pues será mejor que os preparéis bien —contestó Reiji.
Tras eso, como era costumbre tras una reunión como aquella, todos se fueron uno a uno a lo suyo.
Yui no desaprovechó la oportunidad para hablar con Ayato y se paró a hablar con él en el pasillo.
—¿Qué piensas sobre esta fiesta, Ayato? —le preguntó. Era mejor empezar con aquello e ir poco a poco con lo que le preocupaba.
—Es una simple fiesta para celebrar una festividad que se celebra cada año, para mí no es gran cosa —respondió él.
—Me lo imagino, para un vampiro debe ser diferente —dijo ella—. Pero por lo menos estaremos este año todos juntos, tus hermanos, los Mukami, las chicas... tú y yo. Sería divertido, ¿no crees?
Ayató le dirigió una mirada llena de curiosidad.
—¿Estás interesada en eso? —le preguntó.
Yui parpadeó confundida por la pregunta.
—Sí. Creo que sería divertido, y así estaríamos todos juntos.
Ayato desvió la mirada, pensativo, y reprimió una risa.
—Por lo menos no es el viejo obligándonos a hacer algo —dijo con una de sus típicas sonrisas atrevidas—. Pues si a ti te interesa, a mí también.
—¿De verdad? —preguntó Yui, emocionada.
—Sí, pero con una condición.
—Cómo no... —pensó ella con desengaño—. ¿Y cuál es?
Ayato le rodeó la espalda con el brazo y la acercó a su cuerpo. Yui pensó que le iba a morder el cuello, pero él se limitó a decir:
—Tienes que estar conmigo todo el rato —le dijo—. No solo porque habrán muchos vampiros allí que querrán hacerte daño y apartarte de mí, sino porque deben saber que tú eres solamente mía.
Yui suspiró, ahí estaba él diciendo aquello otra vez...
—En resumen, solo puedes estar conmigo. Bueno, también puedes estar con las chicas, pero el único chico al que debes mirar soy yo, ¿entendido?
Yui rió divertida.
—Pero Ayato, ¿a quién más voy a mirar si eres tú el único al que quiero?
—¡Sabía que dirías algo así!
La levantó del suelo y giró alegremente con ella, provocándole todavía más risas.
—¡Ayato! ¡Alguien nos podría ver!
—¡Entonces que nos vean!
Cuando se calmaron, Ayato volvió a ponerse serio.
—Eso sí... —le dijo—. Allí en la fiesta, tengo que decirte algo.
—¿El qué? ¿No me lo puedes decir ahora? —le preguntó Yui.
—Te prometo que entonces te lo diré todo, la razón por la que he estado tan... distante contigo estos últimos días.
—Ayato, he estado muy preocupada. ¿De verdad no me lo puedes decir?
—Perdón por preocuparte, de veras que lo siento. He estado buscando la mejor situación y esa fiesta a la que quieres ir es perfecta. Solo espera un poco más, te prometo que no es algo de lo que debas preocuparte, así que... ¿Puedes esperar?
Yui no recordaba la última vez en que Ayato le había hablado con tanto sentimentalismo, casi impropio de él. Lo miró con intriga y una nueva inquietud; no le gustaba que Ayato le guardara tantos secretos, pero la situación parecía preocuparlo y no quería agobiarlo demadsiado con tantas preguntas. Además, confiaba en él.
—De acuerdo, esperaré —respondió ella—. Pero yo también tengo una condición.
Fue el turno de Ayato de verla con sorpresa.
—Y... ¿cuál es?
—Que tú y yo estudiemos juntos para los exámenes de este mes.
—¿¡Eh!? —exclamó él con indignación—. ¿¡De verdad era necesario arruinar el momento con eso!?
—Tú mismo lo has dicho: me contarás todo en la fiesta —dijo Yui con picardía—. Y Reiji nos ha dicho que no podremos ir si suspendemos.
—¡Eso no es verdad! ¡Dijo que después de la fiesta nos mandaría a clases de recuperación!
Yui fingió sorpresa.
—¡Cierto, me he confundido! Pero si tú suspendes, tendrás que pasar las vacaciones de invierno sin mí. Y yo no pienso suspender.
Ayato gruñó con frustración.
—Además —continuó Yui—. Ya que me has ignorado estos últimos días y no piensas decirme la razón hasta dentro de unas semanas, esta es una buena forma de compensármelo. Estudiaremos juntos y aprobaremos todo, así podré escuchar lo que me tengas que decir sin que yo tenga más preocupaciones por lo que pase después.
Derrotado, el vampiro suspiró.
—De acuerdo, haremos eso —contestó.
—¡Bien! —exclamó Yui, triunfante.
—Pero creo que voy a necesitar de tu sangre —contraatacó él—. Voy a necesitar energía para poder estudiar.
—Pues tendrá que ser poca sangre, yo también la necesito para mantener fuerzas.
—Me parece bien.
Yui no pudo evitar sentir sopresa por aquella respuesta.
—Antes no quisiste beber de mi sangre, ¿por qué?
—Simplemente no me apetecía, ¿tantas ganas tienes?
Ella no diría exactamente la verdad si respondiese "no".
—Tal vez... —dijo de forma —. Pero ya dejaremos eso para cuando comencemos a estudiar.
Ayato la cogió de la mano y tiró suavemente de ella.
—¿Entonces a qué estamos esperando? ¡Pongámonos a ello ahora mismo!
Ella se esperaba de todo menos aquello y perdió la fachada pícara.
—¡Espera! Aún nos queda tiempo. ¡Podemos tomarlo con calma!
—¡Tranquila! Te prometo que beberé poco y que sacaré las mejores notas de la escuela —rió alegremente—. Así me aseguraré que no preocuparte más.
Pero se alegraba de verlo así de decidido y de volver a pasar tiempo con él como antes.
Por otra parte, Claire conocía a Subaru lo suficiente para saber a dónde se iba cuando prefería estar solo: si no era su habitación, era el jardín o cualquier lugar de casa poco frecuentado.
Al menos era así en la mansión Sakamaki, ahora se encontraban en un lugar completamente distinto lleno de gente. Así que la mejor opción, por no definirla como la única, era el jardín con rosas.
Su intuición resultó acertada tras ver un rastro de rosas cortadas y pétalos blancos desperdigados por el suelo de parte con rosales blancos, como si alguien los hubiera cortado o arrancado.
Levantó la mirada y observó al vampiro de pelo blanco de espaldas, sujetando su daga plateada en la mano izquierda. Se acercó a él con cautela.
—Reiji te ha mandado a hablar conmigo sobre la fiesta, ¿verdad? —le preguntó sin darse la vuelta.
—En realidad he venido aquí por cuenta propia... Pero no te obligaré a hablar de ello si no quieres.
Subaru acercó la daga a unos centímetros por debajo del rostro.
—No lo entiendo... —murmuró—. ¿Por qué quiere volver a hablar conmigo de esta forma? ¿Y así de repente?
—La vimos hace poco, pero ¿cuándo fue la última vez que hablaste con ella? —le preguntó Claire.
—Ni yo lo recuerdo exactamente, por lo menos hace unos cuantos meses. Aquella vez me reconoció por un rato.
Claire le dirigió una mirada de tristeza.
—Y también quiere conocerme. Se nota que Ayumi le ha hablado mucho de mí...
—¡Eso es lo peor de todo! —exclamó Subaru con energía—. ¡No entiendo por qué quiere hacerlo!
—¿Tan malo es? —le preguntó ella.
Subaru se dio cuenta del tono de su voz y desvió la vista con arrepentimiento.
—Perdóname —le dijo—. El caso es que... no quiero que la conozcas.
—¿Por qué?
—Presta atención, a mí no me importa si empieza a gritarme o a insultarme. Pero no quiero que te haga daño.
—Pero parece estar bien, por lo menos la hemos visto tranquila con mi hermanita. Si nos ha invitado, debe significar que realmente quiere conocerme.
—Ese es el problema: a veces ella está en sus cabales, pero solo a veces. Es poco común.
Claire se acercó más a él.
—Subaru, sé que has pasado momentos duros, yo también. Pero ahora podemos aguantar cualquier cosa juntos. Como el incidente con los Mukami, aún recuerdo la forma en que llamabas mi nombre... No me importa lo que me diga tu madre después de todo lo que hems vivido.
Subaru suspiró con exasperación.
—Eso no cambiaría el pasado —dijo.
—Lo sé, y sé que tu madre y tú habéis sufrido mucho. Pero tengo la esperanza que las cosas van a mejorar entre vosotros, esa es una de las razones por las que en parte me gustaría conocerla.
Subaru soltó un respingo de horror.
—¿¡Cómo puedes decir eso!? ¡Olvídalo! Solo vas a acabar herida. ¡No voy a ir a esa fiesta! ¡Tú tampoco deberías!
—Subaru... —murmuró ella con preocupación.
—Además, ¿por qué quieres conocer a mi madre? ¿No te basta con saber de ella por mí?
—Yo... Subaru, sé que tu relación con tu madre es complicada, y tal vez no tenga derecho a decir cómo deberías relacionarte con ella. Pero yo... Creo que deberías aprovechar que la sigues teniendo —su voz se quebró—. Yo perdí a mi madre hace años, la echo mucho de menos. ¡Da... Daría lo que fuese por verla una vez más!
Subaru eliminó su expresión de severidad inmediatamente tras verla así.
—Claire...
Ella se limpió las primeras lágrimas que asomaban en sus ojos.
—¡Perdón! ¡Estuvo de más decir eso! ¡Olvida lo que he dicho!
Subaru la envolvió en un reconfrtante abrazo.
—No tenía ni idea de que te sentías así...
—¡Lo siento mucho!
—No digas eso. Estoy aquí, no te soltaré hasta que te sientas mejor.
La chica hundió la cara en el pecho de su amado, él la acarició suavemente para darle apoyo y consuelo, pudo notar el calor de las lágrimas humedecer la tela de su camiseta.
Cuando se relajó, Claire apretó su agarre y lo miró. Él le limpió el resto de sus lágrimas, la temperatura fría de sus manos contrastaba con la ardiente piel de su cara.
Ella se sorbió la nariz.
—Perdóname, no era mi intención ponerme así —dijo.
—Te he dicho que no tienes que pedir perdón —le recordó Subaru—. Esto... ¿realmente quieres ir a esa fiesta y conocer a mi madre?
Claire desvió la mirada.
—Es posible que los demás irán a la fiesta, y tengo ganas de ir. Es cierto que a mí también me preocupa el estado de tu madre, ¡pero tampoco quiero huir de eso! Como he dicho, tengo esperanza de que si ella estuvo bien con una niña pequeña, lo estará también contigo. Y se ve que ella te importa, por eso me gustaría conocer a alguien importante para ti. Siento que te conocería aún mejor si lo hiciese.
Subaru la sujetó por los hombros.
—Yo también quiero conocerte mejor: tu cuerpo, tu corazón... todo de ti —le aseguró—. Y tienes razón, no debería ignorarla tanto cuando tú perdiste a la tuya —sonrió y recogió del suelo una rosa blanca cortada—. De acuerdo, no te dejaré sola, iré contigo a la fiesta.
Le tendió la flor y ella la cogió. Le recordó al tierno y divertido momento en que él se había confesado por medio de Ayumi, cuando ella le dio la rosa blanca en su lugar.
—¿De verdad?
—Sí, pero con la condición de que te quedes a mi lado constantemente. ¿Entendido?
Ella le devolvió el abrazo.
—¡Clarísimo!
Se mantuvieron en aquella posición por un minuto hasta que se separaron.
—Volvamos dentro —sugirió Subaru—, antes de que haga frío.
La cogió de la mano libre y se dirigieron juntos a la mansión.
—¿Sabes? —le dijo Claire con un poco de picardía—. Menos mal que has accedido ir conmigo, porque Kou dijo que si no eras mi pareja para la fiesta, lo haría él.
—¡¿Qué?! ¡Cómo vea a ese bastardo le daré una buena tunda!
Claire se rio.
—Tranquilo, estoy segura que estaba de broma. Además, le dije que no.
—¡Aún así! Tiene agallas para decirte algo así.
Claire le agarró el brazo y apoyó la cabeza ahí.
—¿Qué voy a hacer contigo?
Aún les quedaba tiempo para aquel evento, pero iban a mantener la calma juntos hasta entonces.
[Publicado el 16-8-2021]
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