35. Compañías
-¡Ayato! Se me ha ocurrido una idea genial -exclamó Laito al ver a su hermano salir de la última clase de aquel día.
-Tratándose de ti seguro que no es nada bueno -bufó Ayato como respuesta.
-¡Vamos, no seas así! -se quejó Laito de forma juguetona-. Esta vez es algo que te podría interesar: he pensado que ya que Kanato, tú y yo tenemos pareja cada uno, podríamos ir los seis juntos en una cita triple. ¿Qué te parece?
-Me parece una pérdida de tiempo.
-¡Venga, anímate! Seguro que a Bitch-chan le entran ganas.
-¿Ocurre algo? -preguntó Yui asomándose por la puerta tras ser mencionada por aquel apodo tan irrespetuoso.
-¿Qué me dices de una cita triple, Bitch-chan?
Yui le dirigió una mirada confusa.
-¿Qué quieres decir?
-Kanato y May, Ayato y tú, y Ellie y yo, ¡los seis juntos pasándolo bien en algún sitio de la ciudad!
-No suena mal -respondió Yui con una adorable sonrisa-, hace mucho que no hacemos algo así.
-¿¡En serio!? -preguntó Ayato, incrédulo.
-¿Por qué? ¿Qué tiene de malo? -le preguntó Yui a su vez, extrañada.
-¡No quiero perder el tiempo saliendo por ahí con este pervertido! Seguro que planeas algo sucio entre manos.
-¡Jo! ¿Por qué dices cosas tan crueles de mí, Ayato? Mi intención es pasarlo bien todos juntos, tampoco me parece tan raro.
-¡He dicho que me niego! -dejó en claro Ayato.
-¡Piénsatelo, Ayato! -exclamó Yui con una idea en mente para convencerlo-: Podríamos ir todos juntos a tomar algo, incluso podríamos comprar takoyaki.
La expresión de Ayato cambió por completo.
-¿De verdad? -preguntó, movido por la tentación.
-¡Claro! Me he enterado hace poco que acaban de abrir un nuevo puesto de comida especializado, quería ver qué tal estaba para ir contigo.
-¡Parece interesante! -siguió el juego Laito-. Sería probar algo nuevo.
-¡Vale, de acuerdo! -acabó por exclamar Ayato- ¡Te enterarás si después niegas querer ir allí, Laito!
-¡Vamos, Ayato! ¿Acaso te he dado motivos para dudar de mí? -preguntó con picardía.
Los hermanos peleándose y Yui riendo divertida al verlos no se fijaron que pasó de largo Rosaura. Ella tampoco les hizo mucho caso, estaba ocupada. Iba con una compañera que no conocía de mucho, les había tocado limpiar las mesas de su clase aquel día e iban a devolver los productos de limpieza en su lugar correspondiente.
-¿Esa era tu hermana? -le preguntó la compañera.
-No, Ellie es un poco más bajita. Esa era Yui Komori.
-¿La chica que vive con los Sakamaki?
-Sí, pero nos llevamos muy bien con ella, es como una hermana más.
-¡Qué suerte tenéis todas! Yo soy hija única... ¡Es aquí!
La conversación fue interrumpida al abrir el armario de objetos de limpieza. Rosaura frunció el ceño al ver ahí dentro una mesa, como las de su clase. La superficie estaba tapada por una delgada capa de polvo y dos cubos de metal, pero unas marcas de rotulador se veían por las esquinas.
-Conque la pusieron aquí -comentó la chica.
-¿Qué quieres decir? -le preguntó Rosaura.
-Esta era la mesa de ese estudiante que murió: Isamu Kawayama. Estaba en mi clase.
Un respingo se escapó del aliento de Rosaura al escuchar el nombre de su antiguo acosador.
-Deben de haberla llevado aquí para intentar quitarle las marcas, pero parece que aún no lo han logrado y la llevaron aquí mientras tanto.
Quitó lo que estaba encima y le limpió el polvo con uno de los trapos que tenían a mano. En la superficie de madera aún se podían ver los insultos que Ayato y Kanato habían escrito con rotulador permanente tras el asesinato.
Estaban escritas en letras de distintos tamaños cosas como "Imbécil", "Gusano", "¡Acosador!" y la que más le gustaba: "APESTOSO", en letras mayúsculas; los Sakamaki siempre habían destacado su horrible olor.
Sonrió al recordar a Reiji regañarlos por aquella gamberrada, ellos se defendieron diciendo que se lo merecía. Aquello le había hecho sentir que Reiji no era el único de los Sakamaki que la apoyaba en aquella situación de pesadilla.
Por otra parte, la otra chica no parecía contenta en absoluto.
-¡Esos Sakamaki! He oído cosas sobre ellos, pero con esto se pasaron. Han puesto incluso: "¡Disfruta del Infierno, subnormal!" ¡Qué falta de respeto para un chico tan majo que ni siquiera conocían!
El corazón de Rosaura dio vuelco aún mayor. ¿Había oído bien?
-¿De qué estás hablando?
-Kawayama era un chico muy majo y considerado. Siempre estaba sonriendo y nos ayudaba a algunas alumnas a repasar algo que no entendíamos en clase.
Rosaura intentó mantener la calma y decidió disimular.
-¡Debes de estar de broma! Yo no lo conocía de nada, pero decían que intentó sobornar a dos profesores y que una chica se sentía incómoda junto a él.
-¡Claro que lo conocías! -exclamó ella, sorprendida- Él me pidió que no se lo dijera a nadie, pero me confesó que había venido por ti.
Rosaura volvió a lanzar otro respingo, esta vez de horror.
¿Por qué aquella pava seguía hablando del tema alegremente? ¿Acaso no se daba cuenta que hablar de él la ponía de los nervios?
-Me dijo que estabais juntos y lo dejasteis porque querías centrarte en los estudios, por eso se había cambiado al mismo centro escolar que tú para estar contigo. ¡Eso sí que es suerte! Es una pena que lo hayas perdido, lo siento...
Le empezaron a temblar los brazos, pero Rosaura continuó manteniendo la compostura.
-¡Eso es mentira! ¿De verdad te dijo eso? ¡Fui yo quien lo rechazó desde el principio porque era un asco de persona que no me dejaba en paz!
A pesar de hablar de forma clara, la chica aún parecía confundida.
-¿Lo dices en serio? Como Kawayama también decía que te dejaba regalos delante de la puerta de tu casa, pensaba que...
La imagen mental de un fondo verde con puntos rojos fue la gota que colmó el vaso. Rosaura soltó lo que tenía en las manos y salió corriendo de allí.
No le dio tiempo a la chica a preguntar qué le pasaba. Sus hiperventilaciones aumentaban a medida que se alejaba.
Las pocas personas que quedaban en los pasillos la miraban con sorpresa y preocupación.
Entró en la enfermería sin llamar a la puerta. No había nadie allí, la enfermera debía haberse ido.
Cerró la puerta detrás de ella con la misma fuerza con la que la abrió y apoyó la espalda sobre ella al sentarse.
Se llevó las manos al pecho para volver a mantener la calma.
No lo entendía. Había pasado poco más de un mes desde que se liberó de aquel monstruo, estaba saliendo con un chico que le correspondía los sentimientos y vivía bien. Se suponía que lo había superado, ¿por qué le venían a la mente imágenes de sus pesadillas?
Respiró y trató de no pensar en ello, ya era una cosa del pasado que no iba a volver a molestarla. Se tumbó sobre una de las camillas y terminó de calmarse ahí.
Todos la estaban esperando dentro de la limusina para volver a casa. Los Mukami ya se habían ido caminando, no había espacio para dieciséis personas y no querían compartirlo con ellos.
-¿Todo bien, Rosaura? -le preguntó Yui, preocupada tras ver su expresión cabizbaja.
-Sí, estoy bien, gracias -respondió forzando una pequeña sonrisa.
-No ha ocurrido nada extraño, ¿verdad? -le preguntó Claire.
-Estoy bien, ¡de verdad! -insistió- Solo un poco agotada, nada más.
Su abrupto silencio indicó que no respondería otra cosa.
El ambiente del interior del vehículo se mantuvo animado con los planes de Laito para la cita triple que tanto deseaba; Ayato seguía imponiendo sus condiciones. Por su parte, Kanato no parecía muy entusiasmado, pero aclaró que con tal de ir con May a algún sitio con buenas tartas accedería ir.
Rosaura los miró risueña. Le llegaron a la cabeza los momentos que pasó con Reiji, la mayor parte del tiempo en casa.
Yumi los recibió en su llegada, con eso el chico misterioso se marchó.
Antes de poder pensar qué hacer en aquel momento, Rosaura sintió a Yumi tirar de sus medias.
-Quiero galletas. ¿Me puedes dar? -le dijo la niña.
-¿Cómo se pide?
-Por favor.
-Muy bien, vamos.
La cogió en brazos y fueron a la cocina. Allí estaba Ruki, dándoles la espalda.
-¡Hola, señor que da miedo! -lo saludó Yumi.
Ruki se giró hacia ellas con una mirada severa.
-Sois vosotras -comentó con poco interés.
-¡Aún no es la hora de comer antes de dormir! -exclamó Yumi- ¿Qué haces?
Ruki arqueó una ceja, pero su mirada se relajó.
-Aún no voy a cocinar nada, estoy revisando si falta algo para la cena de esta noche.
-¿Y qué vas a hacer? -preguntó mientras su hermana mayor la colocaba en el suelo y abría uno de los armarios de la parte superior de la cocina.
-Tengo varias opciones pero ¿qué prefieres, Ayumi: carne o pescado?
Rosaura no lo miró a la cara, pero le llamó la atención que un tipo como aquel le preguntara a una niña de tres años qué le apetecía cenar.
-¡Puedes llamarme Yumi! -insistió la niña.
-Pero ese es tu nombre, ¿verdad? No debería importarte mucho.
-¿Qué? -preguntó ella sin entender a qué se refería.
-A Yumi aún le cuesta un poco comer pescado -respondió Rosaura-, la estamos acostumbrando con varitas de pescado, pero puedes cocinar lo que prefieras.
Le tendió dos galletas a Ayumi y ella se marchó corriendo con ellas. Los dos jóvenes la observaron desaparecer por la puerta.
-Comprendo que no tenga ni cinco años, pero deberías controlar esa forma suya de saludar -le reprochó Ruki.
-Tampoco la culpo -respondió ella-, todavía le das mala espina desde que te conoció, una vez incluso dijo que tienes cara de querer matar gatitos.
Por primera vez en lo que llevaban compartiendo techo, Ruki parpadeó un par de veces.
-Curioso que diga eso siendo tan joven, ¿lo ha sacado de alguna de vosotras o de los Sakamaki?
-A saber... De mí seguro que no.
-Me lo imagino. Por cierto, deberías descansar un poco, pareces cansada.
-¿Por qué lo dices?
-Al salir de clase te vi ir corriendo hacia la enfermería, parecías asustada por algo.
Volvió a su mente la razón.
-No es que me preocupe por ti, simplemente no quiero que después causes problemas por descuidarte.
-Tomo nota de eso -respondió ella sin dar importancia a lo que dijo-. En fin, ya nos veremos.
Aún con la inquisitiva mirada del vampiro fijada sobre ella, Rosaura se fue de ahí.
Abrió la puerta de su habitación, Reiji no estaba allí. Se cambió el uniforme por ropa cómoda mientras hacía una lista mental de lo que podría preparar la cena, Ruki se había ofrecido para cocinar la cena de aquel día, pero nada quitaba que solo cocinara para él y sus hermanos, después de todo si los Sakamaki no solían comer, él no tendría por qué preparar nada para siete chicas humanas con las que no se llevaba bien. Aunque le parecía extraño que le preguntara a su hermana pequeña qué quería de comer.
-Vale, todo bien -pensó para sus adentros-. No le des vueltas a nada más.
También se dio cuenta que su manera de mantener la calma inspirando profundamente había sido una costumbre en ella desde que puso los pies en aquel caótico lugar por primera vez.
Salió al jardín para tomar un poco el aire. El jardín apenas llegaba a la mitad del gran tamaño de la mansión Sakamaki, pero la luz de la luna hacía resaltar su belleza. Cerca de la puerta de entrada se encontraba el huerto de verduras en el que Yuma había transplantado la mayor parte de los cultivos que había traído de su casa, el resto del exterior estaba compuesto por una bonita fuente de piedra, que emanaba agua desde la parte superior, rodeada de arbustos de rosales, similares a los de la mansión Sakamaki.
No le pareció extraño que a los vampiros les gustaran tanto el aspecto de las rosas, eran tan bonitas y se les podía atribuir tantos significados...
Entre la oscuridad, divisó a lo lejos una figura revisando los rosales. Se acercó con cautela para identificarlo, pero se alivió y aceleró el paso al reconocer a Reiji. El vampiro se giró a verla al escuchar sus pasos.
-¡Hola! -lo saludó.
-¿Qué tal? -le devolvió el saludo- ¿Qué te trae por aquí en esta noche?
-Nada en especial, solo quería caminar un poco.
-¿No has venido a verme? -preguntó él con tono de broma.
-No sabía que estabas aquí, así que no -admitió Rosaura-, pero me alegro de verte. ¿Qué haces?
Reiji miró las rosas.
-Quería ver si se encontraban en buen estado, por el momento veo que están bien podadas y no tienen plagas de insectos.
Comenzaron a caminar.
-Claro, por eso último tuvimos que salir de casa -recordó Rosaura.
-Exacto, tener más bichos por aquí es lo último que necesitamos.
Reiji bajó las comisuras de su sonrisa.
-Estuviste muy callada en el camino de vuelta -dijo Reiji-. ¿Ocurrió algo?
Rosaura lo miró.
-Nada, estaba cansada después de limpiar la clase. Ahora estoy bien.
Reiji paró y la miró con preocupación.
-¿De verdad? La cara que ponías no parecía de cansancio, y tardaste un poco en reunirte con los demás.
Rosaura desvió la mirada.
-No pasó nada, de verdad.
Reiji suspiró:
-De acuerdo, pero recuerda que puedes contar conmigo por lo que sea.
Continuó caminando, pero Rosaura lo detuvo por el hombro.
-Espera, en realidad no fue gran cosa pero...
Reiji la miró fijamente.
-¿Qué pasó?
-Cuando terminamos de limpiar, la chica con la que estaba y yo encontramos la antigua mesa de Kawayama. Ella empezó a decir cosas y...
Reiji la detuvo agarrándola de la mano.
-Tranquila, no digas nada más. ¿Estás bien?
Rosaura frunció el ceño, frustrada
-Ahora sí, pero lo que me molesta es que aún no soy capaz de sacármelo del todo de la cabeza. ¡Ya no debería darme miedo y yo...!
Reiji le acarició el pelo para calmarla, ella lo miró extrañada.
-Es normal que te sientas así, pasaste mucho tiempo sufriendo por culpa de un hombre del que hace relativamente poco te libraste. Nunca he estado en una situación así, pero hay veces que algo malo se te queda dentro por algún tiempo.
-Lo sé, pero aún así...
-No digas nada más. Vamos dentro, empieza a hacer frío.
Rosaura esperó en la sala de estar hasta que Reiji regresó con una bandeja sobre la que reposaban dos tazas y una tetera humeante.
-Gracias por la espera -dijo mientras la dejaba sobre la mesa-. Sé que no son como las tazas de mi colección en casa, pero es lo que tenemos.
El aroma del té inundó la zona al ser servido en las delicadas porcelanas y le tendió una de ellas a Rosaura.
-Gracias -contestó ella al recibirla.
-Aún está caliente, ten cuidado -le recordó el vampiro mientras se sentaba a su lado en el sofá.
-Tranquilo -entonces dejó la taza sobre la mesa nuevamente y lo miró-. ¿Querías hablarme de algo?
-No necesariamente, pensé que sería el momento ideal de alejarnos de los malos pensamientos con un buen té. Créeme, a mí me ayuda mucho.
Rosaura no pudo evitar reprimir una risa.
-Además -continuó Reiji-, pensé que esto estaría bien mientras decidimos qué preparar hoy para la cena.
Ella lo miró con curiosidad.
-¿Y eso? Hoy le toca a Ruki cocinar.
-¿Estás insinuando que su cocina es mejor que la mía o la tuya? -le preguntó con picardía.
-No, pero habíamos acordado en tomar turnos. ¿Recuerdas?
-Por supuesto. Pero ¿qué te hace pensar que él hará algo para alguien más que sus hermanos?
-Eso mismo pensé antes.
-Entonces no se hable más, cuando terminemos aquí iremos juntos a comprar lo necesario -decidió Reiji.
-¿No tenemos suficiente comida aquí?
-Somos más de diez personas en esta casa, y aunque mis hermanos y yo no estemos comiendo mucho, creo que será necesario abastecernos con más.
-En eso te doy la razón. Avisemos a los demás antes de salir.
Unas horas después, la pareja se encontraba en la calle, cada uno con dos bolsas hasta arriba de comida.
Reiji miró a Rosaura.
-¿No te pesa? -le preguntó.
-No, por el momento estoy bien -respondió ella sujetando mejor las asas de las bolsas.
-Tu cara dice todo lo contrario -suspiró el vampiro-, tal vez hemos comprado más de lo necesario.
-No, no pasa nada.
-Anda, pásame la que más te pese.
Ella arqueó una ceja.
-¿Por qué? Ya tienes dos en cada mano.
Como respuesta, Reiji agarró sus dos bolsas con una sola mano y le quitó una a Rosaura.
-¿Lo ves? Tienes la mano roja y todo.
La joven lo admitió al sentir alivio en su mano derecha. No se esperó que Reiji fuera a agarrársela mientras sujetaba las tres bolsas en su otra mano.
-Caminemos así, ahora que tienes una mano libre.
-Pero ¿no te pesa ahora más a ti? Parece que se van a romper en cualquier momento.
-Tranquila, no va a pasar nada.
Rosaura lo miró para dirigir la vista hacia sus manos unidas y sonrió. Aquello le hacía demostraba que Reiji le importaba y se preocupaba por ella. Incluso había dejado de pensar en lo que le había ocurrido antes.
El buen momento para decirle lo que pensaba se interrumpió cuando pequeñas gotas de agua precipitaron rápidamente al suelo, cada vez con mayor fuerza y cantidad.
-¡El tiempo dijo que no iba a llover! -se quejó Rosaura.
-Pues se ha vuelto a equivocar -respondió Reiji- ¡Démonos prisa en volver!
En su regreso cerraron la puerta casi de golpe. Allí, Yui y May los estaban esperando con unas toallas.
-¡Madre mía! -exclamó May- ¡Estáis calados hasta los huesos!
-Supusimos que os iba a pillar la lluvia -dijo Yui-, aquí tenéis.
Les tendió las toallas y Rosaura se apresuró en secarse la cara y el pelo. Reiji hizo lo mismo.
-Gracias, chicas -dijo la joven.
Yui cogió del suelo dos de las bolsas con la compra.
-Ten cuidado, pesan mucho -le advirtió la mayor.
-Cuesta creer que habéis venido corriendo con esto -comentó Yui mientras hacía fuerza en los brazos.
May agarró las otras dos bolsas.
-Nos encargaremos de guardar todo -informó.
-Vosotros cambiaos de ropa antes de que pilléis un resfriado -les aconsejó Yui.
-Por lo menos tú, Rosaura -le dijo su hermana menor al ser consciente de que Reiji era un vampiro inmortal que no pillaría enfermedades.
Pero frunció el ceño confundida cuando dicho vampiro fue el primero de los dos en estornudar.
-Veo que no solo yo debo darme prisa -comentó Rosaura mirando a su pareja.
Ahora fue Reiji quien frunció el ceño para ocultar su vergüenza.
-Vamos, Rosaura, no perdamos tiempo y vayamos a nuestra habitación.
Y fue lo que hicieron.
Tras cerrar la puerta, lo primero en lo que pensó Rosaura fue cambiarse la ropa de inmediato.
-Espera -la detuvo Reiji al verla-, estás empapada de cabeza a los pies, creo que no bastará con cambiarte.
-¿Qué quieres decir? -le preguntó ella mientras lo veía acercarse al baño.
-Coge ropa de cambio, mientras tanto yo llenaré la bañera.
-¿Por qué? No creo que sea necesario -contestó ella antes de estornudar.
-No voy a arriesgar a que te resfríes -insistió mientras se quitaba la chaqueta empapada-, no sería bueno si ocurriese. Trataré de ser rápido.
Entró en el cuarto de baño antes de darle tiempo a Rosaura a decir algo más. En cuestión de segundos se escuchó el agua correr.
Ella suspiró. Aquello era algo que tenían en común: la insistencia hacia los demás en hacer algo.
-Además -añadió Reiji al volver a su lado-, no creas que eres la única que necesita entrar en calor.
Rosaura lo miró con un poco de sorpresa.
-Entonces si vas a meterte antes, puedo esperar a que acabes, si es a lo que te refieres.
Él le devolvió la mirada con una ceja arqueada.
-¿De qué estás hablando? Creí que estaba claro que nos íbamos a meter juntos.
Las mejillas de la humana se encendieron.
-¿Eh?
-Cerraré la puerta de la habitación con llave para que nadie nos moleste.
Minutos después estaba dentro de la bañera, siendo delicadamente abrazada por detrás de su amado, sumergidos hasta los hombros.
La razón principal de Reiji de bañarse juntos era para no tener que esperar al otro para salir. Tampoco fue un problema para ella, era agradable sentir en la espalda el frío cuerpo del vampiro calentado por el calor del agua.
-Te has puesto tensa de repente -comentó Reiji-, ¿ocurre algo?
Ella negó con la cabeza. No era la primera vez que se veían sin una sola pieza de ropa, y habían llegado mucho más allá de unos besos y caricias por todo el cuerpo.
-No, todo bien. Simplemente pensaba que...
-¿...que es la primera vez que nos bañamos juntos? -completó él la frase, adivinando sus pensamientos- ¿Debo ser yo quién te recuerde lo que hicimos juntos aquellas noches? No deberías sentir vergüenza, ¿no?
Rosaura reprimió un suspiro al sentir la mano de su amado acariciarle la pierna.
-Vale, lo pillo. No es que me dé vergüenza, sino que es nuestra primera vez aquí, nada más.
-En eso tienes razón -afirmó Reiji antes de apartarle el pelo mojado al hombro derecho-. Entonces deberíamos hacerlo memorable.
No le dio tiempo a preguntarle a que se refería y tras colocarse mejor con ella, le acarició el hombro y el cuello con los labios, produciéndole escalofríos por la columna y un sonoro gemido.
-¿Podrías dejarme beber de tu sangre? Solo un poco.
Sin esperar a una repuesta, la mordió en el hombro, Rosaura apretó los ojos con fuerza.
-Tu sangre nunca había estado tan caliente -le dijo tras terminar-, siento como si me quemara por dentro. ¿Será por el agua o por estar en esta situación?
-Prefiero pensar que es lo primero -respondió ella de forma burlona.
-¿Tú crees? -preguntó él de la misma manera-. Que respuesta más simple.
Rosaura de soltó de su agarre y se giró a verlo.
-¿Simple? -le rodeó el cuello con los brazos y unió sus labios a lo de él con un beso-. ¿Qué me dices ahora?
-¿Eres consciente de lo que ocurrirá si continuas con eso? -le susurró.
-Me hago varias ideas -le respondió ella con el mismo tono de voz antes de besarlo con más intensidad.
Se separaron del beso entre jadeos.
-Creo que tendremos que salir antes de lo previsto -comentó Reiji antes de esbozar una sonrisa maliciosa-, una chica muy atrevida debe recibir un castigo.
Se alejó suavemente de Rosaura, agarró una de las suaves toallas que tenía cerca y salió de la bañera.
Rosaura esperó para mirarlo de reojo y asegurarse de que se había envuelto con la toalla. Volvió a sentir ardor en sus ya calientes mejillas al ver su firme y despejada espalda.
Decidió salir antes de quedar como una mirona y se apresuró en coger otra toalla.
Reiji sonrió al escuchar el sonido del agua y los pasos de su amada acercarse hacia él. Se volteó a verla.
-Será mejor que te seques bien el pelo -le dijo mientras usaba en ella la toalla que él había usado para el pelo y los hombros.
-Oye, hay algo que no te pude decir -le dijo.
-¿De qué se trata?
-Quería darte las gracias -recibió una mirada confundida-, por haberme animado antes. Iba a decírtelo pero entonces se echó a llover...
Reiji le dio un suave beso en la frente y tiró la toalla pequeña al suelo.
-No tienes que agradecer nada, te ayudaré en cualquier cosa que te pase. Sé consciente de eso siempre.
La humana sonrió y lo abrazó, hundiendo la cabeza en su fuerte pecho.
Su abrazo fue devuelto, pero en menos de un minuto la fuerza de los brazos que la rodeaban aumentó.
-Agárrate bien -le avisó.
Rosaura no tuvo ni tiempo de reaccionar al ser levantada del suelo y cargada en los brazos de Reiji.
-¡Eh! -exclamó antes de reír y rodearle el cuello con los brazos.
-Parece que esto te divierte -observó Reiji.
-Simplemente no me lo esperaba -le contestó alegremente.
-Entonces prepárate para lo que viene ahora.
Regresó con ella a la habitación y la colocó suavemente sobre la cama.
-¿Y si alguien llama a la puerta? -preguntó ella preocupada.
-No te preocupes, los familiares estarán vigilando.
Rosaura llegó a pensar que nunca entenderá cómo podían los murciélagos realizar tantas acciones.
[Publicado el 1/6/2020]
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