26. Recuperación
Se incorporó y salió de ahí, a pocos metros de ella estaba Ayato.
-¿Se puede saber por qué has tardado tanto? -preguntó incrédulo - ¡Creí que te había ocurrido algo!
-Siento haberte preocupado -se disculpó-. Pero ¿has visto a alguien salir de aquí antes de mí?
Él la miró interrogante.
-No, acabo de verte a ti -volvió a fruncir el ceño-. ¿Y ese olor? ¿Has estado con alguien?
-¡Era Kaitleen! -exclamó ansiosa- ¡Estaba aquí hace tan solo unos segundos!
El estupor de Ayato aumentaba.
-¿Cómo has dicho? ¿Lo dices en serio o te has vuelto loca?
-¡Fueron los Mukami, Ayato! -insistió-. ¡Están aquí y fueron ellos quienes se las llevaron! ¡Tenemos que hacer algo, vamos!
Empezó a correr hacia la salida.
-¡Oye, espera! -exclamó Ayato antes de seguirla -. ¿Cómo sabes todo eso? -preguntó al alcanzarla -. ¿No habíamos descartado a esos bastardos?
-Lo sé, ¡pero Kaitleen me lo ha dicho! Se las arregló para venir aquí y pedirnos ayuda, entonces alguien me empujó y desapareció con ella.
Ayato la detuvo antes de salir por la puerta de entrada.
-¿Y qué pretendes hacer? -preguntó.
-Debemos volver a casa y avisar a los demás, todos necesitan saberlo -su mirada de decisión se tornó en una de preocupación-. Tengo miedo por Kaitleen, sabía que lo que hacía era arriesgado y ahora...
No quería ni imaginarse lo que estaría pasando a su amiga. Ayato la cogió de la mano para darle ánimos. Ella lo miró a los ojos, su mirada y su sonrisa le otorgaban confianza.
-Pues no nos quedemos ni un segundo más aquí, ¡vamos, Yui! -dio un pequeño tirón y corrieron de camino a la mansión Sakamaki.
En la mansión, Rosaura estaba mucho más tranquila que aquella mañana. Había pasado el día con Reiji, quien le hizo el favor de llevar a Yumi a la guardería; aunque le había insistido en no hacerlo.
-No tenías por qué haberte quedado conmigo hoy -le dijo al estar solos tomando té en la habitación del vampiro-. Me sabe mal que hayas perdido las clases de hoy.
-No digas tonterías -respondió Reiji-, no iba a dejarte sola en una situación así. Y Yumi se ha alegrado mucho de que la haya llevado y recogido de la guardería.
-Aún así...
Reiji enarcó una ceja.
-¿Te han dicho alguna vez que eres muy persistente? -preguntó.
Ella le contestó con una mirada extrañada.
-Lo pregunto porque digo que está bien y tú continúas insistiendo en tener culpa de algo -respondió-, como si no quisieras que te ayudase.
-¡No es eso! -aseguró-. Solo es que...
Reiji dejó su taza en la mesa.
-Vamos, acércate -le indicó.
Con duda, se levantó y, siguiendo los gestos de la mano de Reiji, se sentó sobre su regazo.
Era la primera vez que hacían algo así, y no pudo ocultar su expresión de pudor acompañada por el rubor de sus mejillas.
-Mi deber como tu amante es estar a tu lado, y más cuando lo necesitas, como ahora -explicó -. Pero si tú misma te sientes mal por ello, tal vez te aliviaría darme una recompensa.
Ella lo volvió a mirar.
-Solo te hago una sugerencia. ¿O acaso tenías planeado hacerlo desde el principio? -bromeó -. ¿Finges que te parece demasiada mi ayuda para hacer alguna fechoría?
-Anda, para ya... -murmuró ella, sonriendo por fin -. Ya había pillado lo que querías decir... Pero supongo que no estaría mal darte las gracias con algo simple.
Le plantó un suave beso en los labios que él respondió de inmediato.
-No está mal -respondió él tras separarse -, pero también puedes darme otra cosa, algo que solo puedo recibir de ti.
Pillándolo, Rosaura se apartó el cuello de la camiseta.
Tal vez no era el mejor momento para ponerse románticos en una situación tensa como una desaparición, pero aquel momento era solo para los dos, para intentar alejar las preocupaciones por un segundo...
Reiji apenas tuvo tiempo de acercarse al cuello de Rosaura cuando la puerta se abrió de golpe.
-¡Reiji, tenemos noticias! -gritó Ayato.
Yui estaba a su lado, y ambos apararon en seco ante la comprometedora situación.
-¡Lo sentimos! -se disculpó Yui -. No queríamos interrumpir...
Rosaura se levantó de inmediato, Reiji mantuvo el ceño fruncido y se llevó una mano a la sien.
-¿No podíais llamar a la puerta, por lo menos? -preguntó con desgana.
-¡Olvida eso! -le reprochó Ayato -. ¡Sabemos dónde están!
La vergüenza de Rosaura se disipó de inmediato.
-¿Las demás? -preguntó con esperanza -. ¿Habláis de ellas?
Yui le habló de su encuentro con Kaitleen, su conversación y su segunda desaparición.
-¿Y dices que fueron los Mukami quiénes se las llevaron? -preguntó Reiji tras escucharla -. ¿Cómo es que los familiares no nos informaron antes?
-No lo sé -respondió Yui -. ¡Pero estaba muy asustada, debemos ayudarlas ya!
-¡Decidme el lugar! -exclamó Rosura -. ¡Las sacaré de allí aunque tenga que derribar la puerta!
-Espera -la detuvo Reiji -. Tenemos que tomar las cosas con paciencia o harán alguna locura, esta vez son cuatro chicas, ellos estarán esperando más que una simple intromisión en casa como la que hizo Ayato la última vez.
Rosaura frunció el ceño.
-¿La última vez? -miró a Yui -. Acaso...
Yui asintió como respuesta.
-Y ahora que ella está con Ayato, habrán querido reclamar a las demás como sus nuevas presas -supuso Reiji -, o algo similar. Es de suponer que tendrán más vigilancia y no las dejarán tan fácilmente.
-Debería haberle dicho a Kaitleen que se fuese conmigo... -se lamentó Yui-. ¡Por lo menos ella estaría aquí!
Pero le había dicho que aguantara, y le había dado esperanzas con ello.
-¡No lo digas como si fuese culpa tuya! -exclamó Rosaura- . Además, ella no hubiera querido dejar atrás a las demás, lo habría rechazado.
-¡Eso! -exclamó Ayato como apoyo-. Y aunque lo hubieses hecho, se la habrían vuelto a llevar igualmente.
Yui desvió la mirada al suelo.
-Deberías irte a descansar -aconsejó Reiji-. Tú también acabas de pasar por un mal momento. Nosotros planearemos todo, no digáis nada a los demás, ya avisaré a todos cuando acabemos aquí.
Le hizo caso y salió acompañada por Ayato.
Se fue a su habitación y se sentó en el borde de la cama.
-¿Crees que estará bien no decir nada a los demás? -le preguntó a Ayato.
Él se sentó a su lado.
-Yo hubiera preferido que me lo contasen -respondió-, pero también me habría lanzado a buscarte nada más enterarme en el caso de que fueses tú la desaparecida.
-Reiji dice que es mejor ser precavido... -murmuró ella-. Cuando me sacaste de ahí, Ruki me había encerrado en aquel cuarto oscuro, nunca me dio explicaciones.
-Y estabas débil -recordó Ayato-. Pero no entiendo nada, ¿por qué iban a volver a secuestrar personas de aquí? ¿Acaso no se rinden?
-Ni idea -respondió ella-. Tal vez estén enfadados.
Unos golpes torpes sonaron en la parte inferior del exterior de la puerta.
-Será Yumi -supuso Yui mientras se levantaba para abrir.
Allí estaba, sujetando a Minuette con un brazo, en la otra mano tenía un papel doblado y se lo tendió.
-¿Qué pasa, Yumi-chan? -preguntó-. ¿Qué es eso? ¿Un dibujo?
-No, es una carta del señor de la capa roja -contestó la niña-. Él me la dio, pero yo no sé leer. ¿Me la lees, por favor?
Curiosa, tomó el papel y lo desdobló:
Quédate en el jardín, deja a Ayumi dentro de casa. Quiero que seas la primera en ver esto, Yui. Puedes ir con Ayato, si quieres.
Le enseñó la nota a Ayato.
-¿A qué vendrá esto? -preguntó él.
-¿Qué pone? -preguntó Yumi a su vez- Se lo di a Yui porque él me lo pidió.
-Pone... -murmuró Yui-. Que debes quedarte con Rosaura mientras nosotros vamos fuera un momento.
-¡Vale! -exclamó convencida y se fue corriendo.
-¿Ese tipo que nos amenazaba? -preguntó Ayato-. ¿No te parece sospechoso?
-No parece ser peligroso, pero me sentiría más segura si vienes conmigo -respondió ella-. Y tal vez nos ayude a encontrar las chicas.
Ayato resopló.
-¡Está bien! Pero lo haremos solo para acabar con esto.
Yui sonrió y corrió ansiosa hacia el jardín. El vampiro la alcanzó.
Bajaron las escaleras, divisaron desde lejos la capa carmesí del desconocido destacar entre la oscuridad de los árboles.
Corrieron hacia él. Las esperanzas y la alegría de Yui fueron aumentando al distinguir una melena larga y rubia.
-¡Ellie! -chilló con todas sus fuerzas.
El joven se giró para mostrar a Claire en sus brazos, desmayada. Justo detrás de él estaban May y Ellie, sosteniendo a Kaitleen para ayudarla a caminar.
Las tres miraron en dirección al grito.
-¡Yui! ¡Ayato! -gritó May como respuesta.
No tuvo tiempo para frenar y Yui casi tiró al suelo a Kaitleen. Todas se agruparon en un abrazo lleno de risas y llantos de emoción.
-¡Creí que no te vería nunca! -exclamó Ellie al borde de las lágrimas.
-¡Pero ya estáis aquí, tranquilas! -respondió Yui-. ¿Qué pasó, Kaitleen? ¿Estáis bien?
Ella asintió agotada.
-Ya te contaré lo que pasó, no fue agradable...
-Tranquila, tómate tu tiempo.
-¿Y a ella qué le pasa? -preguntó Ayato al señalar a Claire, aún inconsciente.
-¡Claire! -exclamó una voz masculina detrás de ellos.
Era Subaru, que pasaba por ahí para estar solo, con la esperanza de volver a encontrarla.
-¿¡Qué le ha pasado!? ¿¡Dónde habéis estado!? -preguntó preocupado.
Kaitleen se acercó a Claire y le señaló en el cuello varias marcas de colmillos bastante feas.
-Se pasaron con ella, cuando él fue a buscarla la encontró así; está bien, pero apenas ha reaccionado desde entonces.
El joven pasó a Claire a los brazos de Subaru
-¡No pasa nada, Claire! Estoy aquí -murmuró antes de fruncir el ceño-. ¿Fueron los Mukami, verdad? ¿¡Quién de ellos!?
-No estoy segura -murmuró May-, pero hay que ir dentro en cuanto antes.
El joven de la capa carmesí ya había cogido en brazos a Kaitleen.
-Estoy bien, ya puedo caminar -insistió.
Aunque él continuó con su intención.
-Se torció el tobillo cuando la arrastraron de vuelta de la academia -explicó May-. No la dejaron recuperarse.
Ellie apenas había dicho palabra, y solo se limitó a asentir.
-¡Venga, vamos! -alentó Subaru antes de correr de vuelta a la mansión.
Todos hicieron lo mismo.
Shu era el único en la sala de estar, estaba tumbado sobre el sofá. Frunció el ceño por el alboroto de los pasos.
-¡Apártate! -le gritó Subaru.
Shu abrió los ojos como platos al ver a las chicas de vuelta y se levantó.
Subaru recostó a Claire con cuidado sobre el sofá y May le levantó la cabeza para ponerle un cojín debajo.
-Ya nos encargaremos nosotros -dijo Yui -, vosotras buscad a Laito y a Kanato, no han sido los mismos desde que os fuisteis.
Los ojos de Ellie y de May se iluminaron al escuchar los nombres de sus amados.
-Espero que Kanato no se haya vuelto a encerrar en su habitación... -murmuró la gemela menor.
-Es lo que ha hecho -comentó Shu.
Las dos no se demoraron más y salieron en su busca.
Se dieron cuenta de que el encapuchado se había ido sin aviso tras sentar a Kaitleen en el sillón.
-Yo avisaré a Rosaura -dijo Yui antes de irse también.
May ni siquiera tocó la puerta de la habitación de Kanato, ya harto de llorar.
Ellie llamó a Laito gritando con todas su fuerzas, no estaba en su habitación, ni tampoco en la de ella. No tardó mucho en encontrarlo al ser agarrada del brazo por él y ser casi empujada al suelo con un abrazo.
Rosaura corrió hacia la sala de estar nada más recibir la noticia, Yui y Reiji la siguieron.
La primera en abrazar fue a Kaitleen. Claire seguía inconsciente, Subaru no se apartaba de su lado y la tomaba de la mano con impaciencia.
Cuando llegaron May y Ellie con sus respectivos chicos, el abrazo de grupo aumentó.
Ayumi escuchó el barullo y dio saltos de alegría al ver a todos juntos de nuevo.
-¡Lo sabía! -gritó-. Cuando me encontré al señor de la capa roja después de despertarme, ¡le pedí que os buscara y os salvara! ¡Y lo ha hecho!
La emoción ya se había calmado un poco, Kaitleen se agachó como pudo con el pie adolorido. Le dio las gracias y la abrazó.
-¿Cómo lo hiciste?
-Cuando lo vi en el jardín, le dije que unos chicos malos se habían ido con vosotras y se fue.
Entonces la niña se apresuró en acercarse a May.
-¡May! ¿Estás bien? ¿El zombi te comió el cerebro? ¡Dímelo!
Su hermana parpadeó un par de veces antes de comprenderla.
-Ah... -murmuró al figurárselo-. No te preocupes, estoy bien -respondió.
Una a una, explicaron como fueron desapareciendo:
En el centro comercial, Ellie se separó un momento de Laito para ir al servicio. Allí no había nadie más que ella, pero al salir para lavarse las manos, alguien rubio, por lo que pudo ver en el reflejo del espejo, la agarró por detrás. Lo más próximo que recordaba después de eso era estar en una casa que no conocía.
-Claire sufrió algo similar, -explicó May-: iba a su habitación y también se la llevaron por detrás, por mucho que opusiese resistencia.
Las versiones de May y Kaitleen no eran distintas a las supuestas: la primera había sido raptada en el jardín, con Yumi como testigo; y Kaitleen estaba en su habitación con la ventana abierta.
Tras ser de vuelta arrastrada por el mayor de ellos tras su encuentro con Yui, Kaitleen estuvo a punto de ser mordida gravemente hasta que el encapuchado llegó.
-¿Ruki? -preguntó Yui, espantada-. ¿Fue él quien me empujó en el servicio?
-Sí... -murmuró Kaitleen-. Estaba furioso, si el tipo de la capa no hubiera llegado a tiempo y para darle un puñetazo, yo ya tendría unas heridas peores que las de Claire...
El olor de la sangre de la gemela mayor aún se notaba en el aire para los vampiros.
La furia hacia los Mukami aumentaba en el ambiente de la sala.
-¡No los perdonaré! -gritó Kanato, furioso-. ¡Llevarse a quien amo y hacerse los inocentes! ¡NUNCA LOS PERDONARÉ!
Laito rodeó a Ellie con el brazo.
-Yo tampoco. Mucho menos voy a fingir que no ha pasado nada.
-¡Chicos! -exclamó Ayato-. Propongo una venganza por todo esto, ¿quién está conmigo?
-Por una vez, yo lo estoy -contestó Subaru.
-Aplazadlo para después -ordenó Reiji-, hoy ha sido un día largo y las chicas querrán descansar.
May se acercó a Claire y le acarició el rostro.
-Me quedaré yo con ella -insistió Subaru-. No os preocupéis.
Todas fueron acompañadas a sus respectivas habitaciones, Reiji y Rosaura acompañaron a Kaitleen para vendarle el tobillo.
Yui echó un último vistazo a Claire antes de irse.
Por lo menos todas estaban bien, pero las cosas no se iban a quedar así, tanto para los Sakamaki como los Mukami.
[Publicado el 7/9/2019]
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