25. Desesperación
Pasó exactamente una semana desde que las gemelas, Kaitleen y Ellie desparecieron.
Los restantes en la mansión llegaron a la misma conclusión de secuestro con lo de la ventana de la habitación de Kaitleen abierta y con el testimonio de Ayumi.
Estaba claro que el secuestrador, o los secuestradores, habían aprovechado un momento en que cada una de las chicas estuviesen solas o indefensas para poder llevárselas sin problema.
Todos acordaron en prestar atención en el caso de ver algo sospechoso y vigilar a las tres chicas restantes en caso de que volviesen a por ellas, ya que solo habían secuestrado a cuatro.
Habían tomado por primera opción a los hermanos Mukami, ya que no sería la primera vez que secuestrarían una chica humana indefensa en el momento oportuno; pero se vieron obligados a desechar la idea al no haberlos vuelto a ver en clase, y en la mansión en la que habitaban no había nadie, estaba totalmente vacía.
Obviamente, todos estaban devastados. Kanato se negaba a salir de su habitación una vez más; Laito estaba decaído, apenas hablaba y mucho menos hacía de sus travesuras; Subaru destruía cualquier cosa a su paso cuando se le cruzaba el pensamiento de no haber podido ser capaz de proteger a quien amaba, es decir, casi todo el rato; Rosaura estaba muy nerviosa, si uno prestaba atención podía ver sus manos temblar y que unas claras ojeras comenzaban a aparecer debajo de sus ojos, además de dormir poco, comía apenas.
Yui no se encontró mucho con Shu, él no parecía preocupado por el asunto, aunque daba varias vueltas en el sitio antes de poder conciliar el sueño tranquilamente.
Durante la mañana de aquel fatídico viernes, se encontró con Rosaura en la sala de estar, sentada sobre el sillón con la mirada perdida, esperando a los demás para ir a clase. Yui se sentó cerca de ella en el sofá, recibiendo apenas una mirada por parte de su amiga.
-Buenos días, Rosaura -le dijo, intentando aliviar un poco la tensión.
-Buenos días... -murmuró como respuesta.
-Hoy te has levantado temprano -comentó -. ¿Tienes ánimos para ir a clase?
Durante toda la semana, Rosaura no estaba en condiciones de ir a clase, Reiji decidió que se quedara en casa hasta que se calmase o las demás apareciesen. Así ayudaría un poco a la excusa de no aparecer en clase con sus hermanas por un viaje de asuntos familiares.
-Sí -respondió Rosaura al comentario de Yui -. He hablado con Reiji, y no puedo seguir escondiéndome así... No si quiero encontrarlas. Diré que las demás están cansadas por el viaje y que les dije que faltaran a clase, seguro que los profesores se lo creerán.
Yui había intentado apoyarla en todo lo que podía, con la comida, con Ayumi y con casi todo lo cotidiano, básicamente. Pero ella estaba casi tan afligida como ella, se había hecho muy buena amiga de todas ellas, sobre todo de Claire, con ella había sido la primera en congeniar.
-Eh, Rosaura -la llamó -. ¿Necesitas que te ayude con algo? ¿Con Yumi, por ejemplo?
-Gracias, pero no hace falta esta vez -murmuró -. Voy a intentar recuperar fuerzas poco a poco, y tú ya has hecho mucho por mí... -se dio cuenta de algo y se alarmó -. ¡Espera! ¿Dónde está Yumi? ¿!No estaba aquí!?
-¿Eh?
Yui estaba confundida, ellas eran las únicas en la habitación.
Rosaura miró a su alrededor alarmada y se levantó.
-¿¡Yumi, dónde estás!? ¡Ayumi! -gritó.
-¡Rosaura, cálmate! -intentó tranquilizarla Yui agarrandola por los hombros.
-¡Estoy aquí! -chilló Yumi alegremente.
Rosaura casi se abalanzó sobre ella y la sujetó por los hombros.
-¿¡Dónde has estado!? -le reprimió -. ¡¿Por qué te has ido sin mi permiso?!
-¡Rosaura, la estás asustando! -exclamó Yui, estupefacta, era la primera vez que la veía regañando a la niña de aquella forma.
La hermana mayor reaccionó y vio los ojos llorosos de la pequeña sobre la que se precipitó.
Yumi le dio un manojo de flores recogidas.
-Solo fui al jardín con el señor de la capa roja, él ya ha vuelto -gimoteó -, y cogí flores para ti porque sé que estás muy triste...
Y rompió a llorar.
Rosaura aflojó el agarre y la abrazó, acariciándole el pelo.
-Perdóname, pequeña... -pidió con tranquilidad -. Solo avísame la próxima vez que quieras salir, ¿de acuerdo?
Su hermana correspondió al abrazo e intentó apagar sus llantos. Yui miraba la escena con tristeza, estaba claro que ella no quería perder a la única hermana que le quedaba a su lado. Ya de por sí era duro para ambas.
-Yui -la llamó Reiji al pie de las escaleras, las tres se giraron hacia él -, encárgate de Ayumi, me quedaré con Rosaura un rato.
Había bajado para ver el estado de Rosaura, el cual aún no había cambiado mucho, a su parecer.
Se acercó a ella para ayudarla a levantarse y volver a sentarse en el sofá. Yui cogió a Yumi en brazos y subió las escaleras.
Cuando quedaron solos, Reiji se sentó en el sillón para darle espacio a la joven.
-Creo que es mejor que te quedes aquí hoy también, no pareces estar lista aún -le aconsejó.
Ella solo asintió.
-Creía que con solo animarme a salir un poco me bastaría.
Suspirando, Reiji se sentó a su lado y la rodeó con el brazo, eso la alivió un poco.
-Todo saldrá bien, ya lo verás -le aseguró -, las encontraremos y todo volverá a la normalidad, te lo prometo.
Desde que se enteró de que su acosador por fin dejaría de hacerle daño, Rosaura no había vuelto a sollozar. Reiji la abrazó por completo y ella lo recibió, aumentando la intensidad de las lágrimas.
-He intentado llamar a James para avisarlo, pero no contesta... ¡ni siquiera a la carta que le envié!
-Eso es raro... pero me tienes a mí aquí, me aseguraré de que todos vuelvan.
-Primero James y ahora ellas... -murmuró -. ¿¡Por qué tiene que pasar todo esto!?
Reiji la abrazó con más fuerza y esperó pacientemente a que se desahogara con sus lágrimas. Cuando se calmó, le levantó el rostro por la barbilla, suavemente, y la miró a los ojos. Ella se acercó y lo besó. Era una pena que aquel no fuese un beso como los anteriores, uno largo y romántico.
-No te vayas tú también de mi lado, por favor... -le pidió mientras apoyaba la cabeza en su pecho.
-Jamás, te lo prometo -juró -. Pero no deberías quedarte sola con una niña pequeña, déjame acompañarte hoy durante la noche.
-¡No es necesario! -exclamó ella -. No quiero que pierdas clases solo por esto.
-No pasa nada por una vez, ¿no?
Rosaura inspiró como pudo y suspiró.
-Si tú insistes... No podré hacerte cambiar de idea.
Pasó el rato y el resto ya estaba en la limusina. El silencio era todavía más incómodo de lo usual.
Yui se sentía rara al ver tan pocas personas sentadas allí.
-¡J*der! -gritó Subaru - Como si no fuera suficiente que Kanato pueda saltarse clases, ¡¿también lo hace Reiji?!
-Solo es por una vez, Subaru-kun -le recordó Yui.
-¡Pero todos lo estamos pasando mal por igual! Él, Shu y tú, Ayato, sois los únicos que no están pasando por todo esto!
-¡Oye! -exclamó enfadado Ayato -. ¡A mí no me incluyas en esto!
-¡Cállate, yo hago lo que me dé la gana!
-¿¡Acaso quieres pelea!?
Yui sabía que era imposible detenerlos, y mucho menos en un espacio tan cerrado. Miró a Laito, él se mantenía cabizbajo, sin ganas de hablar.
-¡Silencio! -exclamó Shu con pereza -. ¡Apenas puedo escuchar la música!
Sorprendentemente, Subaru se detuvo y volvió a sentarse, Ayato hizo lo mismo al perder las ganas de pelea.
La situación era incluso peor, para Yui, que la anterior a la llegada de sus buenas amigas, cuando todos se comportaban de forma hostil por ella tras haber decidido estar con Ayato.
Afortunadamente, acababan de llegar a la academia.
Yui fue bombardeada durante casi todo el día con preguntas de las alumnas, tal y como pasó a lo largo de la semana: que si las Murakami estaban enfermas, que si realmente estaban fuera o si solo estaban haciendo pellas... Y así un largo etcétera.
Ya estaba harta de todas aquellas preguntas, así que solo respondía que fuera lo que fuese, era asunto de ellas.
Tras el descanso de la comida, Yui se dirigió sola a su siguiente clase, se había separado de Ayato al tener que ir a clases distintas.
Con el rabillo del ojo pudo distinguir apenas una figura familiar en la esquina del pasillo por el que estaba cruzando. Le pareció extraño y se acercó.
Abrió los ojos como platos.
-¡¿Ruki-kun?!
El vampiro de pelo oscuro se dio la vuelta y la miró con su típica mirada fría y severa, con un leve brillo de sorpresa.
-Eres tú, ganado -comentó.
Había olvidado aquel apodo denigrante con que él solía llamarla.
-¿Ruki? ¿Cuándo habéis vuelto? Quiero decir... ¿están los demás aquí?
-¿Los demás? ¿Hablas de Kou, Yuma y Azusa?
¿Quién más iba a ser sino?
-¡Pues claro! No habéis vuelto desde que...
Desde que Ayato la sacó de aquella mansión, donde el más mayor la había encerrado en contra de su voluntad en un cuarto oscuro.
-Desde que ese Sakamaki te recuperó y te llevó de vuelta a su lado. Parece que te has convertido en algo más que su presa.
-¿No hay rencores? ¿Verdad? -preguntó ella nerviosa.
-No, estamos bien.
-¿De verdad?
-Acabo de decir que sí, ya no tenemos más necesidad de tu sangre. Hemos vuelto para continuar con nuestra vida aquí.
Le dio la espalda para irse, pero ella lo detuvo una vez más.
-¡Espera! Hay algo que quería decirte.
Él la miró.
-Poco después de estar de vuelta con Ayato -explicó -, llegaron a la mansión nuevas chicas, todas hermanas; la mayoría empezó a salir con los demás con el tiempo y... hace una semana que desaparecieron...
-¿De verdad?
-Sí, por eso... si por casualidad te enteras de algo...
-¿Me estás pidiendo ayuda con el asunto, después de todo?
-¡Solo si sabes algo al respecto! No te pido que hagas una investigación ni nada por el estilo...
-Siento mucho lo de esas chicas, veré si me entero de algo.
Y se fue sin añadir nada más y sin dejar a Yui hacer más preguntas.
Era raro verlos por ahí así de pronto
El día había sido largo para todos cuando llegó a su fin. Nadie tenía ganas de volver a casa en la limusina y todos prefirieron volver a pie.
Yui pidió a Ayato que la esperara fuera mientras iba un momento al servicio.
Se refrescó un poco la cara tras lavarse las manos, no pudo dar crédito a lo que vio a través del espejo justo al levantar la cabeza para secarse con el papel.
-¿¡Kaitleen!?
Se giró para asegurarse de que la chica que acababa de entrar por la puerta no era una confusión ni su imaginación.
La joven de pelo anaranjado tuvo una expresión similar a la de su amiga.
Ambas no vacilaron en lanzarse a la otra para un abrazo.
-¡¡Yui!! -exclamó Kaitleen.
Se separaron tras unos largos segundos.
-Kaitleen, ¿¡qué ha pasado!? -preguntó -. ¿¡Dónde están las demás!? ¿¡Quién os ha hecho esto!?
Kaitleen la calmó y se llevó un dedo a los labios.
-¡Más bajo! -susurró nerviosa - Podrían escucharnos...
Se alejaron de la puerta de entrada.
-¡Yui, no es lo que parece! -exclamó en otro susurro -. ¡No nos fuimos por voluntad propia!
-¿Qué quieres decir? Ya sabemos que os secuestraron, Yumi nos lo contó tras ver a May -explicó Yui.
-¿De verdad? Menos mal, todas nos temíamos que pensarais lo contrario... -decidió ir al grano de una vez -. Yo estaba en mi habitación y abrí la ventana, cuando quise darme cuenta... ¡un tipo entró como si nada! Intenté gritar, pero él me tapó la boca con la mano, me agarró y saltó por la ventana, ¡literalmente! Lo siguiente que recuerdo es que estaba en una casa desconocida con Ellie y Claire, aparecieron tres jóvenes y May vino después con otro, siendo cuatro.
-Pero ¿cómo te las has arreglado para venir aquí? -preguntó ansiosa Yui - ¿Quiénes son esos cuatro?
-Dijeron ser hermanos, y eran vampiros, como los Sakamaki, tenían un apellido similar al nuestro. Elaboramos un plan: las otras tres intentaban escapar, pero las pillaban y las agredían mordiéndolas con fuerza. Yo no fui tratada de forma distinta, pero bajo el pretexto de que yo no tenía pareja en la mansión Sakamaki, actué de forma más tranquila y me quedé quieta, logrando convencer al más mayor de que podía ir a clase, así para poder buscaros y pedir ayuda. ¡Y creo que ha funcionado! He tenido que dar excusas a los proferores y compañeros curiosos, pero me las he arrglado.
Yui escuchó con paciencia, y supo que quedaban algunos detalles de la historia, pero lo tenía más que claro al escuchar "cuatro hermanos" y "vampiros".
-Kaitleen, sé de quiénes estás hablando, los conocemos.
Ella abrió los ojos como platos
-¿Qué?
-Ya lo habían hecho antes, por lo que fueron nuestros primeros sospechosos, pero al no verlos por ninguna parte, ni siquiera por su mansión, lo descartamos.
-Comprendo... nos dejaron solas un par de ocasiones con el portón cerrado. Intentamos huir de ahí en la segunda oportunidad, pero fue en vano... Las demás siguen ahí atrapadas, la que peor lo está pasando es Ellie, ¡la han encerrado en un cuarto!
Yui no pudo aguantar un respingo. Quiso animarla a volver a casa juntas, pero le entró la duda, Kaitleen estaba ahí por las demás y no querría dejarlas atrás. Sería peor para ellas si los Mukami volvían sin la fugitiva.
-Kaitleen, os sacaremos de ahí, lo juro -prometió -. Seguid aguantando, avisaré a los demás.
Se volvieron a abrazar.
-Yui, esto es serio. ¿Dices que ya hicieron esto antes? ¿Cuándo?
Antes de que pudiera decir nada, alguien la agarró con fuerza por detrás y la empujó. Cayó de bruces dolorosamente contra el suelo, de forma que daba la espalda a su amiga.
-¡No! ¡No es lo que parece! -escuchó a Kaitleen rogar a alguien -. ¡No, por favor!
No sirvió levantarse rápidamente, porque no vio a nadie en el lugar. Podría haber sido cualquiera de ellos.
[Publicado el 21/8/2019]
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