22. Voces
Rosaura no paró de preguntar en casa quién había regalado aquella caja de música tan bonita a Yumi.
-Si no has sido tú, Yui, no tengo ni idea quién podría haber sido, ya le he preguntado a todo el mundo y Yumi insiste en decir que la encontró en su habitación -suspiró.
-¿Has pensado en el joven que juega con ella? -preguntó Yui, recordando que la semana anterior los había visto jugando juntos, para después presenciar la confesión de Subaru y Claire.
-Es el único que podría haber hecho eso, de no ser que Yumi se lo pasa muy bien con él e insiste que no le pasa nada malo, ¡le arrancaría ambos brazos de una sola tirada!
-¡Tampoco hace falta decir eso! -exclamó Yui, preocupada.
-Lo sé, perdona. Deberías ver a James, él si que perdería los estribos.
James, el mellizo de Rosaura y el más mayor de los hermanos Murakami. Mencionado varias veces, había dejado los estudios para trabajar como sastre y conseguir dinero para la familia, ahora estaba en Europa por un encargo de Karlheinz.
-¿Cómo está él? -preguntó Yui -. ¿Tenéis noticias suyas?
-Nos envía cartas y mensajes de vez en cuando, pero llama muy poco por teléfono, me parece extraño.
-¿Estará tan ocupado para para hablar?
-Es posible, una vez llegó al punto de no dormir en dos noches el tipo... ¡Pero no pasa nada! Tampoco es que hayamos perdido el contacto. Estoy segura de que os llevaríais bien, no te extrañes si después de conoceros te toma medidas para hacerte un vestido, como eres tan guapa querrá regalarte algo que esté a tu altura.
Yui se sonrojó, pero aquella situación, si llegara a ocurrir, sería rara y un tanto incómoda.
-Me han dicho que es muy sobreprotector con vosotras, ¿crees que sería muy bruto con los chicos si lo conocen?
-Sí, de hecho, cuando le dije por mensaje que estoy saliendo con Reiji, me escribió diciendo que rodarían cabezas si él me hacía daño, hasta me envió la imagen de una guillotina...
Yui tragó saliva.
-En fin, si me encuentro con ese tipo raro intentaré preguntarle si fue él quien, aunque ya nos supongamos la respuesta. ¡Nos vemos en un rato!
-De acuerdo -respondió Yui.
La vio alejarse a lo largo del pasillo.
Le parecía extraño que un chico tan protector como su hermano se fuese sin avisar, dejando a las personas que protege en manos de un tipo que ni ha mostrado la cara.
Aunque fuera por motivos de trabajo, debería haberse despedido por lo menos, incluso su padre le había informado que se iría a vivir con los Sakamaki, con la diferencia de que no hacía llamadas ni le enviaba cartas, eso le habría gustado a ella...
Decidió dejar aquello de lado y buscar a Ayumi. Era cierto que tenía una caja de música, una de madera roja con aspecto antiguo y elegante, con una musica preciosa. Era imposible que ella encontrase por sí sola algo así como si nada, pero la niña volvió a insistir que la había encontrado sobre la cama.
Se rindió, fue a la cocina a por un poco de agua, el día de clase había sido duro. Y la próxima semana tendría examen, por lo menos se sabía la materia.
-Estabas aquí -sonó la voz de Ayato detrás de ella de forma repentina.
-¡Ayato! ¿Podrías dejar de aparecer así? -se quejó ella tras el sobresalto.
-Tampoco es que esperaras a alguien, ¿no?
-Tampoco me esperaba que fueses tú, si soy sincera.
-Cambiando de tema, ¿fuiste tú la que le dio esa caja a la renacuaja?
-No, ¿te has enterado del asunto?
-¡Por supuesto! Su hermana no ha parado de dar la tabarra con eso desde que regresamos de clase -exclamó -. Con lo buena que eres, imaginaba que habrías sido tú, por darle un detalle a la pequeña.
Se sonrojó un poco.
-Esta vez no fui yo, vi la caja hace un rato y nunca se me habría ocurrido darle algo así, en todo caso un juguete o un estuche de lápices de colores, que le gustan mucho.
-Y encima no quiere decir quién se la ha dado, ¿no sería más fácil amenazarla con quitársela o castigarla?
-Sus hermanas no son así, ya encontrarán alguna forma de convencerla.
-Con nosotros no eran así de permisivos -protestó Ayato -. En fin, ¿qué vas a hacer ahora?
-Estaba pensando en ir a comprar carne para la cena de hoy, pero antes voy a preguntar a las demás si les apetece algo en especial.
Dejó el vaso para irse, pero Ayato la agarró con delicadeza por la muñeca antes de que pudiera cruzar la puerta.
-¿Qué pasa? -preguntó.
-Has saciado tu propia sed, ¿y te vas sin hacer lo mismo con la mía antes?
La acercó hacia él y le apartó el pelo del cuello.
-Por lo menos no te has pasado, Ayato -murmuró Yui, después de que Ayato le succionara la sangre por enésima vez.
-Creí que te gustaría más si te dolía menos -se justificó él.
Habían salido de la cocina y Ayato había decidido acompañar a Yui.
-Pues gracias por la consideración, supongo -dijo mientras se llevaba una mano al cuello, donde estaban las marcas de colmillos, cuyo dolor ya se estaba disipando.
-¡Venga, venga, venga! -se escuchó chillar a Kaitleen de la emoción -. ¡Venga, date prisa!
-¡Voy lo más rápido que puedo, eres tú la que va más velocidad que de costumbre! -protestó Ellie.
Aparecieron corriendo detrás de ellos y pasaron de largo.
-Chicas, ¿ocurre algo? ¿A qué vienen esas prisas? -preguntó Yui antes de perder la oportunidad.
Se detuvieron sin perder la emoción.
-¡James está al teléfono! -respondió Ellie.
-¡Sí, acaba de llamar al móvil de Rosaura y las gemelas nos han avisado! ¡Vamos con ellas ahora mismo! ¿Te vienes? Le hemos hablado mucho de ti y le gustaría conocerte.
Yui flipó, ¿estaban hablando en serio?
-¡No debería, es vuestro asunto familiar!
-¡Pues te invitamos! -exclamó Ellie antes de agarrarla del brazo y llevársela a rastras de allí con la misma velocidad de antes.
-¡Eh! ¡No os llevéis a mi chica así! -gritó Ayato, enfadado, al seguirlas corriendo.
Se la llevaron a la habitación de Rosaura, quien ya estaba dentro con Yumi, Claire y May.
-Ya están aquí -informó Rosaura por el móvil -, ¿te las paso?
Le dio el teléfono a Ellie y ella conversó tranquilamente, contradiciendo la emoción que tenía segundos atrás.
-Es curioso que llame poco después de decirte que lo hacía muy poco, ¿no? -le preguntó Rosaura a Yui, con un brillo de emoción en la mirada -. ¡Menuda coincidencia!
Ayato se asomó por la puerta antes de entrar y situarse al lado de su pareja.
Cada una de las chicas hablaron con él por un rato más hasta que Claire le pasó el móvil a Yui.
-Pregunta por ti, quiere conocerte.
-¿A mí? ¿Por qué?
-Eres amiga nuestra, y ya vivías aquí cuando llegamos, es lógico que por lo menos quiera saludarte.
Nada más sostener el aparato entre las manos, Ayato se lo confiscó.
-¿Y cómo sé que esto no es una trampa? -preguntó con desconfianza.
-¿A qué viene eso? -preguntó May, perpleja.
-Hace no mucho empecé a sospechar que ese tal James solo es el nombre al que le habéis puesto a alguien inexistente para asustarnos a todos con su "fiereza e comportamiento implacable", ¡y voy a demostrar ahora mismo que estoy en lo cierto! -puso el altavoz y empezó a hablar con él -. ¡Eh tú, imbécil, se qué no hay nadie ahí al otro lado, y por eso voy a insultar lo que me dé la gana!
El ruido llamó la atención de Laito y Kanato.
-Menudo barullo, ¿qué pasa aquí? -preguntó Laito al entrar.
-Ayato está insultando a James -explicó Ellie.
-¿A vuestro hermano? ¿Acaso es tonto o quiere morir? -preguntó Kanato, consciente de la situación.
-Seguro que ambas cosas -contestó May.
-Ayato, para ya, por favor -le rogó Yui para detenerlo.
Él hizo caso omiso.
-¡Y es por eso que creo que solo eres una invención de estas chicas para asustarnos!
-¿¡PERO CÓMO TE ATREVES A HABLARME DE ESA FORMA, CAP*LLO!? -sonó al otro lado del teléfono de una forma nada amigable.
Ayato palideció, realmente pensaba que no había nadie ahí.
-¡L-lo estás malinterpretando! ¡Estaba de broma! -intentó decir como excusa
-¡Quien esté a su lado que le dé un capón de mi parte! -demandó James con la misma furia.
Kanato, que era el que más cerca se encontraba de Ayato, le pegó con una colleja en la nuca.
-¡Muchas gracias! -exclamó James tras escuchar el quejido de dolor de Ayato -. ¡Espero que el tipo que he enviado se las vea contigo! ¡Te tengo fichado! -se calmó y continuó como si nada hubiera pasado -. En fin, ¿por dónde íbamos? Ah, sí. Yui Komori, ¿estás por ahí?
Yui estaba intentando calmar a Ayato, que seguía quejándose del dolor.
-¡Sí, hola!
-Me han hablado de ti, muchas gracias por ayudarlas y por cuidar de Ayumi, eres muy amable.
-¡Que soy Yumi! -chilló la niña.
-¡Vale, vale! ¡Perdón, Yumi!
Sus hermanas mayores se rieron.
-No le gusta que James la llame por su nombre, es el único al que no se lo permite -explicó Kaitleen, al ver la reacción de sorpresa de Yui.
-¡Y aviso a los hombres de la casa: ya os vale cuidármelas bien o habrán collejas de las buenas! Chicas, ¡fue genial haber podido hablar con vosotras, espero que sigáis así de bien!
-¿Sabes? -preguntó Rosaura antes de quitar el altavoz -. Justo antes de que llamaras estaba comentando que no hablábamos mucho por teléfono.
-Menuda coincidencia, ¿no? Tenía un poco de tiempo libre, así que aproveché la oportunidad.
Tras una breve despedida, colgaron la llamada y todos salieron de la habitación de Rosaura.
-Ese tipo no iba en serio, ¿verdad? -preguntó Ayato, intentando ocultar su preocupación por la amenaza.
-Espero que no -contestó Yui -, pero tampoco tenías por qué hacer eso.
-¡Déjame, debía intentarlo! -se quejó él, avergonzado -. Oye, ¿ocurre algo? -preguntó al verla cabizbaja y sumida en sus pensamientos.
-¿Eh? Ah, no, nada. El caso es que... la voz de James me suena mucho, como si la hubiera escuchado antes.
Ayato parpadeó un par de veces.
-Es imposible, es la primera vez que lo escuchas hablar. ¿No te estarás confundiendo?
-Tal vez, de todas formas no sé de dónde podría sonarme.
-¡No, espera! -exclamó de forma repentina -. Ya que lo dices, creo haber oído esa forma de gritar en otra parte...
-¿De verdad?
-Sí, pero seguro que de cualquier sitio. De todas formas no nos preocupemos mucho por eso, tal vez no sea nada importante.
Si alguien se seguía preguntando por la caja de música que Yumi recibió misteriosamente, la respuesta se encontraba entre los muros de un lugar desconocido por el que Yumi había paseado de la mano del encapuchado misterioso, que le había explicado que iban a visitar a una amiga.
Esta era una de sus escapadas juntos, pero no para recoger flores.
Se habían parado ante las puertas de una habitación en particular y las abrieron para entrar en la bella y elegante estancia.
Sentada delante del tocador, se encontraba una esbelta y solitaria figura pálida, que se dio la vuelta con sorpresa al ver, a través del reflejo del espejo situado delante de ella, al joven que la había estado visitando, ahora con una pequeña humana.
-¡Oye, señora guapa! -la llamó la niña sin miedo ni timidez después de examinarla de cabeza a los pies, sin soltar su ansiada muñeca -. ¿Por qué estás tan triste?
[Publicado el 21/5/2019]
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