2. Comenzando
A la mañana siguiente Yui se levantó tras una noche en la apenas pudo dormir. Por lo menos estaba Ayato junto a ella, pensó.
Trató de sacudirlo un poco para levantarle, pero lo único que logró fue que se quejara en sueños, tenían que ir al colegio aquel día y Yui no quería llegar tarde ni que Reiji se enfadara.
De pronto se acordó de las nuevas huéspedes que habían llegado la tarde anterior, aquellas con las que esperaba llevarse bien. Se vistió con cautela para no despertar a Ayato y salió por la puerta sin hacer ruido.
Se disponía a ir al salón cuando escuchó un fuerte estruendo:
—¡¡¡Largooo!!!
La puerta que máss cercana a ella se abrió de golpe y Laito salió disparado fuera, golpeándose contra la pared antes de que la puerta se cerrara con un fuerte portazo.
Yui se dirigió corriendo al vampiro.
—¿¡Te encuentras bien!? —preguntó alarmada.
Laito logró incorporarse con incomodidad.
—Eso creo... —respondió —, pero parece que Claire no se encuentra de buen humor hoy... —aún adolorido, sonrió y retornó a su comportamiento de siempre —. Igual tú te llevas mejor con ella, Bitch-chan.
Se marchó, Yui no se podía creer que alguien era lo suficientemente fuerte como para empujar a un vampiro de esa manera.
Se acercó a la puerta de la habitación de Claire y llamó con suaves golpes.
La puerta se abrió de golpe otra vez.
—¡¡Te he dicho que te largues!! —gritó Claire, pero su semblante se suavizó cuando se trataba de la misma chica del día anterior, y por la mirada que tenía la había asustado, por no decir que más bien la había aterrado —. ¡Lo siento! Pensaba que eras ese imbécil —se disculpó.
Yui se tranquilizó con la amabilidad de su disculpa aunque insultara a Laito.
—¡No importa! —tartamudeó —. Escuché el ruido y quería saber que había pasado.
—Ese tipo intentó hacer de las suyas. Hace unos minutos, al despertarme me encontré un uniforme escolar colgando de la puerta, por lo que supuse que era lo que debía ponerme.
Le explicó que al ponerse la camisa apareció Laito repentinamente y se puso a juguetear con ella diciendo que en un principio iba a esperarla, pero que se había impacientado y decidió entrar para verla y conocerla mejor. Ella, incrédula, le había preguntado si estaba enfermo a pesar de ser un vampiro, pero él sólo fingió sentirse herido y que como compensación debía dejar ayudarla a terminar de vestirse, eso fue el colmo y ella lo echó del lugar de forma violenta. Fin de la historia.
—Y siento que hayas visto aquella escena tan violenta. Sólo espero que no tenga consecuencias graves para mí —murmuró desviando la mirada.
—Claro que no, Claire-san —respondió Yui con una sonrisa —. De todas formas Laito-kun es alguien que no suele enfadarse —desvió la mirada con preocupación —. Con tal de no molestarlo de verdad —Claire frunció el ceño desconcertada—. En fin, voy al salón a esperar a los demás, ¿vienes conmigo?
—Aún no, gracias —respondió —. Yo ya bajo en un rato, todavía tengo que ponerme los zapatos —dijo enseñando sus pies todavía descalzos.
Cuando llegó al salón, ya estaban preparadas Ellie y Kaitleen.
—¡Buenos días! —saludó Ellie.
Yui le devolvió el saludo y se sentó a esperar en el sofá, Kaitleen se colocó a su lado.
Ambas parecían muy tranquilas para estar esperando a un grupo de vampiros para ir al colegio.
—Hola, esto... ¿Cuánto tiempo te hizo falta para acostumbrarte a esto del horario nocturno? —le preguntó la segundas de las hermanas, con algo de nerviosismo. Tal y como se sentía Yui al poner los pies en aquella mansión.
—Tardé bastante; de hecho todavía hay veces que me cuesta — respondió Yui.
Ellie se acercó con ánimo.
—Dime, Yui. ¿Cómo se siente vivir con tantos vampiros súperguapos, y encima ser la novia de uno de ellos?
Al contrario de Kaitleen, ella se tomaba la situación con más optimismo.
—¿Eh? Pues... —Yui iba a responder cuando empezaron a llegar las demás.
—Buenos días —saludó Rosaura.
Detrás de ella eatabam las gemelas con Yumi cogiendo de la mano a ambas.
—¿Cuánto tardarán en venir los Sakamaki, más o menos? —preguntó la mayor.
—Entre semana no suelen tardar mucho por la escuela a menos que se queden dormidos o quieran saltarse clases. Pero los fines de semana se levantan a la hora que quieren...
De repente una mano agarró de su muñeca con fuerza.
—¿¡Ayato-kun!?
Ayato había aparecido de repente, estaba enfadado.
—Plana, ¿¡por qué narices te fuiste sin avisar!? —gritó.
—Pensaba esperarte, pero se hacía tarde y hoy tenemos que...
—¡No me vengas con excusas!
Intentó morderla, pero Rosaura lo detuvo tapándole la boca.
—Vamos, vamos, Ayato. No deberías tratarla así cuando ella sólo hacía lo que tenía que hacer. Incluso te dejó dormir un poco más cuando debería haberte despertado, deberías darle las gracias por lo menos.
Ayato abrió la boca para replicar
—Y no. No me vengas ahora con eso de que son asuntos de pareja y que no me debo meter. También es un asunto mío y de todas las presentes aquí por ser testigos, y más aún con una niña pequeña delante.
Ayato no supo cómo reaccionar, pero la soltó. Yui se masajeó la muñeca adolorida mientras Kaitleen se acercaba corriendo hacia ella
—¿Te encuentras bien? —preguntó sin disimular su preocupación.
—Sí, no pasa nada —aseguró ella, pero todas parecían muy alteradas.
Parecía como si no hubiese pasado nada, pero Yui pensaba en la reacción de sus nuevas compañeras ante aquel suceso y el silencio incómodo que no concluyó hasta que llegó el resto de los Sakamaki.
Ahora estaban sentados todos en la limusina, cada uno a lo suyo mientras la pequeña Yumi jugaba a dar palmas con Ellie y May. El silencio se rompió cuando Reiji cerró de golpe el libro que estaba leyendo.
—Se me olvidaba —comentó.
Yui y las demás lo miraron atentamente.
—Esto es para todas vosotras —les entregó un brick de zumo a todas —. Es zumo de arándanos rojos, bueno para la falta de sangre. Tendréis que beberlo todos los días.
—¿Por qué? —cuestionó Ellie.
—¿No es obvio? A partir de ahora nosotros beberemos la sangre de cada una de vosotras, por lo que deberéis estar a disposición en todo momento.
Nadie dijo nada, pero se veía perfectamente que Claire y Kaitleen se planteaban lanzar su bote a la cara de Reiji, pero decidieron relajarse y Claire le dio el suyo a Yumi para dar a entender que no lo iba a tomar en ningún momento.
Laito se rió burlonamente de ella.
—Bueno, bueno. Parece que Claire-chan sigue de mal humor hoy, y eso que le hice una visita amablemente —suspiró—. Fuiste muy cruel por haberme echado de una forma tan brusca...
—¡La próxima vez te tiro por la ventana! —le contestó amenazante.
—Eres tan adorable, Claire-chan... —dijo entre risas hasta que la dulce voz de Yumi lo interrumpió.
—Es verdad, una vez se enfadó tanto que tiró una silla por la ventana — todos los ojos y oídos se fijaron en ella —. Pobrecita silla, era de madera y no la pudimos arreglar... ¡por lo menos la ventana estaba abierta y ella no se rompió también!
—No has podido contenerte en decirlo, ¿verdad? —suspiró Claire.
—¡Sí, no he podido!
Yui, Ayato y los demás vampiros, incluido Shu, se sorprendieron por su respuesta.
—Dime, jovencita —intervino Reiji —. ¿Cuántos años dijiste que tenías?
Yumi lo miró antes de pedir a May que le colocara la pajita en el bote y se lo diera.
— Tres —contestó antes de sorber el zumo tranquilamente.
Cuando llegaron a la academia Rosaura se marchó a pie para llevar a Yumi a la guardería, tras recibir indicaciones por parte de Reiji que ella estaría en la misma clase que él. A continuación asignó a Kaitleen en la clase de Laito mientras que las gemelas y Ellie irían con Subaru.
—¡Espera! —interrumpió este último y señaló a Ellie —. ¡Ella acaba de cumplir quince años! ¿¡No es muy joven para estar en el mismo curso que nosotros!?
—Eso es porque a los ocho años me salté un curso por tener un intelecto un poco más alto de lo normal por aquel entonces. ¡Por eso estoy ahora aquí! —respondió Ellie.
—Pues eso me sorprende viniendo de una cabeza hueca como tú —añadió Subaru con reproche.
—Subaru-kun... no le digas algo tan cruel a Ellie-chan —la defendió Laito.
—¡Tú cállate!
Kanato hundió la cara en su osito se peluche.
—Todos sois unos ruidosos —se quejó con amargura.
Más tarde, Yui se dirigía sola a su clase para reunirse con Ayato. No pudo evitar pensar que le hubiera gustado que alguna de sus nuevas compañeras estuviese en la misma clase que ella, por lo menos Kaitleen al estar ambas en el mismo curso. Por no mirar hacia delante, acabó chocándose con alguien.
—¡Disculpa! No estaba prestando atención — tartamudeó.
—No te preocupes —respondió el chico —. Yo también debería haberme echado a un lado. ¿Te encuentras bien?
—Sí, gracias. Procuraré tener más cuidado —concluyó y prosiguió su camino.
Aquel chico era Isamu Kawayama. Era alto, corpulento, y debía tener la misma edad que Reiji o Shu. Se había transferido a la Academia Ryoutei tres semanas atrás y Yui se enteró que era el hijo único de un exitoso magnate dueño de una empresa. También se dio cuenta de que, a pesar de su falta de atractivo, tenía mucho éxito con las chicas, superando incluso a los hermanos Sakamaki, por comportarse de una forma más social y agradablable que la mayoría, hasta el punto de que muchas alumnas se le confesaron, pero él las rechazaba, afirmando estar enamorado de otra chica desde hacía mucho tiempo atrás y decía que pronto la volvería a ver.
Los vampiros no se fiaban ni un pelo de él, e incluso afirmaban saber por dónde había caminado desde dos metros de distancia por aquel "asqueroso y putrefacto olor" que desprendía.
—¡Espera, Komori-san! —la detuvo una compañera de clase —. ¿Es cierto lo que se dice? —le preguntó.
—¿El qué?
—Eso de que las hermanas Murakami van a vivir contigo y los Sakamaki.
—Sí. ¿Por qué? ¿Las conoces?
—Sólo lo que he oído de ellas —contestó ella, negando con la cabeza.
Dos chicas las escucjaron hablar del tema y se acercaron por la curiosidad.
—Es verdad —dijo una de ellas —. Acabo de ver a las gemelas hace un momento, creí que era mi imaginación. No parecían dar tanto miedo como dicen.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Yui con sorpresa.
—¿No lo sabes? — preguntó la tercera —. Muchos chicos que intentaron ligar con ellas o trataron de acercarse a ellas con "malas intenciones" fueron rechazados e incluso recibieron una paliza por algunas. También se las conoce por ser muy fuertes físicamente. Muchas chicas las consideran como unas heroínas, mientras que los tipos de la peor calaña se aterran con sólo escuchar el apellido.
Después de escuchar todo aquello, Yui entró en clase con muchas dudas en la cabeza.
Las clases habían terminado. Yui tenía que salir un poco más tarde de clase, por lo que pidió a Ayato que la esperase en el pasillo. Aún así no lo encontró. Decidió buscarlo y se cruzó con Claire al salir de una clase.
—Oh, eres tú, Yui —dijo.
—Hola Claire, ¿qué tal tu primer día en clase?
Ella desvió la mirada.
—Es incómodo que todo el mundo esté hablando de ti, que si eres muy terrorífica o que no lo parecías —aún así sonrió y caminó junto a Yui—. Pero admito que no ha estado tan mal como me lo esperaba, digamos que aquí no se encuentran cosas indeseables, por así decirlo.
—¿Qué tipo de cosas? —preguntó Yui.
—Aquellas de las que es mejor no cruzarte... Hablando de eso, ¿no se suponía que ibas a estar con ese... Ayato?
—No sé dónde puede estar ahora, igual decidió esperarme fuera del colegio.
Claire frunció el ceño.
—Oye, ese tipo es un vampiro, ¿verdad? Creía que esos sólo se fijan en nosotros los humanos como comida a la que pueden matar. Permíteme que te pregunte: ¿cómo habéis llegado a salir como una pareja enamorada en lugar de una relación depredador-presa?
—Si soy sincera todavía me lo pregunto, y también me sorprende, pero Ayato-kun dice que soy diferente a los demás. Pero no es del tipo que me prohíba cosas o me imponga normas, y sé que en el fondo es una persona amable, pero que tiene miedo de demostrarlo.
La mirada de Claire se suavizó tras escucharla. —Bueno, no parece que estés mintiendo. Y si de verdad le importas a ese tipo y te lo demuestra, entonces está bien.
Esta vez fue Yui quien frunció el ceño, extrañada
—¿Qué quieres decir? — preguntó —. ¿Te ha pasado algo así?
No había terminado de formular la pregunta cuando en el cruce de un pasillo vieron de lejos a Isamu Kawayama.
—¡¡¡TÚ!!! —lo señaló Claire.
Acto seguido corrió hacia él y lo empujó al suelo de un placaje sin darle tiempo a reaccionar.
—¿¡QUÉ NARICES HACES AQUÍ!? —le propinó un puñetazo en la cara —. ¿¡CÓMO SABÍAS QUE VENDRÍAMOS AQUÍ!?
Todo era muy repentino, Yui no sabía que hacer por el susto . El chico era mucho más alto que ella y decía ir a clases de boxeo, pero Claire se había abalanzado sobre él como si nada.
—¡Claire! —musitó Kawayama —. ¡Menuda sorpresa volver a verte!
—¡NO ME VENGAS CON ESAS!
Alzó el brazo para golpearle una vez más cuando alguien la detuvo.
—¡Claire Murakami! ¡¿Qué clase de comportamiento es este?! —gritó Reiji antes de apartarla. Detrás de él se acercaron corriendo Ayato, Subaru y Ellie.
—¡Yui! ¿Estás bien? —preguntó Ayato acercándose a ella, todavía paralizada.
—Kawayama... ¿cómo llegaste a saber que estaríamos aquí? —interrogó Ellie con una frialdad que no parecía ser usual en ella.
—¿Acaso lo conocéis? —preguntó Subaru con indiferencia.
—Desgraciadamente sí. Ojalá no supiesemos ni de su existencia... sobre todo Rosaura.
—¿Y eso por qué? —preguntó Ayato.
Claire continuó.
— No sé que os habrán dicho de él, ¡pero este acosador pervertido está obsesionado con Rosaura desde que la conoció hace años! ¡No para de perseguirla, de espiarla, de hacer las mayores estupideces para cortejarla sólo para que ella lo odie más, es de lo peor!
Cuando se dieron cuenta, Kawayama ya se había ido.
—Es hora de volver a casa —informó Reiji — Puede que tuvieses tus razones, Claire, pero esa violencia resérvala para el exterior del colegio.
Se fue y Subaru hizo lo mismo tras mirar a Claire durante unos segundos.
Ellie se acercó a ella.
—¡Hay que avisar a Rosaura.
Claire asintió y las dos se fueron corriendo de allí mientras Ayato y Yui seguían observándolas.
—¿Te encuentras bien, Yui —volvió a preguntar Ayato.
—Sí, eso creo, gracias. Oye Ayato-kun, ¿dónde estabas? Te he estado buscando...
Ayato sacó una pequeña botella de zumo y se la ofreció.
—Supuse que tendrías sed, así que te la he comprado.
Ella se sonrojó notablemente.
—Muchas gracias, Ayato-kun... —murmuró.
Tal y como había dicho antes, Ayato era en el fondo una buena persona.
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