14. Plata
Nadie tuvo ganas de pensar en lo sucedido. Laito apenas hablaba, Ellie todavía menos, Kanato se negaba a salir de su habitación a pesar de las amenazas de Reiji, Yui y Claire compartían miradas incómodas, Yumi no podía hacer nada más que observar en silencio en brazos de Kaitleen o de Rosaura y desear que James estuviera allí para arreglar la situación.
Así pasaron los tres días siguientes, para el cuarto las cosas se habían suavizado un poco, pero seguía siendo imposible sacar a Kanato.
Algunas veces Yumi lo esperaba sentada delante de su puerta, pero se cansaba al rato y se iba.
May la acompañó en una de esas ocasiones a la espera de lo mismo, pero decidió quedarse un poco más cuando la niña se fue.
Pasando por ahí, Subaru se quedó mirándola. No le fue difícil imaginarse cómo sería la situación si ella fuera Claire, después de todo eran idénticas a excepción del color de pelo. Pensar en ella le hizo preguntarse dónde se encontraba, pues esos últimos días no la había visto después de clase.
No sabía la razón por la que esa joven humana le llamaba tanto la atención ni por qué lo había dejado tan intranquilo, tal vez por la forma despectiva que adoptó al hablar sobre él y sus hermanos días atrás.
Aunque ahora que lo pensaba, se dio cuenta de que Claire no lo había ni mencionado en aquel momento, había criticado mucho a los demás, pero a él no. Aunque también era cierto que la única vez que intercambiaron más de una palabra fue después del asunto de la pelota azul, no le había dado razones a Claire para tener algo en contra de él.
Cuando quiso darse cuenta, May ya se había ido. Decidió hacer lo mismo, aunque no tenía nada que hacer.
En un par de pasillos más adelante se fijó en aquella chica tan rara, cuyos cabellos plateados relucían todavía más con el reflejo de la luz de la luna. Le sorprendió verla ahí, pero tampoco fuera que le importara mucho.
Al fijarse mejor en su cara, tenía una expresión triste y con la mirada perdida a través del frío cristal.
-¿Vienes a darme el sermón tú también? -preguntó ella al percatarse de su presencia.
Seguramente Rosaura la había regañado por haber provocado una pelea, y no sería extraño que Reiji también lo hiciera.
Subaru guardó silencio en un principio, Claire lo miró a la espera de una respuesta.
-¿Qué te hace pensar eso? -preguntó Subaru en su lugar.
Ella volvió a dirigir su vista al gran ventanal, sin responder tampoco.
-¿Tanto nos odias?
La pregunta del vampiro la sobresaltó y lo miró a los ojos, dudando de su respuesta.
-No lo sé -dijo, desviando la mirada al suelo -. Ya no tengo nada claro. Casi todos me miran mal por mi comportamiento con tu hermano el otro día, yo sólo quería proteger a May, ¿acaso tiene eso algo de malo?
Ambos guardaron silencio, que fue roto con un sonido metálico.
-Cógela -dijo Subaru.
Había desenvainado su daga y ahora se la estaba tendiendo, Claire la cogió con duda.
-Esta daga de plata es capaz de matar vampiros con una simple puñalada en el corazón. Si quieres irte y huir de aquí, quédatela y úsala.
-¿Por qué me la das? -preguntó la joven con sorpresa y desconfianza.
-No voy a ser yo el que te detenga.
Tras observar por unos segundos la reluciente y afilada arma, ella se la devolvió, desconcertándolo en el acto.
-Gracias, pero quédatela tú -Subaru la cogió -. Sí, es cierto que no me gusta mucho estar aquí, pero mis hermanas también viven aquí. No tenemos más a dónde ir y no voy a abandonarlas por nada del mundo, sería egoísta si lo hiciera.
Subaru no respondió. Si a él le hubieran dado la oportunidad para escapar, probablemente lo habría hecho.
-Además -continuó la chica -, ya se marchó nuestro hermano sin aviso alguno, no voy a hacer lo mismo.
-¿Quién?
Aquella información era nueva para Subaru, Laito no se lo había dicho a nadie desde que lo supo de boca de Ellie. Su sorpresa hizo que Claire no disimulara una sonrisa.
-Sí, James -contestó -. Es el hermano mellizo de Rosaura, cuando nuestros padres murieron dejó los estudios para dedicarse a la costura y trabaja como diseñador. Antes de venir aquí, vuestro padre lo mandó a Europa por un encargo especial.
-Vale, ahora lo entiendo. Ese dichoso James es vuestro hermano, pensaba que Yumi se equivocó al referirse a vosotras como "hermanos", ya sabes, con lo de la pelota.
-Sí, recuerdo que se durmió encima de ti -se rió levemente -. Le encanta esa pelota azul, James se la regaló por su cumpleaños.
Subaru seguía desconcertado.
-¿Pero que tiene que ver mi padre con todo esto? ¿De qué lo conocéis?
-Karlheinz era un viejo conocido de nuestra madre, Elisabeth, cuando éramos pequeños nos visitaba de vez en cuando a casa, para entonces lo conocíamos como Tougo Sakamaki. Como dije, al morir nuestros padres, él nos acogió y nos ayudó, también nos confesó que era un vampiro y que nuestra madre ya era consciente de ello. Aún así, habíamos pasado por malos momentos y no estábamos para fiarnos completamente de un hombre adulto.
-¿Qué os había pasado?
Claire desvió la mirada con incomodidad.
-¿De verdad quieres saberlo?
-No voy a obligarte a contarlo si no quieres.
-De acuerdo, todo ocurrió unas semanas después de nacer Yumi, cuando nuestra madre murió, nos dijeron que fue envenenada, nunca se encontró al culpable.
Nuestro padre, que era un mal tipo y estaba muy enamorado de ella, se volvió loco, totalmente, empezó a emborracharse, a pensar que ella murió por el parto y a su vez como consecuencia de los demás anteriores, así que nos echó la culpa y comenzó a pegarnos y a hacernos daño, sobre todo a Rosaura y a May. El colmo llegó cuando intentó... con nosotras...
-Vale ¡no continues! -la interrumpió Subaru al suponer lo que había pasado y notar que se estaba poniendo nerviosa.
Claire inspiró profundamente antes de continuar.
-Cuando atacó a Ellie, James, furioso, lo empujó al suelo, al tratar de incorporarse, se tropezó y murió de un golpe en la cabeza, en el acto había tirado un cigarrillo encendido que comenzó un incendio. Todos salimos de allí, y un rato después apareció Karlheinz, recuerdo que acunó a Yumi en brazos para que dejara de llorar y nos ofreció una casa en la que vivir. Tres años después estamos todos aquí y te estoy contando todo esto.
Dejó de hablar, Subaru escuchó la historia en todo momento.
-No eres la única que ha pasado por un infierno -le dijo con seriedad -. Tienes suerte de seguir con los que te importan, no todos los que han pasado por lo mismo han vivido para contarlo como tú ahora.
Claire volvió a mirarlo sorprendida.
-Si estás tan empeñada puedes quedarte, pero si escapas no voy a ir a por ti.
Se dispuso a irse, pero Claire lo detuvo cogiéndolo del hombro.
-Espera -dijo -. ¿Por qué has querido ayudarme?
-¿No es obvio? Porque si sigues comportándote de esa forma, es posible que Kanato quiera volver a matarte.
-¿Y de qué otra forma puedo comportarme si no paran de hacer daño a aquellos que me importan?
Los fríos ojos rojos de Subaru volvieron a fijarse en ella, logrando de una vez provocarle escalofríos. La agarró por las muñecas para acorralarla contra la pared. Claire trató de moverse con incomodidad. Al tener el pelo corto, no fue necesario apartárselo del cuello.
-Ahora que lo recuerdo -murmuró Subaru -, todavía no has sido probada, ¿verdad? Yo apenas he bebido algo de sangre desde que llegasteis. Voy a solucionar ambas cosas ahora mismo, sólo debes quedarte quieta, sentir mis colmillos y comportarte de esta forma.
La única en no ser mordida dejó de serlo cuando el vampiro de cabellos blancos cual lucero clavó sus colmillos en el suave y claro cuello de aquella joven de pelo plateado como la joya más hermosa y refulgente. Su sangre debió de gustarle mucho, porque Subaru paró un momento para recuperar el aliento y volver a succionar con más avidez.
Claire no dijo nada ni se quejó, aquel dolor era el mismo que habían experimentado las demás jóvenes en esa gran mansión y a ella debía tocarle tarde o temprano pasar también por ello.
Perdió el equilibrio cuando Subaru paró, él la cogió suavemente para no caer.
-Con esto eres solamente mía, no voy a dejar que nadie más te tenga.
[Publicado el 21/2/2018]
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