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Beyond death

Minseon era como cualquier chica. O bueno, algo así... Porque aunque podía pasar desapercibida entre la gente sin llamar la atención, tenía un secreto: podía ver los espíritus de las personas muertas que no lograban llegar a tener la suficiente paz para marcharse del mundo terrenal.

En su niñez, su inocencia le había llevado a contarle a sus padres lo que veía, creyendo fielmente que todos podían ver aquellas personas vagando sin un lugar al cual ir, pero no pasó mucho tiempo y, de un momento a otro, sus padres hicieron todo lo posible por llevarla con psicólogos, psiquiatras o cualquier especialista, buscando una solución para que su niña pequeña puediera ser "normal". Sin embargo, los años pasaron y a pesar de todos los tratamientos, la medicación y miles de lágrimas derramadas, Minseon seguía viendo a aquellas personas que nadie más podía ver. Y fue así como, consciente de que sus padres ya no sabían qué más hacer para ayudarla, decidió que ya no volvería a mencionar lo que veía y, si era necesario para el bienestar de su familia, se guardaría el secreto hasta la tumba.

Cuando cumplió diecisiete años sus padres le hicieron una gran fiesta, sintiéndose felices de que su hija por fin pudiera ser alguien más del montón sin aquella habilidad, la cual por ellos había sido catalogada como un transtorno o alguna maldición que solo les había causado dolor. Minseon celebró como pudo, ocultando que podía ver a un montón de personas que no tenían vida. Los grupos grandes de gente parecían atraer más a los espectros, pero se tuvo que tragar todas sus inquietudes para que la fiesta pudiera terminar sin ningún problema. Y así fue, todo resultó de forma exitosa y sin incidentes de su parte.

Pero sucedió algo que le dio un giro total a su vida. Repentinamente dejó de ver a los fantasmas, como si se hubieran esfumado de un momento a otro. Aquello le hizo sentir un gran alivio, pues al soplar las velas solo había podido pensar en que todo eso tuviera un fin para no tener que seguir actuando por mucho más tiempo.

Pero no todo podía ser perfecto. ¿Dónde estaría la gracia si ya no tenía su habilidad tan única?

Estando sola en su habitación, se percató de que en una de las esquinas estaba la figura de un chico. Era delgado, vestía de blanco y su piel parecía ser más pálida de lo normal. ¿Por qué lo podía ver si ya no veía a nadie más? Se lo preguntó por largos minutos mientras no perdía de vista a aquel sujeto que solo la observaba en silencio, sin mover ni siquiera un dedo.

—¿Quién eres? ¿Por qué te sigo viendo? —se atrevió a preguntar a la vez que se acercaba para verlo con más detalle— ¿Qué quieres de mí?

Silencio... Sus ojos estaban fijos en ella, pero no hacía nada más. ¿Qué esperaba? ¿Por qué estaba en su habitación viéndola sin decir nada?

Por momentos así, Minseon se sentía realmente incómoda. Eran personas muertas que no le podían hacer nada, pero eso no quitaba el hecho de que su presencia fuera incómoda a pesar de que llevaba tantos años acostumbrada a eso.

—Vamos, vete si no quieres nada.

Hizo una seña con su mano, indicándole que se marchara de habitación. El fantasma nuevamente la observó, y luego desapareció dejándola nuevamente sola en su habitación.

Esa fue la primera vez que Minseon lo vio, pero no sería la última.

* * *

El tiempo pasó volando, y ocho años después aquel ente había aparecido innumerables veces, tantas que había sido imposible contar todas las ocasiones. Minseon lo había enfrentado hasta cansarse, pero siempre obtenía la misma respuesta; nada. Y aquello no podía desagradarle más, porque aunque sea quería una explicación para saber por qué siempre estaba tan cerca de ella y qué era lo que necesitaba para poder descansar de una vez.

Pero aquella respuesta no existía, y eso la frustraba inmensamente.

Regresó del trabajo, otra vez estaba él esperándola en una esquina del hogar. Estaba segura de que necesitaba algo de ella, de otra forma, no la habría seguido hasta su nuevo hogar. Era imposible deshacerse de él, incluso parecía estar atado a ella.

—Hey, ¿otra vez no vas a hablar?

El chico parecía haber quedado atrapado en sus veintes, e incluso podía apostar a que era menor que ella. Se observaron en silencio y Minseon se dirigió a la cocina y tomó un cuchillo. Bien, había intentado de todo, no le quedaba nada más que recurrir a medidas extremas.

El objeto estaba bien afilado, lo paseo por su mano, presionando despacio, pero dejando una marca que dejaba en claro que podía hacer más si es que se lo proponía.

—Tendrás que hablar aunque no quieras. De otra forma, no te podré ayudar si me voy antes que tú.

¿Era una amenaza? Sí. Y esperaba que el chico no hubiera sido mudo en vida, de otra forma solo estaría haciendo el ridículo y una estupidez al exponer su vida de esa forma.

La sangre empezó a brotar, los ojos del ente se expandieron al ver que estaba hablando en serio. Caminó hacia ella para detenerla, pero sus brazos la traspasaron. Al menos Minseon se sintió más tranquila de ver que sí podía actuar además de solo estar parado en una esquina sin hacer nada.

—Bien, me detendré —su mano ardía, por suerte el corte no era muy profundo, pero sí tendría que hacer una buena curación—. Dime tu nombre. Ya llevamos mucho tiempo en este juego del silencio eterno, ¿no crees?

—Hoseok... —su voz era bajita, casi imperceptible, pero había logrado escuchar el susurro entre el silencio de la habitación.

—Vaya, sí puedes hablar. Aunque es raro, normalmente si un fantasma se da cuenta que los puedo ver, buscan cualquier forma de llamar mi atención, pero tú has estado por años en silencio, sin emitir siquiera un sonido.

—N-no quería hacer que esto fuera más incómodo... —su voz se escuchó más fuerte, ya no era un simple susurro—. ¿Por qué te hiciste daño? No era necesario... Tú no...

—¡Nunca me hiciste caso! —explotó. Se agachó sintiendo repentinamente muchas emociones. ¿Estaba bien hablar con él? ¿Qué pasaría desde ese momento en adelante?

—En serio lo siento. No estaba seguro de si te podía hablar. Ni siquiera sé la razón por la que eres la única que me ve... Realmente lo siento muchísimo.

El fantasma se agachó junto a ella, por mucho que no la pudiera tocar, hizo la acción por inercia. No había tenido contacto con nadie por mucho tiempo, sin embargo, algo le decía que tenía que actuar en ese momento.

Estaban muy cerca, pero ninguno podía tocar al otro. Permanecieron en silencio mientras Minseon intentaba ordenar sus ideas. Tras una larga espera había conseguido su objetivo, pero no sabía cómo sentirse.

* * *

—Bien, ya ha pasado suficiente. Tenemos que hablar, Hoseok.

Había pasado un poco más de una semana en dónde no se habían vuelto a dirigir la palabra, pero se habían topado en el hogar, de todas formas no es como si tuvieran otra opción. El fantasma no se podía separar de ella, y desde que Minseon se había dedicado a trabajar desde casa, era algo inevitable el pasar tiempo juntos.

Hoseok apareció colocándose frente a ella. No podía quedarse callado por la eternidad.

—Aquí estoy, Minseon. ¿Por dónde empezamos?

—¿Cómo falleciste? Hasta donde he descubierto, los fantasmas se mantienen en el lugar en el que murieron, pero tú vas conmigo a donde sea que vaya.

—Morí asfixiado por un incendio. Me encerré en el baño pensando que de esa forma me salvaría, pero luego la puerta se trabó y no hubo forma de salir. La casa... La edificación creo que estaba por este sector, hasta dónde sé, lo demolieron un par de años después...

Minseon se preguntó si la razón que estuviera cerca de ella era parte del destino porque ella lo llevaría hasta aquel lugar, pero seguía sonando descabellado. Se había mudado un par de veces y también la había seguido, y nada aseguraba que ese fuera su hogar definitivo.

—Ya veo... Pensaba que podría ayudarme para hacerme una idea de por qué estás aquí, pero quedé en el mismo lugar.

¿Qué deseos podría tener aquel chico para seguir dando vueltas por el mundo? Si no era regresa al lugar de su muerte, tenía que haber otra razón lógica para explicarle la situación. ¿Aunque se podía buscar algo lógico siquiera? Estaba hablando con un fantasma, eso era lo suficiente raro como para buscar respuestas razonando lógicamente.

—Perdón, me gustaría tener una respuesta, pero ni yo sé la razón por la que sigo aquí... —una sonrisa avergonzada apareció en su rostro— He intentado con todas mis fuerzas desaparecer para no incomodarte, pero de alguna forma siempre regreso a ti. Te respondí porque no sé qué más hacer, pienso que tal vez podemos hallar la respuesta entre los dos. Claro, si es que puedes... No quiero seguir siendo una carga para ti, al final no eres responsable de nada, simplemente tienes la habilidad para comunicarnos.

—Está bien. Podemos hallar una respuesta juntos. De todas formas no pierdo nada.

Y aunque Minseon pensó de esa forma en el momento, tal vez sí terminaría perdiendo algo. Algo bastante preciado.

* * *

Pasaron seis meses y nada había servido. Hoseok seguía rondando a su alrededor.

No parecía estar atado a un objeto en específico, tampoco a algún familiar ni al lugar en dónde había muerto. Luego intentaron con las actividades que había hecho en vida, realizando una por una para ver si alguna era la causante de su permanencia, pero también habían fallado. Al final recurrieron a los deseos, pero el pobre parecía ya no recordar si alguna vez había deseado desde el fondo de su corazón algo lo suficiente fuerte para que lo atara de tal forma al mundo de los vivos.

Entonces... ¿Qué rayos sería?

—Hey, buenos días. ¿Alguna novedad?

Hoseok negó. No había sufrido ningún cambio.

El fantasma ya se estaba resignando a permanecer por el resto de la eternidad. Y Minseon ya se estaba haciendo la idea de que aquel ente le acompañarían hasta el último de sus días. Por lo mismo, habían decidido estar en los mejores términos para sobrellevar la extraña situación que parecía no querer resolverse de ninguna forma.

—¿Hoy vas a salir con un chico?

—Sí. Mi amiga me organizó una cita a ciegas, así que pienso ir para ver qué pasa.

—Así que una cita... Me alegro por ti. Es bueno que te despejes y salgas con personas. De seguro a veces te sientes rara por pasar tanto tiempo conmigo.

El ambiente se volvió incómodo, últimamente las cosas se sentían así desde que Minseon se había despertado por la noche y Hoseok la había estado observando desde cerca. Al ser un fantasma no dormía y ocupaba su tiempo entreteniendose con pequeñas cosas, pero haber estado tan cerca había logrado que las cosas se volvieran así. Ni siquiera se podían tocar, pero tal cercanía se había sentido muy íntima para la relación que tenían.

Solo estaban buscando una respuesta en conjunto... Pero nuevos y raros sentimientos habían surgido entre ellos, sentimientos que no se podían dar entre ellos por muchas razones, y la principal y más importante era que Hoseok estaba muerto, y nada ni nadie podía cambiar eso.

—Igual no te ilusiones tanto con tener la casa sola. Puede ser que a último momento me arrepienta y me quede trabajando un poco.

Hoseok no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara en su rostro. Él realmente se sentía feliz cuando tenía a Minseon cerca, de un momento a otro se había vuelto su todo; era lo único que tenía en un mundo tan confuso. En ocasiones mientras miraba la Luna y la chica dormía plácidamente, se sentía frustrado por la situación en la que estaban. Un muerto con un vivo... Eso nunca iba a ser posible, habían demasiadas barreras... Tantos problemas. Ni siquiera decir lo que sentía en voz alta iba a cambiar algo. Prefería guardarse todo eso para no sentirse tan miserable.

Pero recordaba los pequeños momentos que habían compartido en los últimos meses y algo en su interior se alteraba. No podía ser su corazón porque aquel órgano había dejado de bombear hace mucho tiempo, pero sin duda ese sentimiento se sentía real, o al menos era algo que ni siquiera había sentido en vida.

* * *

—¡Hoseok! —dio unos cuantos pasos como pudo, dirigiéndose a la habitación buscando al fantasma.

Había tomado un poquito, o tal vez más que solo un poquito. La cita había estado bien, pero no había podido dejar de pensar en aquel chico que siempre le esperaba en casa.

—¿Qué pasó, Minseon? —apareció de inmediato. No pudo evitar preocuparse por el grito que había dado.

—Te extrañé mucho. ¿Vamos a la cama para hablar?

Sus pies se enredaron y se fue de rodillas al piso. Hoseok estiró sus brazos por inercia, pero claramente no sirvió de nada. Ni siquiera entendía por qué seguía haciendo cosas así cuando claramente era algo imposible.

—Minseon, ten cuidado, por favor. No te lastimes.

—Lo siento, lo siento. Es que estoy emocionada. Extrañé tanto ver tu rostro...

Estaba completamente borracha. Acarició su cabello hacia atrás y se sentó sobre sus piernas para observar a Hoseok un momento. Estiró su mano para acariciar su rostro, y tal vez solo era producto del alcohol en su sistema, pero por un instante pudo asegurar que había sentido la mejilla del chico frente a ella.

Todo fue para peor cuando se lanzó sobre Hoseok, quien por impulso se fue hacia atrás, quedando sus rostros tan solo a centímetros.

—¿Minseon, por qué haces esto? No seas así, no te hagas daño, ni tampoco me hagas daño... No podemos. Lo sabes.

—¿Por qué debe ser así? ¿Ni siquiera lo podemos intentar?

—No, no está bien.

Perfectamente se podía poner de pie, ya que su cuerpo traspasaría el de ella, pero en ese momento no tuvo la fuerza suficiente para caer en la realidad. Él tampoco entendía la razón por la que las cosas se tenían que haber dado de esa forma. Si hubiera podido, habría tomado su rostro para darle un suave beso, pero Minseon estaba tan borracha que sabía que no podía jugar con sus sentimientos ni tampoco hacerse ilusiones.

—¿Acaso no quieres? ¿No te gustaría tocar mi cuerpo? ¿Acariciar mi piel? Te he visto por las noches haciendo como que tomas mi mano, acariciando mi rostro aunque solo roces la nada misma. He visto tu rostro sonrojado... Quién sabe qué cosas piensas sin que lo digas en voz alta. Te gustaría estar sobre mí, ¿no? Vamos, admítelo. No seas cobarde, Hoseok.

—¡Claro que me gustaría, pero es imposible! N-no sirve de nada pensar en eso si solo nos hace daño. Debes salir con alguien con quién puedas hacer esas cosas... Yo no te puedo entregar nada más que mi compañía hasta que en algún momento me vaya para siempre.

Su rostro fue una combinación de rabia, frustración y tristeza. ¿Por qué Minseon le hacía eso? ¿Por qué ella misma se hacía daño con esos pensamientos? Tenían que ser realistas y no pensar en fantasías imposibles.

Hoseok en algún momento desaparecería y no volvería más. Pensar en ser algo más solo era engañarse de una manera horrible... Pero no podían evitar sentirse así, no cuando el tiempo juntos los hacía sentirse tan cercanos...

* * *

Aquella noche, a pesar de la dolorosa charla, terminaron acostados en la cama de Minseon, mirándose hasta que los ojos de la chica se cerraron cuando el sueño la venció. Hoseok la observó hasta que los rayos del sol comenzaron a hacer presencia en una linda mañana, pero que en el fondo se sentía melancólica y gris.

Puede que al final sí tuviera un sueño el cual quería cumplir para marcharse. En vida nunca había tenido alguna relación romántica, tampoco se había enamorado hasta sentir que no podía estar sin esa persona especial. En cambio, junto a Minseon parecía que había conocido su primer amor por muy bobo que sonara.

Lo malo era que las cosas no habían ocurrido como le hubieran gustado.

Pasaron un par de meses más, los cuales se sintieron solitarios a pesar de que constantemente estaban cerca del otro. No habían vuelto a mencionar el tema, pero por las noches sus manos parecían estar entrelazadas, como si de alguna forma pudieran romper las leyes físicas. Y ese era su único consuelo para sentir que en el fondo podían seguir sus sentimientos sin sentir culpa ni tristeza.

—Yo... Creo que me voy a ir pronto.

Su confesión dejó congelada a Minseon, quien ni siquiera continuó tecleando por la sorpresa de las palabras que había escuchado. Muy en el fondo tenía la esperanza de que Hoseok seguiría junto a ella por mucho tiempo, pero últimamente aquel fantasma que aceleraba su corazón parecía estar desvaneciéndose de a poco. Su voz parecía más lejana, y su figura a ratos desaparecía sin aviso alguno.

Así era la realidad por mucho que no la quisiera aceptar.

—¿Ya cumpliste tu última voluntad?

—Más o menos. Aún falta algo.

—¿Qué cosa?

Hoseok caminó hacia ella, esperando que se diera la vuelta para mirarlo, y así fue, la chica puso toda su atención en la figura que estaba parada a su lado.

—Minseon, me gustas mucho —sus ojos estaban brillosos, los de la persona frente a él también se pusieron así—. Te agradezco mucho por estos últimos meses. Creo que logré ser más feliz que en vida, no sé si eso sea posible porque solo existo basándome en lo que sentí cuando todavía vivía, pero estoy seguro de que gracias a ti incluso sentí sensaciones que nunca había experimentado. Eres un persona maravillosa, que solo merece lo mejor y realmente espero que puedas ser muy feliz sin importar que yo ya no esté junto a ti. En alguna parte te estaré apoyando y cuidando para que puedas vivir una buena vida.

—¿Por qué te despides así? Es injusto. No estoy preparada para dejarte ir, no todavía...

—En cualquier momento puedo desaparecer y no me quiero ir sin que sepas eso. Sé que es egoísta de mi parte, pero mi última voluntad es que sepas que me enamoré de ti más allá de la muerte y me voy tranquilo sabiendo que logré conocer el verdadero amor; a mi verdadero amor.

Para ese momento ambos ya tenían lágrimas bajando por sus mejillas. Era un destino inevitable, pero de igual forma dolía un montón.

Minseon estiró su brazos aunque sabía que no se podían tocar, pero lo deseó con tanta fuerza que Hoseok, por su parte, se acercó todavía más para poder abrazarla. Mientras lo hacía, pareció que su cuerpo brilló un poco más de lo normal, y por un instante al envolver el cuerpo del otro, sintieron una calidez que no habían logrado sentir antes. Hoseok se arriesgó todavía más y sus labios fueron a parar a la frente de Minseon.

El tacto finalmente se sintió del todo real, como si se pudieran tocar. Tal vez el universo se había apiadado de dos pobres almas que habían estado existiendo a base de solo supuestos y fantasías. Ninguno se atrevió a decir nada, no habían palabras que decir cuando el suave tacto pareció transmitir todo. Aun así, Minseon no podía quedarse callada cuando podía ser su última oportunidad.

—Tú también me gustas, Hoseok. No lo olvides nunca —su agarré fue más fuerte cuando comenzó a sentir que de a poco se desvanecía—. Cada pequeño instante junto a ti ha sido maravilloso, no importa si puedo parecer una lunática por amarte aunque no estés en este mundo. Eres parte de mi mundo y siempre lo serás.

No hubo una respuesta de vuelta, cuando Minseon abrió los ojos se encontró sola en medio de la habitación.

Definitivamente se había enamorado de ese chico que le daba los buenos días con una dulce sonrisa, y por mucho que siguiera con su vida, nunca lo iba a olvidar. Al final de todo, parecía que el amor sí podía ir más allá de la barrera de la muerte, y en su corazón iban a quedar grabados esos lindos sentimientos que momentos también parecieron destruirla.

11/06/23

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