Luego de caminar durante 2 o 3 minutos llegamos al área de comida de esta planta, como estamos en el primer piso, en el cual están los bancos y supermercados, el área de comida son solo pequeños cafés.

Nos sentamos en una de las pequeñas mesas que están dispersadas por el área e inmediatamente se acerca a nosotras una camarera para tomar nuestra orden.

Ya que hoy es mi día para consentirme pido unas donas rellenas de dulce de leche más un batido de fresas, hoy las calorías dejarán de importarme, al menos por ahora, ya mañana me preocuparé de eso y de las posibles consecuencias que me traerán esta salida.

Hoy me preocuparé solo de conseguir un poco de felicidad, un poco de libertad, desahogarme y deshacerme del peso que cargo en mi espalda desde hace tanto tiempo y haberme encontrado con esta persona, justo hoy, parece cosa del destino. Nunca he sido de creer en esas cosas, pero es tal mi situación, que estoy dispuesta a creer cualquier cosa a la que pueda aferrarme para sobrellevarla.

—¿Recuerdas esa vez que Marcos y los del equipo de soccer echaron azúcar en la planta eléctrica? —inquiero divertida al recordar ese día. Teníamos práctica de química con la profesora Olivia, todo el instituto la odiaba—. Estábamos aterrados, para nosotros ese era el día del juicio final y de un momento a otro ¡Bam!, falla eléctrica en todo el edificio —reímos al mismo tiempo al rememorar los segundos de pánico que sintió todo el mundo cuando se apagaron las luces seguidos del alivio generalizado al comprender que sin electricidad no se podría llevar a cabo la práctica. —Ese fue, sin lugar a dudas, el día más aterrador y emocionante de todo el año.

Recuerdo con nostalgia las travesuras que siempre llevaban a cabo los chicos del equipo, las cuales más que nada tenían el propósito de ayudarnos a todos a sobrevivir a esos años de secundaria que para nosotros, eran un infierno, pero que hoy recordamos con añoranza y risas.

—Sabes, siempre me he preguntado cómo es que nunca los descubrieron —digo, mi voz es casi un susurro—. Pero ¡hey! Cuéntame de ti. Dime, ¿qué hiciste al salir del instituto? ¿Qué estudiaste en la universidad? ¿Te casaste? —En el momento en que hice esas preguntas ella se llevó a la boca un pedazo del croissant que había pedido, me hizo señas para que continuara hablando.

Creo que lo ha hecho a propósito, tal vez no quiere hablar conmigo, contarme sus cosas, después de todo, en el más básico sentido de la palabra, somos unas extrañas, la una para la otra.

Tal vez no debí acercarme, mi necesidad de alguien con quien poder hablar me dominó en ese momento.

¿Qué hago? ¿Me aprovecho de su amabilidad y me desahogo un poco con ella? ¿Hago lo mismo que ella y como lo que tengo delante de mí para marcharme al terminar?

¿Qué será lo correcto hacer ahora mismo?