Prólogo: Un gran cambio.
Mi suave suspiro me hizo abrir los ojos nuevamente... Estaba tirando a mis maletas toda la ropa de mis cajones sin un mínimo cuidado alguno, dejaba ver mi poco o casi nulo ánimo cada vez que veía una prenda de ropa diferente, cada una contando con un recuerdo distinto que atesoro en el interior de mi corazón.
Después de terminar de hechar muy cuidadosamente mi ropa (nótese el sarcamos.) me dejé caer contra la pared de mi ya vacía blanca habitación...
Cada vez que miraba a ese vacío color blanco en las paredes me hacía querer regresar un poco el tiempo para evitar está situación... Pero bueno, no puedo hacer nada para este punto.
Lo único que quedaba de mi habitación colgada en las paredes, era ese espejo que venía incrustado a la pared en el cual me dediqué a verme a mi mismo por unos segundos, tratando de descifrar mis propios sentimientos con respeto a esta situación.
Me veía como si no hubiera dormido nada las últimas 48 horas... Lo cuál es cierto, desembolse unas cuantas cosas de mi mochila, amarré las coletas de mi cabello, me eché un poco de agua contra la cara y por último me talle los ojos tratando de despertarme un poco... No funcionó pero aún así me quedé viendome a mi mismo por unos segundos.
"Dia de mierda." Saqué mi celular y encendí el reproductor de música esperando el poder relajarme un poco, pero en cuanto hice eso un llamado de mi nombre me hizo volver a la realidad más rápido de lo que hubiera querido.
"¡Gabi!" Una voz bien conocida por mi me distrajo de mi única distracción en ese momento, me quité mis audífonos esperando alguna otra cosa de su parte. Cómo si ya supiera el propósito de mi llamado. "¿Puedes venir ayudarme un momento, hijito?"
Sip, esa era mi madre, me levanté de la espalda sintiendo como esa pequeña relajación que había obtenido en segundos se desvaneceria a la misma velocidad que me levantaba del suelo para posterior a eso decir.
"¡Ya voy ma!" Abriría las puertas de mi habitación bajando las escaleras de madera, aquella lisa madera de roble que se utilizaba como barandal, aún hacia sentir mi mano fría dejando a mis dedos tiritar por unos segundos.
Bajaría a la sala viendo a mi madre, sobreesforzandose tratando de llevar varias cajas a la vez.
"¡Ma, ya te dije que yo me encargaría de las cajas, no trates de levantar tanto peso." Rápidamente, quitaría dos o tres cajas de la gran pila que estaba llevando dejando todo el peso en mis brazos.
Ella suspiro y me vio con su sonrisa típica en ella "Ya se ya se, pero no podía quedarme de brazos cruzados mientras mi bebe hacía todo el trabajo." Se agachó un poco y me daría un pequeño beso en la frente dejándome una suave calidez en esta.
"Además, ya tengo quería hablar contigo sobre... Ya sabes, todo lo que está pasando ahora. ¿Me permites un momento?" Tomo las cajas que llevaba dejándolas reposar en el mesón de la sala.
Casi de forma instantánea, me senté en el cómodo sofá de la sala, aún me sorprendía que con todo no se lo habían llevado al camión de mudanzas.
"¿De qué quieres hablar?" Pregunté con un obvio semblante de duda en mi voz.
Mi madre se sentaría a mi lado llevando una mano hacía mi cabeza y con un mínimo esfuerzo empujándola hasta que está caeria en su hombro acariciando lentamente mi cabello sintiendo su tacto lentamente por toda mi cabellera.
"Se que esto es un cambio duro... Sobre todo para ti, mudarse de un país tan distinto y... Especial como lo puede ser Japón... Se que te será difícil adaptarte, encontrar nuevos amigos y... Todo lo básico que conlleva mudarse." Cada vez era más lento el paso de sus dedos por mi cabello dejándome un tanto... ¿Infeliz?
"Solo quiero que sepas... Que yo estoy aqui para ti, siempre podrás contar conmigo, en las buenas, en las malas y en las que sean horrorosas." Empezó a reírse un poco cubriéndo un poco su boca con el dedo meñique de su otra mano.
"Gracias ma..." Sonreí un poco en respuesta. "Por ahora... Creo que estoy bien con todo, si algo surge cuento contigo entonces."
"Bien... Solo quería estar al pendiente de tí." Lentamente mi madre deslizó su manos a mis mejillas estirandolas. "¿Dónde está mi bombónsito?" Me sonrió felíz.
"Ma... Estoy muy grande para esto..." Mi cara se puso un poco más roja ante el cálido tacto de su manos pasando por mis mejillas.
"Nunca estarás muy grande para el cariño incondicional de una madre..." Acarició suavemente mi cabeza una última vez hasta levantarse otra vez. "Tengo unos asuntos de la mudanza que atender, espero que no te aburras mucho, Gabi." Se levantó dejándome sentado en el sofá...
Suspiraria nuevamente para posteriormente levantarme, subiría nuevamente mis audífonos hacia mis oídos y me levantaría. Me acercaría a la puerta abriéndola y dejando que el fresco viento me golpeará, si me voy de mi país, merezco decirle un adiós momentáneo a alguien.
Heme aquí, parado ante las puertas de una gran mansión que estaba seguro que ni vendiendo mi alma al díablo lograría obtener.
Me estiré un poco poniéndome de puntillas para llegar al timbre demasiado alto para mí altura de 1.55 y esperaría a la salida de alguien en particular.
"Ya voy." Un joven voz se escuchaba al interior del sitio resonando junto a los pasos de alguien en las escaleras. Abriria la puerta encontrándome una vez más con sus ojos marrones. Pude divisar un esmoquin elegante, acomodo un poco su moño antes de levantar su mirada notando como una sonrisa se formaba lentamente en su rostro.
"¡Gabi! ¡Hombre pensé que ya te habías ido! Estiró su puño, gesto el cuál imite chocandolos.
"El avión se atraso un poco, quería venir a verte una última vez antes de embarcarme en una aventura en la que probablemente no tenga retorno por mucho tiempo." Sonreí tranquilamente. "Además quería despedirme de ti, Riccardo."
Me sonrió devuelta "Bueno, aúnque sea tienes un momento para tomarterlo para ti supongo." Se encogió de hombros.
Rápidamente caería en cuenta de un mínimo detallé. El hecho de que vestía de forma tan formal no muy a menudo era simple coincidencia.
"¿Vas a tus prácticas de piano?" Pregunté pensando que era eso de lo que se trataba.
"Si, en efecto..." Suspiro de forma vaga demostrando su 0 interés en el tema. "No me gusta mucho eso de que ahora vaya en ambos turnos de la mañana y tarde... Pero no es como si pudiera decidir."
"Algún dia deberás decirle a tus padres que no te gusta tocar el piano." Me apoyé en la puerta.
"Puedo vivir con eso hasta que vaya a la universidad..." Se encogió de hombros. "Pero... ¿Y tú? ¿Qué planeas hacer al llegar a Japón?"
"Yo..." Levanté la mirada mirando hacia el cielo. "Supongo que tratar de adaptarme a la vida haya." Me reí un poco. "Si se me pega el olor a otaku ya sabrás porque."
"Ja claro..." Se acercaría a mi extendiendo su mano con el puño cerrado. "Si te vas quisiera que tengas esto."
"¿Eh?" Extendí mi mano por debajo de su puño viendo como una cadena caía hacia la palma de mi mano con un ruido seco. "¿Y ésto?" Alze el collar hasta que mis ojos lo pudieron distinguir.
"¿Un rayo?" Dije algo confundido.
"En cierto forma eres como un rayo." Paso lentamente una mano por debajo de su barbilla. "Rebosante de un fulgor que ni tú mismo puedes ver."
"Ja... Buena analogía Einstein." Me puse el collar en mi cuello, una vez que escuché el sonido del contacto entre el cierre de mi chaqueta y aquel rayo de metal, el cual levanté para verlo más de cerca. "Igual, aprecio mucho esto de tu parte. Y tampoco está tan mal." Me encogí de hombros.
"Je, me alegra que te guste..." Escucharía un pitido audible. Riccardo subiría su brazo notando un smartwatch en su muñeca, posterior a verlo suspiro apagando la alarma. "Ya me tengo que ir..." Llevó una mano hacía atrás de su cabeza rascandola. "Lamento no poder despedirte como lo mereces, Gabi."
Sonreíria un tanto despreocupado. "Descuida, esto fue más que suficiente para mí." Extendería mi puño hacia el. "Hasta que le destino no vuelva a cruzar, amigo."
"Lo mismo digo." Chocamos los puños. "No hagas nada loco que yo no pueda ver, ¿Entendido?" Me dijo con cierto atisbo de duda.
"Fuerte y claro capitán." Le respondí para después ambos dejáramos escapar unas risitas.
Esa misma tarde, terminaba de prepararme, cargue al 100% mi celular, terminé de llevar lo que quedaba al camión y me aseguré de tener unos audífonos de repuesto.
En una de las cuantas cajas la cuál llevaba, logré notar cómo no estaba cerrada del todo bien, quité la vieja cinta de papel preparando una nueva, pero mientras entre abría la caja, note un brillo metálico, me quedé desconcertado por unos segundos hasta que decidí no darle mucha importancia, de seguro era alguna pertenecía de mis madres. Mi atención se detuvo en única y exclusivamente cerrar la caja de cartón para dejarla junto a las demás en el camión.
Y tal cuál un abrír y cerrar de ojos, estaba ya en el aeropuerto, caminaba con un paso firme llevando mi cabeza a los lados al ritmo de mi música. Mi mamá estaba delante de mí, visiblemente emocionada mientras se aseguraba de tener todos los documentos a la mano.
"Creo que ya estamos listos... ¿Tú también estás listo, Gabi?" Se volteó a verme con una gran sonrisa en su rostro.
Bajé mis audífonos escuchándola al 100%
"Hm... Si supongo." Me encogí de hombros.
"Genial." Se agacharia colocándose a mi altura y colocando una mano en mi hombro. "Ya sabes... Si no te sientes..."
La corte en media frase "Hablo contigo para sentirme mejor. Ma, ya lo sé, me lo has repetido durante todo el trayecto hasta acá, y también te he repetido que estaré bien, no te tendrás que preocupar." Le respondí dandole una sonrisa.
Ella suspiro y me vió con un poco de despreocupación. "Solo quiero asegurarme de que mi bombónsito este bien, no quiero que te pase nada malo." Se pondría nuevamente en pie viéndome con orgullo. "En verdad me alegra que estés siendo tan fuerte pese a todo."
Creo que es un buen momento para que explique cierta cosa importante, hace ya más de un año mi otra madre había fallecido por una enfermedad terminal. Yo busqué refugiarme en algo... En este caso mis audífonos, rara vez no tenía estos en mis oídos o descansando en mi cuello, era mi mejor forma de desconectarme de todo, ahora en este presente año, trataba de disimular "madurez" tratando de evitar el hecho de recordar aquel suceso, en mi mente solo quedaba hacerme más fuerte para estar para la madre que aún está conmigo... Por cierto, me olvidé mencionar esto... El nombre de la pelirrosa que están viendo como mi madre es Rocío, Rocío García. Y si, García es mi apellido.
Volviendo al presente de mi historia, solo mantuve mi sonrisa, quizás agrandandola un poco "Gracias ma, te prometo que no causare problemas una vez que estemos haya."
Me miró con una de las más puras miradas que he tenido el placer de ver, acarició suavemente mi pelo "Okey Gabi... Confío en ti."
Ya en el avión, vería hacia la ventana de mi asiento, mi madre se encontraba comiendo una bolsa de doritos, lentamente, mientras la música que escuchaba pasaba a ser algo más lento y pausado, cerré mis ojos, probablemente producto de las pocas horas de sueño que había tenido estos últimos días, dejé caer mis párpados y dejé que el sueño de adueñara de mí...
Pensé que abría los ojos nuevamente, pero en cuanto divisé el césped debajo de mi pies, empezé a dudar de que estuviera realmente despierto.
Delante de mi se encontraba un árbol subido a una colina, está colina estaba rodeado de flores rosas y amarillas las cuales convenientemente dejaban un camino en el cuál yo estaba parado.
Caminé por el césped notando que debajo de aquel árbol se encontraba una silueta. Lograba distinguir una larga cabellera negra cayendo hasta su pecho, estaba recostada tarareando una canción.
Casi por instinto me movería hacía al árbol sentandome al lado de aquella silueta que podía distinguir ahora como una chica, probablemente un poco mayor que yo.
"¿Todo bien?" Pregunté calmado, ya era costumbre para mí estar en este lugar, desde que tengo memoria cada cierto tiempo soñaba con este sitio.
La chica asintió con la cabeza sin interrumpir su tarareó.
Repose mi cabeza contra el árbol. "Genuinamente no se cómo sentirme ante esto... Realmente es difícil comprenderme a mi mismo ahora, supongo que me adaptaré rapido a mi nueva vida."
El tarareó de la chica se detuvo un momento, si abriera los ojos probablemente me hubiera mirado con una mirada que diria "¿Tú eres tonto o te hacés?"
Bajé mi mirada "Si ya se... Debo de comunicarme más, es más difícil de lo que parece aúnque no te des cuenta." Aún después de decir eso, sentía como me... Regañaba (?) solo con darme algo de su atención, nuevamente volvió a su tarareó habitual dejándome ver hacia el profundo cielo que me rodeaba, de un momento y con el solo pestañear de mis ojos, sentiría el avión aterrizar en tierra firmé.
Poco tiempo después pise por primera vez la tierra del sol naciente, mi mirada se concentró en el suelo por unos segundos hasta que levanté mi cara un poco más... "Tranquilo."
Algunas semanas pasaron, nuestros muebles terminaron de llegar y junto a eso ayudaba a mi madre en todo lo que podía. Uno de esos días estaba vagueando por mi teléfono celular acostado en el sillón recién puesto de la sala, era realmente relajante, el internet era rápido y la casa era bastante aceptable, era de estás casas tradicionales de Japón, solo las había visto por animes y en realidad, son más cómodas de lo que parecen, no me podía quejar vaya.
Mientras mis pensamientos se perdían completamente en el celular, el llamado de mi madre me hizo volver a la realidad rápidamente.
"¡Gabi, ven un momento!" Rápidamente me levantaría del sofa bajando mis audífonos y subiendo rápidamente por las escaleras pensando en que tenía que prestarle ayuda a mi madre.
"¿En qué te ayudo?" Dije nada más llegar a la puerta.
"¿Uh? Oh descuida, no es para que me prestes tu ayuda ni nada." Me sonrió y me hizo una seña con el dedo. "Ven conmigo un momento."
"¿Vale?" Sin entender mucho lo que tenía que hacer, solo me senté a su lado en la cama, a su alrededor se encontraba rodeada de cajas dándome la impresión que desempacaba sus cosas.
"Tu madre... Era buena en muchas cosas." Note una sonrisa que expresaba aquella infinita nostalgia a través de sus ojos "Pero si había algo en lo que simplemente era increíble, asombrosa, espectacular, sublime... Era en lo que más le gustaba hacer." Tomo una caja subiendola a la cama y sacando de ella un objeto que iniciaría un antes y un después en mi vida.
"Eso es un..." Procese por unos segundos lo que estaban viendo mis ojos. "Beyblade..."
"¡Así es!" Una cálida sonrisa volvió a escapar de sus labios. "¡Siempre estaba dispuesta a lo que sea junto a su beyblade, cada batalla y cada derrota para ella eran solo aprendizajes!" Lentamente acerco el trompo de metal hacia mi rostro. "Está bien si no quieres jugar al beyblade como lo hacía ella... Pero aunque sea, quiero que te lo quedes, creo que eso le hubiera gustado." No sabía como diablos mantenía esa sonrisa en su rostro, mi madre aún con todo podía sonreír sin problema alguno y sin importar que... La envidio en ese aspecto.
"Yo..." Dudé por segundos dejando ver mi claro nerviosismo ante la propuesta de tener aquel objeto tan preciado. Cómo si un impulso común se tratase, solo asentí con la cabeza. "Si... Prometo que lo cuidaré muy bien..." Un pequeño atisbo de curiosidad se empezaba a formar en mi rostro a la par que veía aquel bey.
Mi madre sonrió dándome un abrazo. "Sabía que podía contar contigo..." Dejo caer suavemente el bey en la palma de mi mano.
"¿Acaso... Tiene un nombre?" Pregunto curioso mientras veía hacía mi palma.
"Je... Valkyrie, Valkyrie Sky" Mi madre dijo con delicadeza, como si le trajeran buenos recuerdos ese nombre.
"Valkyrie..." Dije sin saber cómo ese simple trompo cambiaría al completo mi vida.
Fin del prólogo.
¡Sigo vivo carbrones!
Si, están viendo lo que yo, una historia de Beyblade X, ¿Se acuerdan de las portadas que ponía "Beyblade Burst Go" bueno, término evolucionando en esto xd.
Cualquier duda que hayan tenido con respecto al prólogo la puedo responder si les apetece.
Pero bueno espero que te hayas distraído leyendo esto me despido adiós.
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