Capítulo 12
—No puede ser. ¿Gwyn Reynolds? —preguntó Valt.
—Reynolds —Hikari lo saludó con odio—. ¿Qué quieres?
—Sólo noticias por parte de Arthur: "Nos unimos con Raging Bulls".
—¡¿Qué?!
—Bueno, me despido.
Gwyn empezó a caminar lejos de ellos, dejando a Hikari en shock.
—¿Hikari, estás... bien?
El teléfono sonó. Bell se levantó del sofá para contestar.
—¿Aló~? ¡Ah, Shi Gen! ¿Qué? No se te escucha bien... Aaaah, ya. Está bien, no te preocupes. Sí, sí, justo acabó de irse. ¡Claro que no le hablamos! Sí, nos lo dijo. Aah... Bueno, adiós —Bell colgó el teléfono—. Dice que no debemos preocupar... Hikari. ¡Hikari!
—¿Eh? ¡Ah, sí, sí! Es sólo que... agh, lo odio. ¡Lo odio, lo odio, lo odio! ¡Ese inútil! ¡Se cree mejor que todos porque pudo pasar el examen de matemáticas! ¡JA!
—... okey?
—Ese mocoso...
Hikari azotó la puerta al cerrarla y se fue al refrigerador para comer chocolate.
—Hmp. Maldito mocoso.
—¡Hey! ¿Por qué tanto odio? —le preguntó Valt—. Seguro no es tan mala person...
Un aura oscura rodeaba a Hikari.
—No tienes idea, ¿verdad? ¡Por él es que no puedo pelear, por su culpa no he podido pelear! ¡Ya no sé...! Perdón —vio la cara de susto de Valt—, exploté, de nuevo. Saldré a caminar, en un momento vuelvo.
—E-Está bien —Hikari salió del departamento, azotando la puerta otra vez—. Pobre, ¿qué será lo que le molesta tanto?
—Es algo muy... "privado" para ellos —le respondió Bell—. Ellos ya no pueden confiar en nadie.
—¿Por qué? Si mis amigos son muy confiables.
—Sí, sí. Todos lo sabemos, se llama... ¿Shu Kurenai, no?
—Sip.
—Ah, bueno, no es que ellos puedan tener amigos así. Boa al menos la ayudó, y a Hikari, pues, Lui.
—¡¿Lui?! ¡Apenas y se lleva bien con...!
—¿El mundo? Pues, tampoco es que le agrade mucho Hikari, pero hay algo por lo que lo está ayudando. No sé que sea, o por qué. Pero prefiero que tengan a alguien a que nunca tengan nada.
—Hmm... sí, es mejor.
Mientras tanto, Shi Gen y Boa viajaban en un avión rumbo a México. Llegaron al hotel en el que se hospedarían por un tiempo.
—Vamos, no hay tiempo que perder.
—Suenas enojada.
—Sí, ¿y qué con eso?
—Si no te tranquilizas, estoy seguro de que podrías matar a Ashtem.
—Hmmm... eso suena bien.
—¡Oye, no estamos aquí para eso!
—Sólo bromeo. ¡Ajajajaa!
—Hm, más te vale.
Ambos fueron a la misma habitación. Dejaron sus cosas y salieron en búsqueda de Shu. Después de unos minutos, el teléfono de Shi Gen sonó.
—Hmm... creí que no funcionaba aquí. ¿Aló? ¡¿Qué?! ¡No! Espera, yo ya estoy aquí, jejeje... Sí, sí. Ah, por cierto, avísale a la señora Aoi que su hijo está bien, porfa... Eeeh... ¿no? Vale, chau —colgó—. Eran Cuza y Clio, llegaron a la cabaña.
—Bien, debemos apresurarnos y buscar...
—Hay alguien ahí —Shi Gen apuntó con el dedo el centro de una calle, y la figura empezó a correr lejos—. Alto —la figura se detuvo contra su voluntad—. Ven aquí —se veía que le costaba moverse con facilidad, pero, aún así, caminó hasta ella. Como era de noche, era difícil ver su rostro.
—¡Agh, suéltame!
—Vaya, vaya~. Acabo de encontrar un tesoro —Shi Gen le quitó la capucha—. Hola, ¿quién...?
—¡No te diré nada, Traidora!
—¡Ja! Traidora, ¿yo? ¿A quién obedeces niño?
—¡No te lo diré...! ¡Oye, eso es mío!
—Veamos... —Shi Gen tomó el bolso que el niño traía atado a su cintura y lo revisó—. "Ryota Kurogami"... Tú eres...
—¡Suéltame!
—...¿el hermano de Daigo? Creí que habías desaparecido, pero parece que te volviste una pequeña rata...
—¡Hey, Shi Gen, ya basta! ¡Estás loca, ¿o qué? —Boa la apartó.
—Boa, ¡¿ya viste su ojo?! ¡Tiene...!
—Sí, tiene la marca, pero eso no significa que los apoye. Seguro lo amenazaron.
—Agh, está bien, pero mira lo que tiene en su bolso.
—¿M-Mi... amuleto?
—Sí, pero no me hagas caso. Yo estoy loca, ¿no? Hasta luego, Boa. Cuídalo. Volveré en tres días.
—No, Shi Gen, ¡espera!
—¡Sujétalo antes de que se escape! —Shi Gen desapareció entre las sombras mientras que Boa sujetaba a Ryota con las cuerdas.
—Esa chica, algún día me las pagará.
Shi Gen caminaba por esas solitarias calles rumbo a una selva que le era bastante familiar, pues había fundado un lugar ahí. Al principio, ella pensaba que podría triunfar, hacer marca en el beyblade, pero el destino le tenía planeado algo diferente... «Si tan sólo lo hubieras pensado, Theodore, nunca hubiéramos terminado así» pensó ella «pero ahora tengo que destruirte».
De vuelta con Valt, él estaba revisando el departamento de Hikari. Encontró algunas manchas en las paredes y el suelo, y prefirió no saber de que eran. Después de un rato, decidió ir a ver las habitaciones. Las dos primeras, una de Hikari, eran muy aburridas, pero la tercera, no la pudo ni siquiera ver. Estaba cerrada con seguro, y con tres o cuatro candados extras.
—Wow, que extraño.
—No es extraño si tienes algo que ocultar...
—¡AAAAAH! —Valt saltó hacia la pared—. Ah... eres tú, Hikari. No te oí entrar.
—¡Jajaja! Ven, ¿qué haces aquí?
Hikari sujetó a Valt de los hombros y lo llevó a la sala.
—Y, bien, ¿qué quieren cenar?
—¿Qué no sabías cocinar? —le recordó Bell.
—Eeeeeh... ¿Quieres comer o no?
—Bueno, bueno...
De pronto, el teléfono volvió a sonar.
—¿Eh? ¿Quién es esta vez? —Bell respondió un poco enojado— ¡Si vuelves...! ¡Ah! ¿¡SHI GEN!? ¡Creí que...!
«¡Oye, no tengo mucho tiempo!» le gritó ella «¡Encontré a Kurenai! ¡Pero...!» la línea se cortó.
—¿Qué dijo? —preguntó Hikari. Entonces, el teléfono de Valt sonó, era un teléfono desconocido.
—¡Responde, podría ser ella!
—Ah, s-sí.
Respondió y se escuchaba que Shi Gen estaba corriendo.
—Oye, ¿qué pasa por allá? ¿Boa está contigo? —Hikari le preguntó.
—¡No, está vigilando al pequeño Kurogami! ¡Es parte de ellos!
—¿De quienes?
—¡Está con los Ranging Bulls!
—¿Y ahora de que estás corriendo?
—¡ESO NO IMPORTA! ¡Ya se donde está Shu!
—¡¿SHU?! —Valt se acercó más al teléfono— ¿Está contigo?
—No. Está encerrado en... Ugh. Está con mis hermanos.
—¡¿Qué?!
—Pero, tranquilo, sé como arreglarlo.
Shi Gen colgó y Valt, Hikari y Bell, se voltearon a ver.
—Dijo "el pequeño Kurogami" —recordó Hikari.
—¿Deberíamos avisarle a Daigo? —se preguntó Bell.
—Claro, es su hermano —Valt se dirigió hacia la puerta y la abrió—. Cualquier cosa que sepamos de su hermano debemos decírselo —salió del departamento rumbo a casa de Daigo.
—Bueno... —Hikari se puso a pensar—. Shu está con sus hermanos...
—Ellos... seguro que...
—¿Le habrán de vuelto la vida a Red Eye?
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